por Peris Romano
En apenas unas horas, dentro de la sección oficial a concurso de la Seminci, se estrena el que es mi séptimo cortometraje: En plan romántico. He de reconocer que ha sido toda una sorpresa. No porque no esté satisfecho con el trabajo y el resultado final, si no porque siempre he creído que la comedia romántica es un género considerado menor por la crítica y los festivales (no por el público), que tienden más hacia el drama o la experimentación. Así que no podía imaginar un mejor arranque.
Y es que, a pesar de disfrutar como espectador con todo tipo de cine y de géneros, como guionista y director suelo tender más hacia historias minimalistas, de corte urbano. Historias del día a día, a medio camino entre el drama y la comedia, donde puedes identificarte con los personajes, con la situación que viven, con lo que cuentan, con las decisiones que toman… Me gusta analizar, darle la vuelta y contar de una manera diferente, esos momentos por los que todos hemos pasado, estamos pasando o pasaremos en algún momento de nuestra vida.
Es quizás por esto que también, visualmente, mis guiones piden estar a disposición de los personajes y de la historia. Por ello siempre he buscado una fotografía realista, basada principalmente en reforzar la luz del ambiente y sin artificios; con una cámara que pase desapercibida, muchas veces en mano, casi escondida y alejada de la acción para que el espectador asista como un voyeur a todo lo que ocurre, trasmitiendo así una mayor sensación de realidad de todo lo que ocurre… No obstante aunque esto queda muy bien así puesto, en el mundo del cortometraje, esta forma de escribir y de rodar no sólo es una decisión artística, si no que principalmente suele ser una cuestión presupuestaria. Únicamente algunos directores tienen la paciencia de buscar financiación privada o por medio de subvención (cuando las había) para rodar esa historia que tienen en la cabeza. Otros, la mayoría, no podemos.
Cuando lo que quieres es rodar por encima de todo, fuerzas la creatividad para que tu idea cumpla varios requisitos. Hay que escribir a la vez que produces. Por eso lo primero es ajustarse y comprometerse con un presupuesto razonable o contenido. Que sea una historia que puedas permitírtela. Lo de dejarte los ahorros en un corto no es una buena idea. El dinero que te está costando es en lo único en lo que estarías pensando durante el rodaje y a saber cual es el engendro que acabaría saliéndote. Hay que estar en lo que hay que estar. Sé por experiencia que hacer cine es el arte de la renuncia y creo que es mejor renunciar desde el papel a ciertos aspectos, que hacerlo en el rodaje. Además, para mí el cortometraje es el placer de contar historias porque sí, motivado sólo por el amor al cine y lo que hago. Nunca espero nada más allá que “escupir” esa historia que llevo dentro y que la vea el mayor número de gente. Así que al contrario que muchos otros cortometrajistas, jamás he diseñado ni distribuido mis trabajos con una estrategia comercial…
Mi cuarto trabajo en formato corto, Trío, fue estrenado directamente on line el mes de febrero de 2009 y en poco menos de una semana tuvo más de 10.000 visionados. El único medio para promocionarlo fue mi muro de Facebook y el de algunos miembros del equipo. Fue así, gracias a la red social, como conocí al que hoy en día puedo considerar mi productor, Sergio Barrejón. Le había gustado mucho y estaba sorprendido de que no lo hubiera mandado a ningún festival y que hubiera decidido “regalarlo” así sin más. Yo le reconocí que no tenía ni tiempo ni ganas de molestarme en enviarlo, que desconocía por entonces el funcionamiento de las distribuidoras. Además, habíamos tenido algunos problemas con el material original en vídeo, y no estaba muy satisfecho del aspecto técnico, en concreto de la foto. Pero aún con esto, él estaba convencido que con algo más de trabajo en la sala de montaje y con la distribución adecuada, era un trabajo que podría funcionar.
Llegamos a un acuerdo: él encargaría económicamente de solucionar todos esos problemas, y además se lo pasaría a Freak, considerada como la mejor distribuidora en lo que a pequeño formato se refiere. Para mi sorpresa, a pesar de mis inconvenientes técnicos, a Freak también le gustó mucho y una vez borrado su rastro de la red y solucionados los aspectos técnicos, arrancó la distribución. En un año, con algo más de 1.000 euros de inversión total, obtuvimos 30 secciones oficiales y 11 premios. Hoy lo “reestrenamos”:
Con esta experiencia y viendo que independientemente del presupuesto, se puede diseñar un corto para que funciones en festivales, decido abandonar temporalmente la comedia para probar suerte en el drama con Todo lo que sube. Con un presupuesto de 2.000 euros, es el único trabajo en estos casi 4 años que Barrejón no ha estado detrás y que a pesar de obtener algo más de una treintena de secciones oficiales y contar también con Freak para la distribución, los premios no llegaron. No sé decir que es lo que falló o mejor dicho, en que no acerté. Supongo que no marqué la diferencia, que es lo que hay que hacer para llamar la atención, pero independientemente de esto o de su rentabilidad, he de decir que es uno de los cortometrajes de los que más orgulloso estoy junto a El efecto Rubik.
