Si hay una palabra que puede definir el panorama audiovisual actual en México, esa es cambio. A la apertura del mercado también se le suma la búsqueda de nuevos géneros e historias que contar, tanto en televisión como en cine, si bien ambos modelos todavía tienen elementos que los distinguen entre sí.
Además, y pese a compartir lengua, el mercado mexicano presenta diferencias sustanciales respecto al español. Sobre todo ello pudimos hablar en profundidad con Pablo Aramendi, guionista español que ya lleva tiempo viviendo en México.
Vamos a empezar a lo grande, con una pregunta fácil de formular pero difícil de contestar. ¿Cuáles crees que son las diferencias más notables entre el mercado mexicano y el español por lo que respecta a la forma en la que se escribe?
Buena pregunta, (ríe). Para mí la principal diferencia, si hablamos de la televisión y teniendo en cuenta que es la opinión de alguien que lleva aquí dos años, es que el mercado mexicano se ha basado muchísimo en la novela y en la teleserie, un formato que es muy largo y muy ajeno para nosotros. Se escribe mucho, y se escribe mucho más rápido.
Para que os hagáis una idea de lo diferente que es aquí, están tan poco acostumbrados a hacer series de 13 episodios que muchas veces se encargan las temporadas de dos en dos o de tres en tres. Y la emisión también sigue ese esquema, a veces las series se emiten de lunes a jueves, casi diario, como si fueran telenovela.
Por lo tanto, el tipo de historias también cambian. Necesitas más personajes, conflictos más fuertes y arquetípicos. Diría que en eso se basa el mercado mexicano, porque es lo que mejor ha vendido. Aún así, las series mexicanas, a mi parecer, no se han vendido bien fuera. Siento que no han viajado tanto como han viajado por ejemplo las españolas. Por ejemplo, algunas de las series que he escrito en España las he visto aquí en televisión.
O sin ir más lejos, el Netflix mexicano me recomendaba series que había escrito yo, y ponía mis capítulos para ver si eso me da derechos de autor algún día (ríe). Pero volviendo a la pregunta, diría que sí, que se ha basado sobre todo en la teleserie y en la telenovela, que no han tenido tanto éxito como algunas españolas de prime time.
Por otro lado, aquí no entienden eso de los setenta minutos por episodio que tenemos nosotros. Son más cortas. Y la programación también es distinta, puesto que el horario es mucho más norteamericano y el prime time es antes que el nuestro. Por lo que respecta a los géneros, siento que se tira mucho más hacia el drama, que es la tendencia, por más que México sea un país con mucho sentido del humor la comedia se trabaja menos.
¿Crees que estas diferencias se deben a distintas exigencias por parte de las productoras, o a diferentes gustos por parte del público?
Esa es la misma pregunta que te van a hacer en España. Si le preguntas a cualquier guionista español seguro que te dice que el público está más preparado y que los productores y las cadenas son conservadoras. Pues aquí un guionista mexicano te va a decir lo mismo. Yo creo que probablemente el punto intermedio esté entre el mundo del guionista y el del productor.
Eso sí, hay que tener en cuenta que este es un mercado mucho más grande. Ten en cuenta que ahora mismo hay 110 millones de personas en México, por lo que creo que sí que debería haber hueco para más cosas.
Aún así, sí que siento que es más difícil para las cadenas de televisión en México recuperar a los espectadores que han perdido por plataformas como Netflix o HBO, que aquí puedes contratarlo a diferencia de lo que ocurre en España. Eso implica que tienes mucha más variedad, puesto que puedes tener acceso casi a toda la oferta que hay en Estados Unidos, y creo que toda la gente que no busca su oferta en televisión difícilmente volverá a ella. Aunque tampoco sé si lo que se pretende es recuperar esa audiencia perdida.
ACTUALIZACIÓN: Si bien cuando estuvimos con Pablo hace dos semanas no era posible, a día de hoy ya se puede contratar HBO en España.
Quizá se trata de fidelidad el público que ya tienen escribiendo aquello que saben que le gusta a cierto público.
Sí, lo que pasa es que por un lado siguen perdiendo gente, sobre todo entre el target más joven, pero todavía siguen teniendo mucha fuerza. El último capítulo de la serie de Juan Gabriel lo vieron 17 millones de personas, que son un huevo de personas. Una Coca Cola vale lo mismo en España que en México. Pues imagina la cantidad de dinero de más si te están viendo 17 millones de personas.
Sí que es cierto que hay cosas que están cambiando. Por ejemplo, Tv Azteca tuvo que cambiar muchas cosas de su estructura y con ello paralizó los contenidos de ficción que tenía. Ahora lo están reactivando, están buscando su propio camino. O Televisa, que ahora está lanzando su propia plataforma y lanzando con ello multitud de series al mercado.
