TE HA TOCADO LA LOTERÍA

lotería navidad 2014Por Natxo López

Como ya contó Alberto en su post del viernes, la semana pasada surgió una polémica en relación al flamante anuncio de la Lotería de Navidad de este año.

La pieza ha sido alabada por muchos, algo comprensible sobre todo teniendo en cuenta el -más que obvio- salto cualitativo que se ha producido desde la del año pasado, de la que todos nos acordamos bien. O, mejor expresado, la que todos somos incapaces de quitarnos de la cabeza.

El asunto es que el pasado miércoles el director de fotografía Jon D. Domínguez escribió este artículo en el que contaba cómo había sido el proceso que había llevado a la productora de publicidad RCR Films y a la agencia de Publicidad Leo Burnett a conseguir el encargo del comercial.

Por resumir (Jon lo explica muy bien en su blog), la agencia reunió a un pequeño equipo de profesionales, entre los que estaba él, para rodar una maqueta (una especie de “borrador visual del anuncio”) que sirviera para intentar vender el proyecto a la empresa contratante, es decir, Loterías y Apuestas del Estado. Ninguno de estos profesionales cobró nada por las 15 horas de rodaje que le dedicaron a dicha maqueta, pero en estos asuntos suele haber un pacto tácito (es cierto que no contractual) por el que si el proyecto sale adelante, la productora suele contar con el mismo equipo que ha trabajado primero gratis, puesto que gracias a ellos y su esfuerzo se consigue el encargo.

La idea era buena, el proyecto esta bien armado, y la propuesta ganó el concurso. Muy bien.

Para Jon, el problema surgió porque no sólo no contaron con él cuando llegó el momento de rodar el anuncio definitivo (donde ya sí había dinero, 850.000 euros de presupuesto), sino que además ni siquiera le llamaron para comunicarle que habían ganado, y mucho menos para decirle que no iban a contar con él.

La agencia Leo Burnett respondió al post de Domínguez con este comunicado de prensa en Facebook (¡en Facebook!). El texto podría estudiarse como ejemplo de cómo NO gestionar una crisis de imagen en la red. Vienen a decir, grosso modo, que ellos no han hecho nada mal, que estas cosas son normales, que Jon miente y que este asunto les ha hecho mucha pupa (esto último se dice en este artículo).

Y, obviamente, les ha caído la del pulpo.

“Las maquetas son un elemento que forma parte del proceso de creación y solo son ejercicios teóricos que sirven exclusivamente para trasladar una idea creativa”, dicen. No, señores, las maquetas son trabajos que sirven para optar al concurso y obtener la adjudicación de un encargo, como así ha sido el caso. Como tal trabajo, deben ser remuneradas, o si no los currantes que han participado deberían convertirse en productores asociados al proyecto, puesto que están invirtiendo con su trabajo, su talento, su equipo y su tiempo. Y, por lo tanto, deberían “repartirse el premio” entre todos.

“Este proceso de trabajo es habitual y por todos conocido en el sector”. Que sea conocido, estimados señores, no implica que esté bien. Lo conocemos precisamente por lo terrible que es, al aprovecharse de la precariedad y el miedo de la gente para conseguir mano de obra gratuita.

“En este caso puntual tenemos constancia que el equipo de la productora RCR informó debidamente a este profesional (director de fotografía) de los motivos de la decisión”. En este aspecto es su palabra contra la de Jon, vale. Pero, al menos a mí, me parece bastante más fácil creerle a él.

También los de RCR Films han recibido numerosas críticas en su página de Facebook  aunque ellos no se han atrevido a emitir ninguna nota de prensa, o no lo han considerado necesario. Aunque sí que decidieron dar unas breves explicaciones en un comentario de facebook que un Guionista Autista se apresuró a capturar.

Jon, seguramente algo abrumado con la gran repercusión de su denuncia, publicó un segundo post en el que concretaba y matizaba algunas cuestiones que estaban siendo sacadas de contexto, consiguiendo que se corrigieran algunos titulares como los de esta publicación, que mezclaba churras con merinas al hablar de un supuesto plagio.

