Por Juanjo Ramírez Mascaró.
El otro día coincidí con el guionista Jorge Naranjo y estuvimos conversando sobre algo que nos define a ambos: Lo mucho que amamos a los perros.
No tengo nada contra los gatos, pero yo soy de perros. Crecí con perros, jugué con perros, añoré, añoro y añoraré a perros. Le comentaba el otro día a Jorge que mi novia y yo estamos deseando adoptar uno si algún día nos lo podemos permitir. Si algún día vivimos en una casa adecuada para ello, si algún día tenemos unos horarios y unas condiciones de vida que lo permitan, unas circunstancias que garanticen la felicidad del chucho en cuestión. La contestación de Jorge podría resumirse en algo así:
Nunca es el momento adecuado para tener un perro. Si esperas esas circunstancias idílicas, nunca llegarán. Hay que lanzarse a la piscina y meter al animal en tu vida a pesar de todo. Entonces, poco a poco, tu vida se irá adaptando a esa nueva situación o, dicho de otra manera: Te irás adaptando tú a ello.
Bueno, él lo dijo con otras palabras y con acento sevillano, pero espero haber sido fiel al concepto.
¿Por qué os cuento esto en un blog sobre guión? Porque creo que lo que acabáis de leer sobre “el mejor amigo del hombre” puede aplicarse también a ese guión de largometraje que queréis escribir “cuando llegue el momento adecuado“. O a esa novela que deseáis trasladar de vuestra cabeza al papel “cuando las circunstancias os lo permitan“. O a ese proyecto tan bonito que ojalá algún día podáis permitiros desarrollar, cuando tengáis la tranquilidad y el tiempo necesarios.
Ya sea por miedo a enfrentarse al monstruo cara a cara, ya sea por agotamiento físico y moral… nos sucede en última instancia lo mismo que con el perro. Nos decimos a nosotros mismos que ya empezaremos esa obra tan personal cuando nuestro trabajo alimenticio deje de absorbernos; o cuando vivamos en una casa mejor, con más luz, con más intimidad, con más silencio; o cuando – pelis, libros y series mediante – estemos mejor documentados sobre el tema que pretendemos abordar…
Nos pasamos la vida postponiendo adoptar al puto perro y mientras tanto alguien se nos adelanta y lo adopta en nuestro lugar. O una voz sombría en nuestra perrera interior nos susurra que estamos hartos de él y hay que sacrificarlo.
Estoy acostumbrado a escuchar a guionistas quejándose porque esa nueva peli o esa nueva serie que de repente lo está petando “se les ocurrió antes a ellos”. A mí también me sucede constantemente: Se estrenan historias que pisan ideas que ya llevaban años macerándose en mi cabeza.
Creo que nos lo merecemos, por haber remoloneado a la hora de escribirlas.
Siempre podremos justificarnos pensando que, aunque hubiésemos escrito nuestra obra, no habríamos tenido los medios o los contactos necesarios para convertirla en un éxito de crítica o de público. Justificación de cobardes, bálsamo de adictos al autosabotaje.
Pero la justificación favorita de los inmovilistas tiene más enjundia, incluso más sentido: “Esta historia es distinta a las demás. No puedo tomármela a la ligera. No me puedo permitir escribirla mal“.
A nadie le apetece que su hijo tenga que nacer en un pesebre.
Cuando mis circunstancias personales dificultan mi implicación en esas criaturas que realmente me apetece escribir, me viene a la memoria algo que dijo una vez una muy buena actriz que conozco, Belén López Valcárcel:
– Haz todos los días algo que te acerque un poco más a tu sueño, aunque sea únicamente comprar el sello de correos que necesitas para enviar tu videobook.
Ese sello de correos no deja de ser una metáfora de otras muchas cosas. A mí me funciona pensar en ello, incluso en los días más ajetreados: ¿Qué sello de correos compro hoy?
En el submundo del escritor ese “sello de correos” puede consistir en anotar una o dos ideas para tu historia, o en buscar en Google información para documentarte sobre algún detalle relacionado con tu obra o, si estás mejor de tiempo o de energías, escribir una única secuencia, o un par de diálogos.
Hoy, por ejemplo, entre la escritura de este post y otras obligaciones, he dado un paseo en el que he imaginado cómo le vendería a un director el guión en el que estoy trabajando ahora. Gracias a esa conversación imaginaria han surgido ideas que han hecho crecer bastante el la historia.
En otros momentos del proceso “comprar el sello” podrá equivaler literalmente a comprar el sello (o su versión más postmoderna y económica, que es enviar un mail)
Le veo dos importantes ventajas a esta actitud vital de comprar el sello:
1- Es una forma efectiva de no olvidar lo que deseas hacer. Incluso en días en los que no le puedes dedicar más de 5 minutos. Y todos sabemos lo fácil que resulta olvidar lo que queremos, e incluso por qué lo queríamos.
