GUIONISTAS TRAS LA CÁMARA: RODANDO “ONIRIC” (y II)

por Curro Royo.

(Este post continúa el publicado el pasado jueves, 29 de Enero.)

En el primer post analicé las razones por las que pasé del teclado a la cámara, así como los condicionantes con los que llegué a la dirección. En este post me gustaría analizar cómo el guión se transforma en el proceso de producción y rodaje, así como responder a las preguntas que surgieron el los comments al post anterior.

Del guión al rodaje

Los guionistas somos los primeros en llegar a los proyectos… y también los primeros en salir. Una vez que hemos entregado la última versión, sabemos que sólo nos queda cruzarnos de brazos hasta el estreno, y cruzar los dedos para que asistir al mismo haya merecido la pena. A veces, si te llevas bien con el director, haces una visita al rodaje, como ya nos explicaba hace poco Carlos López.  También es muy posible que te inviten a la proyección de la copia estándar en el laboratorio. Y ya definitivamente, la ves en el estreno. Entre la entrega de la última versión y el estreno pueden pasar tranquilamente de doce a dieciocho meses. De la última versión a lo que ves en pantalla han podido pasar de doce a dieciocho mil desastres.

A veces, también es verdad, lo que ves en pantalla te gusta y sorprende.  Lo reconoces, lo disfrutas, y al mismo tiempo ves que hay cambios que han mejorado la historia. Eso sí, nadie te dice cómo, cuándo y por qué se hicieron esos cambios.

Y es que lo que ocurre entre esos dos momentos, entrega y estreno, sea para bien o para mal, la auténtica historia de cómo se ha hecho la película, es un misterio. No es un secreto, ya que todo el equipo menos tú parece saberlo. Es un misterio del que tú, estás excluido.

Y queridos colegas, es una lástima que sea así, una lástima para todos, pero sobre todo para el resultado final, para la propia película.

Admitámoslo, el guión se sigue escribiendo a lo largo de toda la película, pero sin el guionista. Y contrariamente a lo que pensamos no es una traición, es un proceso lógico. La reescritura, quiero decir, no la ausencia del guionista.

El rey está desnudo

Cuando el director tiene el guión en la mano, no está sólo. Está rodeado de un equipo en el que cada cuál es un experto en su propio campo. Todos tienen dudas, preguntas, pero más importante aún… todos tienen sugerencias para mejorar el resultado final.

Dudas. Conviene estar atento a las dudas, y muy especialmente, a aquellas en las que coincidan varios miembros del equipo. La historia puede tener todavía incoherencias, fallos de continuidad, contradicciones… y recordemos que lo que en el guión habla, en la pantalla grita.

Preguntas, las habrá a miles. Cada miembro del equipo quiere hacer lo mejor posible su trabajo, pero buscando siempre ajustarse al criterio o el gusto del director. El trabajo del equipo es dar al director opciones, y el del director, elegir. Las preguntas se acumulan a tal velocidad que empiezas tirando de tus ideas, sigues con tu intuición, y finalmente llegas a un punto muy interesante… el reconocimiento de tu propia ignorancia. Cuando llegas a ese punto haces la pregunta más inteligente que puedes hacer dirigiendo: “¿Tú cómo lo ves?”

Sugerencias. Las ideas y aportaciones de tu equipo, valen su peso en oro. Por alguna razón que todavía no entiendo, nos han vendido que un director novel es un genio que sabe de todo, controla de todo, y tiene una seguridad apabullante. Según esta teoría, dudar es mostrar un flanco débil, bajar la guardia, exponerte al ridículo. Dirigir es mandar- te dicen- aunque mandes mal.

Sin embargo, para el equipo, eres transparente. Cuanto más inseguro e inexperto, más se te nota. Cuanto más te encastillas en tu ego, más ridículo eres. El rey está desnudo, y la única forma de empezar a vestirlo es admitir honestamente que sabes lo que quieres contar -es tu condición básica como narrador- e intuyes cómo podría ser… pero necesitas desesperadamente que cada miembro del equipo ponga lo mejor de sí para suplir todas tus carencias.