Jon D. Domínguez no es ningún primerizo. Aquí tenéis su página web. Es un buen profesional, con el que tuve el gusto de coincidir en el rodaje del cortometraje “La Media Pena” (dirigido por Sergio Barrejón y escrito por un servidor). Jon es un tipo que conoce bien su oficio, joven, eficiente y esforzado. Seguramente porque ama su trabajo y le gusta involucrarse en nuevos retos, cometió el error de aceptar trabajar gratis para hacer esa maqueta. A mí me parece un error, sí, (él también lo reconoce) aunque no le juzgo por ello; mucha gente trabaja gratis para determinados proyectos y cada uno tiene sus motivos para hacerlo. Yo lo he hecho algunas veces, aunque con matices distintos (en proyectos más pequeños, o más personales, en los que no había una gran empresa pudiente detrás).

El asunto es que en estos últimos tiempos de crisis ésta de trabajar gratis es una práctica que se está convirtiendo en algo demasiado habitual. Hace poco, y como detectó nuestro compañero Alberto, un lector nos dejó un comentario en el que comentaba un caso parecido, sobre un proyecto para cuyo rodaje se contó con un equipo de profesionales diferente al que había rodado, sin cobrar, el piloto de venta con el que se convenció a la cadena (siempre según la versión del que escribe el comentario, nosotros no tenemos datos para corroborarlo, aunque tal y como está el patio suena creíble). Lo curioso es que el director de fotografía que finalmente rodó la serie, era, precisamente, Jon D. Domínguez (no trato de sacar ninguna conclusión metafísica de ello, es una mera casualidad).

La valentía que me hubiera gustado que Jon hubiera reunido para rechazar currar gratis, la ha demostrado multiplicada por cien con ese escrito. Ése ha sido el hecho verdaderamente relevante en este caso, que se ha hecho público. Por eso estamos hablando de ello. Es evidente que no debe haber sido fácil tomar la decisión de sacarlo a la luz, y que no ha sido un impulso fruto del cabreo (ha creado un blog específico para el asunto y ha escrito un texto correcto y ponderado). Jon ha tenido la decencia de contar la sinvergüenzada que le han hecho, algo que a muchos profesionales les provocaría un ataque de caquita sólo con pensarlo. ¿Enfrentarse a la mano que hipotéticamente, a lo mejor, algún día, podría darte algo de comer, si acaso? ¿Es que estamos suicidas perdidos?

Creo que, en este país, y en este momento, es importante hablar de la valentía. De la valentía como actitud colectiva y como motor y fuerza de cambio que debe ser valorada y apoyada. Es un asunto importante, éste de echarle huevillos a las cosas, que tal vez no está suficientemente en boga, precisamente porque vivimos en una época donde impera el miedo (al paro, a la precariedad, a la exclusión social o profesional).

Yo estudié en un Colegio de Jesuitas, y cursé la carrera en una Universidad del Opus. No tengo tiempo ni espacio aquí para hablar de todas las cosas que me distancian de la Iglesia (la primera, que no creo en ningún dios, aunque no es ni mucho menos la más importante). Pero sí hay aspectos del ideario cristiano que comparto; y uno de ellos es una visión moral del trabajo. El convencimiento de que la profesión propia, el oficio, debe ser considerado no como un simple vehículo para generar ganancias y poder, sino como una herramienta más en un recorrido ético personal. Un medio para intentar ser mejor persona y mejorar algo el mundo con nuestro granito de arena (otra cosa ya es que uno lo consiga).

Cada día que pasa estoy más convencido de la importancia y los beneficios de mantener unos principios y una actitud recta en nuestro periplo profesional. En primer lugar con los compañeros de trabajo. Y también, por supuesto, con aquellos que nos contratan, marcando esas lineas que no se van a traspasar, a partir de las cuáles uno va a decir “lo siento, pero esto a mí no me interesa, no en estos términos”. Aunque a veces pueda resultarnos difícil e incluso crearnos algunas adversidades pasajeras, a la larga es una actitud provechosa y que ayuda a que tu trabajo sea considerado con mayor respeto.

