Por Concepción Cascajosa.
Concepción Cascajosa Virino es Profesora Titular de Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid, donde es Directora, por parte de la Universidad, del Máster en Guion de Cine y TV UC3M / ALMA – Sindicato de Guionistas. Imparte clases e investiga sobre televisión y es autora de, entre otros, ‘Historia de la televisión’ (con F. Zahedi) y ‘La cultura de las series’.
Cuando llegué el pasado jueves por la tarde a la entrada del auditorio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona me encontré con una importante cola de gente esperando para poder entrar. Esa noche se inauguraba oficialmente el Serielizados Fest 2016 con una entrevista realizada por el periodista Toni García a David Simon, el celebrado creador de la serie The Wire. Todo el mundo estaba expectante por entrar, incluido (podemos intuir) que el director y guionista David Trueba, que por la mañana había moderado la master-class impartida por Simon en la Facultat de Comunicació de Blanquerna de la Universitat Ramón Llull y que, horas más tarde, esperaba como uno más. Más de cuarenta medios estaban acreditados para la inauguración, incluyendo el argentino Clarín, y ni Toni García ni David Simon defraudaron: hubo preguntas agudas y respuestas sinceras en un coloquio amenizado por un vino con el significativo nombre de “Las uvas de la ira”.
Los responsables del evento que ha colocado a un creador de televisión en los informativos y periódicos todo el fin de semana (para una muestra, aquí), son dos chicos de nombre Víctor Sala y Betu Martínez, que hace apenas unos años estudiaban carreras relacionadas con la comunicación en facultades de Barcelona y compartían de su devoción de la series. Al acabar decidieron convertir su pasión en una profesión a través de una revista digital y la organización de eventos relacionados con ellas, que incluyen ahora espectáculos de humor y hasta catas de vinos con tema serial. Otra de sus apuestas es una competición de pilotos de ficción que ya ha celebrado por ediciones. En la primera en noviembre de 2014, uno de los ganadores fue El Mort Viu, que meses después se haría con el Premio Ondas. Para ambos, el evento de inauguración con David Simon y Toni García supuso una buena manera de mostrar el espíritu del Serielizados Fest. En palabras de Betu Martínez: “Me gusta que una inauguración trate de eso, de darle una vuelta de tuerca al invitado del Festival con una conversación poco común. Más personal y menos técnica, cosa que creo que el público agradece porque de esta manera conoce al personaje (e ídolo), mientras este va bebiendo vino y la cosa acaba casi sin barreras entre el escenario y los espectadores”. Según Víctor Sala, era un año esencial para el proyecto Serielizados Fest: “El reto de que fuera la edición de consolidación del Festival. La idea es combinar proyecciones y charlas, y con un invitado internacional que marque el estilo del festival. David Simon ha sido un gancho muy importante para los medios, ha venido hasta Variety. Quizás para otros años podemos ampliar más allá de guionistas, pero tenemos claro que nuestra línea en el Festival en que los invitados sean la gente que crea las series”.
Aunque, como veremos, el Serielizados Fest 2016 fue mucho más que David Simon, no se puede discutir que sin su presencia su impacto hubiera sido mucho menor. Tras la participación el año pasado del creador de Community Dan Harmon, en esta ocasión el reto era traer a otra figura internacional como estrella del evento. David Simon ya había estado previamente en España, irónicamente en un festival dedicado a la literatura de fantasía como es el Celsius 232, y las crónicas de esa visita dan muestra de su afinidad por los lugares donde se puede comer y beber bien. Cuentas los rumores (y demuestra la actividad en las redes sociales de su esposa, la novelista Laura Lippman) que algo parecido pasó en esta ocasión, aunque sin duda Simon se ganó esa recompensa tras una apretada agenda en Barcelona que incluyó la master-class de Blanquerna, la entrevista en el acto de inauguración del Festival, la presentación del documental The Whole Gritty City en la Filmoteca de Catalunya y un diálogo sobre política norteamericana con el periodista de TV3 Antoni Bassas (que tuvo un momento de tensión cuando puso un clip de The Newsroom, con los creadores nunca hay que mezclar churras con merinas). El guionista de Baltimore también tuvo una mañana entera dedicada a entrevistas con periodistas, que con poco disimulado orgullo hacían saber en sus redes sociales que se encontraban en camino para entrevistarle. Probablemente nunca hemos vivido en España un evento dedicado a un creador de televisión con mayor intensidad que este y, los organizadores, contaban que se habían visto superados por las solicitudes de entrevistas y las entradas para todos los eventos donde participó Simon presentaron un lleno total.