Mi siguiente proyecto con Barrejón, fue Llámame Parker. Ya conté aquí la experiencia y como le “engañé” de nuevo sin renunciar a mi filosofía de producción. Empeñado en que lo que cuenta es tener una buena idea por encima de artificios y grandes presupuestos, y puedo decir con alivio casi dos años después de estrenarse, que no estaba equivocado y así lo respaldan las 34 secciones oficiales y los 9 premios cosechados. No está mal para un documental de tres minutos y treinta segundos con menos de 600 euros de presupuesto.
En plan romántico es mi vuelta a la comedia y de nuevo a esta filosofía de producción más acorde que nunca con los tiempos que vivimos. Todo surge cuando empecé a desarrollar un guión de largometraje en el que aplicar todo lo aprendido en este tiempo. En plan romántico nace de una de las escenas de ese largo. Porque, siendo realista, asumo que por muy bajo que sea el presupuesto, las productoras no están para nada ni para nadie. El crowdfunding es hoy en día la opción más viable de financiación para este tipo de proyectos, pero sin paciencia para ponerlo en marcha en esos momentos y con mucho mono de rodaje, decidí sacar la historia de Pablo y Lola del guión y convertirlo en corto.
Sin olvidarme del largo, por ahora no tenía más pretensiones que rodar sólo por el placer de rodar. Y mi idea además era hacer una gamberrada, una parodia de las películas de Tom Hanks y Meg Ryan, especialmente de “Algo para recordar” o “Tienes un email”. Buscando esa parodia, con la “supervisión” de Barrejón, al final encontré la manera de homenajear humildemente a todas esas comedias románticas que me han marcado como espectador y a la vez me han formado como director. Hablo de películas, por citar algunas, como “Sucedió una noche”, “Tú y yo”, “El apartamento”, “Annie Hall”, “Cuando Harry encontró a Sally” o “Alta fidelidad”. Repito, un género menor para muchos, pero que para mí siempre ha sido de mis favoritos y con el que más he disfrutado en la butaca. Quizá solo yo vea todas estas referencias en el resultado final, pero de alguna manera Pablo y Lola, la pareja protagonista, son mi visión actual, madrileña, treintañera y desenfadada de Tom Hanks y Meg Ryan teniendo la conversación más importante de su vida sentimental… por Skype.
Esta vez le enseñé el guión a Sergio sin más intención que recibir su opinión y consejos. Desde hace 3 años es la primera persona a la que le enseño todo lo que escribo y reconozco que hacerlo, siempre ha mejorado mi trabajo. No iba a pedirle un céntimo, es más, pensaba rodar únicamente con un chico de sonido, un cámara y los actores. Unos 200 euros, incluso menos. Presupuesto asumible para mi bolsillo y “vergonzoso“ para pedírselo a un productor, pero como hay confianza…
Una vez leído me preguntó: “¿Qué necesitas?” y yo, que siempre quiero tenerlo cerca, le conté cual era mi “diseño de producción”. Pero a pesar de la sencillez de la propuesta, y de los resultados obtenidos anteriormente con la formula low cost, apostó está vez por hacerlo a lo grande y rápidamente puso en marcha una producción en la que incluía grabar con la última cámara de RED, la EPIC X de Morituri que estrenamos casi sacada de la caja. Y un equipo técnico de primera, entre los que se encuentran Antonio J. García, director de foto de Impávido y Fuga de cerebros 2; Raúl de Torres, montador de Pagafantas o No controles, o Aran Calleja que ha puesto la música (además de a estas dos últimas) a Éramos Pocos, corto nominado al Oscar. Incluso la Foto Fija es de Natxo López, uno de mis referentes de la comedia española televisiva y que aparcó sus labores de guionista para dejar constancia fotográfica del rodaje. Y así un largo etcétera.
Y ante tal despliegue, sin renunciar a mi estilo, decidí que había llegado el momento de aprender de experiencias pasadas, no repetir fórmulas, optando por huir en está ocasión de todo lo que pudiera resultar “indie” y que ya había hecho en mis anteriores trabajos. Me olvidé de la cámara en mano y los escorzos, jugando más con las posiciones de cámara y las diferentes ópticas, acercándome así a la estética más efectista y comercial del género. Me costó, me resistía a cambiar de fórmula, pero por suerte esta profesión es un trabajo de equipo, el cual me contagió las ganas de superarme. Y esta unión de factores, se ha traducido en una sección oficial, como único representante Español en uno de los festivales más importantes del sector.
Es cierto eso de que hay que fallar para acertar. Y he aprendido que está guay hacer cortos de un presupuesto casi cero y obtener mucho más de lo que esperabas, pero también he aprendido que hay un termino medio entre el “aquí te pillo aquí te mato” y el periplo de subvenciones o de la búsqueda de financiación privada. A veces merece la pena esperar un poco.
Estoy convencido que en estos tiempos de incertidumbre que vivimos, el cine no puede ser únicamente para los privilegiados, también debe ser para los valientes. Y la valentía siempre tiene recompensa.
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Felicidades por el éxito.
Ahora bien, lo que me intriga es cómo se borra el rastro de algo en la red.
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