Nos movemos en una industria tan pequeña y teñida de tantas susceptibilidades que es fácil caer en una actitud defensiva y empequeñecedora que nos lleve a agachar la cabeza y a tratar de no molestar a nadie por miedo a hipotéticas represalias. Pero es que en esta vida es imposible no ofender ni molestar nunca a nadie, sobre todo si se mantiene un ánimo mínimamente beligerante con las injusticias. ¿Cómo no vamos a enemistarnos con esta pléyade de chorizos que tenemos gobernando España? ¿Cómo no molestar a estos empresarios que nos están pidiendo cada vez más sacrificios y renuncias para que ellos puedan mantener sus privilegios? ¿No hay que decir nada? ¿Tragar es la solución?

Entre guionistas este tipo de historias de trabajos gratuitos son cada vez más frecuentes y espeluznantes. Que si escríbeme unas páginas para que pueda mover el proyecto, que si hazme una versión del guión que luego cuando ruede ya te pagaré y total a ti qué te cuesta, que si redáctame una sinopsis de 20 páginas para poder convencer a un director que me ayudará a convencer a un productor que me ayudará a convencer a una cadena… y al final seguro que rascas algo, eso si no llamo a otro para que haga el trabajo, que tampoco tú es que seas Shakespeare…

Ángela Armero escribió hace poco con inteligencia sobre el tema de trabajar gratis. Obviamente en los comentarios hubo gente que hizo matizaciones, porque no es un asunto que tenga una respuesta fácil. Para alguien que comienza puede parecer una forma válida de meter el pie o darte a conocer. Para mí ésa sería una excepción admisible: “para alguien que comienza”. Y que esté MUY comenzando. Porque yo defiendo, al igual que ella, los beneficios personales y profesionales de no venderse a cambio de nada. Simplemente, porque lo correcto es decir no. Y a veces hacer lo correcto, por incómodo que sea, es lo que hay que hacer.  Si todos los que estamos en esta industria nos negáramos a escribir gratis (al menos cuando hay empresas solventes detrás), se convertiría en una práctica desterrada de los planteamientos de producción de cualquier productora seria.

Y si no, al menos podemos hacerlo público, compartirlo, denunciarlo, como ha hecho Jon, con talante y educación. No se trata de poner a parir a nadie porque sí, sino de señalar los abusos. La respuesta masiva a su post ha demostrado que esa actitud de denuncia es útil, que sirve para algo, como mínimo para que, en próximas ocasiones, otras productoras se lo piensen dos veces antes de caer en el mismo error. Desde ese espíritu de conciencia gremial nacieron también hace unos años los diferentes blogs que acabaron confluyendo en esta aventura de Bloguionistas. Ojalá en algo hayamos ayudado. De vez en cuando, al menos.

RCR Films y Leo Burnett han hecho un buen trabajo con el spot (aunque hay muchos críticos con él y con el mensaje que destila, pero ése es otro asunto). La de Lotería de Navidad es una de las campañas publicitarias más importantes de cada año y ha debido suponerles un buen negocio. Les ha tocado la lotería, sí. Pero ellos, al contrario que su protagonista, se han quedado con todos los boletos. Hombre, pues, como mínimo, que se sepa.

14 comentarios en «TE HA TOCADO LA LOTERÍA»

  1. Gracias por tus palabras, Natxo. Muy de acuerdo con todo lo que dices, y del mismo modo mi apoyo para la gente, como Jon, que cuenta las injusticias. Aprovechemos las redes sociales para estar más unidos.

  2. Totalmente de acuerdo. Yo aluciné cuando en los comentarios al comunicado de Leo Burnett en Facebook aún había quien justificaba el impago y el abuso de poder porque a lo mejor Jon era un paquete y su trabajo no era tan bueno. Si alguien hace un trabajo que no te gusta o simplemente encuentras una opción mejor por el motivo que sea (cosa Jon entiende y lo dice en su post), lo mínimo es pagarle el trabajo realizado, máxime cuando éste ha conseguido su objetivo, y si no le vuelves a llamar para continuar en el proyecto lo harás por motivos seguramente legítimos, pero actuando con respeto hacia la dedicación y la experiencia de ese profesional. Porque esa es otra, no pagan el trabajo, pero tampoco llaman a chavalitos recién salidos de la escuela, no, llaman a profesionales con recorrido, a gente solvente y eficaz, porque quieren una maqueta decente, no un churro con cagadas de novato.

