por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)
Mi anterior post hablaba sobre algunas diferencias de la narración literaria y la audiovisual.
Una de las frases que escribí ahí me ha hecho pensar un poquito. Decía que el cine parece incapacitado para lo genérico, todo en él es específico.
Escribimos esto en un guión: “CARLOS coge un libro. Lo abre. Se duerme antes de leer la primera página”.
El cine es, en esto, como la realidad. En la realidad no existe “un” libro. Existen libros precisos: manuales de jardinería, novelas bélicas… No, me equivoco. No existen manuales de jardinería ni novelas bélicas: existen “Monte Cassino” de Sven Hassel y “Cómo cultivar los mejores bonsais” en la edición rústica, de tapa plastificada.
En cine no existe “un tipo atractivo, de casi cuarenta años, de aspecto algo descuidado”. En cine existe el mejor actor atractivo de cuarenta años que el productor y el director hayan podido encontrar (y pagar). En cine está Alberto San Juan, con gorra y sin afeitar, vestido con unos vaqueros que te recuerdan a esos que acabas de tirar porque ya no podías ponerte. Si el espectador tiene una opinión concreta sobre Alberto San Juan, o les tiene manía a los hombres que llevan gorra, es difícil lograr que se sobreponga a estos prejuicios y contemple la película de manera más objetiva.
En cine no existe una casa vulgar, decorada con pósters de dudoso gusto. En cine existe este piso estrecho, con paredes de gotelé blanco, una lámpara dorada, un mueble de madera laminada, una lámina con un ciervo atacado por tres perros feroces. Uno le muerde el cuello. Aunque la casa parece vacía, hay un cigarrillo a medio fumar en el cenicero de cristal verde, sobre la mesa de cristal y estructura metálica.
Por favor, mirad este vídeo. Es del inicio de “La noche americana” de Truffaut (siento la mala calidad de imagen, no lo he encontrado subtitulado en mejor resolución). Describe, mucho mejor que yo, algunos de los dilemas de un director de cine.
Cuando Truffaut, en esta secuencia de “La noche americana”, elige entre las pistolas que le ofrece el armero de la película que está rodando, está haciendo específico lo abstracto. Su director de arte ha tomado la decisión de reducir lo que el guión llamaba genéricamente “una pistola” a esos cinco modelos que le presenta al director. Éste elige uno de los modelos. Llevado tal vez por el azar, el gusto personal, cierto afán de verosimilitud y por un detalle que menciona: las manos del actor son pequeñas, mejor que la pistola no sea demasiado grande.
Casi todas las preguntas que el equipo hace a un director son sobre aquellos elementos que han quedado (necesariamente) en off en un guión. ¿Quiere que se vea la puerta mientras ella habla? ¿Quiere que haga este gesto cuando menciona que ha comido demasiado? ¿Quiere que la luz entre con fuerza por la ventana o, más bien, que bañe la habitación con suavidad? ¿Acento neutro o ese ligero deje sevillano que le sale al actor naturalmente cuando no está interpretando? ¿Nos centramos ahora en la reacción del hijo al escuchar la lectura de la herencia o en el rostro del abogado? ¿Tal vez un plano detalle de la cláusula que la viuda consiguió introducir a última hora? ¿Y la sonrisa de ella?, ¿Merece un plano corto o sería demasiado obvio?
Una de las cosas que más llama la atención a un guionista cuando va a un rodaje es el fervor con el que el equipo guarda sus copias del guión. Repiten las descripciones de memoria, casi como si de versículos bíblicos se tratara. Releen los párrafos para extraer de ellos toda la información posible: ¿aquí el personaje de Raquel sigue llevando la chaqueta sobre los hombros o no? Alguien lleva semanas buscando una sudadera roja y tú, que escribiste el guión hace más de un año, no te acuerdas de qué personaje la llevaba. Otro ha creado un fantástico cartel promocionando las bellezas de la región de Murcia sólo porque tú, una noche de insomnio, quisiste hacerle así un homenaje a la autonomía en la que nació tu novia. Los actores te felicitarán. Te dirán que su personaje es muy rico, lleno de matices. Luego te preguntarán si, en el fondo, odia a su madre, como ellos interpretan después de haber leído cierta réplica. Volverás a leerla y pensarás: “bueno, tal vez odia a su madre. Y yo sin saberlo…”
Un guión que incluyera todos esos datos que el equipo técnico y artístico solicita con avidez sería imposible de escribir y de leer. No creo que tengamos que aspirar a redactar ese documento imposible (que, de todos modos, seguramente sería ignorado por el director, que se vería invadido en sus funciones), sino a ser conscientes de que nuestro guión, por muchas horas que hayamos invertido en él, enfrentado a la prueba de ponerlo en escena, será siempre un pequeño documento incompleto, un mapa del tesoro garabateado sobre una servilleta mojada. Y de que, aunque nosotros estemos seguros de que ahí está el oro, se necesitará mucho trabajo, bastante dinero, más imaginación y un gran equipo para encontrar y desenterrar ese maldito cofre.