2- A veces sólo necesitamos ese “comprar el sello”, ese empujoncito inicial para no poder parar. Escribir algo que nos ilusiona es como empezar a comer pipas. De repente ese tiempo que no teníamos aparece como por arte de magia. Simplemente era tiempo que teníamos defragmentado, disperso, embargado en ratos muertos, en divagaciones sin rumbo. O de repente esas fuerzas que nos faltaban aparecen como por arte de magia. Porque igual lo que nos faltaba no eran las fuerzas, sino precisamente eso: El arte y la magia.
Yo lamentablemente no puedo adoptar un perro porque me empezó un asma alérgico galopante viviendo con uno siendo joven, el médico le dijo a mi padre: o el perro o el chaval. Tras una votación familiar ajustada tipo brexit, salí yo, aunque el voto era secreto… Este año, con un curro poco motivador que me deja baldao (de hecho el propio curro me ha servido de inspiración), escribí mi último largo (si lo vendo, claro), pero creo que todo lo que he escrito ha sido siempre así, compaginándolo con malos momentos. De hecho cuando tuve periodo sabático, creo q me apunté a clases de tenis mañaneras junto a unos jubilados… Lo que cuentas en tu lúcido texto (as usual) lo he escuchado mil veces, lo de tener todo viento a favor para ponerse a ello… Eso me recuerda una peli que adoro q es “Marea roja”, cuando el personaje de Hackman (estamos aquí para preservar la democracia, no para practicarla… qué guión) ordena unas maniobras cuando se ha declarado un incendio en las cocinas, y la posterior explicación que le da a Denzel Washington: “no siempre un ataque se va a producir con buen día y en las mejores circunstancias..”. Pues ello.
MAREA ROJA ES UN PELICULÓN. Fin de la cita.
Tu post ha sido inspirador -me he visto tan retratada- en mi caso sé que es puritito miedo. Pero me ha resultado muy reconfortante saber que esto pasa a muchísimos de nosotros, así que hoy no voy sólo a comprar el sello (tengo ya colección) si no que voy a dar el paso siguiente. Gracias Juanjo.
P.D. Tengo perro y no sé que sería de mí sin él (ella, en este caso).
Gracias a ti! Si yo escribo también estas cosas para recordármelas a mí mismo. En horas bajas puedo pasar más de una semana sin comprar ningún sello, y eso es algo que estoy muy dispuesto a remediar.
Yo también los amo pero no cuando ladran cuatro horas seguidas desde las dos de la mañana, contagiando a otros y formando una jauría que tiene a todo un barrio sin dormir …( Pedro de Valdivia norte calle lo contador) es algo realmente increible.
Hace no muchos meses no podía dormir en mi edificio porque había un perro que no paraba de llorar. Por mucho que nos irrite, gran parte de la culpa de que eso ocurra no es de los pobres chuchos, sino de los humanos que los encierran donde no deben… o de una sociedad como la nuestra que (juicios aparte) intenta imponer nuestras costumbres y valores al resto de las criaturas del planeta.
Mi vecino, tiene seis perros grandes en el gran patio de su casa calle lo contador en providencia. A las dos de la mañana sale con una varilla azusandolos para que ladren, contagiando a los mas de 50 perros de otras casas. Al mismo tiiempo, vocifera garanatos incoherentes contra los vecinos que ya estamos al borde del estrés. ¿Cual es la solucion? Yo la tengo pero desafortunadamente iría preso. Por lo tanto , vivan los perros….
Excelente reflexión.
Miles de gracias!
Después de leer tu artículo de buena mañana he decidido hacer una de esas cosas largamente postergadas: escribir la primera entrada en mi blog. Nunca será tan bueno como el tuyo, lo tengo claro, pero ahí vamos; poniendo sellos.
Por cierto me ha encantado la referencia bíblica aunque quizás lo peor de que tu hijo nazca en un pesebre es que después la peña no te reconozca como padre.
Gracias por el empuje.
Gracias a ti! Para mí éste no es uno de los posts con los que estoy más satisfecho (ni de lejos) pero si cualquier cosa que escribo provoca una decisión que desemboca en animar a otra persona a apostar por hacer algo auténtico, algo suyo… ¡joder! Para eso me dedico a escribir estas cosas en horas libres, independientemente de su (dudosa y apresurada) calidad. O sea que, una vez más, ¡gracias a ti!
La psicología también habla de esto cuando alguien está pensando en hacer un cambio importante en su vida, en cambiar de trabajo, en dejar a su pareja, en tomar una decisión importante… la excusa es siempre que no es el momento, y la realidad es que nunca va a ser el momento, hay casos, muy pocos, que los astros se alinean y aparece EL momento… pero si lo esperamos durante tanto tiempo, no aparece… gracias por el post, nunca viene mal recordarlo. El tiempo fragmentado y disperso lo tenemos todos, me hace gracia el comentario de arriba porque justamente también empecé un blog hace poquito siguiendo un poco esta filosofía. La constancia es lo más importante. Espero que te compres el perro :)
Es cierto: No es aplicable sólo a la escritura, sino a cualquier aspecto de la vida. Saludos y gracias!