    Puedo llegar a entender, con cierta dificultad, que si el proyecto no hubiese prosperado, no ganase nadie. Ni la agencia, ni la productora, ni los curritos. Pero cuando unos ganan y otros no y se justifica con un “ya sabemos cómo funciona este mundillo” me hierve la sangre.

    Y también creo que aunque la valentía es algo cada vez más escaso por los motivos que comentas, es muy triste que tenga que ser siempre la persona del escalafón más bajo la que tenga que llorar para mamar y que no salga de las empresas la intención de hacer las cosas correctamente. A lo mejor es pedir peras al olmo, pero creo que ponemos el listón muy bajo al pensar que quien tiene una empresa no puede aspirar más que a ser un abusón. Quiero creer que hay empresarios justos y que éstos, también podrían hacer notar su buena práctica para concienciar a otros y también para que los profesionales sepan con quien mola y con quien no mola trabajar (y por qué no, poder decir alto y claro que tal o cual empresa respeta a sus trabajadores). Porque aunque la queja de Jon ha sido bien recibida, he visto que muchos no ven más que una pataleta, tanto las empresas citadas como otros profesionales de su gremio, que habiendo pecado de lo mismo imagino que no quieren verse como profesionales que claudican en momentos que no deberían. Si pudiese señalarse, para bien, a determinadas empresas a lo mejor sería más fácil detectar lo que es un abuso y lo que no, porque por lo visto cada vez hay más gente que ve como normal algo que no debería serlo y duda de quien hace una queja pública en vez de ver en él a quien, por una vez, dice lo que muchos piensan.

  3. He sido productor durante muchos años y conozco bien este tema. Jon tiene razón en denunciar su caso y, a mi juicio, los responsables son varios pero especialmente la productora.
    Para empezar, los componentes de esta ecuacion son 4: el cliente, la agencia, la productora y los profesionales.
    En los concursos lo habitual, a la fuerza ahorcan, es “trabajar a riesgo”. Es decir, el cliente quiere que cada agencia le presente la campaña practicamente terminada para poder elegir sin riesgo, pues practicamente no dispone de nadie en su organizacion capaz de previsualizar algo escrito o dibujado (sic), pero este es otro asunto. Pero no quiere pagar por eso. La agencia entonces “traga” y acepta presentarle una “maqueta” para que se haga una idea cabal de su idea. Como la agencia no cobra por ello (ni lo intenta, no vaya a incomodar al cliente), llama a la productora y le propone “compartir” el riesgo, es decir, si ellos no cobran nadie cobra, pero si cobran pagaran el trabajo. La productora traga a su vez y traslada el mismo acuerdo a los profesionales que trabajan para ella que, como no, “tragan” tambien. Este es el “ecosistema” habitual desde mucho antes de la crisis.
    Este acuerdo no es tácito, es bien explicito: si no se gana nadie cobra, vale, pero si el concurso se gana todo el trabajo deberá ser pagado. Independientemente de que te llamen para hacer el trabajo o no. Si te llaman te pagaran el trabajo final (ojo, la maqueta sigue sin cobrarse pero puede que te compense) pero si NO TE LLAMAN, por lo que sea, hay que pagar la maqueta (guionista, operador, sonido, locutores, electricos,…) y no valen justificaciones.
    Con la crisis esta situación ha llegado a limites esperpenticos como se aprecia en las justificaciones aberrantes de la productora en el caso de Jon.
    Como siempre todos tragamos porque no tenemos a nadie que nos protega si nos negamos a tragar. Escribirlo en estos blogs, como dice Nacho, es una manera de hacer algo.
    Animo Jon.

    1. Esa es otra, la jeta de los clientes finales que quieren como muestra algo casi terminado sin pagar un solo duro. Si se presentan 10 propuestas va haber 9, con todos sus implicados, que entre pitos y flautas habrán invertido al menos dos semanas de curro en balde. Si el cliente quiere elegir debería poder hacerlo en base a un dossier medianamente elaborado, no en base a un megadossier, un guión final, rodado, montado y etalonado implicando fácilmente a 15 o 20 personas por propuesta. Que además se habla sólo de la jornada de rodaje, que es la de curro oficial, de los técnicos, pero imagino que antes habrá reuniones y tiempo que se invierte en eso y no en otra cosa. Si monetizas todo ese trabajo de varias personas el cliente se puede estar ahorrando 100.000€ con todo el morro.