Muy certero… Es duro pensar que la “obra maestra” del guionista es sólo un documento de trabajo que irá a parar, irremediablemente, en la papelera en cuanto haya terminado su utilidad. Pero qué bien sienta saber que es la clave para dar con el oro.
Hace poco he comenzado a leer el guión de “Harold y Maude”. No he visto la pelicula, pero he oido hablar de ella.
Para quien no conozca la historia, trata sobre la relación entre un veinteañero (Harold) y una octogenaria (Maude).
Seguramente la pelicula será diferente a como yo la imagine, por todos esos aspectos que comentas en tu entrada. Para empezar me imagino a los personajes con una estética actual, cuando la pelicula fué rodada en los setenta (lo que influirá en el peinado y la ropa, sin duda). Luego, al llegar el momento en el que los personajes se conocen (debido a su afición a los funerales), me imagino la escena en el único cementerio en el que he estado. Supongo que cualquier cementerio sería válido para el desarrollo de la historia, y llenar el guión de comentarios sobre los elementos que deben componer ese cementerio sería absurdo. Un guionista debe preocuparse de proporcionar la información minima necesaria para el desarrollo de la trama. Lo demás es tarea del director de Arte (por lo menos, eso creo).
Pero lo que mas me ha llamado la atención de este guión (o de las veinte páginas que he leido) es la enorme cantidad de anotaciones sobre dónde debe estar la cámara (lo que William Goldman llama “cámaramierda”).
Siempre he creido que eso era entrometerse en el trabajo del director, pero el comienzo de la pelicula me hace pensar que a veces es necesario:
INT. Casa de los Chasen. DIA.
La CAMARA está a niver del suelo. Un joven entra pero solo vemos los bajos de sus pantalones. Le seguimos mientras cruza la habitacion hasta el tocadiscos.
OIMOS como pone un disco de música clásica. Tras un momento los pies se alejan del tocadiscos, y les seguimos. Pasan junto a una mesa baja y un sofá hasta dentenerse junto a las cortinas de la ventana. Pausa.
Un grueso trozo de cuerda de cortina aparece en PRIMER PLANO. Lo seguimos hasta el centro de la habitación. Los pies se suben a una mesita. La cuerda se cuelga FUERA DE CAMPO.
Pausa.
Los pies se acercan a una silla junto a la pared. La silla es levantada y transportada al centro de la habitación. Los pies se suben a la silla y LA CAMARA se eleva a su nivel. Tras un momento los pies empujan la silla y se quedan colgando en el aire.
La MUSICA se detiene.
Bueno, yo no hubiera puesto que es un joven (Si, es Harold, pero ¿Como sabemos que es un joven si solo vemos los pies?).
La información visualmente necesaria aqui es la soga, la silla, y los pies colgando, aunque no sabemos cómo acaba hasta que no vemos los pies colgando.
¿Hay alguna manera de evitar el cámaramierda?
De forma general, yo creo que el extracto de guión que expones se podría reemplazar todas las referencias a la situación de la cámara por un SE VE o un VEMOS, depende lo personal o impersonal que se quiera ser.
“Se ve el suelo de una habitación. Aparecen los bajos de unos pantalones (…)”
“Se ve un grueso trozo de cuerda de cortina.” (me parece que lleva implícito el PP si el plano se describe así.
“(…) Los pies se suben a una mesita. La cuerda deja de verse.”
“ACOMPAÑAMOS a los pies mientras se suben a un silla”, aunque creo que esto es hacer un poco de trampa.
Pero no he utilizado ni CAMARA ni PRIMER PLANO.
Apoyadísimo Kohonera!
Siempre existe la posibilidad de sugerir el plano, incluso al pormenor, sin necesidad de escribir, Primer Plano o Panorámica. El guionista es un escritor que debe dominar el qué y el cómo, no solo en el contenido, sino también en la forma.
Si. Supongo que las indicaciones sobre lo que se ve o no se ve en la pantalla es lo mas usado, y lo más sensato. Aunque a veces haya que usar jerga más técnica, como el famoso SALTO DE FOCO que aparecía en el guión de “Algo pasa con Mary” cuando Ben Stiller está mirando los pajaritos y de golpe está viendo a Cameron Diaz en ropa interior.
Volviendo al tema de la entrada. Aunque es evidente que el escenario elegido para rodar una pelicula influye en ésta, también la pelicula influye en la idea que tenemos del lugar.
