FIRMAS INVITADAS: CLARA ROQUET, THE AMERICAN DREAM

Clara Roquet es coguionista de ‘10.000 Km’, una de las películas del año. Además de ser una profesional con un futuro prometedor con tan sólo 25 años, Clara todavía es estudiante: está terminando de formarse en la Universidad de Columbia (Nueva York). Por eso, tras la entrevista que le realizamos en Bloguionistas a principios de verano, no dudamos en abrirle las puertas para que contase su experiencia como estudiante de guión en una de las mejores universidades de Estados Unidos.


THE AMERICAN DREAM, por Clara Roquet


Desde que me fui a estudiar el Máster de Guión de Columbia he recibido multitud de emails preguntándome por la experiencia y por los distintos caminos para irse a estudiar fuera. Así que, aprovechando la generosa invitación de Bloguionistas, voy a darle un par de vueltas al tema.

Si bien es cierto que los Masters de Cine se han ido estableciendo en los Estados Unidos como la forma más común de llegar a la industria, creo firmemente que estudiar un Máster de Guión no es el único camino posible para llegar a ser guionista. Ni mucho menos. Hay cientos de ejemplos de cineastas y guionistas de primer nivel que nunca pasaron por un Máster de Cine, lo cual no quiere decir que no se formaran de otro modo, muchas veces autodidacta, quizás un camino más difícil y largo, pero igual de válido y bastante más barato.

Hay muchas maneras de llegar a un sitio. Yo hace unos años, con las ansias esas alborotadas del principiante –que aún soy– esperaba que alguien me diese la fórmula secreta, el atajo más rápido, un poco a lo manual de autoayuda baratillo. Ahora, en cambio, creo bastante más en eso de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, en la importancia de encontrar un camino propio, cada cual a su propio ritmo y tomando las desviaciones necesarias para llegar al destino que creo que nos une a todos aquí: encontrar tu propia voz, contar historias y, a poder ser, ganarse la vida con ello.

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Universidad de Columbia

Mi camino ha sido el siguiente: me licencié en Comunicación Audiovisual en la UPF y trabajé en España un par de años, primero como becaria en Diagonal TV y luego, gracias a quedar finalista en el Julio Alejandro y a varias personas valientes –o temerarias– que me han dado una oportunidad, trabajé durante un tiempo como guionista de cine. En 2011 pedí la Beca de la Caixa, todo un proceso minucioso durante el cuál llegué a acumular cantidades insospechadas de papeleo por todos los rincones de mi piso de Barcelona. Atrincheradas en montoncitos más o menos ordenados encima de la mesa, el sofá, el suelo y toda superficie lisa que se prestara, mis solicitudes de admisión en las universidades americanas (Columbia, UCLA, AFI, NYU, USC…) parecían cuestionarme como un eco de mi subconsciente: ¿Por qué quieres irte a 6.000 Km de tu pareja, tu familia y tus amigos durante tanto tiempo? ¿No te habrás creído eso del sueño americano, no?

Dos años más tarde, sigo haciéndome muchas preguntas, pero ahora sé que Columbia y Nueva York fueron un acierto en mi camino por varias razones. En primer lugar, por la experiencia vital. Ya sé que suena a eso que te dicen las abuelas cuando te vas a ver mundo, pero es cierto. Al final para escribir nos nutrimos de nuestras experiencias, y el espabilarte solito en una cuidad tan caótica e impredecible como Nueva York es toda una aventura. Nueva York además, es una capital cultural con mayúsculas, donde puedes ver virtualmente todo el cine que te dé la gana, desde lo más experimental, en el Anthology Film Archives hasta las ciclos de cine de autor más completos, en el Film Forum o el Lincoln Center, pasando por multitud de cines pequeñitos especializados.

El Máster de Columbia, con sus aires de Ivy League que me daban cosita al principio, me ha dado algo que la mayoría de escuelas de cine no habría podido darme: la voluntad de forjar una base humanística desde la que contar historias y la posibilidad de juntar dos tradiciones que me atraen desde siempre: la tradición americana de storytelling y el cine de autor europeo. Aparte de esto, lo que más valoro del Máster no es tanto la base teórica, el conocimiento que te transmiten los profesores en sí, que también, sino tres cosas mucho más prácticas:

 1- Las SINERGIAS que se crean cuando te encuentras con personas afines de todos los lugares del mundo. Estudiantes de cine con ganas de colaborar y compartir que se han convertido en mis compañeros de viaje, de cervezas, de aventuras Nuevayorquiles y de penas guioniles.

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 2- Tener DEADLINES. Sí, Deadlines. Nunca en mi vida he escrito tanto como en los últimos dos años. El ritmo que impone el máster es trepidante, hasta el punto que uno no tiene mucho tiempo de preguntarse si lo que está haciendo tiene algún valor o está matando árboles sin beneficio alguno para la historia del cine. Pero justamente esto, el encontrarte con un taller de guión cada semana al que hay que acudir con tus nuevas páginas de guión escritas, dispuesto a recibir feedback de doce personas más un instructor de nombre famoso, hace que te pongas las pilas y se te quiten las manías.

3- La REPUTACIÓN que te da un Máster de este tipo. Bueno…. en realidad la reputación no sirve de mucho, sirve bastante más tener un par de guiones buenos, pero el buen nombre de estos Masters y los contactos de los profesores pueden ayudar bastante a la hora de entrar en laboratorios de guión, concursos, festivales, becas y prácticas en sitios interesantes. Pero repito, tampoco creo que sirva de mucho sin un buen guión, algo que se puede tener de todas formas sin estar en el Máster. Lo único que el Máster facilita estos contactos.

Pero vamos a volver a los orígenes de este post, de los que me he desviado bastante. La verdad es que estudiar un MFA de Guión en Estados Unidos puede ser bastante arriesgado si no vas con beca, sobretodo como Estudiante Internacional. Lo cierto es que la mayoría de americanos de mi clase estudian con un préstamo concedido por el Estado, un sistema muy arraigado para poderse costear el precio de los Graduate Programs. Esto tiene un cierto sentido para los americanos, que después se quedarán a trabajar allí y cobrarán según los estándares de la industria de allí, cuidadosamente establecidos y preservados por unos sindicatos con mucha fuerza. Esto les permitirá devolver el préstamo tarde o temprano, aunque en los últimos años esto viene siendo cada vez más complicado para los estudiantes de cine y de muchos otros programas, de aquí viene todo el debate que se está generando sobre la deuda de los estudiantes. Pero esto ya es otro tema. Lo cierto es que para nosotros, pedirnos un crédito de unos 150.000 euros para estudiar guión es una salvajada. Porque desgraciadamente y siendo realistas, a no ser que las cosas vayan increíblemente bien, no lo podremos devolver.

Así que, a poder ser, hay que ir con beca. Las mejores y más comunes son la Beca de la Caixa y la Fulbright. Si estáis interesados echadle un vistazo a las bases y empezad a preparar la solicitud con tiempo. Lo más importante, como todo en esta vida, es quererlo mucho, currárselo y tener un proyecto específico e interesante. No creo que haya otro secreto. Si tenéis dudas, preguntad a gente que haya tenido beca. Yo tuve la suerte de contar con los consejos de Carlos Marques-Marcet y otros becarios que me ayudaron a preparar la solicitud, y todo el mundo ha estado siempre muy dispuesto a ayudar. Así que si apelad a la solidaridad de los becarios del mundo –me incluyo en el pack– y que la fuerza os acompañe.

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