Por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)
Bien, como recordaréis algunos, la semana pasada dejé a medias un post sobre el director, guionista y productor alemán Werner Herzog.
Durante estos días, buscando sobre él en Internet, cada vez he ido descubriendo información más y más fascinante sobre este personaje. Algunas de sus hazañas parecen casi propias del gran Chuck Norris.
Por ejemplo, Herzog fue el tipo que sacó a Joaquin Phoenix de su coche cuando éste sufrió un grave accidente. También sufrió un tiro en el vientre mientras daba una entrevista en Los Angeles y, cómo no, continuó respondiendo como si tal cosa.
El siguiente vídeo es mi favorito, pero necesita un poco de explicación. Herzog era amigo de Errol Morris, que quería hacer su primera película documental. Sin embargo, Morris no tenía dinero y no pensaba que nadie pudiera financiarle su proyecto. Herzog le contestó que el dinero no hacía películas. Tenía que lanzarse a rodarla y, cuando la acabara, él (Herzog) se comería uno de sus zapatos.
Lo que parecía imposible, sucedió: Morris terminó su documental, “Gates of Heaven” (1978) , aunque no tenía aún distribución. Herzog cumplió su palabra. Aquí está el vídeo, en el que vemos cómo el director alemán cuece, condimenta y, finalmente, ingiere en público uno de sus zapatos de cuero.
En ese mismo vídeo, Herzog habla del accidente que sufrió uno de los enanos de su película “También los enanos empezaron pequeños” (1970), cuenta cómo, al ver al actor asustado por las llamas, decidió tranquilizar a todo su reparto. Lo hizo asegurándoles que, si todos acababan bien, se lanzaría (desnudo) a un cactus. También lo cumplió. Al parecer, ahora, décadas más tarde, tiene todavía algunas espinas clavadas en la rodilla.
Os recomiendo leer todo lo que encontréis sobre este tipo, mesiánico, divertido y, al menos para mí, muy inspirador.
Hay dos reflexiones que se me han ocurrido a raíz de ver todo este material de (o sobre) Herzog.
La primera: como os comentaba en el post de la semana pasada, para rodar “Fitzcarraldo” Herzog y todo su equipo (imagino que sobre todo su equipo) subieron por una montaña un vapor, reproduciendo lo que había hecho años antes el personaje en cuya historia se inspiraban (con el matiz de que Herzog y su equipo lo hicieron con el barco entero, no por piezas. La espectacularidad se impuso al sentido común). Es decir, para rodar una película sobre un hecho colosal y ridículo, reprodujeron el hecho convirtiéndolo, de hecho, en algo más colosal y ridículo todavía.
En mi opinión, lo fascinante de la ficción no es que sea falsa. Lo fascinante es que, durante un instante es verdadera. Para que podamos grabarlo, para que sea creíble, el barco está subiendo la montaña. Para que la gente se lo crea, debo poner cara de loco, debo colocarte este cuchillo en el cuello. Tú debes parecer / estar asustado.
¿Es muy diferente Fitzcarraldo, el irlandés encarnado por Kinski que manda a los nativos que no aflojen y suban el barco, de Herzog, el director alemán, que, unos metros más lejos, tras la cámara, ordena a los mismos nativos que prolonguen el esfuerzo mientras dure el plano que están rodando? ¿Y en qué se diferencian estas dos personas de aquél potentado de origen extranjero, Carlos Fermín Fizcarrald, que acometió la misma proeza (aunque algo menos absurda) siglos antes?
En resumen, para representar algo, sobre todo si uno pretende hacerlo con fidelidad, muchas veces hay que repetirlo.
Y, evidentemente, trataremos de realizar una representación lo más creíble posible. Conseguiremos un barco de vapor que se parezca a los de la época, buscaremos un actor que pueda parecer suficientemente loco como para amenazar a alguien con un machete. Tal vez por eso Herzog eligió a Klaus Kinski para hacer de Lope de Aguirre, de Cobra Verde. Sabía que Kinski podía amenazar a alguien con un machete.
De hecho, lo hizo con el propio director.
Pero no perdamos de vista que Kinski estaba representando a una especie de alter ego del director. Un director mucho más calmado pero que también llegó a amenazar de muerte a su estrella si abandonaba el rodaje.
Vamos con el segundo punto del que quería hablar. Este vistazo superficial a la carrera del director alemán me ha hecho recordar algo que de vez en cuando me he planteado. Es una idea que puede poner muy nerviosos a los guionistas profesionales. A los directores profesionales. A los actores profesionales. A los profesionales en general.
Vamos con ella.
A veces pienso que uno sólo puede contar bien una historia. Una sola.
Un actor sólo puede ser un personaje.