      Hace un tiempo empezaron a proliferar además plataformas online que funcionaban como intermediarios bajo un sistema muy similar. Un cliente quiere algo (un logo, un anuncio, un diseño de gráfica para un evento), los “concursantes” presentan su trabajo terminado y el cliente, suponiendo que alguno le guste, paga sólo aquel con el que se quede, el resto a tomar viento con un trabajo valorado en 0€. Si quieres elegir entre varias propuestas, las pagas. Es la compensación justa por no arriesgar en elegir un único proveedor. La idea de trabajar a riesgo es una de las mayores perversiones del mercado laboral que se me ocurren.

  4. Ya sin entrar en la -innegable- perversión que supone hacer a la gente trabajar gratis, aquí ya estamos empezando a introducir el toque español:
    ya no sólo te hago trabajar gratis por la promesa de un futuro encargo, ahora ya directamente el trabajo es gratis total y me río de tí en tu puta cara. Porque yo lo valgo. Porque esto es España, coñe y somos así de majos. Y de chulos.

    Y ya hemos visto en bloguionistas dos ejemplos seguidos de esto. Asco de país, oiga.

  5. Hay tres aspectos “mierder” aquí: el que no te paguen ese curro que en verdad has hecho (cosa mierder pero a la que tú has accedido), que no cuenten contigo cuando sale el trabajo remunerado tras haber hecho uno previo gratis para ello (nivel ético-moral lamentable) y el que ni siquiera se dignen en comunicártelo, lo que lo convierte en tomadura de pelo y falta de respeto acojonante.

    Hace unos meses me propusieron un proyecto de documental. Eran unos productores de Valencia (peligro peligro, pienso siempre que hablo con productores de mi tierra) y pese al riesgo piratilla que flota siempre en estas historias me reuní con ellos a escuchar. La propuesta se planteó interesante y el tema más (histórico, sobre un conocido personaje del humanismo y una de sus obras) y como me gusta la Historia y el periodo, la cosa dio para hora y media de conversación al respecto que quedó en pedir unos días para informarme y documentarme (era un tema complejo, Histórico y con miras a coproduciones serias internacionales) y así plantear una propuesta y hablar en firme. Todos muy ilusionados.

    Tras 4 días leyendo y documentándome como un animal, intercambiando mails con ellos, etc… tuvimos una segunda reunión de otras dos horas largas dando vueltas al proyecto, comentando cómo lo haría y diversos temas que había descubierto (y ellos no, pese a llevar “años” tras el proyecto, etc…) y que cambiaban la óptica del proyecto. Todo maravilloso. Y al final, hablamos de pasta. Mis condiciones eran claras: cobrar. No se iba a ver ni una hoja escrita sin otra firmada donde pusieran claramente los pagos y es más, por la premura de su “primera versión” (querían concursar en unas ayudas de la Generalitat que se iban a presentar de manera inminente) les “facilité” el problema sugiriéndoles que me pagaran una cantidad inferior a la entrega de esa primera versión que usarían para la ayuda y si les gustaba, seguiría adelante con el guión en si y ya pasaría a cobrar el resto en segunda y tercera entrega. Cómodos plazos. Ahí hubo un ceño un poquito fruncido pero disimularon correctamente. Despedida, un “te decimos esta semana” porque era para ya y…

    … efectivamente: tres meses y medio después no sé nada de esta gente.

    Por terceros me enteré de que contactaron con otro (cosa que me parece estupenda, están en su derecho), aunque ya no sé más ni si están en ello o el proyecto ha caído, pero estos dos interesados productores no tuvieron ni la vergüenza de mandarme un mail diciendo que gracias por la semana de documentación, trabajo y reuniones, pero que preferían a otra persona. Vamos, que solo con la segunda parte (que me digan que cuentan con otra persona) me valía de sobra. Pero no.

