CAMPANELLA DIRIGE A CLARA LAGO EN ‘EL CUENTO DE LAS COMADREJAS’

El pasado 4 de julio, la cola en la sede de la Academia de Cine en Madrid llegaba hasta la esquina de la calle, y eso tenía un motivo muy concreto: Juan José Campanella iba a presentar allí su última película junto a Clara Lago. El ganador de un premio Óscar estrenaba El cuento de las comadrejas una película que es muchas cosas, pero, sobre todo, es un homenaje al cine.

El cuento de las comadrejas es la historia de cuatro antiguos miembros de la industria del cine que comparten piso: un director (Oscar Martínez), un guionista (Marcos Mundstock) y un matrimonio de actores (Graciela Borges y Luis Brandoni). La vida de estos se trastoca con la aparición de dos jóvenes (Clara Lago y Nicolás Francella) que, con el pretexto de usar el teléfono, acaban embaucando a la actriz, Mara, para que les venda la casa en la que viven. Con esto empieza una especie de batalla entre los jóvenes, arrogantes y manipuladores, contra los cineastas experimentados por llevarse a Mara a su terreno.

 

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Cartel promocional de la película.

Esta película es un remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico una película argentina de 1976 de José A. Martínez Suárez. Campanella dijo que tenía este remake en la cabeza desde los años noventa, pero que ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que es El cuento de las comadrejas. Para el director, un remake no debe copiar a la película original, sino buscar otro sabor, aunque se parta de la misma idea. Textualmente dijo “tocar la novena sinfonía pero por una banda de jazz”. Las diferencias entre su película y la original se resumen en cuatro:

-Los protagonistas no son todos relacionados con el mundo del cine. En la original tan solo se conserva la profesión de los actores, los otros dos son un médico y un administrador.

-El tono: en la original todo es humor negro. Los diálogos son la base de todo, algo impostados pero brillantes. Aquí Campanella baila entre el humor y la ternura con sus personajes.

-La inclusión del personaje de Francisco Gourmand (Nicolás Francella), diseñado para despertar los celos en la pareja de Mara Ordaz y Pedro de Córdoba.

-La historia de amor entre los actores, que moviliza las acciones del final y les otorga más peso.

El toque personal del director está precisamente en este último punto, en la historia de amor. Para Campanella, las historias de amor de muchos años son su obsesión. Al igual que en El secreto de su ojos u otras de sus películas, asistimos a un amor evolucionado, que ha cambiado con los años pero que no ha perdido intensidad. Este sello de identidad contrasta con el cliché de las comedias románticas, donde todo suele transcurrir en los primeros meses de relación, antes de que al amor le de tiempo a cambiar.

Lo que más quería destacar del film es lo metalingüístico que es. El personaje del guionista constantemente nos habla al espectador, con expresiones como “esta visita está durando casi un acto entero” en el momento de la película en el que está a punto de llegar el primer punto de giro. En otro momento proclama “aún hay tiempo para un actito más” cuando todo parece perdido al finalizar el segundo acto, frase que interrumpe un fundido a negro que vuelve a la luz. Incluso hay un momento hilarante al inicio de la película cuando el director está alabando que gracias a Dios su vida no es como la de las películas, porque si no, en ese momento de tranquilidad y felicidad aparecería el enemigo. Es entonces cuando el coche de los jóvenes despiadados aparca de fondo en la finca, de fondo sobre el primer plano del director. El detonante es imposible que estuviera más subrayado.

Este metalenguaje además de añadir humor a la comedia de Campanella, también transmite mucho cariño. Cariño hacia su obra, y hacia el propio cine, donde él ha desempeñado tanto roles de guionista como de director. En El cuento de las comadrejas juega con los estándares del cine clásico, como la mujer femme fatale, que en esta película es Bárbara Otamendi, el personaje de Clara Lago, inteligente a la par que seductora y malvada. El personaje de Mara también es un clásico personaje de diva, pero con una vuelta de tuerca, porque la diva sirve de eje para los otros tres personajes del mundo del cine. Mara y los chicos tienen un código propio de relación, en la parece que se odian pero en el fondo se quieren y se necesitan.

La película rezuma nostalgia en todos los aspectos, desde las tipografías elegidas, los arquetipos de personaje, los colores, la propia dirección de arte en la ambientación de la casa,… Campanella dijo textualmente que con este film él “quería hacer una película como las de antes”, y lo cierto es que lo consigue.

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Los ponentes, durante la charla en la Academia de Cine de Madrid.

En la charla posterior a la proyección, Clara Lago, además de recibir muchos halagos por su interpretación (con un impecable acento argentino), tuvo tiempo para la denuncia. A raíz de hablar del personaje de Mara, Clara comentó que existe un vacío en la vida de las actrices cuando llegan a ciertas edades. Habló de lo difícil que es encontrar personajes femeninos de 45 años, y que ella tiene amigas que están pasando por problemas por eso mismo. Denunciaba que hay un hueco sin personajes de esas esas edades, que tan solo hay papeles de jóvenes o directamente “para hacer de la abuela”.

El cuento de las comadrejas también quiere hacer un poco de justicia histórica porque la película original apenas tuvo recepción ya que se estrenó en el mismo año en el que estalló la dictadura argentina, durante unas semanas en las que el gobierno aconsejaba a la gente que no saliese de sus casas. Campanella ha borrado la maldición de Los muchachos de antes no usaban arsénico y la ha transformado en algo propio, divertido y con mucho amor al cine.


Paula Sánchez Álvarez, 12 julio, 2019.

2 comentarios en «CAMPANELLA DIRIGE A CLARA LAGO EN ‘EL CUENTO DE LAS COMADREJAS’»

  1. Que quizá os interese saber que Juan José fue perito de parte —de la parte de Adrián Schwartz (también conocido simplemente como Adrián Suar)— en el juicio que se le sigue por plagio, respecto del film “El fútbol o yo”, en perjuicio del autor de la novela “Enfermo de fútbol”, un tal Daniel Fresco.

    Campanella aportó su visión del caso sosteniendo que no hubo plagio. Sin embargo, los tres peritos oficiales del juicio determinaron que sí lo hubo.

    El autor de la novela comentó que varias personas le dijeron por lo bajo que ellos también fueron plagiados por ‘Suar’, sólo que no pensaron que el resultado del juicio podria ni siquiera nunca serles favorable.

    La figura del director no debería poder empañar su obra; pero en este caso…

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