La televisión británica tiene en agosto, desde hace cuarenta años, una cita imprescindible en la capital de Escocia. Lo que oficialmente se conoce ahora como The Guardian Edinburgh International Television Festival consiste en tres días de actividad frenética, donde se cuecen los grandes proyectos y se debate el futuro de una industria en permanente ebullición. Este año, aprovechando que el festival tiene una cuota reducida para profesores de universidad, me apunté al festival con la intención de conocer desde una perspectiva muy distinta las entrañas de la siempre admirable televisión británica.
En pocas ocasiones de mi vida he sido tan consciente del papel periférico que España tiene en el contexto de la creación audiovisual que en los días que he pasado en el Festival de Televisión de Edimburgo. Cuando revisaba la lista de delegados, publicada por el Festival para poder cerrar citas con otros asistentes con antelación, encontraban representantes de televisiones no sólo del Reino Unido sino también de Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Suiza, Rusia y Luxemburgo. Los “representantes” de España éramos Víctor Sala, uno de los responsables del SerielizadosFest de Barcelona, y esta modesta profesora universitaria, que estaba allí como parte de sus tareas de investigación. Ni un solo ejecutivo de televisión de España. Puede que España, como industria y mercado, sea más potente que Finlandia o Suiza. Pero cuando muchas veces nos preguntamos por qué el sistema televisivo español está tan repleto de anomalías, quizás una respuesta posible es que parece que en algunas cosas permanecemos en autarquía, viviendo sin prestar atención a las grandes tendencias globales.
El legendario programador de la NBC Brandon Tartikoff dividió al mundo de la televisión en dos categorías: los “beggars” (los pedigüeños) son los que crean y que deben vender su idea a un número muy reducido de personas que tienen el poder de hacer esos sueños realidad: los “choosers”, es decir, los ejecutivos. El Festival de Televisión de Edimburgo es la materialización de esta visión del mundo de la televisión. La columna vertebral de los tres días de festival son los diálogos en los que los responsables de programación de las principales cadenas, los “choosers”, valoran los resultados de la temporada anterior y exponen ante los productores presentes, los “beggars”, sus ideas sobre el tipo de programas que están buscando. Tras casi cada sesión, el jefe de programación o controller y su equipo se toman una copa y departen con los delegados que quieran presentarles sus ideas en los que se convierte en una sesión de pitching con forma de cóctel. Para comprobar el poder económico de la televisión británica véase el caso de Damian Kavanagh, controller de BBC Three, una cadena que deja la televisión para pasar a Internet y que, a pesar del recorte, cuenta con en torno a 30 millones de libras para nuevos programas.
El Festival de Televisión de Edimburgo no es un evento para fans, sino para profesionales. Por supuesto, hay algunas proyecciones seguidas de un turno de preguntas, este año, entre otras, con el piloto de la serie de Amazon Hand of God y la nueva entrega, dedicada al año 90, del espectacular fresco del thatcherismo de Shane Meadows This is England.
Pero, dentro del Festival, estas sesiones con creadores complementarias casi quedan ensombrecidas por eventos como el debate (con atril y todo) de los presidentes de las principales cadenas sobre el estado de la industria, el coloquio con el Secretario de Estado para Cultura, Medios y Cultura John Whittingdale (las comparaciones son odiosas), o “la llamada a las armas en defensa de la BBC”, como tituló The Guardian su crónica, del creador de Veep, Armando Iannucci en la James MacTaggart Memorial Lecture, que desde que Kevin Spacey la impartiera hace dos años se ha convertido en el evento estrella del festival.
Desde luego, elegí un buen año para ir al Festival de Televisión de Edimburgo, ya que a la programación habitual se sumaron unos coloquios especiales patrocinados por la British Film Commission con el título de “US Gamechangers”, y que me permitió escuchar en directo y hasta preguntar a nombres tan relevantes de la televisión de Estados Unidos como el presidente de la ABC Paul Lee, el presidente de Showtime David Nevins, el vicepresidente de drama de HBO Michael Ellenberg, el responsable de FX John Landgraf (que causó impactó a comienzos del verano por decir que se estaba produciendo demasiada televisión) y el director de Amazon Studios Roy Price. En una de las anécdotas del evento, Nevins se sentó y preguntó como uno más en el coloquio con John Logan, creador y showrunner de la serie de Showtime Penny Dreadful, por si alguna vez había tenido un bloqueo creativo, a lo que Logan respondió que no). El propósito de la British Film Commission al llevar a todos esos ejecutivos de Estados Unidos (aunque alguno sea británico, como Paul Lee), es que conozcan de primera mano la industria de Reino Unido y abrir vías de diálogo para potenciar co-producciones entre los dos países, y más rodajes en suelo británico. La idea de la creatividad como potencial económico era la base de este programa y también se exploraba en un libro editado coincidiendo con el Festival, Tomorrow’s People: Making Cultures For Creativity.
