Por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)
En una entrada que se publicó en este blog en noviembre, hubo este intercambio de comentarios.
Casi dos meses más tarde, tomándome la palabra,Yabadabadooh, llamado realmente Arnau Margenet, me envió un texto en el que expresaba todas las angustias del guionista principiante que aspira, por lo menos, a tener la oportunidad de demostrar su valía.
Creo que es posible que algunos de vosotros os sintáis identificados con Arnau, que también sintáis cierto rechazo al leer en este blog historias de éxito, de sueldos astronómicos, series de gran audiencia o directores llamados a trabajar en Estados Unidos. Es muy posible que algunos nos veáis como triunfadores que han logrado colarse en lo que Santamano suele llamar la “pomada“. Puede que sintáis que estamos atrincherados en una fortaleza de oro de la que nos resistimos a ser evacuados.
Es posible que tengáis parte de razón. Pero, caso de ser un triunfador, no sé qué carajo hago, con una manta sobre las piernas, muerto de frío, prácticamente en el paro desde junio, escribiendo en este blog a las once y media de la noche en lugar de estar viendo una película con mi novia.
Aquí va el texto que me envió Arnau.
LA ANTIFIRMA INVITADA
por Arnau Margenet
En el poco menos de un año que duró el máster de guión de la UPSA el año pasado pasaron por el aula numerosas voces reconocidas del mundo del guión y el cine (Urbizu, Cobeaga, Diego San José, el mismísimo Sergio Barrejón entre otros muchos), y en todos ellos parecía irradiarse la figura del ‘ejemplo a seguir’. Lo parecía, sobre todo, a ojos de los que estábamos sentados enfrente, jóvenes ilusionados que recibían a los ponentes como estrellas de cine, que veían en esos seres mitológicos un espejo en el que reflejarse, auténticas esponjas proaduladoras dispuestas a absorber todo lo que el conferenciante desprendiera de su ser, incluso su alma si eso sirviera de inversión. Esta absoluta e incondicional entrega del alumnado me hizo reflexionar sobre el poder (y la responsabilidad) que los enseñantes tienen para con sus enseñados, sobre la repercusión que pueden tener sus palabras sobre la presente y futura visión de quien las escucha –especialmente si éste tiene el oído más verde que la lima y el culo agualimón–, en fin, en la relevancia que tiene la elección de un discurso u otro, de un lenguaje, una visión, un posicionamiento u otro. Pero ese es otro tema del que (como suele decir David Muñoz aquí) “hablaré en otra ocasión”.
El caso es que cada visita que recibíamos resultaba tener un efecto catártico en nuestro estado de ánimo. Cada vez que un señor o señora que venía representando tal o cual película o serie o productora o trayectoria entraba en el aula, se subía a la tarima y hablaba, se paraba el mundo, se ensanchaban los tímpanos de los respetables y en la intimidad de nuestros cráneos resonaba (yo no era todo el alumnado, pero estoy seguro de ello) la misma profecía: “Yo de mayor seré como él”. Qué imbéciles, ¿verdad? Al menos es algo de lo que yo me di cuenta con el paso de las clases. Sí, la revelación se me fue dibujando a medida que quemábamos las semanas, con el suceder de ese discurso falsamente optimista que se iba hilvanando ponente tras ponente, repleto de buenas intenciones y ánimos pero manchado por el cúmulo de referencias a la crisis, a los despidos, a las congelaciones… a lo mal que está todo vaya. La ilusión dio paso a los números, y a medida que pasaban las semanas se impuso la razón, el realismo, la estadística. Mientras que parte de mí se aferraba a la fantasía, la otra (de naturaleza escéptica) tiraba en dirección contraria y me ordenaba que mirara por un momento alrededor, que recordara el número de guionistas en activo que existen en este país (recuerdo que un ponente puso la medida en 2000 o por ahí) e hiciera cálculos. Entonces lo vi: imposible que todos seamos guionistas. No digo ya de cine, a esos les ampara la divina providencia, sino de tele, de radio, de lo que coño sea. ¿Quién de nosotros, de los 24, terminará siendo guionista?
Te pones a pensar en ello y no convienes ninguna cifra en concreto. “Tal vez cinco”, te dices. Pero pudieran ser dos, o veinte. Quién sabe, todo conjeturas. En todo caso, no todos lo seremos. O sí. Pero en TODO CASO, no todos los alumnos que han pasado por las ocho promociones de este máster (¡y que sean muchas más!) lo son o lo serán. Tal vez fuera porque era una de esas obviedades de las que uno no tiene constancia hasta que se encuentra a un palmo de ellas, de las que duelen porque aún siendo previsibles te han pasado inadvertidas (cegado por el romanticismo), pero esa certeza, esa realidad que de pronto se me reveló como agua clara, me perturbó y me imanó a tierra. Primero pensé: joder, si los 23 tienen depositadas en esto las mismas ganas terribles que yo, el fracaso será como la muerte. Y en segundo lugar, como una losa: ¡Coño! ¡Que podría ser yo!