Sin duda, el lugar central que The Wire ocupa en la seriefilia es lo que sustenta el culto a un creador de trayectoria singular y cuya última entrega, la miniserie Show Me a Hero, pasó por las pantallas con más pena que gloria. Más o menos fue el caso de The Wire durante sus años de emisión entre 2002 y 2008, sin reconocimientos reseñables en la industria, pero con el apoyo incondicional de los críticos de televisión y una pequeña legión de fieles seguidores que fueron creciendo gracias a los pases posteriores (BBC2 emitió la serie en abierto en 2009) y el DVD. En la proyección del capítulo piloto de la serie en el Arts Santa Mònica (en formato 4:3, como corresponde) destacó un silencio reverencial en todo momento, frente a las muestras externas de alegría que caracterizan las otras ocasiones en las que he visto proyecciones de series de televisión (como, la noche anterior, un capítulo de El Ministerio del Tiempo). Probablemente mucha menos gente ha visto The Wire de lo que se piensa, pero su centralidad en el proceso de reconocimiento de las series es innegable, arrastrando a muchos admiradores a los trabajos posteriores de Simon (entre los cuales sigue destacando la notable miniserie sobre la invasión de Iraq Generation Kill) y al propio hábito de ver ficción televisiva.
Simon parece tener sentimientos contradictorios sobre su propio trabajo y, como se deriva de algunas de sus intervenciones, permanece como un guionista accidental al que la deriva y crisis del periodismo escrito expulsó de su profesión a una edad temprana. Quizás por ello sus frases estaban teñidas de inconformismo y pesimismo, tanto sobre el estado de la televisión como del periodismo como de Estados Unidos en general. Llegó a afirmar que el sexo y la violencia siguen siendo los principales elementos para hacer atractiva una serie, y es precisamente a la presencia de violencia a lo que atribuye la popularidad de The Wire por encima de sus otras series. Por el camino, gracias a la labor de mentor de Tom Fontana en Homicidio (la serie donde se encuentra el núcleo creativo The Wire) y el apoyo de HBO, que actúa con Simon casi como un mecenas renacentista, ha logrado desarrollar un corpus de trabajo de una enorme coherencia. Y eso que en estos días muchos han parecido olvidar el peso específico de los colaboradores de Simon, como los tristemente fallecidos Robert F. Colesberry y David Mills, y Ed Burns, Joe Chapelle, Eric Overmyer y Nina Kostroff Noble. A Simon, sensato y generoso, no hemos tenido que escuchar como a Matthew Weiner que escribe sus series él solo. Más bien aprovechaba cada ocasión para colocarse en su sitio, como esforzándose para que las atenciones de las que era objeto en Barcelona no le hicieran distraerse. Al final, parecía tener mucho más que decir sobre el mundo en general que sobre su propio trabajo, repitiendo una y otra vez las mismas ideas pero mostrando la inquietud y pasión con la realidad que siente alguien que sin duda siente y actúa como un ciudadano comprometido con su tiempo.