Han salido unos datos que dicen que Televisa ha bajado sus beneficios en un 84% en los 9 meses que llevamos de año. Eso es cierto, pero también lo es que han vendido un 6% más de contenido. Hay que ver, quizá, qué es lo que les está fallando en ese modelo de negocio, porque quizá no es el contenido. Pero sí, ahora se está apostando mucho en México por hacer series.
¿Y con esta apertura de mercado se demandan nuevos tipos de series?
Va a ser lento, porque están buscando el tipo de público que se ha alejado de la televisión, pero la oferta va a tener que ser más variada sin duda. Esa es la apuesta, abrir la oferta y ver qué les funciona y qué no. Yo creo que no tienen una idea clara de qué es lo que están buscando, porque están comprobando, como digo, qué funciona y qué no. Es un poco como si pones Netflix en tu casa ahora. Están produciendo 20 series al año, y ahí dentro hay algunas que son para viejas, otras que son para jóvenes, otras para señoras, hay series históricas, y series que hacen directamente para el mercado afroamericano de Estados Unidos.
Por tanto, yo creo que la idea de todas estas plataformas es tener a todo el público contento con su oferta. No creo que vayan a un público específico, que es lo que pasaba antes con la televisión. Antes, si tenías una única bala programada a cierta hora, lo que intentas es lo que ocurre con Juan Gabriel, que quieres que te vean 17 millones de personas. Pero si lo que vas a hacer ahora es encender Blim [la plataforma de Netflix] y tener 12 series, lo que quieres es que todas se diferencien entre sí para que le puedan gustar a alguien. O esa es mi interpretación.
A parte de las diferencias, ¿también ves similitudes en la forma de escribir?
Hay algunas cosas que sí que se comparten, no tanto por el idioma sino porque culturalmente estamos cerca en algunas cosas. Tendemos a enfatizar las emociones, a querer mucho a las madres en televisión (ríe). Ese tipo de cosas sí que son básicas y fundamentales, y no sé, seguro que tienen que ver con la religión católica. Hay parecidos por lo que respecta al respeto a la familia, que sí que está muy presente.
Aunque, volvemos a las diferencias, hay muchas cosas que no tienen que ver, porque aquí todo es más dramático y más intenso. Digamos que también España es una sociedad más acomodada que la mexicana, que es mucho más convulsa, por lo que las historias aquí también te piden más intensidad, porque lo que vive la gente es más intenso. Aquí cuando intentas hacer algo más diluido…
La televisión aquí está muy pegada a la realidad, por tanto.
Puede ser, y es verdad que luego también hay comedia y sentido del humor, pero siento que lo que es divertido en México no es lo que yo veo en la sociedad. No es ese tipo de comedia. La comedia aquí necesitaría evolucionar bastante. O al menos, para que me gustara a mí, puesto que todo es una percepción personal.
¿Cómo crees que podría darse esa evolución?
Es una pregunta difícil. La verdad, creo que no sé tanto como para poder dar una respuesta respetable.

Cartel promocional de la película.
Si hablamos ahora de cine, ¿cuáles crees que son las diferencias que puedes ver a la hora de escribir para España –recientemente se estrenó en España The Night Watchman. La mina, donde participaste en el guión– y para México?
Diría que hay una diferencia marcada en algo que también pasa en España, aunque cada vez menos. En España el que hacía cine se sentía cien veces mejor que el que hacía televisión. Creo que esa diferencia se ha estrechado, pero aquí todavía se mantiene un poco esa diferencia. Siento que la gente se siente muy jerarquizada en función del proyecto en el que esté trabajando.
Y luego aquí el cine tiene dos cosas. Tenemos el cine ultracomercial por un lado y el ultrafestivalero por el otro. Siento que hay pocos proyectos que estén en el medio. A mi parecer, el muy comercial está muy alejado de lo que me interesa, y en el festivalero, aunque encuentro cosas que me gustan más, lo siento un poco falso aquí, la verdad.
El cine de autor, siempre hablando desde una perspectiva de extranjero, siento que es un cine de autor pensado para que le guste a un francés, pero no para que represente a un mexicano, y creo que hay mucha distancia entre el espectador mexicano y el cine de autor mexicano. Me parece que está más pensado para que te lleven a Cannes que más que para reflejar una realidad de aquí. Que muchas veces sí que tratan temas que son parte de la realidad mexicana, pero la forma de hacerlo creo que no es tan veraz, sino que es lo que queremos ver en Europa.
No sé si te refieres un poco a que el cine de autor aquí tiende a dar una perspectiva europeísta de lo que nosotros pensamos que es México.
Sí, también, pero sobre todo me refiero a que a veces ves películas mexicanas de autor donde la gente no habla como los mexicanos que te cruzas por la calle, donde los silencios son excesivos en un país que al menos para mí está lleno de ruido constantemente.
Cuando un mexicano imita a un español, y lo sobreactúa, exagera la forma en la que hablamos, pero nos retratan como muy formales, y yo siento que aquí utilizan muchas más palabras que las que yo utilizaría para decir lo mismo, y sin embargo en las películas hay mucha tendencia a frase corta y mirada larga.
