El caso de Clara Roquet es tan curioso como extraordinario: con tan sólo 25 años, esta guionista catalana se llevó el pasado mes de marzo el premio al Mejor Guión Novel junto a Carlos Marques-Marcet en el Festival de Málaga por ‘10.000 Km’, la película española de la que más se ha hablado este año después de ‘Ocho apellidos vascos’ y que si todavía no habéis visto ya estáis tardando. Sin embargo, no es su primer premio, ya que fue finalista del VIII Premio Julio Alejandro en el año 2011. Actualmente, Clara vive en Nueva York, donde está terminando de formarse como guionista en la Universidad de Columbia.
Como se nos escapó en el Festival de Málaga, al que no pudo acudir por aquello de vivir en otro continente –estuvimos con el director y coguionista de la película, Carlos Marques-Marcet– no quisimos desaprovechar la oportunidad de hablar un rato con ella coincidiendo con su vuelta a Barcelona, algo que hicimos rindiendo un inevitable homenaje a su película: manteniendo una agradable e interesante conversación por Skype.

La guionista Clara Roquet
En estos momentos te encuentras afincada en Nueva York, estudiando guión en la Universidad de Columbia, ¿cómo terminas allí?
En la universidad Pompeu Fabra, donde estaba estudiando Comunicación Audiovisual, conocí a un profesor que había estudiado en Columbia. Y cuando conocí a Carlos Marques-Marcet me contó que él también había estudiado en Estados Unidos, así que pensé que eso era lo que quería hacer para formarme como guionista. Estuve dudando entre Europa y Estados Unidos pero Nueva York era la ciudad ideal, porque Columbia es la mejor universidad para estudiar guión en Estados Unidos; allí se pasan el día escribiendo, con profesores buenísimos, así que pedí una beca. En todo este proceso Carlos me ayudó mucho. Además, fui finalista del Premio Julio Alejandro por aquella época, así que cuando me hicieron la entrevista previa y me preguntaron qué había hecho hasta la fecha y les conté todo ayudó también bastante. Ahora llevo ya dos años en Nueva York, voy a empezar tercero. Ha sido algo increíble aunque me costó mucho al principio; pese a que hablaba algo de inglés me ha costado pasar a escribir en el idioma, y el ritmo de trabajo es muy duro. Además, también he dado clases de dirección porque me entró el gusanillo conforme iba escribiendo mis proyectos.
¿Te interesa dirigir en un futuro?
Sí. Una de la cosas que más me gusta de escribir es la parte visual, la de crear imágenes y de alguna forma, cuando conoces algo de dirección, cuando sabes dónde poner la cámara y dirigir actores, pues como que tiene más sentido dirigir tú que dirigir otro. Pero también me encanta escribir para otra gente, de hecho, es lo que más me gusta. Sin embargo, siempre que escribo para mí misma, cosas más personales, lo hago pensando en que las voy a dirigir yo. Ahora mismo tengo un guión que me gustaría dirigir, pero también quiero seguir coescribiendo.
10.000 Km es tu debut como guionista de largometrajes pero, como has comentado, fuiste finalista del VIII Premio Julio Alejandro –gracias a tu proyecto S.L (Familia)–. Cuando entrevistamos a Carlos Marques-Marcet en Málaga nos dijo que tenías un par de guiones escritos que eran maravillosos, ¿es éste uno de ellos? ¿Qué nos puedes contar sobre él?
Es que Carlos es un sol… Este guión lo escribí como proyecto de final de carrera y me ayudó mucho León Siminiani, que era mi profesor de tesis en la Pompeu Fabra. Me ayudó muchísimo en el proceso, porque nunca había escrito un largo, sólo algunos cortos, y no me veía capaz. Y, sobre la historia, yo, siempre que escribo, intento hacerlo sobre cosas que me llegan muy de cerca. Además, cuando no sabes escribir todavía tiendes a imitar géneros y es un lío. Por eso, escribí sobre mi familia, sobre la historia de mi abuelo cuando se fue a Rumania a comprar unas tierras para una empresa y fue un fracaso terrible. Este guión lo opcionó Diagonal TV para cine, parecía que iba a hacerse, pero luego no y así hemos estado algunos años. En ese momento estuve reescribiéndolo y trabajándolo con Joaquín Oristell. Luego, en Columbia he escrito un par de guiones más, también con historias familiares; de hecho, creo que a Carlos uno de los que le gusta es un western que escribí sobre un rancho que montó mi padre.