Claro. Podrías no ser guionista. Es una posibilidad. Una de muy razonable, además. Siempre podrás trabajar de otra cosa, de periodista, de operario de set, de script, de cajero de supermercado… Al final esto va de vivir la vida, de comer y pasar el rato y eso. ¡Pero no! ¡Qué mierdas digo! Y te mantienes firme, te aferras a la esperanza y sobre todo te esfuerzas, lees cosas sobre guión, lees guiones, desglosas guiones, escribes guiones, comes guiones, porque sabes (o al menos eso prometen los proverbios positivistas que tan socorridos son en esta sociedad, a cuyos miembros promete mieles a cambio de trabajo duro) que ese es el único camino hacia la cima –la cima es el curro, no un Óscar–. La suerte no aparece, se busca, que dicen. Pero entonces, de vuelta a nuestra aula de Máster, llega ese ponente. Es ese guionista sin vocación, ese que considera el ser guionista un oficio (ok), ese que entró de casualidad y sin ni siquiera pretenderlo porque alguien le propuso hacer, le invitó a, le abrió las puertas de, cuando escribía un blog o trabajaba de no sé qué en no sé dónde (vaya por delante, que a los que me refiero son guionistas MUY buenos y cotizados). Es en ese momento, cuando ese guionista te hace partícipe de su anecdótico acceso al mundo del guión cuando empiezas a sumar, otra vez. “Vale, 2000 guionistas… crisis… despidos… vale. Proyectos cancelados, en la nevera, en barrena, congelados… bueno, crisis… ¡pero tengo un máster! ¡uno de prestigio!…y además creo que algo de talento… ya, ¿y qué?… bueno… espera, aquí somos 24… ¿cuántas pruebas de guión oficiales hemos hecho este año? Ah sí, cero. La crisis… ¿Y si este año no cogen guionistas, y el siguiente tampoco, ni el otro? Pues 24×3… 72 guionistas… 0 sillas… Vale, bueno, vale”. Y clavas la mirada en los ojos de ese guionista suertudo –como echándole la culpa–, ese que entró cuando hubo bonanza, que nació en el año que tenía que nacer y se plantó en los 90 cuando (tal vez) entraba hasta el que pasaba por ahí o el que tenía un amigo que. Y es ahí cuando empiezas a murmullar, y no canalizas la frustración por el tubo adecuado y te cabreas, y empiezas a pensar que alguien te está tomando el pelo.
Y debo decir, llegado a este punto, que lo mismo me ocurre en este blog con algunas de las FIRMAS INVITADAS. Profesionales que escriben acerca de su experiencia, de cuán entorpecidos fueron sus primeros pasos como guionistas, -echando la vista atrás con condescendencia hacia si mismos y cierta nostalgia– aunque al final se abrieron paso entre la maleza, sortearon los más infranqueables escollos y, al fin, lograron su sueño. Lo leo y me jode, porque parece que lea una película familiar de Hollywood, con su discurso biempensante y su desenlace asquerosamente feliz. Y además me digo: “Habrá quien tras unos inicios entorpecidos, se cayera al suelo para no levantarse jamás”. ¿Dónde están esos? ¿Dónde están los ‘fracasados’? Porque a esos también nos conviene escucharlos.
Es un problema mío, lo sé. Es frustración, la sensación de entregarse al más apasionado masoquismo. Porque estás ahí, hundido en el asiento del aula. Pensando: vienen aquí y me cuentan su bonita historia, sus aventurados inicios, sus más y sus menos, sus anécdotas de guionista y toda esa mierda, autocomplacientes, gustándose, sabiendo que el auditorio está rendido a su fábula y, sobre todo, trasvasando su feliz experiencia a nuestro generador de expectativas y futuros por dibujar. Vale, sí, esto es un máster de guión en el que se imparten conocimientos de guión y en el que profesionales del guión ofrecen ponencias en las que se transmiten, entre otras cosas, las experiencias relacionadas con el guión (en fin, que no es un máster de no-guión, y vienen no-guionistas). Pero, ¿alguien me entiende? Es frustrante. Es ofensivo el discurso exclusivamente positivista con el que el ponente medio embelesa al alumno de hoy, tan lleno de buenas (tan buenas como relativas) premoniciones e intenciones, de dulces perspectivas y, sobre todo, cargado de ánimos sonoramente condescendientes. Ninguno te dice: “vamos a ver chicos, no todos seréis guionistas, lo sabéis ¿no?”. Qué va. Y tal vez nos conviene que alguien nos lo recuerde de vez en cuando (bueno miento, uno de ellos si que nos lo dijo, y de lejos fue la ponencia más honesta y enriquecedora de todas, con la que todos nos quedamos, por distendida y constructiva, por realista, cruda y, aún así, estimulante). Hay que currárselo, por supuesto, pero también hay que contemplar la posibilidad de que, a pesar del esfuerzo y la fe, acabes currando de otra cosa. Porque si al final es así, si no consigues ser guionista y te has pasado la vida visualizando tu futuro a conveniencia, convencido de que era cuestión de tiempo materializarlo, tu vida se va a convertir en poco menos que un infierno, carente de sentido ni motivación. Para los que sentimos devoción y vocación por esto es algo difícil de asumir, pero vale más ser prevenido y entender que en la vida hay muchas cosas buenas por hacer a parte de perseguir sueños.
Parecen las palabras de alguien que da la batalla por perdida, huelen a abatimiento y resignación. Ni mucho menos. Sólo contemplo esa opción, que es una de muchas, pero que a menudo obviamos porque contravienen a los sentimientos más gratificantes que puede experimentar el ser humano, que son los que nacen de los sueños y que tienen relación directa con el sentido, más o menos ambicioso, que cada uno le quiere dar a su vida. Si uno no se previene, la opción de no cumplir un sueño puede ser, precisamente, lo contrario a eso: la muerte. Por eso evitamos afrontarla, por miedo a constatar lo irrefutable. Aún así no hay que dejar de currar. Currar, currar y currar, y luego la contingencia nos llevará por un camino u otro (por bien que currar, creo, es la única manera de tener un mínimo control sobre ella y condicionar para bien tu destino).
