por Curro Royo.
Alguien dijo que los guionistas dirigen en defensa propia. Es verdad. Después de años de escribir historias para otros, uno llega a la conclusión de que hay ciertas historias que nunca dejará que caigan en manos ajenas. La única alternativa posible, es intentarlo uno mismo.
Algunos guionistas dan el paso, otros no. Las razones para no dirigir nunca nada propio pueden ser el respeto, la falta de confianza en uno mismo, o simplemente la enorme pereza que te entra ya solo de pensar en levantar un proyecto, conseguir un equipo y un casting idóneos, localizar, ensayar, rodar, posproducir, estrenar y promocionar… y todo con el riesgo de, simple y llanamente, cargarte tu propia historia, es decir… de cagarla.
Finalmente, y tras un largo proceso que intentaré analizar en este post y en otro posterior, me decidí a dirigir Oniric, una historia rodada en inglés, en Madrid, pero ambientada en Nueva York, que explora la frontera entre el mundo real y el de los sueños.
La sinopsis sería tal que:
Después de sufrir una traumática separación y la pérdida de su bebé, Karen decide mudarse a Brooklyn y reconstruir su vida. Tras unos días en la nueva casa, comienza a sentirse cada vez más y más débil: siente mareos, oye ruidos extraños y su agotamiento es extremo. Por muchas horas que duerma, se despierta como si hubiera pasado la noche en blanco. La clave de lo que le sucede, está en sus sueños. Cada noche sueña con una niña, siempre la misma. Karen no la conoce de nada, pero ve con impotencia cómo la pequeña cada vez ocupa más protagonismo, como si noche tras noche estuviera, literalmente, adueñándose de sus sueños.
Cómo acabé dirigiendo
Yo creo hay tres vías principales por las que la gente llega a la dirección, marcadas por los tres pilares que sustentan una película: la técnica, los actores y la historia.
Primeramente están los realizadores. Son gente con formación técnica, que entienden de objetivos, encuadres, movimientos de cámara, iluminación, etc. Los realizadores suelen hacer películas con una buena o muy buena factura, con ritmo y momentos visualmente potentes. El peligro… y sé de lo que hablo pues he trabajado para algunos, es que a veces el realizador puro se enamora de sus propias imágenes, de “momentos”, casi visiones… y fuerza la historia para poder meter esos momentos, vengan o no a cuento. Incluso los hay que articulan la historia entera en base a esas tres o cuatro visiones que les han arrebatado. Resumiendo, no tienen una visión de conjunto de la historia.
Además, los realizadores puros suelen desconocer, recelar o ignorar la técnica y la sensibilidad de los actores, que se sienten abandonados en medio del plató y terminan dirigiéndose unos a otros, ya que las únicas indicaciones del director son, como han llegado a confesarme, “Más alto” o “Más lento”.
La segunda vía de acceso a la dirección suele ser la interpretación. Actores y actrices que se ponen detrás de la cámara. Tienen a su favor, teóricamente, un conocimiento privilegiado del mundo del actor, de su forma de preparar los personajes, de encarar las escenas, de sacar lo mejor de la interacción entre los miembros del elenco. La única vez que estuve a punto de escribir un guión para que lo dirigiera una actriz, bastante consagrada por cierto, tuve la sensación de estar en manos de alguien bastante inseguro y neurasténico, con escasa preparación técnica y mucha intuición, mucho sentido del arco dramático del personaje, pero de nuevo una enorme carencia de visión del conjunto, del entramado de la historia, de la estructura.
Por último, estamos los guionistas. Empecemos por decir que somos señores y señoras que escribimos, y además lo hacemos en nuestra casa. No puede haber nada más alejado de escribir que estar en medio de un plató respondiendo todo tipo de preguntas, desde el color de un vestido a la ondulación de un peinado, pasando por el tamaño de un plano o si la mirada del personaje tiene raccord con algo ya grabado.

Rodaje en exteriores de "Oniric"
En cuanto al apartado técnico, el territorio del realizador, he decir que los guionistas sabemos de planos y narrativa audiovisual mucho más de lo que nosotros mismos nos imaginamos. De entrada, somos los primeros en ver la película… en nuestra cabeza. El noventa por ciento de nuestro esfuerzo consiste en transcribir en el papel una historia que ya podemos ver y sentir. Al contrario que otros profesionales, somos capaces de ver el conjunto y el detalle, somos los únicos que tenemos toda la película en la cabeza, a excepción tal vez del montador, que no deja de ser alguien que reescribe la última versión del guión con lo ya rodado.
