Por Daniel Castro
Yendo al grano, “Crematorio” está simplemente… bien hecha.
Por muchos motivos (estupenda producción, magníficas localizaciones, gran fotografía, acertado cásting…) pero, seguramente, a nosotros los que más nos interesan son los relacionadados con el guión.
– Los episodios son de una duración razonable (unos 50 minutos) para una serie dramática.
– Los personajes, y la trama, son complejos. Se confía en que el espectador sea capaz de entenderlos sin secuencias de explicación o verbalización.
– Ausencia de tramas infantiles o personajes costumbristas, etc. (Evidentemente, no hay nada malo de por sí en estas tramas o personajes, pero introducirlos en “Crematorio” hubiera dado lugar a un “engendro” que intentara gustar a todo el mundo).
– Pese a lo anterior, “Crematorio” es una serie ambientada en nuestro país, en un tiempo y lugar muy definidos. Un tiempo y un lugar que todos (lamentablemente) podemos reconocer pese a que, siguiendo la novela de Chirbes, la mayor parte de la acción se desarrolla en una localidad ficticia de Levante llamada Misent.
– En resumen, ya desde su génesis (la elección de una novela de prestigio), “Crematorio” tiene algo de lo que carece la ficción nacional desde hace demasiado tiempo: voluntad artística. Muchos guionistas, con razón, nos sentimos incapaces de hablar de nosotros o de nuestro trabajo como “arte”. Solemos hablar de “oficio”. Es una modestia razonable y realista, pero también denota cierta falta de ambición. El cine, o la televisión, pueden ser arte. O algo muy cercano al arte. Si uno piensa en sí mismo como alguien incapaz de alcanzar esas cotas, jamás escribirá “El séptimo sello” o “The Wire”. Es mucho más probable que se encuentre poniendo todo su ingenio al servicio de “El Inquilino”.
Afortunadamente, los creadores de “Crematorio” fueron ambiciosos.
Como ya decía en el primer post, achacarle defectos a esta serie se parece a buscarle espinillas a la hermana guapa de Claudia Schiffer, pero vamos con ello.
Pequeños defectos de una serie grande
En mi opinión, “Crematorio” peca de cierta excesiva solemnidad. Tal vez por las ganas de separarse de la ficción costumbrista, Sánchez – Cabezudo y su equipo han decidido llenar la serie de personajes hieráticos, reconcentrados y solemnes. Es cierto que la novela de Chirbes daba para hacer esta lectura, pero había otras posibles. En ellas, los personajes no hablarían siempre para que sus palabras fueran esculpidas en piedra. Echo de menos toques de mayor realismo, de naturalidad e incluso de comedia. Incluso “El Padrino”, la referencia más clara de esta serie, está trufada de celebraciones familiares, de conversaciones afectuosas y ritos religiosos. “Crematorio” resulta mucho más fría. Y esto tiene que ver con el siguiente punto…
Todos los personajes son malos. Sí, así es. Excepto un personaje episódico, la cuidadora de la (despiadada) abuela, todo el resto de los personajes parecen regirse principalmente por sus peores instintos. Rubén es ambicioso y despiadado. Su hija, interpretada por Alicia Borrachero, se permite juzgarle pero vive de él. Además, es excesivamente autoritaria con su hija e infiel a su marido. Este es un intelectual supuestamente crítico con Rubén pero… acude a él cuando ve en peligro la concesión de una beca. La nieta de Rubén (Aura Garrido) es caprichosa, vengativa, vaga y aprovechada. No sigo, porque los defectos del mafioso ruso, del corrupto concejal de Urbanismo, del contratista que abandona a su familia por una prostituta, del abogado codicioso o del encargado de hacer los trabajos sucios de Rubén supongo que os los podéis imaginar.
En mi opinión, tan planos como los personajes única e invariablemente buenos lo son los única e invariablemente malos. Una serie en la que todos los personajes tienen intenciones poco confesables resulta así algo fría: no hay con quien identificarse, no hay a quién comprender. Ni siquiera los personajes que están sufriendo (el caso del enamorado de la prostituta rusa, por ejemplo) nos son presentados de manera que empaticemos con ellos. Os pongo como ejemplo una pequeña escena sin demasiada importancia (ojo pequeño espoiler): Bertomeu es ingresado en el hospital tras sufrir un infarto cuando estaba en el calabozo policial. Trata de seducir a un enfermero para que le haga llegar un móvil y un periódico (le están prohibidos ambos). El enfermero se mantiene muy firme pese a que Rubén le hace ofertas económicas exageradamente altas. Por fin, me dije, un hombre íntegro en la serie. Es entonces cuando el enfermero, de pasada, comenta que le encantan los toros. Bertomeu sonríe: ¿le traería lo que quiere a cambio de torear una capea con Enrique Ponce? Unos minutos más tarde, el enfermero trae el móvil y un diario reciente.