A veces pienso que sobrevaloramos la capacidad de interpretar, de fingir o inventar.
Evidentemente, un profesional desarrolla técnicas y oficio para poder construir cualquier tipo de trama, de cualquier género. Pero cuando se trata de escribir algo propio, cuando uno crea algo a partir de nada, elegirá casi siempre los mismos temas, los mismos conflictos y finales muy similares. Aunque no sea consciente de ello.
Como decía la semana pasada, la carrera de Herzog es en ello paradigmática, pero algo similar ocurre con casi todos los grandes narradores (guionistas y directores) incluso si no son autores de sus historias originales. Su intervención, aunque sólo sea en la elección del material original o en la manera de abordarlo, suele poner el énfasis en los temas que les son más cercanos, encaminando así el relato en la misma dirección que el resto de su obra. ¿A alguien que no fuera Howard Hawks se le hubiera ocurrido resolver el varonil conflicto entre John Wayne y Montgomery Clift gracias a la intervención de una mujer ingeniosa y vivaracha que casi parece recién salida de “La fiera de mi niña”?
Los guionistas solemos fantasear con la idea de que podemos escribir cualquier cosa; una comedia, un drama, un thriller y una historia con monos de ojos rojos que brillan en la oscuridad. Una semana positivas historias de superación y, la siguiente, dramas desesperanzados propios de un Haneke con resaca. Y claro que podemos hacerlo, si nos pagan por ello. Pero… ¿lo haremos bien? Opino que cuando uno se sienta a escribir por placer, si lo hace con cierta honradez, suele tender a escribir siempre una variación de la misma historia.
Y, en el mejor de los casos, esta se parecerá un poco a la historia de su propia vida. Al menos, de la que él cree que es la historia de su propia vida.
A veces me resulta ridículo cómo algunos actores intentan “no encasillarse”. Un actor guapo y soso es una persona guapa y sosa. Una actriz fea pero graciosa es una persona fea pero graciosa. La cámara detectará ambas cosas, por bueno que sea el guión. Los mejores actores, en mi opinión, no han basado su carrera en huir de su encasillamiento, sino repitiendo, con matices y variaciones, los personajes que pueden hacer mejor que nadie.
Opino que lo mismo ocurre con los guionistas. Normalmente, un guionista con sentido del humor escribirá bien cosas graciosas. Un tipo sesudo y denso escribirá historias densas y sesudas. Por supuesto, un guionista cachondo puede intentar escribir algo al estilo de los hermanos Dardenne (y os lo digo por experiencia), pero, ¿merece la pena forzarse, tratar ser otro? ¿Recuerda alguien las películas en las que Woody Allen quiso ser Bergman? ¿O las que Truffaut rodó “a lo Hitchcock”? ¿No es más útil dedicar ese tiempo a encontrar quiénes somos nosotros, qué nos distingue de los demás, cuál es nuestra historia y cómo podemos narrarla?
Herzog encontró la suya y nos la ha ido brindando, a lo largo de los años, en diferentes modulaciones. Eso no le ha impedido abordar todo tipo de géneros: el thriller, el fantástico, el drama de época, la ficción realista contemporánea o el documental.
Como ya he escrito más arriba, sé que muchos compañeros no estarán de acuerdo con estas reflexiones. Yo también me siento, o me he sentido, capaz de escribir bien cualquier historia. Ahora, tal vez por los años, me conformaría con ser capaz de escribir dignamente una sola. Y aún tengo que encontrarla.
Pos supongo que hay de todo… hay tipos que son la mar de versátiles y que lo que les motiva es enfrentarse a retos diferentes, como Howard Hawks, Ernest Lehman o Jerry Goldsmith, que han tocado todos los palos y en casi todos lo han hecho bien (incluso Bergman, tan asociado al drama, tiene comedias y pelis de terror que son muy buenas; el propio Herzog en la estimable “Rescate al Amanecer” se aparta mucho de sus demás películas), y otros artístas que mueven muy bien en cierto tipo de historias y no les gusta salirse de ellas (El citado Woody Allen, Haneke, Iñarritu…). Supongo que se trata de encontrarse a uno mismo y ser fiel a ello. Lo que está claro es que forzarte a hacer algo que no se te da bien o en lo que no crees, es una mala receta.
No estoy de acuerdo. El camino que va de cualquier drama de Bergman al cine de terror es muy pequeño. Y su comedia… dios, hay dramas que son más ligeros y más divertidos. Y conste que me encanta Bergman… cuando es Bergman.