Pero el Serielizados Fest 2016 fue mucho más que David Simon, por mucho que haya sido su elemento estrella. Para esta tercera edición, su reto era consolidar su evento anual, tras una jornada en 2014 y un festival patrocinado por Movistar en 2015. El resultado de este año fue una programación con 33 actividades repartidas en siete espacios de la ciudad, llevados adelante por una treintena de jóvenes de más o menos la misma edad y perfil, entre personal contratado y voluntarios. Según los organizadores, unas tres mil quinientas personas participaron en alguna de las actividades, lo que da una media de unas 100 por actividad (proyección, charla, mesa redonda, encuentro…, algunas con cuota de acceso pero la mayoría gratis). El espacio central de las actividades fue el Arts Santa Mònica, un antiguo convento cercano al puerto rehabilitado para la cultura contemporánea, lo que de alguna manera lo hacía propicio para un evento que partía de un acto paradójico: ver fuera de casa lo que se ha hecho para ser consumido dentro, en un ejercicio de celebración colectiva. Y también en una transferencia de los hábitos de la cinefilia más tradicional, por lo que resultó perfectamente natural que este año se sumara Filmoteca de Catalunya, donde se proyectó un ciclo de tres documentales inéditos en España bajo el título de “Un eco de las series de David Simon”, con excelente entrada a pesar de tener que competir en alguna ocasión con el fútbol televisado. Eso también permitía ampliar el perfil del asistente al Serielizados Fest: “Hemos ampliado a un público diferente. La Filmoteca tiene un público fiel, y aunque tienen relación con otros festivales, es la primera vez que hacíamos algo con ellos. También debutábamos con la sesión profesional, y eso ha se ha visto en que había más gente de la industria. El año pasado con Harmon teníamos un público más joven, pero con Simon ha sido más adulto. Es un público que hemos ganado en esta edición y lo debemos tener en cuenta para las próximas ediciones”.
En los últimos años se ha convertido en una moda que festivales de cine incorporen contenidos de televisión en secciones específicas, como hemos visto ya en Rotterdam, Berlín, Toronto y Sitges, y acaba de hacer Tribeca. Pero la idea de hacer un festival específicamente sobre series continúa siendo compleja en la búsqueda de un lugar intermedio entre el evento plenamente profesional (al modo del Festival de Edimburgo) y el más orientado a los fans (la opción del Festival de Series de Canal +/Movistar). En el Serielizados Fest de este año han buscado tocar todos los palos. Para los fans, proyecciones de capítulos en pantalla grande, desde Mad Men a un pre-estreno de la nueva temporada de The Walking Dead. Para los cinéfilos con un gusto por las series, proyecciones en la Filmoteca y el Cinema Maldà de documentales como Chuck Norris vs. Communism. Y siempre ese carácter inconformista e irónico que caracteriza a las actividades de Serielizados, con un espectáculo de monólogos en la clausura, Venga Monjas comentando la película de Doraemon y sesiones específicas sobre la corrección (o incorrección) política (con Antoni Baños y Facu Díaz), las comedias del yo y el humor en femenino. No nos tomemos demasiado en serio esto de las series, por favor. Es otra de las maneras de definir a un festival con dos almas, la lúdica y la que trata a las series como arte y cultura.
Para los que tienen aspiración profesional, una jornada Pro donde se habló de cuestiones tan diversas como las posibilidades del crowdfunding para la puesta en marcha de webseries, el capítulo virtual y en donde tuve la oportunidad de moderar un coloquio con Teresa de Rosendo y Josep Gatell a propósito de su libro Objetivo Writers’s Room. Por la mañana, fue el turno de una sesión doble realizada en colaboración con Guionistes Associats de Catalunya (GAC) centrada en el thriller. Primero Beto Marini habló su idea del género y de sus películas, no de televisión, pero a nadie importó porque fue sencillamente brillante, y a continuación Anaïs Schaaff moderó una mesa con Lluís Alcarazo (Nit i dia), Cristina Clemente (Sin identidad), e Iván Mercadé (coordinador de guiones de la nueva serie de Pau Freixas Sé quién eres). Esa hora de debate supuso un diálogo virtual con todo lo que de manera paralela estaba pasando con David Simon. Y no se trataba sólo de poner el foco en los que escriben las series, sino de entrar de lleno en una doble cuestión central en la situación actual. En primer lugar, cómo superar las limitaciones existentes para representar los males sociales en unas televisiones que, públicas o privadas, parecen ser totalmente adversas a ello, y así se da la circunstancia de que en este momento en España se habla de política en todas partes menos en la ficción televisiva. Y en segundo lugar, que la mejor manera de demostrar que se equivoca a ese ministro de Hacienda que decía que las series eran sólo para pasar el rato, es que los guionistas pongan su vocación de contar historias que reflejan el mundo en el que vivimos por delante, en Baltimore y a este lado del charco.