Sin embargo, el que sepamos qué queremos contar, no significa que sepamos cómo contarlo… o incluso peor aún, que lo que queremos contar sea técnica o económicamente viable.
En cuanto a los actores, los guionistas no solemos tener trato con los intérpretes de nuestras series o películas. Acudimos al plató a una lectura de guión, o de visita. Estamos deseando conocer y tratar a los que encarnan nuestros personajes. Aunque lo disimulemos, no somos totalmente inmunes al glamour, al encanto del estrellato. La mayoría, simplemente, nos sentimos cortados ante las estrellas. Si eres actor y lees esto, créeme, cuesta muy poco acercarte a un guionista y decirle simplemente que te gusta su trabajo. Cuesta lo mismo que lanzarle una sardina a un león marino de Faunia, y el efecto es el mismo… aplaudirá hasta con las orejas. Actor, actriz… la próxima vez que veas un guionista suelto, salúdalo, alégrale el día.

Trabajando con actrices
Volviendo al tema, yo diría que los guionistas no tenemos la pericia técnica de los realizadores, ni un lenguaje común con los actores. Muchas películas hechas por guionistas noveles, parecen pobres visualmente, y carecen de interpretaciones potentes, o contienen trabajos actorales desenfocados, en los que el actor ha campado por sus anchas y ha ido a su bola de acuerdo a su idea del personaje.
Y es que, admitámoslo, la dirección es un arte multidisciplinar, que requiere del director o directora conocimientos, habilidades y sensibilidades que superan lo que uno haya vivido o aprendido cuando comienza a dirigir.
Ante las carencias propias, sólo cabe formarse, aprender con la práctica, equivocarse, y sobre todo, ser lo suficientemente humilde como para admitir lo que uno sabe y empezar a beneficiarse del conocimiento y la pericia del gran protagonista del cine: tu equipo.
Una buena idea es hacer tus pinitos en un ambiente protegido. Es lo que yo hice durante mi estancia en Carlisle, Inglaterra. Después de mi primer año allí, me apunté a un Master en Producción de Cine Digital en la Universidad de Cumbria. La cosa iba de que los alumnos dirigiéramos nuestros propios cortos. Allí dirigí Randomness, cuatro minutos que me enseñaron un montón y que sirvieron, como digo, para coger confianza.
El curso era más práctico que teórico, por lo que apenas pude rellenar mis lagunas, más bien mares, de conocimientos técnicos. Soy plenamente consciente de mis limitaciones en este campo. Lo era antes de dirigir, pero ya después de haber dirigido el corto, lo tengo claro como el agua.
Si eres de los míos, compañero guionista, estás de suerte, porque eso se puede compensar con un excelente director de fotografía.
Yo jamás sabré ni la cuarta parte de lo que sabe de encuadres, objetivos y movimientos de cámara mi director de foto, Ismael Issa. Consciente de ello, planifiqué el corto, plano a plano, con él. Desde cero. Fue un proceso apasionante y muy creativo. Era una especie de tenis de mesa de “No sé cómo hacerlo, pero yo lo veo así” respondido con un “¿Y si…?”. No se diferenció mucho de una buena reunión de guión, ya que al igual que me ocurre muchas veces con colegas, al final, da igual a quién se le haya ocurrido la idea mientras sea buena.
Los beneficios diferidos de estas maratones de planificación fueron inmensos. Sobre todo en términos de complicidad. He oído muchas veces de historias de pulsos entre directores y su directores de foto, de cómo cada uno quiere hacer su película. Si eres un guionista metido a director, creo que llevas las de perder si te pones a echar pulsos. Yo que tú, invertiría toda esa energía en intentar trasmitirle a tu director de foto la idea que tienes de la película y dejarte sorprender por lo que pueda proponerte.
En cuanto a la dirección de actores, he pasado muchas horas formándome como actor. Mi objetivo no era ni es actuar, sino dirigir.
Mi amor por los actores empezó con un mítico curso dirigido por Mariano Barroso, organizado por la Unión de Actores y ALMA. Aquel curso nos marcó a muchos. Allí descubrí por primera vez que los actores, los de verdad, los buenos, los que aman su oficio… son unos currantes de primera. Los que merecen llamarse actores y actrices con todas las letras pueden echarle todas las horas que hagan falta, realizando un trabajo riguroso y poniendo al descubierto las virtudes y los defectos del texto, que respetan y miman… si está bien escrito.
Después seguí con los cursos de Fernando Piernas. Comenzamos un grupo de guionistas y directores, pero luego nos integramos en los cursos de actores propiamente dichos, haciendo los mismos ejercicios que ellos. Improvisaciones, trabajos con texto, escenas… el lote completo.