Bonita idea… me la quedo

Estamos en la escena nueve de una primerísima versión del guión. Es un sueño de Karen, nuestra protagonista. En él, Karen entra en la habitación que preparó para su bebé, un espacio mágico y plácido.

El texto dice:

11. INT. CUARTO BEBÉ – DÍA

KAREN entra en una habitación, la habitación de un bebé, prístina, inmaculada como si ningún bebé la hubiera ocupado todavía.

KAREN entra. Mira alrededor, cada rincón y detalle, con alegría, como si reconociera esa habitación.

Meses después de escribir esto, empiezo a desglosar el guión plano por plano con el director de foto, Ismael Issa. Enseguida nos damos cuenta de que este momento es clave. Nos estrujamos el cerebro para intentar hacer algo especial, mágico, que dé el tono de lo que es el mundo onírico de Karen.

Llego a esta propuesta, la última que escribo:

11. INT. CUARTO BEBÉ – DÍA

(Secuencia onírica)

KAREN entra la habitación de un bebé. Al fondo hay una cuna. Karen se dirige hacia ella. La paredes de la habitación están decoradas con imágenes de planetas, naves espaciales. Sobre la cuna hay un móvil de planetas.

Karen avanza hacia la cuna, y al hacerlo, las paredes de la habitación se expanden, y el techo se comba formando una inmensa cúpula. La decoración de las paredes llena la cúpula, y los dibujos se transforman en estrellas y constelaciones.

A Isma le gusta la propuesta, y decidimos que lo vemos como un plano fijo, contrapicado. La actriz entra por el lado derecho de cuadro y avanza hacia la cuna, que está al fondo. Mientras la actriz avanza, de espaldas a cámara, la habitación se está transformando en una cúpula, en el universo. Es un sitio que emana paz, el refugio de nuestra protagonista que le proporciona un descanso reparador. En el storyboard, la idea quedó plasmada así:

Evidentemente, el plano tenía que hacerse con efectos especiales, rodándolo sobre fondo chroma. Nuestro FX-Man, Gonzalo Caulonga nos dice que está seguro de que, si le damos tiempo,  puede hacer algo que quede muy bien. Pero necesita más concreción en lo que queremos de él. Exactamente… ¿cómo es el plano?

La directora de arte, Cristina Mampaso, dice que a ella, la escena le recuerda a una de esas lámparas de noche que proyectan sombras en la pared… mmm… una fuente de luz que gira y proyecta la forma de los planetas en las paredes del cuarto.

Alguien -prometo que no recuerdo quién- dice que tenemos una fuente de luz… el Sol del móvil de planetas diseñado por nuestra ayudante de decoración, Elisa Correa.

¿Y si el Sol se incendiara y proyectara con su luz a los otros planetas sobre las paredes del cuarto?

Diseño: Elisa Correa

Diseño: Elisa Correa

Finalmente llegamos a la siguiente planificación:

1.- General contrapicado de Karen avanzando en el cuarto, que por ahora es un cuarto de bebé minimalista con predominio de blancos.

2.- Detalle del móvil de los planetas girando, hasta que nos quedamos con el Sol, que se torna incandescente y con su luz… transforma el cuarto.

3.- General contrapicado de nuevo, vemos el cuarto plenamente transformado en el universo.

Gonzalo nos ha hecho una prueba de éste último momento, que no es ni de lejos definitiva, para abrir boca y que nos vayamos haciendo una idea de cómo podría quedar.

Vídeo disponible en http://www.oniric-the-movie.com, pestaña MAD/NYC

Así pues, el guión siguió escribiéndose, hasta el rodaje. Y seguirá, ya que estamos en la fase de montaje con Ángel Hernández Zoido, la reescritura final.

