¿Cuál es la palabra que con más frecuencia oyen los guionistas en sus conversaciones y leen en sus mails? ¿Será “escaleta”? ¿“Estructura”? ¿“Conflicto”? ¿“Giro”? ¿Acaso “arco”? ¿O se trata de “personajes”? ¿Podría ser “contrato”? ¿”Euros”? Bueno, estas dos últimas casi seguro que no tanto como quisiéramos.
Vaya por delante que el resultado no procede de ningún estudio de una Universidad prestigiosa americana, ni siquiera de una que no sea prestigiosa ni americana. Es fruto de una opinión completamente personal, pero tras varios años trabajando como guionista y, tras muchas charlas con muchos compañeros de profesión, creo firmemente que la palabra que con más frecuencia escucha un guionista es…
“NO”.
“Tu guion NO me convence”. “NO vamos a producirlo”. “NO nos interesa”. “Está muy bien, pero… NO”.
A veces son rechazos absolutos, a la totalidad del proyecto, y a veces rechazos menores, a aspectos, personajes, giros, nombres, títulos… pero a lo largo de una trayectoria profesional con cierto recorrido no es raro coleccionar una buena totalidad de “noes”. De hecho, para cualquier guionista son muchos más los proyectos rechazados, o que se quedaron en el camino, que los que finalmente llegan al espectador.
Se trata de algo normal, un guion no se escribe sólo para rodarse, también sirve de prueba del posible resultado final que va a tener esa historia en la pantalla y puede desecharse en el proceso, ya se trate de que se compruebe que la manera de abordar la idea no sea la más adecuada o porque requiera de medios o de una financiación que no es posible abarcar.

El guionista norteamericano David Mamet
David Mamet, uno de los guionistas más reconocidos y prestigiosos, recientemente declaró que, hasta esa fecha, se habían producido el 50 % de sus historias. Es decir, si uno de los profesionales más talentosos de la industria sólo ha logrado que se produzca la mitad de lo que ha escrito, que los demás andemos por debajo de ese porcentaje no debería resultar extraño ni decepcionante.
Pero creo que ni la mejor escuela de cine, ni el más potente apoyo psicológico, sirven para prepararse ante semejante cúmulo de rechazos. Hay que tener en cuenta que cuando un/a guionista escribe una historia le dedica tiempo, esfuerzo, y siempre aporta algo de sí mismo al proyecto, no deja de haber una implicación personal. Detrás de un proyecto siempre hay algo de ilusión, y hay pocas cosas que sienten peor que una ilusión rota.
Con todo, es mejor una respuesta de rechazo que una propuesta sin contestación, porque no responder… ¿qué significa?: ¿Evitar una negativa incómoda? ¿Que no interesa? ¿Que no se ha tenido tiempo de leerlo? ¿Qué no merece la pena siquiera intentar leerlo? El abanico de posibilidades es tan amplio como el infinito. Un no es un no. Un vacío de respuesta está abierto a múltiples y poco sanas interpretaciones. Además ese no y una mínima explicación de la razón que lleva a esa negativa, por pequeña que sea, siempre puede servir para tratar de mejorar o armar mejor tu proyecto.
Yo he tenido la enorme suerte de haber sido seleccionado en varios talleres y laboratorios de desarrollo de guion de los que han surgido diversos proyectos que he movido por muchas productoras y de esa experiencia recibiendo negativas a mansalva he sacado varias conclusiones:
1.- Las productoras medias en nuestro país no se crean para producir guiones ajenos. El que se lanza a producir en España lo hace o bien para llevar adelante sus propios guiones o para el de sus amigos/colegas/compañeros. Esto no creo que sea criticable ni debe provocar rechazo, grande es el riesgo que asume cualquier empresario como para que encima se le diga cómo gestionar su negocio. Así que, por lo general, una productora española no busca historias ajenas, tampoco te dicen que no de entrada, por si acaso les mandas algo sumamente potente, pero en realidad no las buscan. Y es que lo que sale de la cabeza de uno siempre tiene más valor que lo que venga de una cabeza ajena, como hasta cierto punto puede entenderse.
2.- Cuando alguien en una productora analiza un guion ajeno no lo hace buscando las razones para producirlo, si no todo lo contrario, lo lee buscando las razones para no producirlo. Y siempre hay razones para no hacer las cosas, muchas más que para hacerlas. De ahí que sus respuestas siempre sean las mismas, vagas e intercambiables: “no lo vemos”, “no nos enamora”; “no me gusta lo suficiente para producirlo”.
