QUIEN A HIERRO MATA SE ESTRENA EN SALAS

por Paula Sánchez Álvarez

La última película de Paco Plaza, Quien a hierro mata, está escrita por Juan Galiñanes y Jorge Guerricaechevarría. Esto y lo poco que contaba el teaser trailer era lo único que yo sabía sobre la película. Así que salir sorprendida era algo que, irónicamente, esperaba. 

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Cartel promocional de la película

La historia trata de cómo un enfermero llamado Mario (Luis Tosar), se ve afectado por la llegada de Antonio Padín (Xan Cejudo) a la residencia donde trabaja. Padín es un antiguo narcotraficante que sufre de una enfermedad degenerativa. Sus hijos, Toño y Kike (Ismael Martínez y Enric Auquer), intentarán llevar el negocio sin él. Pero los niños de Padín son irresponsables, y se arriesgan haciendo un trato con otra banda que termina con Kike en la cárcel. 

Hasta ahí yo pensaba que iba a ver un thriller emocionante de narcotráfico en Galicia. Pero la historia no es solo eso. Quien a hierro mata es una historia de odio, de venganza, de sangre que sabe a metal.  Posee unos personajes que piensan y actúan con las tripas, y, quizá por eso, los llegas a entender a todos. Como espectadora, todas las motivaciones me parecían verosímilies, todos los actos de venganza me parecían justificables… Paco Plaza y su equipo nos convirtieron ayer a todos en cómplices de las bajezas que cometen sus personajes. 

Quien a hierro mata. No podría haber mejor título para la historia. Parte de un refrán que tiene su origen en la Biblia, en el evangelio de San Mateo, y profetiza el destino de todos los personajes del film. En cierto modo, todos ellos eligen su final, todos son víctimas del cruel “ojo por ojo”. 

Pero esta no es la primera película en nuestro cine que tiene un título bíblico. “No habrá paz para los malvados”, la película de Enrique Urbizu de 2011 comparte también este rasgo, además de poseer una temática cercana. 

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José Coronado en No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu

Lo cierto es que también había rasgos similares a otros trabajos de Enrique Urbizu, como personajes con masculinidades mal entendidas, con impulsos agresivos y violentos. La figura de Antonio Padín, ese respeto que infundió en sus días y cómo sus hijos estaban a su sombra me recordó a la serie de Gigantes. En esta serie de Movistar, José Coronado interpreta a Abraham Guerrero, un patriarca de una familia de traficantes. Durante el comienzo de esta, envejecía y acababa en una residencia, pero sus hijos estaban todos marcados por él de algún modo. Y lo mismo pasa en esta película: aliados del narcotráfico que solo se fían del padre, historias de las vidas arruinadas por su gran imperio de droga… Tanto en Gigantes como en Quien a hierro mata la figura de lo que fue ese padre es palpable. Las relaciones entre la familia son tensas, donde se mezcla el miedo, el respeto y el odio hacia la figura paterna, y ambos patriarcas van apagándose para que el negocio lo controlen sus hijos. Pero los hijos no son tan buenos en el negocio como lo fueron ellos.

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Cartel promocional de Gigantes, la serie de Enrique Urbizu para Movistar

Comparando Quien a hierro mata con otras películas de Paco Plaza, me doy cuenta de que esta también es en parte una historia de terror. Después de REC y Verónica, nos llega con un miedo más realista, un miedo tangible, el de la vida. En esta historia no hay zombies, pero hay adictos a la droga. No hay posesiones infernales, pero hay hombres esclavos de su propia ira. Y, sobretodo, hay algo que perder. Mario tiene familia: una esposa (María Vázquez) y un hijo en camino, y nada da más miedo que poder perder eso.

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Paco Plaza en la presentación de Verónica, en 2017

La evolución del personaje de Mario es el clásico arco de corrupción, en el que el espectador acompaña al protagonista mientras este comete actos cada vez más oscuros. Mario se adentra en una espiral que precipita su caída hasta el punto que casi olvida aquello que puede perder.

Pero dejando a un lado los personajes, el siguiente aspecto de la película que más me ha llamado la atención es el sonido. Tanto la banda sonora como los efectos son sobrecogedores, son el pilar de la atmósfera generada. La película arranca con el sonido de la mano desnuda de Kike rompiendo un mejillón, acto seguido, arroja a un hombre al agua. En el primer minuto ya te preparas para lo que vas a ver. El sonido del golpe seco anticipa la brutalidad de la que está llena la historia. 

Lo que se produce durante el desarrollo de la película es muy similar a la catarsis en los espectadores de la teatro griego. Porque al final, estamos asistiendo a una tragedia. Una tragedia actual, que nos arrastra a conectar con la historia, a emocionarnos con ella y a apiadarnos de los que la integran.