Explico todo esto porque entiendo que mucho jóvenes como yo se encuentran en una situación similar, muchos que, además, frecuentan religiosamente bloguionistas: un blog de guionistas y para guionistas. ¿Y para aspirantes a guionista? También, por supuesto. Pero, personalmente, a veces echo de menos que los que están dentro echen un cable a los que estamos fuera. Y no me refiero un trato preferente ni un “hola jefe, te presento a este chico”, sino a un espacio, aunque sea en la intimidad de nuestra gruta gremial, en el que ser recordados y aconsejados, reverberados a los demás paisanos que concurren la plaza mayor de la industria. Un foco sobre el montón de jóvenes aspirantes que se apilan año tras año en la puerta de acceso, luchando por coger aire, por favor.
Un texto estupendo y necesario. Enhorabuena.
Solo me gustaría puntualizar que guionista no es solo aquel que consigue vivir de ello, sino todo el que consigue plasmar una historia sobre el papel. Al menos así es como yo lo veo.
Y sí, visualizar el fracaso es necesario, pero solo los quijotescos lo consiguen. 2000 solo es un número y, si solo uno de ellos fuera a ver rodado su guión, bien podrías ser tú. El fracaso no es una opción.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo Jorge. El problema es que para plasmar una historia sobre papel o para cualquier otra actividad que requiera cierta dedicación se necesita tiempo. Compaginar un curro que te absorbe 8 horas al día con la escritura no es fácil (yo me encuentro en esa dinámica). Escribir guiones y cobrar por ello es una buena manera, sobre todo, de disfrutar de tu tiempo. Y por supuesto, no hay que renunciar de antemano. De hecho, mi reflexión creo que en realidad encierra una arenga para seguir adelante, con los pies en el suelo, pero caminando decididamente.
Es un bello texto, en efecto, y comparto con Arnau ese triunfalismo vivido en los másteres, cuando todos piensan (pensamos) “no voy a ser yo, yo voy a ser ese, el que curró de esto y además TRIUNFÓ”. Ahora, el triunfo, como dice él, se reduce a cobrar una factura más; a que no te tanguen, a que el proyecto para el que te han llamado llegue a rodarse al menos; o a que te salga una prueba para no volverte loco (loca).
Diría, de todos modos, que en Bloguionistas se habla con frecuencia de todo eso. David Muñoz refiere a menudo a la mala o buena suerte como factor tan importante como el trabajo. Cada vez más asiduamente se habla del paro, y también de las condiciones laborales, y de la precariedad. A lo mejor Arnau querría oír hablar de muchos como servidora, los Morlocks del guión, que hacemos sketches al peso, o trabajos para tvs regionales, o industriales. Pero contra la frustración creo que todos podemos sugerir alguna fórmula, hasta el propio Arnau: letras y voluntad. No queda otra. Ánimo.
Es cierto Ara. En este blog también se habla de todo esto. Supongo que la situación que vivimos los recién masterizados (o no) es una más de las que provoca la crisis. En una supuesta línea de evolución que represente la trayectoria de un guionista, nosotros somos el primer checkpoint. Pero los siguientes no están exentos de crisis. Así que, en el fondo, es un problea común. Tal vez quepa más tragedia en nuestro caso por vivir un sueño frustrado, sin apenas haberlo saboreado aún.
Sí, es cierto. En este blog se habla también de la precaria situación del guionista. Supongo que, en una supuesta línea evolutiva, nosotros nos encontramos en el primer checkpoint. Otros se encontrarán en otro, un poco más allá. Pero todo el camino está sembrado de piedras. Este es un problema común a todos los guionistas, sea cual sea el punto en el que se encuentre cada uno. Pero supongo que en nuestra situación cabe algo más de tragedia, porque, a pesar de ponerse en plan racional, la idea de trabajar escribiendo sigue siendo muy ideal para los no hemos saboreado aún esa sensación (condenados a la expectativa, que comenta Panov). En fin, como dicen por aquí abajo, menos pensar y más trabajar, menos vivir desde dentro y más desde fuera.
Hola Arnau, me ha gustado tu texto porque me ha recordado a mis inicios. Yo entré en esto a los treinta y fui la única persona de mi promoción que ahora es guionista profesional. Nunca dejé de escribir y de mejorar, incluso cuando nadie se interesaba por mí. Antes de conseguir entrar en una serie, ya te digo que a los treinta, escribí un corto y lo rodé con unas amigas actrices. Lo escribí sientiéndome profesional y de hecho el corto ganó varios premios a guión. Luego vino el trabajo en la tele, pero eso fue una mezcla de suerte y de haber hecho una prueba de guión muy buena. Primero suerte, luego talento. De nada sirve que se te abra una pequeña puerta si luego tu trabajo no es bueno y para eso hay que haber escrito mucho, incluso cuando no eres conocido.
Sigue escribiendo, siéntete profesional, trabaja de lo que sea que te mantenga y procura que tus textos sean representados por actores profesionales, cuando funcionen y emocionen, serás guionista. El trabajo remunerado vendrá después.
Ken Levine solía empezar sus clases diciendo: “De todos vosotros, como mucho dos acabaréis consiguiendo un contrato de guionista. Si ahora mismo no estás pensando ¿quién será el otro? me temo que no eres uno de esos dos.” Y aquello eran los buenos tiempos.
Ahora la cosa se parece más a una imagen con la que Manuel Matji hablaba de lo mismo (no recuerdo si era suya, o si a su vez la tomó prestada). El mundo del guión, decía Manolo, es como esos tranvías del cine mudo que van repletos, y en los que, si alguien se sube haciendo presión por la puerta de atrás, algún otro sale escupido por la puerta de delante.
Ánimo a todos los que intentáis meter la cabeza, a todos los que luchan por no caerse del tranvía en marcha y a todos los que, con razón, os cagaréis en la puñetera metáfora.
No quiero rectificar nada, sino animar a leer el libro: la analogía del tranvía es de “Historias de Pat Hobby”, un volumen de relatos de Scott Fitzgerald que tiene como protagonista a un guionista de los estudios. Es descacharrante, si esta palabra no ha sido retirada.