En todo este largo proceso el guionista estuvo presente porque también era el director. Pero mi pregunta, mi gran pregunta es: ¿Si no hubieran sido la misma persona, no podría haber estado también presente? Quiero decir, ¿los guionistas no estamos en ese proceso porque nuestro trabajo ha terminado, o porque tradicionalmente se nos excluye del mismo? Si se nos dejara estar en este proceso ¿no seguiríamos contribuyendo igual que lo hacemos hasta llegar a él? Y para ser justos, ¿sabríamos todos estar en nuestro sitio y estar por la película del director en lugar de intentar salvaguardar nuestra última versión de guión a toda costa?

¿Mi respuesta?

Los guionistas estaríamos encantados de seguir acompañando el proceso, de no vernos apeados tan pronto de la película. Y seríamos francamente útiles. Pero para ello, y sé que muchos no estaréis de acuerdo conmigo, deberíamos aprender a ocupar el mismo sitio que ocupan los otros miembros del equipo: alrededor del director, ofreciendo alternativas y dejándole ejecutar su papel, es decir, dejándole dirigir.

Nuestros guiones no están escritos en piedra. Están escritos en papel con la voluntad de transformarse en imágenes, luz y sonido. En el camino hay tantas contingencias, imprevistos, condicionantes… que nosotros mismos cambiaríamos veinte veces el guión para buscar la mejor solución sobre la marcha. Si nos dejaran.

Gestión de tiempos y planificación

A petición de Panov, una breve nota sobre el tema, que podemos ir ampliando en comments. Todo en un corto responde a un simple binomio: tiempo y dinero. A falta de uno, tiene que haber mucho del otro. Los primeros mails que cruzamos sobre Oniric datan de un año antes de ponernos a rodar.

En los cortometrajes la gente te da su tiempo, es decir, dinero que no les puedes pagar. Te dan mucho, mucho tiempo. Debes apreciarlo, buscar la forma de que todo el mundo que está involucrado vea su trabajo y su nombre reflejado en el resultado final. Nunca se dice suficientes veces: “Gracias”.

De nuevo, la cosa está en confiar en el equipo. En mi caso, los productores Cecilio Chaves y Javier Ercilla por un lado, y mis ayudantes Aitor Basterretxea y Txemi Alonso por otra, a los que conocí gracias a Sergio Barrejón. Que no te cuenten ni la décima parte de las gestiones que hacen no significa que no las estén haciendo. Insisto, ser director no es controlarlo todo. Tu ansiedad no acelera las cosas, las hace más difíciles.

Y paciencia. Mucha paciencia. El rodaje se retrasa al menos un par de veces. No pasa nada. La localización perfecta es muy cara, o no dan permisos. Tu equipo ya tenía otra prevista. Tu protagonista empieza una película cuando ya estaba confirmado el rodaje ¿Y qué le vas a hacer? Es lógico que la haga… ya colaboraréis en otro proyecto.

Cuando llegues al rodaje, por extraño que parezca, el objetivo no es sufrir, gritar y estar tenso como si estuvieras al mando de una galera… sino todo lo contrario. Ya que todo el mundo ha hecho todo lo que podía hacer y más, solo queda disfrutar de la experiencia.

El trabajo con el actor

Mucho me temo que me estoy alargando y este es un tema que merece un post propio, pero a petición de Elena Cobos, intentaré dar un apunte.

Dirigir actores es en sí mismo un arte, como lo es actuar. Requiere años y un entrenamiento constante. Yo he dado mis primeros pasos, como en tantas cosas de este oficio. Como todos los primeros pasos, es emocionante ver que te tienes en pie. Pero el objetivo no es poner un pie delante del otro mientras te agarras a lo primero que tienes a mano, sino andar… y llegar a correr.

Tres consejos.

El primero, es dosificar la cantidad de información que se le da al actor. Los guionistas tenemos toda la información de la historia, toda ella en la cabeza, con sus detalles  y matices. El actor sólo necesita la información que pueda ayudarle a construir su personaje. Y además, en los ensayos, es preferible que el actor vaya descubriendo esa información paso a paso, de manera que llegue por sí mismo a las deducciones a las que llegaría su personaje. Debemos ayudarle a que transforme nuestra información en los pensamientos de su personaje.