Luego, claro está, hay películas de autor donde también se pueden ver mexicanos, donde te los crees, como Y tu mamá también o Temporada de Patos, pero hay muchas otras donde en el fondo lo que se hace es imitar la filmografía de países nórdicos con gente de aquí y con relaciones que no son las de aquí incluso.
Siento a veces que los guionistas y directores mexicanos, como existe el rechazo desde la intelectualidad a todo lo que huela a telenovela, se desdramatiza y se limpia todo en exceso. Y para mí, después de eso, se pierde todo lo autóctono.
Digamos que queda un cine social casi prefabricado.
Sí, y no solo social, porque puede ser también de pareja, pero con esto quiero decir que si un matrimonio sueco descubren que se están siendo infieles el uno al otro quizá ni se lo dicen a la cara, o se lo dicen de una manera tranquila, pueden esperar dos semanas para decírselo, pero por lo general si aquí se descubre que se están siendo infieles los unos a los otros la discusión se empieza y se acaba esa misma noche. No son cosas que por lo general (no quiero generalizar) que aquí uno se vaya a guardar, o se vaya a eternizar como puede ocurrir en otros países, y siento que se imitan esos modelos cuando no son propios de la sociedad mexicana.
Quizá, a modo de conclusión, podríamos decir que lo que se está intentando (o lo que se debería intentar) es explotar más lo autóctono sin caer en clichés ni desdramatizar.
Podría ser. A ver, es verdad que es una exigencia un poco carona la mía. Es muy difícil encontrar un director que sea capaz de retratar la vida y las cosas como son, pero ni aquí ni en ningún lado. Hay que tener mucho talento para ello. Cuando digo todo esto no lo digo por condenar, sino que yo veo las cosas y reflexiono sobre si el proyecto acabado es realmente lo que está viendo su director. Muchas veces se me hace lejano.
Sería un poco hablar de lo que se conoce con tal de poder plasmar la visión sobre ello.
Efectivamente.
¿Y ese alejamiento también está presente en el cine muy comercial?
Sí, pero yo creo que eso es algo que pasa en todos los cines del mundo. Lo comercial es comercial, y el modelo es el americano. Las películas que se hacen comerciales en España, por ejemplo, también siento en ocasiones que son productos que ya conozco de antes. Aunque bueno, eso ya depende de los gustos de cada uno.
Y por otro lado, también creo que es muy complicado conseguir hacer algo intermedio. Conozco a gente que ha intentado hacer películas de autor pero que a su vez sean accesibles y luego tampoco encuentran público. Y si en España la distribución ya es salvaje, aquí lo es mucho más, porque está duopolizada por Cinemax y Cinépolis, y hay muy pocos sitios donde se puedan ver películas fuera de ese duopolio.
Por otro lado, hay películas que se pueden estrenar en la Ciudad de México este mes, pero que a ciudades más pequeñas pueden llegar en marzo. Y todo el esfuerzo publicitario que has hecho lo has hecho en este momento. ¿Cuánto queda de todo este esfuerzo de aquí a que la estrenen en otra ciudad? Muy poco. Y eso es un problema para este tipo de películas.
Para acabar, ¿laboralmente qué te aporta este país que no te aporte España?
Ahora hay muchas opciones. También los proyectos en los que estoy, me gusten más o menos, son cosas que seguro que no estaría haciendo ahora en España. Hablo con mis amigos españoles y el 90% están haciendo cosas que ya hemos hecho, ellos y yo. Estaría haciendo series distintas pero muy parecidas.
En cambio, las que estoy haciendo aquí, algunas mejores, algunas peores, son distintas, y eso me divierte. Me divierte, y es un desafío. Para mí eso es divertido. No sé cuánto me da a durar, supongo que llegará un momento que me deje de divertir si a partir de escribirlas no soy espectador de las series que escribo, pero de momento escribiendo aquí estoy muy cómodo y contento.
* Actualmente Pablo está dialogando una telenovela para Univisión, La doble vida de Estela Carrillo. Pronto podrá contar qué pasó con el proyecto Todo mal que hizo con Curro Serrano (de lo que ya empezó a contar en bloguionistas) y que se terminó de grabar en Los Ángeles en septiembre.
Además, está preparando otros proyectos de serie que, como él dice, “avanzan dos pasos y retroceden uno” y escribe un guión de cine con Luis Gamboa que todo apunta a que se filmará el año que viene.
Por si fuera poco está explorando nuevos territorios y escribe guiones para vídeos en 360º y de realidad virtual. Cuando no es guionista y, en sus propias palabras, “se aburre”, descarga diccionarios sonorenses de internet y ve vídeos en youtube de “buchonas” (novias de narcos) para aprender el idiolecto y que no le despidan.
Entrevista de Àlvar López y Carlos Muñoz Gadea. Fotografía de Caridad Riol. 2 diciembre, 2016.
“La doble vida de Estela Carrillo” se estrena en 2017 por Univision en Estados Unidos y luego en México.
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