Por lo demás, suscribo tu comentario, Mariano. Hay una cosa del autor del texto que no es cierta, eso de que hubo un tiempo en que todo el mundo pillaba trabajo. ¿Cuándo ha sido eso? Siempre ha sido difícil, una mezcla de lotería y sudor; y si te toca, al cabo de un año estás otra vez en las mismas.
Gracias, Carlos, no recordaba la fuente. Aunque “Historias de Pat Hobby” forma parte desde hace años de esa lista de libros por leer, y aunque ésta crece exponencialmente, intentaré hacerme con él.
Trataba de trasladar lo que en aquel momento, escuchando a ese ponente, me pasaba por la cabeza. Claro que no era una lectura precisa, sino que hacía del caso concreto una regla, atando cabos y elaborando silogismos con la información que tenía a mano: la crisis actual y el relato de como esos guionistas entraron sin saber muy bien por qué (o, en todo caso, fuere como fuere, consiguieron un trabajo) me llevaba a pensar que lo tenemos más jodido que otras generaciones (aunque tal vez no, yo que sé). Otros no claro, otros, como dices, fueron el resultado de esa mezcla entre esfuerzo y azar. También hubo crisis en el 92, y las posibilidades no han sido muy favorables desde entonces, pero es probable que el momento que vivimos sea el más acuciante de todos. Más aún para los que queremos meter el hocico.
Hola Arnau, al leer tu texto me he sentido identificado en la mayoría de tus argumentos. Yo no sabría darte ánimos a que sigas escribiendo, que te los doy sin duda, pero escribí mi primer largo con 21 años; ahora tengo 38 y tras 13 largos (solo uno se ha rodado y con cierta desazón, porque no decirlo) más, varios cortos, relatos, etc, llevo 6 meses trabajando en un supermercado. Sí que tuve años de bonanza, pero la mayoría de mis ingresos venían como operador de cámara y editor. Continuo escribiendo, supongo que como tú dices porque me da miedo abandonar y sentir que he fracasado. El apoyo de gente del medio para mí ha sido primordial para no dejar de escribir ya que me apoyan con frases manidas pero sinceras como “quien la sigue la consigue”. Yo espero conseguirlo algún día y confío que tú también.
Gracias por el texto.
Un saludo.
Hola Juanjo, yo también curro en un supermercado que me permite subsistir en Barcelona mientras escribo por las mañanas e intimido a los productores de la ciudad con mi sombría omnipresencia. Supongo que no queda otra que estar ahí, haciendo estiramientos y calentando en la banda para cuando el míster te necesite. Estar preparado para salir al campo en caliente, si se da el caso. No escribir no es una opción, nadie nos puede quitar eso, es una necesidad humana para algunos. Sí que es cierto que no trabajar de lo que quieres trabajar es frustrante, y por mucho que algunos de los comentarios que aquí han salido exhorten a no sentirse así, lo cierto es que no es cosa fácil engañar a la piel. Todo depende de lo importante que para uno sea conseguirlo, por un lado, y de la capacidad emocional para sobreponerse si no se consigue, por el otro. Ayuda pensar que hay otras vías hacia la felicidad y valorar lo que uno tiene. Al menos, aunque suene a filosofía de 20 duros, estamos vivos : ) Pero no hay que perder la esperanza, y supongo que tampoco hay que darle demasiado al coco, sólo hacer todo lo que esté en la mano de uno para conseguir lo que se quiere. Sudor y lotería, que dicen por aquí arriba. Ánimos y a seguir en la brecha.
Hola, puede que mi experiencia no sirva para dar muchos ánimos, ya que por no tener, no tengo ni un título como el que tiene Arnau. Sin embargo, nos empeñamos en hablar de la crisis pero lo único que ha hecho es recordarnos que no podemos tener ni puta idea de lo que va a suceder mañana. Incluso en bonanza hay lugar para el fracaso. Así que de nada sirva pensar en eso. El futuro es incierto, vaya que si lo es.
Quizá tengamos que fijarnos en las ventanas, en las oportunidades. Las dificultades nos las sabemos ya. Hemos tenido la suerte de nacer en una época donde, conseguir una cámara que de un look de calidad es muy fácil y con Internet de por medio para que la gente nos “vea”. Yo, personalmente, he reunido a un grupo de amigos y rodamos pequeños proyectos (sin ningún tipo de dinero). No lo hago por CV, o por ver si me llaman, lo hago porque me apasiona. Está claro que siempre piensas en el dinero, sobre todo cuando tienes que invertir en cosas tuyas, pero siempre que escribo o dirijo un corto, intento hacer algo que me guste. También estoy escribiendo una novela y a grandes rasgos he tenido quizá los dos mejores años en cuanto a flujo de trabajo. Por suerte no paro de escribir y de rodar, aunque luego no lo vaya a ver nadie. Y tampoco cobre un duro.
¿Hay posibilidades de que fracase? Las hay, ¿y qué coño importa? ya se sabe, el futuro es incierto. Quizá pasado mañana pete el supervolcán de Yellowstone, Quién coño sabe. Mientras tanto yo hago lo que más me gusta e intento pensar tan sólo en el siguiente paso, y luego en el siguiente. Lo que decía Steve Jobs de que no puedes conectar puntos con el futuro, sólo con el pasado.
Así que mi consejo es que exploréis, falléis, crezcáis y os divirtáis. Trabajad en un supermercado y escribid cuando lleguéis a casa; encontrad un grupo de trabajo; buscad gente por Internet; escribid ficción, o teatro, o poesía, algo que no sea guión. Y tened claro que el fracaso es algo que no podemos controlar del todo, al igual que el éxito. Lo imprevisible es un gran factor, así son las cosas.