Entiendo que esta es una de las intenciones de la serie, mostrar que la corrupción se contagia como una epidemia, que alrededor de toda persona exageradamente rica se extiende un terreno baldío, una tierra de cenizas, en el que arden el amor y las relaciones auténticas, y todas las relaciones pasan a ser transacciones económicas encubiertas con mayor o menor esfuerzo. Sin embargo, opino que “Crematorio” se hubiera beneficiado de permitir entrar un poco más de vida en sus episodios. Y con esto me refiero a elementos que no acudieran únicamente en apoyo de la tesis defendida por sus autores. Es decir, lo que nos ocurre cuando acudimos a una fiesta en un piso del barrio de Salamanca, temiéndonos que todos allá van a ser unos pijos que nos miren por encima del hombro y, quien nos abre la puerta es una maravillosa chica sonriente que, un par de años más tarde, acaba siendo la madre de nuestros hijos mellizos.
Pese a estos pequeños “peros”, no puedo dejar de recomendaros que veáis “Crematorio”, que acaba de salir en DVD, y os hagáis vuestra propia opinión sobre ella. Será tan respetable como la mía y, seguramente, no necesitaréis tres largos posts para expresarla.
Es cierto que todos los personajes están dibujados para demostrar la tesis del/os autor/es, que según mi opinión, no es tanto que “la corrupción se contagia” como que “todos somos corruptos de alguna forma” pero sólo algunos se atreven a reconocerlo. Quizás algún personaje que se empeñase en ir en contra de ese axioma y consiguiese mantenerse firme le habría añadido luz al cuadro. Al final, solamente te queda el pobre viejo que se niega a vender su finca…
Para mí, otro problemilla que le ví a la serie (que me gustó mucho, pero esto lo noté desde el principio) es que salvo contadas excepciones, los protagonistas no hacen nada, sólo vemos las consecuencias de lo que hicieron.
Quiero decir (y aqui van unos espoilers), desde que se desata el tema del cramtorio, vemos como la policía les empieza a investigar y poco a poco van cayendo todos, pero ellos no realizan acciones dramáticas apenas (o eso me pareció), sólo reaccionan a lo que les va ocurriendo. La única excepción sería en los flashbacks en los que vemos que hizo Ruben para tener su imperio.
No se si me he explicado bien o si compartís esta opinión, pero fue lo que me transmitió la serie al verla.
¿Será que ese modo de interpretar, distante, frío, viene heredado de cierta crítica cinematográfica que identifica este tipo de interpretaciones como de calidad?
¿Será que aún miramos mucho a cierto cine francés, a cierto cine europeo?
Una tontería, como otra cualquiera, porque ahí está The Wire, llena de vida, cercana, y no menos lejos de la “obra maestra”.
‘En mi opinión, tan planos como los personajes única e invariablemente buenos lo son los única e invariablemente malos.’
Joder, qué manía con humanizar a los villanos para que parezcan creíbles. Como si en la vida real no hubiera auténticos hijos de puta sin posibilidad de redimirse… En “El hundimiento” vemos a Hitler jugando con su perro. ¿Y? ¿Acaso va a simpatizar alguien con él por esa escena? ¿Se trata de hacer más humano al monstruo, de acercarlo al espectador? Pues lo siento, pero creo que es un error. No sé al resto de la audiencia, pero a mí personalmente no me apetece empatizar con un tío que mató a seis millones de personas, pero que era bueno con los animales; o con un constructor que se ha enriquecido con la corrupción y el tráfico de drogas pero… ¡Oh! ¡Es que es tan bueno con su madre!
Es que un malo estilo Fu-Manchú no es creíble (bueno, sí, en las pelis de Fu-Manchú). No se dice en el texto que haya que empatizar con el malo: pero sí entenderlo. Habla de personajes planos.
Hitler tenía sus razones para hacer lo que hizo: razones equivocadas, demenciales, enloquecidas… pero razones que definen su personaje. No me lo imagino frotándose las manos y diciéndose “ji, ji, ji… morid, judíos…”; me lo imagino como un demente, sí, que explica sus planes (demenciales) a toda una nación a la que, en parte, convenció.
Porque si él de puro malo es tonto, tipo Hermanos Malasombra, entonces todo me suena falso, todo me parece mentira.