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Fotograma de la película

Tuve la suerte de poder hablar con uno de los guionistas de Quien a hierro mata, Juan Galiñanes, que me contó cómo fue el proceso de darle forma a esta historia. Todo empezó cuando él visitó a su abuelo en una residencia de ancianos.

Hay dos o tres imágenes que no me quito de la cabeza viendo ahí a mi abuelo. Semanas después seguía la residencia en mi cabeza y me dije: “Tengo que hacer algo con esto”. Al mismo tiempo el tema del narcotráfico fue para mí algo muy cercano, porque yo soy de Cambados, y esta fue una zona a la que pertenecieron varios narcotraficantes, una zona muy afectada por las drogas, por el SIDA, la heroína… Durante los años 80-90 empezó a morir por esto un montón de gente. Digamos que yo he visto esas consecuencias, la parte más fea del narcotráfico. Fue la confluencia de esa visita a la residencia y este tema lo que hizo que saliera Quien a hierro mata.

Me cuenta también que está muy contento con el equipo y cómo se trabajó con su historia. En ocasiones para los guionistas es doloroso ver cómo el proceso de rodaje y post-producción cambia la historia, pero en esta película no fue así.

La historia en esencia que yo escribí y la historia que sale en la pantalla tengo la suerte de decir que es la misma. No he sufrido nada. Hay un par de cosas que yo habría resuelto diferentes, a nivel visual porque, bueno, yo también soy director. Pero por todo lo demás la historia es la misma. Incluso tras el paso de un compañero como fue el de Jorge Guerricaechevarria. Él se sumó luego al guion y la conexión fue inmediata. No cambió nada del espíritu de la historia porque lo compartía. He visto cambiar solo matices, pero no la esencia.

En lo que respecta al personaje de Antonio Padín, sus referentes reales son claros.

Antonio Padín no es nadie. Muchas veces me han preguntado si era Laureano, Charlín… En el fondo es una mezcla de todos. Tiene un poco de todos y de ninguno. Porque la historia no es sobre ningún narcotraficante en concreto, se aleja mucho de lo que sería por ejemplo la serie Fariña. El personaje de Antonio de alguna manera encarna todo ese odio que en aquel momento teníamos como sociedad al narcotráfico. Es una suma de todas las sensaciones, de la manera de ver de la gente a los narcotraficantes, como yo lo veía incluso desde mi perspectiva (yo era niño cuando ocurrió todo esto). 

Durante su infancia, el guionista recuerda todas aquellas noticias de narcotráfico de su zona. Y con esta película, ha exprimido esos recuerdos.

Es una historia que sale del estómago y de lo vivido. Creo que cuando utilizas un tema que conoces es mucho más fácil dejar que la víscera salga. Y esto es lo que me pasó. Yo quería contar una historia de venganza. El cuerpo me lo podía en aquel momento, no se por qué, y la manera más fácil que tenía de contarla era esa, partiendo de algo que no me exigía demasiada labor de documentación.

El mundo del narcotráfico es sólo un marco, no necesito entrar en él, lo importante es la historia de dos personajes, o mejor dicho: de un personaje y una familia. Y, sobretodo es una historia de padres e hijos. Me pasa siempre, desde mi primer corto. Siempre hay niños, siempre hay bebés en mis historias. Tengo una amiga que siempre me dice, cuando le doy algo para leer: “¿Habrá un bebé, no?” (risas) Y sí, siempre hay un bebé.

Juan Galiñanes, además de guionista y director, también es montador.

A mí el hecho de montar me ha ayudado para todo: para escribir, para dirigir… Pasar por una sala de montaje, aunque no seas montador es esencial para cualquier persona que se dedique a la parte narrativa. Da igual si eres guionista. eres director… Hay que saber lo que ocurre en una sala de montaje, saber que la historia la vuelves a contar casi por vez primera.

Personalmente, yo como espectadora me quedo con el final de la película. Sin entrar en detalles para evitar spoilers, Juan Galiñanes destacó también en nuestra entrevista ese último plano.

Es una historia que yo escribí desde el último plano. Está escrito desde la primera versión de guión. Para mí ese plano resume la película.

Su respuesta no me sorprende. Porque el final de esta película, después de todo, es una especie de descanso amargo. La película termina pero tú sigues sobrecogido en la butaca, porque hay una parte de ese ojo por ojo que no termina nunca.

1 comentario en «QUIEN A HIERRO MATA SE ESTRENA EN SALAS»

  1. Es curioso que pese a contar una historia potente e interesante el personaje de Tosar y sobre todo el de su mujer nos interesen tan poco a los espectadores y en cambio nos resulta más fácil empatizar con los personajes del narco y de sus hijos pese a ser despreciables. Quizás si los personajes de Tosar y de su mujer estuvieran desarrollados (o presentasen el desarrollo de algun tipo de conflicto) se lograría que al espectador le importase algo lo que le sucede a estos.

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