Un saludo.
Estas preguntas son las mismas que se hace cualquier aspirante a cualquier profesión del mundo. Por ejemplo: ¿cuáles de los seis mil médicos que se gradúan cada año en España ocuparán una de las 26 plazas de cirugía cardiovascular que se abren en promedio?
De los treintaytantos que hicieron el máster de guión conmigo, cuatro vivimos más o menos de esto. Dos ganan bastante bien y dos nos las arreglamos. No sigo la carrera de todos los demás, pero sé que uno tiene un café ahora, otro trabaja en una farmacéutica, unos cuantos son periodistas, en fin.
Pero esto no es La larga Marcha (S. King) porque la verdad es que nadie ha muerto en el camino. Y, de hecho, a los que aun frecuento los veo bastante tranquilos con su vida actual. Sencillamente las circunstancias, y el sentido común del que yo carezco, los fueron llevando por otros caminos y no miran con dramatismo hacia atrás. Van al cine, compran libros, viven con sus parejas, comen pizzas viendo la tele, van de copas con los amigos, juegan con sus perros y lo pasan en general tan bien como cualquier persona con trabajo decente.
Y eso no es la muerte.
Y ser guionista tampoco es la vida. Aun guionista exitoso.
Genial poderse dedicar a lo que se soñó de chico. Pero no es cierto que si uno no lo consigue es un frustrado, un fracasado o un perdedor. Yo soñaba con ser investigador submarino (no sé exactamente qué quería decir con eso) y me temo que ya no lo conseguí.
En todo caso, dado que las estadísticas y las circunstancias están en contra, lo más sensato es no pensar. Esa energía y esas neuronas es mejor invertirlas en trabajar. Si se está escribiendo, se está avanzando. Yo todos los días, religiosamente, me siento al ordenador de 4 a 7 am. Así solo me dedique a corregirle la ortografía a lo que escribí el día anterior o a organizar los bolis en orden de colores y tamaños.
Después, me pongo a hacer lo que tenga que hacer para pagar el alquiler. Ese es el secreto: no pienses, trabaja.
Estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Empiezo a pensar que dependemos muchísimo más de la suerte que del trabajo. Y me da miedo porque eso sí que no se controla.
Como decían por ahí arriba, gracias por este texto, estupendo y necesario. En esas me encuentro, pero de erasmus tres anios antes de vete-tu-a-saber-que-master-y-por-cuanto.
Pero abandonar nunca, no me lo perdonaría. Y si al final sale…? Puedes ser uno de esos 2000. También puedes no ser y hay que ser consciente de ello para que la hostia no sea muy grande. Y si no, pues habrá que tener un plan B. Aunque nos haga falta el abecedario entero para los planes en los tiempos que corren… abandonar nunca!
Saludos desde el reino de Merkel!
No sé si en los Másters, o dónde, pero estoy de acuerdo en que deberíamos conocer a los que fracasaron. Para equilibrar cierto triunfalismo de ciertos casos: en vez de Carmina o revienta, el que se gastó todos sus ahorros, y no consiguió estrenar; en vez de El Cosmonauta, el que intentó un crowdfunding, y no le bastó. No ya con los guionistas, ojo; con todo. El productor que le puso ilusión, fue justo, y se arruinó; el director que apostó por una historia y nadie le dio su apoyo… Hace poco ha pasado con la película de animación O Apostolo, a la que las distribuidoras/exhibidoras se la han jugado.
Además, creo que se olvida ese factor: la suerte. Puede que sea una parte de la realidad tan inasible y tan inconveniente que no se dé en las escuelas, como tampoco se da en las escuelas de negocio, o en cualquier otra. Me acuerdo del post de este mismo blog hablando de la conferencia mundial de guionistas, donde los propios participantes al cabo no sabían definir claramente cómo “la cosa” les había salido bien. A lo mejor España ya se ha creído lo del calvinismo, y aquello de que “Dios sonríe a quiénes prosperan”. De ahí, que haya tantos que sigan creyendo que un éxito en taquilla tiene que ver con un trabajo bien hecho o el talento, cuando son dos aspectos no siempre conectados.
¿Y la relación entre talento y suerte? Bueno, el propio genio ya es una cuestión genética, tan azarosa como haber nacido en una década sin crisis, o con ella, durante la dictadura o después, en España o en África. Luego, está el talento “trabajado”, menos mal; un consuelo para los que no hayamos nacido con la mente de Welles, Picasso, Mozart, etc. Pero ni ese talento “trabajado” te asegura nada. ¿Se puede “entrar” con talento pero sin suerte? Improbable. ¿Se puede, sin talento pero con suerte? Hace poco lo hablábamos por Twitter David Muñoz y yo: pues… los hay que sí, que ahí están, no ya sin talento, sino con cualidades personales cuestionables (él se refería a un director). No digo en el mundo del guión, exclusivamente (todos sabemos que en este país la meritocracia palidece ante el nepotismo o el enchufe político en muchos otros sectores), ni digo que sea la norma, ni siquiera la mayoría (aunque conozca algún caso), que sé que es discurso, además de gastado, lo usan algunos troles para desprestigiar a toda la profesión, y a todo el cine/televisión español. Digo que basta con que uno que realmente no sea guionista “reciba la suerte” de participar en algo que le enganche al tranvía ése que mencionaban por aquí como metáfora, para que, de ese tranvía, se caiga otro guionista que a lo mejor sí es profesional o sí es talentoso, y sí se merece estar ahí.
En cuanto a aquello de que “la suerte se busca” o “la suerte se crea”… Es posible, y también es posible que tenga un poco de esa abstracción de las frases de filosofía oriental. A lo mejor algún día me hago budista, pero mientras tanto, mi racional mente occidental me pide más concreción.