Yo opino igual. Humanizar a los malos Porqué? Rubén Bertomeu es un cabronazo con letras mayúsculas y en negrita. Eso no quita para que él a su manera quisiera a su madre, hija, nieta y novia aunque sea frío, distante, calculadro y etc y es tipo que no tiene ningún escrúpulo/problema para hacer lo que haya que hacer y salir ganando Siempre.
A mí el personaje me gusta muchísimo y Pepe Sancho se sale.
Y el Final intuí varias posibilidades y ese final estaba pero no de esa manera. Me sorprendió el Cómo acaba!
“Humanizar a los malos”. Fijaos en la frase: presupone asumir que “humanizar” a alguien es hacerlo bueno; o presupone que los malos carecen de rasgos humanos sólo por serlo.
Humanidad y Maldad no son términos opuestos. El primero incluye al segundo. Eso quiere decir “humanizar” a un personaje: hacerle con rasgos de bondad y de maldad. Un personaje 100% bueno o 100% malo no es creíble si pretendes un tono realista.
Adrián es que si la serie no es un puro entretenimiento los personajes no serán “villanos” ni “héroes” sino seres humanos . Precisamente el mérito de “El hundimiento” es mostrar a Hitler no como un monstruo sino como un ser humano. Es o no significa que tengas que simpatizar con el si no hacer un retrato más adulto. De hecho , lo fácil es retratar a alguien que ha sido un genocido como un “monstruo” pues no, me temo que era tan humano como nosotros; eso es lo verdaderamente terrible.
Como dice cansadoyconfuso, la ficción tiene sus propias reglas internas que no son exactamente las mismas que las de “la realidad”. “El mal absoluto” es un tema muy querido desde lo sucedido en los campos de concentración, y se ha escrito mucho sobre esa maldad y si es congénita, psicológica, social…
Pero el hecho es que todos somos humanos, y los “hijos de puta”, también. Como dice Kohonera, “humanizar” sin duda no significa que sea, en algún aspecto concreto, una “buena persona”. Ahora bien, un malo absoluto entra mejor en ciertos géneros, y Crematorio pretende ser realista.
De hecho, el último libro de Vargas Llosa trata con una realidad donde el mal campa a sus anchas, pero justo esa reiteración en cuán “inhumanos” son ciertos personajes es lo que hace que no funcione.
Habría que investigar (yo ya tengo ganas) el libro en que se basa la serie, porque tal vez el error que señala Daniel Castro esté, en su germen, ahí.
En resumen: Serie demasiado seria, sin personajes con los que empatizar, que además no hacen nada sino que solo hablan sobre lo que han hecho… ¿Y qué es lo que tiene de bueno, entonces? ¿Que no se parece a “El Inquilino”? Vale, pero es que igual los que hacen series con niños y abuelos tienen otro objetivo.
Lo que creo qeu hay que preguntarse es por qué esta serie es tan buena, si es que lo es: ¿se muere uno de ganas de saber qué pasa en el capítulo siguiente?, ¿se sorprende uno alguna vez de lo que ve, y sólo cuando lo ha visto se da cuenta de que era la única posibilidad dramáticamente coherente?, ¿hay algún personaje que diga esas cosas que yo quería decir y no encontraba las palabras?…
Y sobre todo, ¿por qué está serie ha conseguido estos fans tan selectos que, más que alabar la serie porque no encuentran motivos, alaban su propio gusto, lo exquisitos y HBO que son?
¿Por qué prefieres quedarte con los comentarios en lugar de con el post? ¿Por qué prefieres ver los defectos a las virtudes?
Respondo a tus preguntas:
– Yo comencé viendo el piloto por curiosidad y me vi dos más seguidos. ¿Me moría de ganas? Pues no, pero tenía curiosidad por ver cómo iban a salir del atolladero.
– Hay sorpresas, sí, no tanto en la trama como en las reacciones de los personajes, bastante coherentes en sus comportamientos.
– Todos los personajes dicen esas cosas que yo no sabría decir… De hecho, ese es uno de los problemas que se le achacan, que los personajes hablan para la posteridad.
Para no encontrar motivos, el autor ha empleado tres post en alabar la serie. Sin embargo, no he encontrado en tu comentario ningún motivo propio, más que un mal disimulado desprecio por los exquisitos HBO, para criticarla.
¿HBO es para exquisitos? Pues con True Blood creo que son unos exquisitos muy peculiares. Más comercial no puede ser, y ahí está su éxito.