Pero el hecho de saltar de la comedia al drama o al revés no significa que se cuente una historia diferente. Shakespeare salta a la comedia con una facilidad enorme, pero aun así sigue jugando sobre las mismas historias. Fatih Akin (quizá el mejor director alemán de la actualidad) salta del drama a la comedia como pocos hoy en día. Y aun así cuenta las mismas historias. Con la única diferencia de que cuando hace comedia, suele dejar muchas salidas a sus personajes. Cuando hace drama, se las cierra todas.
¿En qué no estás de acuerdo? Vale, quitá el ejemplo de Bergman si no te convence, aunque me refería a lo diferentes que resultan, por ejemplo, “El silencio” de “La hora del Lobo” o “Sonrisas de una noche de verano”, por mucho que tengan en común de elementos estéticos o narrativos. Aunque en esto podemos acabar cayendo en el tema de las valoraciones y lo que para mí será diferente para ti no marcará tal diferencia, claro.
Y me parece que Shakespeare, al que adoro, también tocó historias y temas muy diferentes; “Coriolano” tiene poco que ver con “Noche de Epifanía” o con “Troilo y Crésida”… y no digamos ya con esa rareza que es “La tempestad”, pese a que todas tengan personajes inolvidables y una belleza poética inigualable.
Lo que decía es que pienso que hay autores que sí trabajan sobre el mismo tema y la misma historia (y a veces con el mismo tono), y que en ello son geniales, como el que citas, pero que también hay otros a los que les gusta investigar y probar en diferentes géneros o tipos de historia, y que también pueden ser muy buenos.
Evidentemente todos tienen rasgos estilísticos propios y muy identificables (su “voz”) e incluso una visión del mundo muy particular que volcarán en sus obras… pero estas pueden ser más o menos diversas.
De estos creo recordar que Howard Hawks, en una entrevista, había dicho que algo que le motivaba mucho en un proyecto era el no haberse enfrentado a algo así nunca (y se nota: westerns, musical, comedia, cine negro, bélico, ciencia ficción…); y no se me ocurren dos pelis más dispares que “Sonrisas y Lágrimas” y “El lamnento de Portnoy”, ambas hechas por Lehman en muy corto espacio de tiempo (y él adoraba ambos proyectos).
Conste que esto no invalida lo que dice Daniel Castro(con el que estoy bastante de acuerdo); hay autores que sí cuentan siempre lo mismo y de forma genial… y que es bueno descubrir lo que sabemos hacer bien o nos sale de dentro y ser fieles a ello… y que eso es dificilísimo.
Aun así… las historias que cuenta cada uno no son a menudo obvias y no se limitan a diferenciar entre comedia y drama. Imaginemos ‘sonrisas y lágrimas’ escrito por Shakespeare, probablemente el personaje de Von Trapp sería bastante más complejo y se debatiría entre los nazis y María. La inocencia de María sufriría un prueba tras otra al enfrentarse al mundo real. Probablemente el nazismo se personalizaría en algún antagonista fascinante. Los niños, por otra parte, casi con seguridad quedarían relegados a atrezzo. Bergman, sin embargo, se centraría probablemente en los niños y en su relación con el padre así como en la influencia del nazismo en su comportamiento como figura paterna. Y todo ello contando la misma historia…
Evidentemente, cada autor tiene su estilo y su forma de enfocar las cosas.
Jeje, aún vamos a estar con la típica discusión conceptual y al final resultará que estamos de acuerdo y que el quid está en el nombre que le ponemos a las cosas.
Lo único que decía es que hay autores en los que los tipos de historias son más marcados (Iñarritu es un buen ejemplo) y en otros son más diversos (como Howard Hawks), pese a que ambos mantengan constantes estilísticas y temáticas. Un buen ejemplo es John Ford, que contó muchos tipos de historias pero en ellas siempre se nota que están siendo contadas por él.
Cierto, cierto. Aunque tengo la sensación de que muchas veces sigue habiendo ‘elementos comunes’. Eso sí, menos visibles.
En gran parte es verdad lo que dices. Pero yo recuerdo “Otra mujer”, de Woody Allen. Y no es de las que te ríes.
Elperejil, Rescate al amanecer es puro Herzog! Incluso rodó un documental sobre el personaje real en los años 90.
Lo mismo puede decirse de las que a primera vista pueden ser consideradas sus peliculas mas convencionales como Teniente corrupto, Invencible o Grito de piedra, todas ellas siguen siendo hijas de Herzog.