Muy buena reflexión. Dicen que la suerte gira y que de uno hace mendigo y de otro rey. Aún así, creo que se puede tener cierto control sobre ella si te haces omnipresente, si haces del don de la ubicuidad un oficio y escribes y te haces ver por aquí y por allá texto en mano, en las productoras, en internet, presentándole una idea al amigo ese que tiene tu amigo y que hace cosas interesantes. Ser proactivo creo que es una buena manera de minimizar los impendorables del azar y dar con la grieta. ¡Gracias por tu aportación! A ti y a todos (incluso al que me ha dedicado un texto tan estiloso como inservible; gracias por romperte el coco. Ser muso es una sensación indescriptible).
¿Nadie ve en todo esto una historia? Arnau, convierte esto en algo grande. Utiliza estos sentimientos como combustible, en lugar de ellos a ti.
Nos cuentas tu vida, Arnau (no lo digo en tono peyorativo), pero acuérdate que todos tenemos una vida. Todos podemos contar las dificultades y los obstáculos que tenemos. La justicia de cada situación la podrá medir algún “ente imparcial”… ¡Pero qué más da! Eso no ayuda en ningún caso a conseguir cualquier objetivo, sino a justificar de antemano el que no lo vayas a conseguir. Si quieres conseguir algo, olvídate desde ya de razonamientos que deriven en fracaso. Céntrate, bajo castigo, en todo lo contrario. Te lo digo precisamente por corporativismo pesimista ;) Y convente que todos los pesimistas negamos serlo. A pesar de ello y aunque algunos crean los contrario, solemos tener un índice de trabajo, tenacidad e incluso obstinación, elevados. Pero, sin pretender dar ningún consejo, por supuesto, o te olvidas de la posibilidad del fracaso en tu yo más interno, o lo que conseguirás será precisamente eso (evidentemente lo contrario no te lo garantiza, ojo). A pesar de trabajo, tenacidad y obstinación. Palabra de fracasado.
Es humano pensar que lo que nos pasa a nosotros mismos, no nos lo merecemos y es injusto. Pensar en el fondo, sin testigos (cuando los hay es aún peor), que otros consiguen por extrañas circunstancias lo que nosotros con tanto esfuerzo y ahínco se nos veda. Esfuerzo y ahínco real, que sólo nosotros sabemos de él. Sí. Pero ese es el punto primero del descenso. Puedes agarrarte a ello o puedes intentar deshacerte. Y digo intentar, porque nuestras características troncales como un individuo formado, muchas veces nos lo impedirán incluso por encima de un intento de voluntad razonada. Si vas tirando de la cuerda del fracaso, acabas topándote con características básicas inherentes a la condición humana. Posiblemente igual que del éxito, aunque mi opinión es que somos más básicos cuanto más nos acercamos al sufrimiento. Y no veas nada versado en mí, claro; como diría la canción, supuestamente te hablo con la sabiduría que da el fracaso (razonamiento estúpido dónde los haya, por otra parte). Hablo por mí, por tratar de ser honesto. Pero también estoy harto de ver todo lo que digo.
Después de este alegato a favor del suicidio colectivo ;) Te diré que si trato de ser objetivo tengo más cosas de las que me merezco. No en el mundo del guión, que además de carrera fracasada, es terriblemente estúpida. Pero sí en la vida en general. Y créeme que provengo casi de los infiernos. Es decir; es muy posible que quitando estas metas más complejas, en lo subtancial (mi chica, mi casa, mi gente, mi salud, mi modo de vida), he tenido suerte. Supongo pues que mi fracaso viene de marcar unas expectativas quizá demasiado elevadas. Pero yo creo, aunque más que creerlo estoy seguro, que las expectativas fluctúan como la Bolsa. Ahora piensas que quizá te conformarías en ganarte la vida como guionista de la manera que sea. Pero lo mismo cuando te toca ser redactor/guionista del programa de Ana Rosa Quintana, te cagas en los muertos de todo lo cagable y odias no haber tenido una mayor suerte. Quizá en otro golpe de suerte pasas a la ficción en un culebrón diario que, pasado un tiempo empiezas a verlo con asco y preguntarte si todo ese esfuerzo que has hecho para llegar hasta ahí, ha merecido la pena. Incluso una vez ahí puedes tener un nuevo golpe de suerte y escribes un largo que te compran. Tienes suerte y cuando parecía que no se estrena, sí lo hace. Es un éxito y estrenas dos más. Ya con tres películas en el curriculum no te llega nada más y entras en declive. Quizá entonces, ya más con una visión de un profesional del sector, querrías no haber elegido dedicarte al guión y maldices tu suerte. Para quedarte a medias mejor no haber empezado, precisamente ahora que habías aprendido mucho de tus errores y lo mejor de ti estaba por salir… Todos estos perfiles, los conozco. Ahora, con la crisis, y antes cuando la situación no era tan acuciante. El punto de vista cambia a medida que van cambiando tus expectativas. Todos tenemos sueños. Todos tenemos más necesidad que nadie de contar todas esas historias que llevábamos dentro. Todos creemos necesitar y merecer más. Sustancialidad del ser humano.
Los perfiles que conozco que han llegado más lejos, con su propia idiosincrasia, con sus pros y contras, albergan una característica común: Han estado lejos de tesis “abrazafracasos” ¿Qué aparte de esto han tenido suerte? Por supuesto que también.
Véase que, llegados aquí podemos estar hablando del mundo del guión o de cualquier cosa.
Por último sin ánimo de crear ningún axioma, sin ninguna voluntad de ser ejemplo de nada, te digo mi punto de vista en un logline ;) Mira a la vida en general, no a una parte de ella.