Y Games of Thrones está un poco construído para toda esa legión de seguidores (y perdonen la expresión, un poco gastada, lo sé) del libro de Martin.
No sé bien qué es exquisito, la verdad.
Lucinda, estoy de acuerdo con tus sensaciones. Me atrevo a decir que el entusiasmo del bloguero se fue desinflando hasta este tercer post. No veré la serie, pero me voy a buscar el Séptimo Sello, que me descolocó cuando la vi hace años, como todo ese cine que inspiran los suecos y los daneses.
“Solemos hablar de “oficio”. Es una modestia razonable y realista, pero también denota cierta falta de ambición. El cine, o la televisión, pueden ser arte. O algo muy cercano al arte. Si uno piensa en sí mismo como alguien incapaz de alcanzar esas cotas, jamás escribirá “El séptimo sello” o “The Wire”.”
Me quedo con esto del post, Daniel. Creo que no es mala idea la ambición “artística”. No tiene por qué confundirse con el capricho “de autor”, ni con ser pretencioso (palabra que habría que definir muy mucho).
A lo mejor, muchos años de trabajo para productoras o televisiones que cortan las alas han creado un cierto cinismo en ciertos guionistas profesionales. Pero hay que luchar y creer, e intentar hacer algo “bueno”.
A mí me parece una buena serie. Y más visto lo que hay. Es decir, que si no hubiera lo que hay, no pasaría de ser una serie simplemente correcta.
¿Por? Ahí voy:
1. Secuencias monótonas y que en sí mismas (más allá de su ineludible fidelidad a la línea narrativa) no son nada brillantes.
2. Realización plana.
3. Excesiva herencia (en lo negativo) de un lenguaje y narración “cinematográfica a la española”. Lo pongo entre comillas y lo defino: falta de ritmo, exceso de planos generales, planificación simple y con muy poco planos de detalle. Secuencias eternas y sota, caballo y rey en los planos contraplanos. Abuso del plano sobre el que habla y no sobre el que escucha.
4. Guiones trascendentes. No es que no se vea la vida cotidiana o “normal” de estos personajes (es una opción tan válida como otra cualquiera), es que no hablan normal. Es que no hay un momento de sonrisa, de ironía. No he leído la novela. Probablemente sea herencia de ella. Pero no me importa. Una serie no es nunca un homenaje a la novela, sino que la utiliza como recurso para hacer una obra nueva y analizable en sí misma.
5. Cada uno tiene su estilo y es respetable… pero casi no hay escenas por corte. Cada escena empeiza de cero. Y eso acaba dando como resultado que se cuente a través de la palabra y no de la imagen. Que la elipsis apenas sea utilizada.
6. Interpretaciones trascendentes. Lo siento pero no sé cómo un actor tan plano, engreído (se dirige a sí mismo) y previsible como José Sancho puede ser elevado a los cielos de la interpretación. Declama. No siente. Y cuando parece que siente sólo se le ve enfadado, solemne o estreñido. Típico actor que cuida su imagen más que la de su personaje. El resto, buenos actores la mayoría, al servicio de personajes que se hunden, se siguen hundiendo y se ahogam. Sin matices, sin giros…
Alguien ha dicho que no hay sorpresas, giros, humanidad… Tiene razón. No se trata de “trucos” para conseguir eso. Se trata de realizar una estructura narrativa que se base en eso. Que los personajes a pesar de vivir en un continuo fatum, sean los causantes del mismo. Los que nos lleven a las peripecias y no al revés.
Y emociones. No planas (que dejan de serlo) sino en contraste.
Porque para mostrar lo que han mostrado, se podía haber contado en muchísimos menos capítulos.
PS: Y sí, me pasa con “Crematorio” como con “Tres días en la familia”: son productos a la medida de cierta intelectualidad crítica que considero ética y estéticamente pasada de moda y francamente desinformada de cómo está el audiovisual. “The Wire” o “State of play” como tramas de corrupción y política dan mil vueltas (y no en producción: en talento”) a la primera. “El primer día del rsto de tu vida” lo hace con la segunda.
Pero, como siempre, es cuestión de gustos. Y todos son respetables (aunque opinemos lo contrario).
Repito: Si no hubiera lo que hay, no pasaría de ser una serie simplemente correcta. Ojalá sea la base (junto a otras por venir) de que esto cambie. Y los mismos que han hecho “Crematorio” sigan trabajando para hacer series aún mejores. Aunque calculo que se volverán al cine. Al fin y al cabo, en este país, los que se dedican al cine, siempre miran la pequeña pantalla por encima del hombro.
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