    Y en fin, esto no es ni el gordo de la lotería audiovisual, ni una oportunidad perdida, ni algo loco como lo que le ha pasado a este hombre pero sí el pan nuestro de cada día: la falta de profesionalidad y altura de muchísimos productores en este país. Lamentable.

    Afortunadamente, pienso, me libré de problemas mayores a este al no entrar en el proyecto. Porque algo que empieza así… mal debe acabar en cuanto se cruce dinero.

    Yo personalmente voy marcando claramente mi línea roja y lo digo ya sin problemas, pero me encantaría a veces crear un muro de la vergüenza entre todos para que aparecieran los nombres de esta clase de calaña.

    (Disculpen el tochete)

    1. Digo yo, asi de pasada, que el cliente somos nosotros, que es un organismo del Estado. Y que así, a lo tonto, somos nosotros los que permitimos esta forma de hacer las cosas. Que quizá Loterias del Estado no debería pedir maquetas o asegurarse, como en cualquier concurso público, que los que concurren no rompen las leyes del mercado o, por lo menos, las leyes de la decencia.

      Gracias, Natxo.

    2. Gracias por compartirlo, Toni. Es una pena que, en tu historia, los antagonistas no tengan nombre y apellido. Porque eso es lo que hace distinta y útil la historia de Jon. Decir en voz alta el nombre y el apellido de los sinvergüenzas es la valentía a la que alude Natxo en su post.
      ¿No te parece que “decir el pecado pero no el pecador” es contraproducente? Contribuye a dar la impresión de que lo que te ha ocurrido a ti es la norma. Pero la mayoría de los productores no son así. Sólo un 20-30% son sinvergüenzas como los que tú te cruzaste. ¿No saldríamos todos ganando si les sacásemos los colores?
      “Crear un muro de la vergüenza entre todos” sólo son palabras. La diferencia la marca el que agarra una primera piedra y la coloca, como ha hecho Jon.
      Gracias en cualquier caso por contar tu experiencia.

    3. Sergio, no soy precisamente de los que se callan y no dicen nombres…

      Y si no he dicho el nombre de los mismos en este caso ha sido más por el guionista que pueda estar detrás, ignorante de esto, que por ellos. Por no enmierdarle el proyecto si es que él ha tenido suerte y le están tratando con respeto y ha llegado a un acuerdo económico satisfactorio.

      Pero vamos, si lee lo que puse alguno de los implicados es fácil saber a qué proyecto me refiero (por los datos que doy). Pero pensé que para el resto no era relevante al tratarse de un comentario a un post.

      Aun así, si estás muy interesado, se hacen llamar “Aguamarga”. No tengo problemas en decirlo, no era eso, que ya estoy curado de espanto.

  6. Bravo Natxo y Jon y Angela. Es imprescindible denunciar, especialmente cuando se trata de grandes y divinas empresas. Desafortunadamente se está extendiendo esta práctica de “regalar” los proyectos. Creo que hay que hacer un gran trabajo de información y concienciar, especialmente a los más jóvenes para que defiendan su curro.

  7. Soy el lector mencionado que expuso un caso similar al de Jon en el que, carambolas de la vida, él mismo acabó siendo uno de los protagonistas. Ojalá hubiese triunfado en mi empeño y hubiese conseguido convencer a los afectados para que, tal y como dice Barrejón, contasen la historia con nombres y apellidos. La decisión de no abrir la boca es absolutamente respetable cuando es la víctima quien la toma, por poco o nada que esto ayude a la causa.

    Yo no puedo aportar más. Incluso he dudado con cada palabra escrita si estaba procediendo de manera correcta. Por ello pedí permiso a los implicados de una de las partes, los supuestamente perjudicado, y llegué hasta el límite que ellos me marcaron. Solo cabe decir por justicia, que Jon y el director de fotografía del piloto mantienen una excelente relación personal y profesional y que el comportamiento del primero en esta historia es incuestionable.

    Lamento marcarme un “Mayra-Gómez-Kemp” constante con este “y-hasta-aquí-puedo-leer” y os agradezco las dos ocasiones en las que habéis aludido a mi comentario.

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