Entraste a coescribir el guión de 10.000 Km con Carlos cuando él ya había empezado el proyecto, ¿en qué momento recibes su llamada?
Fue en el momento en el que pasó lo del Julio Alejandro y estaba trabajando con Oristell. Por otro lado, yo llevaba un tiempo trabajando con Sergi Moreno, que es uno de los productores de la película, ayudándole a hacer tratamientos para el ICAA y demás. Sergio me comentó que un amigo suyo –Carlos– estaba desarrollando un guión y si le podía pegar un repaso a la estructura del tratamiento que estaba haciendo. Cuando lo leí me encantó la idea. Después de esto, la cosa fue avanzando, leí las notas que tenían e hice un Skype con Carlos y nos caímos muy bien, hubo una conexión inmediata. Y así, cuando volvió a España, terminé poniéndome a coescribir con él. De esto hace unos cuatro años, aún no me había ido a Nueva York. Todavía me sorprende mucho por qué creyeron que podía entrar en el proyecto y siempre se lo agradezco, porque en el proceso aprendí muchísimo.
Debido a la temática de la película y por la experiencia que supuso escribirla en sí, ¿te llegaste a ver sobrepasada debido a tu juventud?
Yo confiaba mucho en Carlos. Siempre sabía de lo que hablaba y me transmitía muy fácilmente lo que quería en determinada escena mientras trabajábamos. Y, luego, el proceso de empezar a escribir la película a mí me pilló justo cuando me dieron la beca para ir a Nueva York; fue un proceso paralelo bastante raro, en el que la realidad parecía superar a la ficción, encima fue justo escribiendo el primer acto: a Alex le daban la beca, y a mí me daban la beca, y además yo tenía novio en ese momento, como ella. Era como si estuviese pasando lo mismo que el personaje y, aunque fuese más joven, lo entendía perfectamente.
Entonces, rectifico, no había nadie más indicado en el mundo para escribir la película que tú…
La verdad es que acabamos de escribir el guión antes de que yo me fuera. Sólo reescribimos un poco antes de rodar, que fue justo después de mi primer año, cuando entró Natalia Tena; teníamos que justificar su acento medio británico. También reescribimos cuando empezaron a ensayar, porque como queríamos que quedase muy natural reescribimos los diálogos en función de cómo a ellos les salía más natural decirlo. Sin embargo, por lo que has dicho, creo que ahora sí que escribiría las escenas distintas porque lo he vivido más a fondo: el Skype, las relaciones con la familia… Pero hay algo de esa ingenuidad que tenía, de imaginarte qué pasaría, que es muy interesante.

Clara Roquet, finalista del VIII Premio Julio Alejandro
¿Hasta qué punto supuso un reto para ti 10.000 Km? ¿Es algo muy diferente a lo que habías hecho hasta ahora tanto por temática como por tipo de película?
Sí, la verdad es que es muy distinto. Siempre había escrito drama humano bastante básico. Ahora quiero empezar a escribir más género, donde están los personajes, su conflicto… y a ver qué pasa. El reto más difícil de escribir 10.000 Km fue sobreponerme a pensar que no sabía lo que estaba haciendo, que para los jóvenes es lo más difícil; dejar todo eso atrás y ponerte a escribir. En eso me ayudó mucho Carlos, que es muy inteligente y muy cálido: en apenas una semana nos contamos nuestra vida entera para ser capaces de plasmar nuestra emociones en los personajes, que es algo indispensable, la única forma de conseguir algo así.
Gracias al éxito de 10.000 Km, una película pequeña, independiente, pero de muchísima calidad, el caso de Stockholm del pasado año ya no es una excepción. ¿Se podría decir que se está empezando a reconocer el cine independiente en España? ¿Puede ser el principio de algo?
Espero que sí. Es que la industria está cambiando tanto… Ahora es mucho más difícil encontrar financiación y hay mucha gente joven con muchas ganas y los medios necesarios para trabajar, con todas esas cámaras maravillosas que hay ahora. Por eso, como hay una generación de gente joven con muchas ganas de hacer cine y poco dinero, hay que hacer lo que puedes con los que tienes. La idea desde el inicio de Carlos con 10.000 Km era: “vamos a hacer una película barata porque quiero rodar ya”. Es esa necesidad imperiosa de hacer cine la que nos lleva a hacer estas locuras. Sin embargo, se habla del low cost como si fuese algo positivo porque se cuentan las historias que se quieren pero tiene un peligro, que es que la gente a lo mejor no cobra por hacerlo, y eso es lo que no puede ser. Pero sí que espero que se sigan haciendo películas de este estilo, porque está llegando aire muy fresco gracias a ellas.