Panov, copio y pego tu comentario, lo imprimo, y lo cuelgo en la pared tras el monitor.
Sólo decirte que para llegar a tu reflexión es necesario pasar por la mía, con lo cual, desde aquí, desde mucho más atrás en el proceso de la sabiduría y el autoconocimiento, te doy las gracias.
uoh Panov, se me había olvidado lo lúcido que eres
Lo de los másters es un timo, así de claro, y más si los imparte una universidad, (ya si es pública ni te cuento: normalmente son cuatro cuatro amiguetes con plaza fija de funcionario que se montan esta historia para sacarle los euros a los incautos). Yo tuve la desgracia de asistir a un presunto máster de edición en la UAM y la mayoría de las clases se reducían a anécdotas de los profesores sobre el último escándalo del editor tal, que si el autor X era un gilipollas engreído, que si el crítico tal se dejaba comprar, etc; pero lo que se dice entrar en materia, ver cómo se editaba un libro profesionalmente, lo práctico, vamos, un caos absoluto. Después de las malas experiencias durante la carrera, (aulas masificadas, profesores que dejan las clases en manos de sus ayudantes mientras ellos se toman el café en el bar de la facultad, materiales obsoletos, bibliotecas en las que te hielas en invierno porque no hay dinero para pagar las facturas de la calefacción, pero sí para un aparcamiento nuevo), tengo claro que antes me meto a barrendero que pagar un sólo céntimo en un curso de lo que sea mientras el centro en el que se imparte esté en España. Y mi consejo para los guionistas aspirantes es que prueben suerte en el extranjero: lo que sostenía la industria cinematográfica de este país eran las subvenciones, y ahora que el pozo se ha secado las oportunidades para los que empiezan son cero o ninguna, (si ya está mal para los veteranos, los que ya tienen series y largometrajes de éxito en sus CV, imaginad para el resto)…
Por ofrecer una visión diferente. Yo imparto clases de guión con cierta frecuencia, en distintas escuelas y universidades, y reconozco muchas de estas dudas y zozobras, porque las he hablado con alumnos en numerosas ocasiones.
Desde “nuestro lado” no es fácil tampoco saber cuál es la mejor manera de dirigirse a los que estáis empezando. Si eres realista y cuentas con toda la crudeza cómo son las cosas puedes acabar desanimando a los alumnos, cuando se supone (como profesor) que estás ayudándoles a perseguir sus sueños (profesionales).
Pero si eres demasiado optimista pueden ver tu discurso como una enorme mentira, con lo que cualquier cosa que les digas puede resultar hasta ofensiva.
En mi opinión siempre hay que contar la verdad, porque son alumnos creciditos y merecen saber a qué se enfrentan realmente, pero no hay que dejar que tus propias frustraciones o tristezas se cuelen en el mensaje, y hacer un esfuerzo por encontrar y transmitir cuáles son sus oportunidades, dónde están las vetas abiertas, qué elementos tienen hoy que nosotros no teníamos hace sólo quince años. No hay que engañar, pero sí estimular y espolear.
Aquí hablé un poco de estos asuntos…
http://bloguionistas.wordpress.com/2012/04/06/vestir-el-negro/
Y aquí me puse un poco paternalista, pero para bien, espero…
http://bloguionistas.wordpress.com/2012/05/18/carta-a-los-jaspp-jovenes-aunque-sobradamente-pre-parados/
Suscribo lo dicho. Realismo y consejos prácticos. Sin ínfulas, ni épicas de ningún tipo.
Una entrada reflexiva y sincera Arnau, y gracias a Daniel por publicarla. A veces, cuando no podemos hacer (o vivir de) lo que nos gustaría, suelen ser útiles ciertos placebos intelectuales… No pensemos en conformismo, porque eso no nos lo podemos permitir si tenemos sueños, pero como de algo hay que vivir, hay actividades que podemos hacer para relacionarnos con el mundo de la escritura y el cine. Un blog es una buena opción, como se recomendó alguna vez por aquí, y en mi caso, también hemos fundado un cineclub local que nos está dando bastantes satisfacciones. No es vivir de nuestra profesión, pero es una manera más de mantenernos activos.
¡Suerte para todos!
Ah, y los invito a visitar mi blog también:
http://tassoinmotion.wordpress.com/
¡Muy cierto Christian! hoy en día con internet es fácil emprender un proyecto gratificante que sea accesible al público, aunque tal vez no te dé para vivir. Aprovecharé también para dejaros aquí algunos blogs en los que me pronuncio : ):
http://www.mitjabasarda.blogspot.com (en catalán!)
http://www.lefoudiplomatique.blogspot.com (revista satírica recién nacida)
http://www.ruloycongui.blogspot.com (ideas ilustradas)
Me adhiero a los agradecimientos hacia Daniel. Un detalle : )
¡Hola! Aplauso por favor. Aplauso! Este joven se lo merece. Es cajero de un súper y escribe por las mañanas. Insisto. Aplaudan conmigo hasta que les duelan las palmas de las manos o el chico separe las suya en un gesto de falsa modestia, diciendo:
– ¡Ya basta! Es suficiente, ya me teníais con el ¡Hola!
Lo has conseguido, si ese era tu objetivo, has invertido parte de tu glorioso tiempo libre en tallar con más de 1800 tediosas ( una fotico, que esto es internet ) palabras tu propia lapida. Deseoso de protagonizar una lacrimógena pero; en palabras tuyas; asquerosamente feliz, película de Hollywood, en la que al final del tercer acto el chico con cara poco agraciada y mas acneica pero con encanto y digno de lastima, suelta esas salinas gotas por sus ojos al tiempo que grita:
– Soy un fracasado! ( véanse versiones alternativas pero también validas como gallina, perdedor, completo idiota, acabado o también, y esta la he escuchado recientemente, proyecto de guionista haciendo de cajero en turno de tarde.