Me explico: Los que hemos visto “The Wire” tenemos una visión de Baltimore muy distinta que los que han visto esa pelicula ambientada en Baltimore “He’s not that into you” (titulada aqui “¿que les pasa a los hombres?).
El escenario es el mismo, pero en el primer caso Baltimore es una ciudad llena de drogatas y traficantes, sucia y oscura.
En el segundo caso parece la versión norteña de Manhatan, con gente guapa que hace Yoga, Gays elegantes y Calles limpias y soleadas.
Supongo que no es lo que ruedas, es cómo lo ruedas.
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INT – Casa de los CHASEN – DÍA
El suelo. Unos pies lo cruzan ágiles hasta las patas de un mueble. Se detienen y, tras unos momentos, empieza a sonar una pieza de música clásica. Los pies giran. Pasan frente a una mesita, un sofá… por fin se detienen frente a una cortina.
La cuerda de la cortina se anima súbitamente y se dirige al centro de la habitación, donde se detiene.
Los pies se dirigen ahora a una silla junto a una pared y se detienen ante ella. La silla se eleva y se dirige al centro de la habitación, donde aterriza junto a los pies. Éstos suben sobre ella y, tras un momento, la empujan, quedando colgados en el aire.
La música deja de sonar.
Si no quieres poner lo de cámara, narra directamente lo que se ve en pantalla. Yo no soy partidario de sustituir “CÁMARA” por “VEMOS”. El que no acepta lo primero no suele aceptar lo segundo
Creo que esta reflexión que has hecho tiene mucho que ver con la esencia misma de la profesión de guionista y con nuestra necesidad de controlar el mundo a través de nuestra simple voluntad.
¿Qué guionista no es un pequeño dios en su mundo de papel y tinta? Queremos que nuestro personaje antagonista se llame como el gamberro que nos quitaba la merienda o que las flores del jarrón de nuestro protagonista sean las preferidas de nuestra abuela porque así mantenemos la ilusión de introducir una parte de nosotros mismos en la ficción. Y luego nos abruma que los actores o el vecino nos hagan preguntas porque nosotros nos centramos en lo que se ve, en lo que queremos narrar con imágenes y lo demás está tan interiorizado que no sabemos que contestar o no queremos hacerlo. Yo creo que esa es la diferencia entre un guionista y un director. Que el guionista quiere escribir y el director quiere compartir. Y por eso es dificil que no nos frustremos cuando nos tocan nuestro pequeño mundo, que ha dejado de ser nuestro.
Los datos que el equipo técnico y artístico pide “con avidez” son al director, nunca al texto, porque el rodaje del material es la plasmación del texto según la visión del director. En mi opinón, en el texto debe estar la esencia de la historia, no la historia en si. No creo en la inamovilidad del mismo, y cuando dices que el equipo conserva con esmero sus copias del guión, es porque es la herramienta clave y común que tienen todos, sin olvidar que una película es la representación visual de un texto literario según el punto de vista de un director. Hay que bajarse del carro y pensar que un proyecto de ficción es responsabilidad del director por encima de todo, seguido de lejos por el productor y el guionista. El hecho de que haya un orden inverso (de tradición casi centenaria) en el rollo de créditos en función de la responsabilidad no es baladí. Y al guionista que no le guste, que se meta a director, que mola más, aunque yo me lo pensaría mucho si no tie´ne plena confianza en su salud física y mental. Wilder solía decir que se metió a director porque estaba harto de que le estropearan los guiones.
Así, me parece que un guión NO debe ser explicito a la hora de describir decorados o atrezzo, ni estilismo, ni maquillaje, si no contribuyen decisivamente a la esencia de la historia. Eso hay que dejarlo a la gente que se dedica a ello y lo hace muy bien, porque en cada historia, aunque uno no lo sepa, hay muchas más historias dentro de la que uno ha escrito.
Y eso es lo bonito de escribir guiones.
Rodro, estoy de acuerdo en casi todo lo que dices, pero es natural que el equipo siga el guión. El director dirige actores, selecciona planos, vestuario, es su cabeza que interpreta la historia y es él quien dirige el equipo, como bien dices. Pero el guión es la guía base para todos! Hasta para el propio director, porque durante el estrés del rodaje es imposible retener todo en la cabeza (tal vez los superdotados, que no hay muchos). Si así fuese para que existe la anotadora, por ejemplo? La anotadora relee una y mil veces el guión, es imprescindible, nadie como ella controla el tiempo del rodaje.
Y hablando de…, no era la anotadora del propio Truffaut, que le decía… Perdón maestro, pero falta un plano detalle de…
La representación visual parte de lo escrito, de la esencia, pero también de desarrollo, su continuidad.
El guión es el mapa que abre la ruta, si la maleza es intrincada, tendrás que volver al mapa una vez y otra.
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