El segundo consejo, cómo no, es buscar ayuda. En mi caso, conté con Inés Piñole, actriz y coach. Fue un lujo tenerla en el casting, los ensayos y el rodaje. Si puedes, búscate a alguien de confianza que pueda darte un feedback sobre cómo avanza el trabajo. Y a poder ser, en esto como en todo, busca alguien que sepa más que tú.

El tercer consejo, el más importante, es hacer un buen casting. Carla Sánchez, Rita Rodríguez, Priscilla Delgado, Aníbal Tártalo, Frank Feys y la propia Inés Piñole, son el elenco perfecto. Enamórate de tus actores, averigua cómo trabaja cada uno de ellos y busca la mejor forma posible de ayudarles a que saquen lo mejor de ellos.

Finalmente

No creo en el cliché del guionista resentido y amargado, que piensa que nadie ha conseguido hacer justicia a sus guiones. Mi trabajo termina cuando entrego el guión. Ahí empieza el trabajo de todo un equipo que, al igual que yo, acierta o se equivoca. Me encantaría seguir siendo parte de ese equipo hasta el final, pero por lo general, no puede ser.

Me niego a pasarme la vida pensando que si yo hubiera dirigido mis guiones, el resultado sería mejor. No quiero pensarlo, quiero intentarlo. Lo peor que puede ocurrir, es que me equivoque. Pero como dijo alguien, el que nunca se equivoca, es que nunca ha hecho nada.

(Podéis visitar la página oficial del corto y también su página en Facebook.)

7 comentarios en «GUIONISTAS TRAS LA CÁMARA: RODANDO “ONIRIC” (y II)»

  1. Me encantan tus conclusiones, Curro, el que hayas conseguido pensar todo esto con sólo un corto rodado me parece admirable, ojalá muchos directores y guionistas con años de experiencia lean esto. Para el que ha pasado por la experiencia de dirigir desde el guión ya nada vuelve a ser lo mismo, eres guionista (pero no).

    Los guionistas nos creemos (se creen) que los únicos estusiastas con el proyecto son ellos, pero no es así, hay productores que se entusiasman igual, equipo técnico, actores… pero después pasas a otra fase, el montador (menudo personaje), los de fx, los de efectos sala, el músico, la sono, la distribuidora… en cada fase a cada equipo le parece que es el único, el importante (y es bueno que sea así). Sólo el diretor (más si es guionista) pasa por todos los procesos y es ayudado por todos los profesionales para conseguir el objetivo.

    Yo creo que siento que una serie o película es más mía cuando sólo la dirijo que cuando sólo la escribo. Curioso.

  2. Pingback: DEL GUIÓN AL RODAJE « IYS LA GUANCHA

  3. Hola, gracias por los comentarios, Pavnov y Manuel, así como por enlace.

    Manuel, yo creo que una de las ventajas de meterse en esto cuando ya llevas un cierto recorrido en la vida, es que por el camino has aprendido a relativizar, lo cual te libera de mucha ansiedad y de la necesidad de epatar. Supongo que si hubiera hecho el corto cuando empecé en este negocio, habría sido un pequeño desastre. Si algo te da una carrera de guionista, es un ego bragado y de anchas espaldas. Pero como bien dices, a partir de la experiencia, ya no escribes exactamente igual. Una vez escuché que en Ikea hacían una especie de “cambio de puesto” obligatorio una vez al año, de manera que la gente de administración se ponía en las cajas registradoras. La idea era ponerse en lugar del otro, y creo que es lo interesante de la experiencia… ver el proceso desde otro punto de vista. No sólo es enriquecedor, sino que en mi caso, ha sido MUY divertido. Si encima el corto queda bien, ya será la leche. Y si no, asumiré toda la responsabilidad de haber estropeado el trabajo de un equipo y un reparto estupendos.

  4. Gran visión de todo el proceso creativo. inspirada e inspiradora. Gracias por el regalo de tu experiencia, por compartirlo.
    Jonás

  5. Buen post, ya le tengo ganas a Oniric, cuando estará listo este cortometraje que pinta tan estupendamente.

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