Sí que es puro Herzog en cuanto a estilo y todo eso, pero su personaje no es hombre obsesionado, loco o marginal, como en Aguirre o Fitzcarraldo o Corazón de Cristal, sino un tipo (más o menos) normal que se enfrenta a unas circunstancias extraordinarias y muy hostiles (en esto sí tiene mucho en común con las otras) y es capaz de superarlas. Y la peli me encantó, igual que las otras que cito.
hola a todos… primera vez que escribo un comentario en esta página que sigo y admiro por su lucidez y sentido de la ironía (ser guionista es uno de los trabajos más duros y absurdos que conozco) Una de las tantas cosas que me parece extraordinaria en Herzog, es su relativización del proceso de escritura del guión, a favor de la profunda convicción o intuición de que el acto de filmar ES lo único que cuenta. No concibe meterse más de un par de semanas a escribir algo que de todos modos se construye en la interacción con lo real (sea imaginado o no). Esta interacción es en sí mismo el guión, en el sentido de que cualquier cosa que filme, de todos modos, será él y a pesar de él en relación a lo que elige filmar. Y esto ya contiene una narrativa, una ética, una técnica y una visión. No hay impostura. Pura fisicidad con lo filmado. Un hacer con el cuerpo. Por eso me parecen tan pertinentes los comentarios de Daniel Castro. Por supuesto su método de trabajo ha chocado sistemáticamente con los requerimientos de la industria, y esto también es parte de su “visión”. Claro que el tema da para mucho… las películas se hacen filmándolas, no escribiéndolas. El guión se ha sobredimensionado y convertido en una especie de rehén a causa de una industria necesariamente controladora que exige de antemano la prueba de que dios existe… algo así es lo que leo entrelíneas en la postura siempre radical de Herzog. Que para hacer cine no hace falta dinero, me parece cuando menos, una hermosa provocación…
A proposito de Herzog, plantea un tema interesante, Daniel. Lo ideal sería que cada uno supiera encauzar su creatividad de la manera más idonea. Reconocerse en aquello en lo que puede ser más exitoso y competente. Encontrar la mejor manera de canalizar su expresión. Pero, no siempre resulta fácil identificarlo y el hecho de que a Hergoz le haya dado resultado, no significa que el procedimiento que éste utiliza sea siempre el más idoneo.
En mi opinión, el procedimiento experimental, por ensayo y error es lo que contribuye a avanzar en este conocimiento. La propia experiencia te hace desestimar opciones y te va situando en uno u otro lugar. Sólo algunos privilegiados tienen la suerte de acertar a la primera. Y en el cine hay ejemplos para todos los gustos. la huella de Crhistopher Nolan es reconocible en “El Prestigio”, “Memento”, “Insomio”, “Origen”..Algo parecido ocurre con la filmografía de Almodovar. Las variaciones, apenas son percetibles y por muy distintas que sean las histórias, son perfectamente reconocibles. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Amenabar, ni con Baderas como actor. Su apuesta es distinta en cada film. Y esto no es mejor, ni peor, simplemente algunos se muestran más cómodos siguiendo una determinada linea de expresión y perfeccionandose en ella. Otros en cambio, necesitan como el aire que respiran, tocar todos los palos. Y conseguir ser buenos en todos ellos, ya es más cuestionable. Sin embargo, hay que decir, que las probabilidades de encontrar lo que más les identifica, también aumentan.
“Es decir, para rodar una película sobre un hecho colosal y ridículo, reprodujeron el hecho convirtiéndolo, de hecho, en algo más colosal y ridículo todavía”… si, genial Herzog, más Aguirre que el propio Aguirre.
Estoy de acuerdo contigo, se trate de lo que se trate, siempre existe una fascinación, en algunos casos una obsesión, que es fácil de rastrear en todas las obras de un autor sea director, escritor, escultor, … o guionista.
Excelente artículo, Daniel. Personalmente creo que hay artistas de los dos tipos, aunque me parece que la tendencia natural que tenemos todos es como tú dices contar una y otra vez la misma historia. Por eso me encantan los directores que son capaces de rodar películas que no tienen nada que ver entre sí. Se me ocurre por ejemplo Peter Jackson, que igual te hace un pedazo de gore como “Braindead, me he comido a tu perro” que se sube a la cumbre de la épica con “El señor de los anillos”, sin olvidar el psicodrama de “Criaturas celestiales” o esa marcianada de comedia que aquí se estrenó como “Agárrame a esos fantasmas” (Me pregunto qué clase de ser humano le puso ese título en España).
Por otra parte, para los que quieran saber algo más de Herzog, les recomiendo “Conquista de lo inútil” (eso sí que es un título como dios manda), un diario escrito por el director alemán precisamente durante el rodaje de Fitzcarraldo.
http://www.blackiebooks.org/#BB5
Bueno, y ya puestos, recomiendo el catálogo entero de la editorial, que tiene un montón de cosas raras y estupendas.
Uno que se atrevía con todo, y además lo hacía casi todo bien, era el señor Wilder…
Bueno, no he visto toda su filmografía, pero en “El Apartamento”, Irma la dulce”, “Sabrina” y…también puede rastrearse su linda huella.
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