Mi experiencia en el Festival de Televisión de Edimburgo también me hizo comprobar que la base de la creatividad de la televisión británica se basa en promover y formar al talento joven. Durante el cóctel de bienvenida al Festival tuve la oportunidad de charlar un buen rato con Amanda Farley, una joven actriz y guionista de comedia cuyo trabajo de día es ser asistente de desarrollo de un departamento de la BBC llamado Writersroom. Este departamento tiene ocho empleados dedicados a buscar nuevos talentos. En su web se pueden encontrar herramientas formativas, como guiones y entrevistas, pero también la posibilidad de enviar guiones en convocatorias regulares (hasta el 25 de septiembre se pueden enviar guiones dramáticos y hasta el 18 del mismo mes las solicitudes para el programa dedicado a los directores de televisión). Amanda me contó que el objetivo de todas estas iniciativas era captar a escritores nóveles de cualquier nivel formativo y procedencia dentro del Reino Unido. Su labor era encontrar a estos autores y supervisar sus proyectos hasta que estaban en condiciones de ser presentados a alguien de programación de los diferentes canales de la BBC. Me comentó que su tarea se centraba sobre todo en comedia, donde era necesario ayudar a cada escritor a encontrar su voz, y que el nivel de la escritura dramática de Reino Unido no puede entenderse sin la importancia como banco de pruebas de los programas dramáticos de BBC Radio, con millones de devotos oyentes cada día y que permitían a los escritores pulir su talento en producciones de bajo coste. Las múltiples iniciativas de BBC Writersroom empiezan a acumular éxitos: la nueva comedia de BBC2 Boy Meets Girl surgió de su concurso de guiones Trans Comedy Award.
Y es que el Festival de Televisión de Edimburgo no es sólo el lugar donde programadores y productores se encuentran, sino también donde el futuro de la industria observa a sus mayores y recibe de forma específica. En estos días en Edimburgo había dos grupos diferentes de estos nuevos talentos en creación, producción y desarrollo. En primer lugar estaban los cincuenta elegidos para el programa The Network, en el que para participar sólo hay que ser mayor de 18 años, sentir pasión por la televisión y tener una experiencia siempre inferior a 3 meses en el medio. Al finalizar, todos entran a formar parte de una bolsa de trabajo para lograr un primer empleo en algunas de las empresas colaboradoras. Por su parte, Ones to Watch selecciona a treinta jóvenes con entre 3 y 5 años de experiencia en la industria que quieren dar un salto adelante en sus carreras. Ambos programas comparten una serie de características. Por ejemplo, se basan en la igualdad de oportunidades: los seleccionados sólo deben costearse el desplazamiento a Edimburgo y la manutención. Y también en la diversidad, con una importante presencia tanto de mujeres como de minorías étnicas. Todos los seleccionados asisten a sesiones del Festival pero cuentan con un programa formativo propio según su nivel, con talleres intensivos y varias master-class. Una vez han completado el programa, reciben información sobre eventos y tienen acceso a programas formativos a coste reducido. Pero, sobre todo, en un mundo como la televisión donde las relaciones y los contactos son fundamentales, estos programas les permiten conocer a profesionales consolidados y formar parte de una red de la que algún día puede salir su gran oportunidad.
Tanto la labor de la BBC Writersroom como la de los programas The Network y Ones to Watch son ejemplo de una manera de cultivar el talento que no se basa en iniciativas puntuales y voluntaristas, o centradas sólo en colectivos concretos. Se deriva y sustenta en las empresas de comunicación, son consistentes en el tiempo, atentas a la diversidad y basadas en formar a profesionales tras las cámaras que van a desarrollar labores profesionales muy distintas, desde la escritura y la dirección al desarrollo de proyectos, la programación, la producción, la consultoría y la edición. Estos programas no buscan sólo dar una ayuda puntual, sino posicionar a estos jóvenes con un sueldo dentro de una industria. Cuando se habla de las virtudes de la televisión británica, a veces nos centramos en las grandes series y creadores, y pasa inadvertido hasta qué punto se sustenta en una búsqueda constante de voces nuevas y diversas. La lección que aprendí del Festival de Televisión de Edimburgo es comprobar hasta qué punto allí se sabe que el guion de la televisión del futuro se está escribiendo ahora.
Concepción Cascajosa Virino es Profesora Titular de Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid, donde es Vicedecana del Doble Grado Periodismo / Comunicación Audiovisual y Directora, por parte de la Universidad, del Máster en Guion de Cine y TV UC3M / ALMA – Sindicato de Guionistas. Imparte clases e investiga sobre televisión y en los próximos meses publicará los libros Historia de la televisión (con F. Zahedi) y La cultura de las series.
Madre mía, qué importante sería un programa así en España. De verdad.
Bufff… pasmaó me he quedado. Igualito que aquí. A años luz estamos, de verdad, años luz.
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