En Estados Unidos es un género respetadísimo y muy visto que, de hecho, ahora con el VOD está gozando de gran salud. ¿Qué crees que hace falta para llegar a tener aquí un cine independiente sin esos aspectos negativos en lo económico que comentabas?
El indie americano se suele relacionar a películas que se hacen fuera de las grandes empresas, pero también cuando tiene un estilo visual como más personal. Lo más importante del indie es que cuenta historias que se salen un poco de los patrones de las historias típicas, cosas que una major americana nunca haría. Por eso, para consolidarlo en España tendríamos que contar historias diferentes a las que estamos acostumbrados, pero es complejo hablar de un cine a parte de la industria española porque tampoco tenemos una industria como tal. Pero, tomando como ejemplo a Estados Unidos, creo que estaría muy bien que se empezasen a desarrollar historias distintas, que están al margen de las que tradicionalmente se cuentan. Y otro factor muy importante creo que también es la idea de acercar esas historias al público joven, que se había perdido un poco. Esto lo digo hablando por mí misma: pese a que me gustan algunos directores, como joven me había despegado del cine español, me costaba un poco acercarme.
Entonces, ¿consideras que hay una forma de escribir historias más “indie” y otra más comercial o va todo relacionado a la forma de producir esas historias?
Creo que va todo ligado porque de alguna forma, desde la producción se tiene que responder a qué historia quieres contar y cómo se va a producir. Para mí, como guionista, son más importantes los historias. Supongo que una producción indie se asocia algo más barato pero también estoy de acuerdo en que si escribes una historia que no es muy comercial tampoco puedes tener mucho dinero para hacerlo, porque si tampoco la va a querer ver mucha gente la inversión tiene que ir acorde a eso; no puedes hacer una producción como 10.000 Km con ocho millones porque ni va a ir tanta gente a verla ni tampoco los necesita. Pero sí, yo creo que va más ligado a las historias, por cómo quieras contarlas, buscando ese minimalismo que tiene el indie muchas veces, con relaciones más humanas. Es decir, para mí el indie en el cine no es meter canciones estilo rock-pop, colores determinados y una estética concreta. Si empezásemos a hacer eso en España me daría mucha rabia, lo que hay que hacer es encontrar una estética propia, que creo que se hace mirando a nuestra propia generación y viendo qué les pasa –que nos estamos yendo al extranjero, por ejemplo–, qué nos preocupa… Y no cosas parecidas a las americanas, que quedaría como una imitación.
¿Vas a seguir trabajando con Carlos Marques-Marcet? ¿Tienes otros proyectos en marcha u otros que te hayan salido a raíz de 10.000 Km?
Ahora me quiero centrar en hacer un corto que he escrito, pero con Carlos voy a seguir trabajando porque nos queremos mucho, incluso ahora cuando escribo pienso en él y seguro que en el futuro volveremos a colaborar. A raíz de 10.000 Km lo que me han salido han sido muchos contactos y gente interesada en mis guiones… Y, por otro lado, en este momento también estoy escribiendo con un director catalán que se llama Pablo Larcuen.
Entrevista de Alberto Pérez Castaños.
Este post da para muchos más comentarios, pero ahora quisiera centrarme en un aspecto que es más general que particular. Como empieza por decir que Clara Roquet ganó un premio del Festival de Málaga llamado algo así cómo “Mejor Guión Novel…” no pude esquivar el gusanito venenoso ese que a veces aparece y te pone a pensar. Esas categorías adjetivadas que parece que sólo existen en el mundo hispano: Mejor actor novel, “dama joven” (existe en un premio de cine, en serio), “actriz novel”, ¿Son realmente necesarios? ¿Son justos? No hablo de justicia en la asignación sino en su existencia. Una guionista de 25 años que hace un guión superlativo, excelente, magnífico ¿No merece el premio “al mejor guión” a secas? ¿Como lo merecería una actriz de 20 años que logre la mejor performance entre varias nominadas aunque ella sea la más joven, la debutante, la carente de trayectoria y compita con experimentadas y consagradas?.
Estos premios parecen creados para salvaguardar los intereses de las “autoridades” del gremio, de los establecidos. No vaya a ser que después de “currármelo durante 20 o 30 años, en todos los modos posibles, lícitos o no tanto, vaya a venir cualquier novatico con talento y me deje sin mi “merecido” premio”.
Los comentarios están cerrados.