Creo que llevó ya muchos años sin la grata compañía de un noble canino- demasiados tal vez-. Y hace falta tenerlo… Es mas, llevo varias semanas haciendo algo un poco: loco? no sé; creo que si hay quw definirlo de algún modo sería decir que estoy alimentando la idea, pero de aire… Todas las noches, cuando regreso de trabajar, abro la puerta y saludo con gran entusiasmo a “huracán” mi perro imaginario. Bueno, ya es de ambos: de mi novia y mio.
Ella al principio le daba como vergüenza y me chitaba como a un perro “chissss, no hagas eso! – ¿porque no?-. Pues, pues, porque… Que dirán los vecinos?
Obviamente, no le hice caso y cada noche lo seguí haciendo, variando el saludo, imitando el ladrido que haría el viejo huracán al vernos; regañándolo incluso por haberse meado en la alfombra o por haber destrozado la bolsa de basura.
Hoy por hoy mi novia ya me sigue la corriente y ella a veces (contadas veces) lo saluda, aunque, a muy bajo volumen; no pretende aún que la metan en el saco a ella también.
El caso es que alimento y le doy cariño al perro que aún no tengo y eso, está mal… Hay que lograr traer el ejemplar de carne y pelos, el real, el que si se mea de verdad… Hay que ir por él…
Hay que comprar el perro. Después veremos si ese perro o ese guión o esa novela se mea o no.
Yo creo que estás invocando a Huracán! Acabará materializándose :)
Curioso Juanjo, porque a mi me dan algo de miedo los perros, les trato con cautela.
Y no dejan de ladrar, en verano no puedo pegar ojo debido a que todos mis vecinos tienen aquellos perritos feroces y diminutivos que están tan de moda, perritos hechos a la medida de la vida en un gran urbe: chihuahuas y perros del estilo.
Empieza uno a ladrar, y todos se juntan en corro, hay días que esto parece una perrera.
¿Quien escribe en semejantes condiciones? Eso me pregunto yo a veces…
Y serán tan nobles como todos decis, pero llevo un mordisco ya, no me acerco alli de nuevo…
En cuanto a escribir, Hemingway decía que con 500 palabras al dia, ya es suficiente, dejando el trabajo siempre en un punto que tienes algo que más a contar, de forma que es fácil a empezar de nuevo el dia despues…pues es verdad que lo dificil es siempre arrancar.
O como dijo Horacio Quiroga: “Escribo siempre que puedo, con nauseas al comenzar y satisfacción al concluir…”
El tema, Juanjo, es que tu y el bueno de Jorge Narranjo, nos llevais una ventaja: hay estudios que dicen que la gente que ama a los animales y los tienen en casa, viven más tiempo que los solitarios con nuestra librería/videoteca y poco más. No es que me caigan mal los perros, como tampoco me caen mal los elefantes ni los pájaros, depende del caso y el contexto.
Pero son animales – dale las vuletas a eso que quieras – como lo son los seres humanos, y con los seres humanos, que por lo visto tienen uso de la razón – hay casos – yo ya tengo suficiente para una vida….
Es que la idea de tener una bestia ferroz/cariñosa en casa me inquieta….hay gente que hasta duerme con sus animales, como antes los campesinos dormían con sus vacas y caballos…je je je…
En cuanto a Hemingway y las 500 palabras al día, hay que coger aquello por el lado que se quiera. ¿Por qué 500 palabras y no 800 o 1000, o 200 muy buenas?
¿No tendrá que ver, eso de las 500 palabras. con el gusto que tenía Hemingway de tomarse martinis de ginebra todas las tardes? Si Hemingway tenía dos o tres horas de lucidez al día, por la mañana, y el hombre se las aprovechaba y hacía de aquello toda un método literario….
En todo caso, no sé por qué hablo de Hemingway: la construccion de un guión y la prosa libre, poco tienen que ver. la verdad….
Bradbury, por ejemplo, escribía un mínimo de 1000 por día. Y normalmente superaba ese mínimo con creces, o eso decía él. Supongo que cada uno tiene su propia medida, tanto en guión como en prosa libre.
Buenas!
Como andas?
Me llamo Sebastian y soy de Argentina.
Tengo varias ideas para peliculas y cortometrajes de terror y accion, pero no se como darlas a conocer a productores. Estoy seguro de que la forma mas sencilla es escriviendo un libro, pero lo cierto es que no es facil.
Que consejo puedes darme?
Te gustaria conocerlas y quizas poder trabajar juntos?
Muchas gracias por tu atencion, espero tu respuesta.
Amen. Que difícil es salvar al perro a veces. Fíjate que yo hasta los sacrifico y después de un tiempo me veo excavando en el lodo para resucitarlo. Tengo perros muertos y disecados que a veces me gusta acariciar, soñando que están vivos. Soy un pervertido. Por supuesto, metafóricamente hablando. Amo los perros de verdad y nunca les haría eso. Lo que me lleva a pensar que debería amar mas mis perros mentales.
¡Yo también soy necrófilo con mis perros mentales! En ocasiones también los desentierro e intento revivirlos cual si fueran Frankenwinnie.
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