En ese momento en el que el piano suena y hace más encomiable el paso de las lágrimas del protagonista por su poco uniforme cara llena de granos, entra en plano su padre y le dice.
– Hijo, acaba de llegar esta carta.
Tras los dimes, diretes, paja emocional, musiquita de suspense y tras varios minutos el chico entre sollozos exclama un firme y contundente.
– ¡Me aceptan en la universidad de Yale!
La cámara se aleja y vemos un barrio residencial típico norteamericano tan placido y florido con un par de chicos paseando en bici y unas señoras regordetas corriendo en chándal, mientras la música sube a todo trapo en un intento acertado de decirnos que Boby (véase también Johny o Steaff) tendrá una vida plena y se graduara en una de las mejores universidades del mundo además de un largo y soporífero etc.
Pues bien ese chico eres tú. Después de tu autolisis con forma de vomito en prosa, acariciando un buen uso del castellano. Que si un “cuan” por aquí, y un par de adjetivos ininteligibles por la mayoría de las cajeras de supermercado por alla… Y ya lo tienes. Un discurso redactado en ocho largos párrafos, que bien te habrían servido para contar una sinopsis o tratamiento de un guion de los que dices nunca vas a escribir o, perdón, nunca te van a llegar a remunerar por ello. Disculpa que no haya sabido leer entre líneas.
Deja de utilizar si eres tan amable el adjetivo “imbécil” en su número plural. Deja que hagamos de Cobeaga y Vigalondo nuestro Reyes particulares, nuestro tótem de cabecera aunque solo sea porque ellos pisaron alfombras que jamás nosotros… Ahórranos esa parte; dos caracteres; pero en esa promoción no había 24 imbéciles. Románticos, puede, masoquismo autocomplaciente, también, gente que quiere empezar y que le anima escuchar a Urbizu; me quedo con esta…
Así que abandona tu discurso derrotista, que si no lo ha hecho nadie aun, lo voy a hacer yo. Déjame que te coja de la mano y te lleve a secar tu lamento cotidiano. Convertido en dragón blanco de la suerte ( la referencia era inevitable, naci y crecí en los 80), te rescatare del fango que te esta engullendo a ti , Atreyu, y te diré cuando tus ropas estén secas y tu larga cabellera brille en primer plano.
– Ey chico, no tienes porque llorar, que ya lo has conseguido, estas en fantasía y has salvado a la emperatriz infantil.
– ¿Cómo? Pero si hace un momento estaba anunciando el kilo de naranjas a un euro por megafonía.
– Eso ya se acabo Atreyu, ahora has escrito en uno de los blog más leído y referente del panorama nacional. Ya estas dentro querido amigo. Ya eres uno de ellos. Tus líneas se han juntado en el universo digital con las de Santamano y David Muñoz. Corre a celebrarlo que eso lo merece y mucho.
Entra la música a todo tren y leemos sobre fondo negro.
“Yabadabadoh ahora escribe el remake de un éxito de los 80 sobre unos seres a los que no se les puede dar de comer a partir de las doce de la noche. Con producción de Warner, Filmax y con el apoyo de Canal+, que le ha hecho una entrevista en la que; cual Tarantino; habla de sus comienzos en un videoclub de barrio. ¿O era un supermercado?” FIN
Enhorabuena. Lo has conseguido. Aquí queda mi aportación cuya única lectura o discurso aleccionador final es claramente:
Compra naranjas, que sale económico.
Nuevamente. Enhorabuena.
Muy bien, nos has impresionado a todos
¡Caray que reacción!, pareces un escorpión al que acaban de atacar. Las opiniones son libres y las críticas constructivas buenas y positivas, pero tu crítica ante un joven que expresa sus sentimientos de manera clara, directa y añadiría con crudeza, es desmesurada y destructiva total.
¿Tal vez ha dado en el clavo?
¿Eres un guionista a los que se refiere y te has sentido aludido?
¿Tal vez eres un aspirante a guionista y sientes que era a ti a que debían darte la oportunidad de poder escribir en un blog de los más leído y referente del panorama nacional?
Quién sabe, tal vez no sea nada de eso y, simplemente, actúes así por costumbre o placer, pero ¡ojo!, no sea que en uno de tus ataques verbales te envenenes con tu propio aguijón.
Pido a Yabadabadooh que por favor me disculpe y disculpe el tono incisivo de mi critica. Quizás esa reflexión suya, tan realista y de pies en la tierra, puso en jaque a un romántico como yo. La simple posibilidad mentada de fracaso , me hizo poner en cuarentena y soltar rabieta cual crío.
He releído tu entrada y mi comentario y creo que me ha sido mas fructuosa de lo que esperaba. Admito, dicho sea de paso que la simple posibilidad de cursar estudios de guion y poder asistir a charlas con ponentes de este calado, me hizo sentir envidia y hacer que fuese menos justificada tu queja. Yo lo mas cerca que estoy de estos genios es en la ventana de Youtube cuando intento que me aleccionen con alguna charla o taller que cuelgan.
Por otro lado y gracias a tu Antifirma hemos conocido alegatos como el de Panov, que no tienen desperdicio alguno y tal y como decías, habría que colgarlos en frente del escritorio para echarles un ojo de vez en cuando.
Creo que hay muchas expectativas en esta profesión y argumentos como los de alguien que no lo ha conseguido (aun) o habiendo llegado, no ha pisado ni la mitad de la décima parte, de la hierba del prado verde que se le antojaba, son casi ejemplos totémicos…
Insisto. Mea culpa.
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