Recomiendo vivamente a todo guionista que atraviese la experiencia del actor. No hay nada más formativo… ni más divertido. Todo mi empeño al estudiar con Fernando Piernas era poder adquirir un lenguaje común con el actor, con el objetivo de poder ayudarle, de poder nombrar de forma precisa aspectos técnicos concretos.
El buen actor/actriz intuye por dónde ir, pero necesita alguien que le ayude a escoger entre las posibilidades que se le presentan a cada momento. Todas son válidas, pero no todas colaboran a contar lo que debe ser contado en ése momento. El buen actor sólo necesita eso, una mirada externa que le ayude a elegir y le dé confianza.
Creo que de las tres columnas de las que hablaba antes, la técnica, la dirección de actores y la historia, la primera es la que más fácilmente puede subsanarse. Todo consiste en dejarte el ego en casa y dejar que ese espacio lo ocupe alguien mucho más capacitado que tú en quien puedas confiar. Con el tiempo y la práctica aprendes, espero, y ganas seguridad y perfilas tu propio criterio.
Lo que se refiere a la historia, es nuestro fuerte. Sea buena o mala, eso ya es otra cuestión, conocemos bien la historia que estamos contando, en su conjunto y en su detalle.
Y es en la dirección de actores donde yo diría que el director está más solo o menos protegido, y por tanto el aspecto que requiere un sobreesfuerzo de formación o experimentación. Para cada tarea del rodaje, cuentas en el equipo con un experto, con alguien que sabe mucho más que tú de luz, maquillaje… de lo que sea. Pero el actor, es cosa del director y sólo de él (o ella, se entiende).
En fin, espero todos los comentarios, críticas, adhesiones…. que iré leyendo mientras escribo el siguiente post, con un análisis pormenorizado del paso del guión al rodaje pasando por storyboard.
Mientras tanto, os invito a que visiteis la página oficial del corto y también su página en Facebook.
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Magnífica entrada para quién quiera lanzarse a dirigir. Buenas pautas de las que se pueden extraer buenos consejos. Curro: Sería interesante que nos contases algo respecto a la gestión de los tiempos y la planificación. Normalmente los cortos al contar con “presupuestos amateurs”, son una locura (aún mayor) por las agendas de los actores, el alquiler de equipos, las localizaciones, etc.
Suerte.
Artículo genial, comparto tu visión y actitud de guionista que se lanza a dirigir. Pendiente tengo hacer un curso de actor, cosa que llevo en mente hace tiempo.
Enhorabuena y suerte!
Me ha encantado el post. Expresas fenomenal todas las dudas e incertidumbres desde nuestro lado. En el siguiente post, ¿Podrías profundizar todo lo posible en el trabajo con el actor, visto desde el lado del guionista que dirige? Es donde tengo más dudas/problemas. O quizás algún otro bloguionista se lance a escribir un post sólo sobre ello, estaría bien.
Cuánto me he identificado contigo leyendo este post, ¿por qué será? Estupenda entrada y la mejor de las suertes para el proyecto. Tiene una pinta estupenda.
Hola a todos, gracias por los comentarios. Pavnov y Elena, gracias por las sugerencias de temas a tratar en la segunda parte (gestión de tiempos, planificación, trabajo con el actor) Si aparecen más, intentaré incorporarlas también al segundo post.
Martín… a por ése curso ¿dónde piensas hacerlo? Igual a alguien que pase por aquí le puede venir bien tener más sugerencias aparte de los cursos de Fernando Piernas (que por cierto, empieza un básico dentro de nada)
Ángela, gracias por los ánimos, y me congratula que te identifiques con cómo me sentía yo… ojalá Oniric quede la mitad de bien que Entrevista!! Uno de los actores del curso de Mariano Barroso era Luis Callejo… ¡qué grande es!
Nombres de los miembros del equipo que aparecen en las fotos (de izda a derecha)
Rodando en exteriores: María Fernández (aux. cámara), Vane Marina (script), servidor, Isma Issa (director de foto) y Txemi Alonso (ayudante dirección)
Trabajando con actrices: Inés Piñole, Carla Sánchez, Rita Rodríguez.
Felicidades por el post, Curro.
Muy interesante, Curro, yo viví esa misma experiencia hace años y le cogí el gustillo a dirigir, Un abrazo… (Y bienvenido al stress…)
Pues sí que nos marcó mucho aquel curso de Mariano Barroso, sí…
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