3.- Por mucho que se trabaje una historia, por más vueltas que se le dé, por más talleres y premios que ganes, por mejores tutores con los que cuentes, si el proyecto no sale adelante quizás el problema no esté en el guion, sino en la mano de quien procede. Los proyectos hay que venderlos, y las productoras necesitan, que el proyecto venga de la mano de alguien potente, conocido y relevante. Alguien que pueda sumar a la hora de colocar el guion, “del/a guionista del último gran éxito de… (rellenar con lo que sea)”. Tu proyecto puede estar muy bien, ser realmente valioso, pero si no se cumple esta condición es muy complicado que encuentre su hueco. Es duro, pero es así.
Todo esto tiene mucho que ver con la tendencia de los tiempos que nos tocan vivir, un momento en el que las empresas, en general, quieren minimizar los riesgos y apostar por productos de éxito garantizado, como si realmente alguien supiese qué va a triunfar. De ahí la moda de la nostalgia, los revival, reboots y adaptación de proyectos de probado éxito en otros países que se adaptan a nuestro país.
Desde esta perspectiva esta es nuestra industria en este momento y no va a cambiar por nosotros. Habrá que aceptarlo y seguir adelante, buscarse la vida, luchar por nuestros proyectos, ilusionarse por ellos aún a cuenta de que, posiblemente, acaben rompiéndonos el corazón. No hay otra.
Si acaso lo único que podemos hacer es confiar en que, como la Historia es cíclica, y siempre gira sobre los mismos mimbres, cambie la tendencia y llegue el momento de que las productoras y ejecutivos apuesten por historias nuevas, diferentes, innovadoras, arriesgadas, de manos desconocidas. Quizás entonces la palabra más oída por los guionistas deje de ser “NO” y ojalá pase a ser “HABLEMOS”.
Pedro Pablo Picazo
http://www.pedropablopicazo.com
Gracias Pablo por resumir de forma tan sucinta lo que he vivido en mis carnes una y otra vez. Si las productoras no desarrollan guiones ajenos, una se pregunta cómo se llega a ser “el guionista del último éxito de” si nadie apuesta por ti, al menos una primera vez, aunque presentes un guión seleccionado en varios talleres y concursos. Parece un círculo vicioso infernal.
También supongo que tiene que ver con la falta de una persona o un equipo que se lea TODO lo que llega a la productora. Normal, si escasea el dinero para producir, más escasea para desarrollar (error desde mi punto de vista). Y es que hay muchos más guiones que productoras. Es un cuello de botella. Así que al final los proyectos que pasan el primer filtro, que es el de que al menos alguien se los lea, acaban siendo de guionistas que tienen algún tipo de relación con la productora o mínimamente desconocidos. Los guionistas noveles y anónimos parecen avocados a seguir en ese pozo de paredes lisas sin cuerda.
Recuerdo nítidamente lo que escuché en una charla no hace mucho respecto a las diferencias de la producción nacional con la anglosajona: al otro lado del charco se leen absolutamente TODO porque no se pueden permitir el lujo de que se les escape el próximo David Mamet. Y responden siempre aunque sea una negativa porque lo tienen grabado a fuego en su forma de proceder, en sus “manners”. Un NO, cuesta 5 segundos y espanta la incertidumbre.
De todas formas, seguiremos escribiendo, aunque sea solo por diversión, esperando a que se alineen los planetas y nos quedemos encerrados con un productor en un ascensor al menos 5 minutos (a alguien con tan poca capacidad de síntesis como yo, un pitch de 1 min le resulta imposible).
Ánimo a todos! (léase sin ironía)
Quería decir “mínimamente conocidos”
Gracias, Amaia. Es una carrera de fondo, existen casos positivos y por eso no hay que desfallecer, pero tampoco dejar de ser conscientes del muro al que nos enfrentamos. A escribir, a ilusionarse, y a apostar. No queda otra.
Siempre queda el consuelo, la gran ventaja, de ser el primero, a veces único, espectador de esa historia que se queda en el camino. Luego, pasar página… (Oh, no, horror, está en blanco).
Excelente post. Tal cual.
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