Por Juanjo Ramírez Mascaró.
Hace poco tomé una decisión que me va a regalar años de vida: Asumir que vivo en España y trabajo con españoles.
En un pasado no muy lejano, cuando alguien me encargaba un guión, me tomaba sus palabras en serio.
Si me decían que la entrega del guión corría mucha prisa, yo trabajaba como si de verdad corriese mucha prisa.
Y… claro… SIEMPRE te dicen que su mierda corre mucha prisa, porque pedir es gratis.
En otros tiempos, en los que era más estúpido, llegué a rechazar otros curros para poder cumplir con plazos demenciales, sacrifiqué horas de sueño, descuidé relaciones sentimentales, fui taquicardia con patas…
… y como ya suponéis, en el 99% de esos casos, luego la prisa no fue tal.
De hecho, los momentos de más estrés, de más tensión, de más agobio… no fueron los de escribir apresuradamente… no fueron los del tecleo contrarreloj…
… sino los de la calma chicha de después: Los de esos días, semanas, a veces hasta meses… de silencio inexplicable, incongruente.
Porque así sucede casi siempre: Pisas el acelerador, fuerzas la maquinaria para hacer el envío cuanto antes… (¡tienen prisa!)
… y acto seguido…
… nada…
… parálisis…
… silencio…
… en ocasiones, ni siquiera un: “Recibido, gracias“.
Ésos eran los paréntesis que más me agobiaban. Días de permanecer en estado de alerta, en una especie de limbo, esperando respuestas que nunca llegaban (y que a veces, ni llegarían), dilapidando unas energías y unas neuronas que acaso serían más productivas dedicándose a otros menesteres.
¿Qué estaban haciendo mientras tanto aquellos productores o directores de los que tú, con lealtad perruna, esperabas respuesta?
Cualquier cosa menos pensar en ti.
Esa clase de impresentables suelen dar señales de vida justo cuando estás empezando a olvidarte de ellos, cuando por fin has decidido retomar tu vida. Son como el mosquito que espera a que concilies el sueño para zumbar en tu oído y chuparte la sangre.
En el mejor de los casos te dan explicaciones. Explicaciones de mierda. “Disculpa, es que al final hemos decidido que merece la pena no precipitarse y enfocar el asunto con más calma” (genial… ¡Pues haber avisado antes, CABRONAZO!)
En otros casos retoman el contacto como si no hubiese pasado nada. “Perdona, es que he estado muy liado, jejeje“. (¿¡Jejeje!? ¿¡CÓMO QUE JEJEJE!? ¿¡Has estado muy liado, HIJO DE PUTA!? ¿¡No se suponía que íbamos a contrarreloj!? Tú has estado muy liado mientras yo flirteaba con el maravilloso mundo de los ataques de ansiedad porque me dijiste que había que tener esto “para ayer“. Lo querías para el viernes y estamos a jueves por la tarde)
Y en otras ocasiones sucede algo aún más lamentable: El proyecto no sigue adelante, se disuelve en el tiempo… pero ni siquiera se dignan a informarte de ello. Lo deduces tú mismo al comprobar que pasan las semanas y nadie se ha puesto en contacto contigo.
En este país es peligroso dar por hecho que tu interlocutor tiene un ápice de sentido del honor, o un miligramo de empatía. Asumir eso es apostar por el caballo perdedor.
En cierta ocasión un productor manifestó su incredulidad (de manera bastante despectiva) cuando le dije que trabajar en su guión me había ocasionado incluso problemas de salud. No le cabía en la cabeza que alguien pudiese enfermar a causa de un proyecto como el suyo. ¡Claro! Para él la travesía había sido distinta. Él marcaba el ritmo, él decidía cuándo yo escribía, cuando yo aguardaba nuevas instrucciones, cuándo yo viajaba a otras comunidades autónomas para tener reuniones con él, por qué todavía no era el mejor momento para concretar asuntos de dinero…
… y se trataba de uno de esos curros en los que te pedían una cosa para ayer, y escribías esa cosa a toda prisa, y esperabas respuesta durante dos semanas, y luego te informaban de que los “para ayer” son los nuevos “para el mes que viene” porque “finalmente hemos decidido enfocarlo con más calma para no precipitarnos y bla, bla, bla, bla”…
Es la clase de gente que te dice que no le gusta la cuarta versión del tratamiento aunque, sin duda alguna, es mejor que la tercera, pero en el fondo le gustaría recuperar muchas cosas de la segunda versión… y finalmente te confiesa que la tercera es la única que de verdad le gusta.
Esa clase de gente no entiende que trabajar para ellos te mina la salud, porque es gente que no ve más allá de sí misma. Es gente que ni siquiera se para a pensar que te está haciendo bailar a su son.
La mayor parte de mis seres cercanos afirman que nunca me han visto más devastado (de aspecto y de actitud) que en esos casos, cuando estaba a merced de individuos como aquéllos:
Individuos que – sin maldad alguna, pero sin empatía ninguna – condicionan la vida de un guionista que se toma al pie de la letra aquello de “ESTO ES URGENTE” o “ESTOY SEGURO DE QUE ESTO ES LO QUE QUIERO”.
Para los productores esa clase alicientes y premuras son una cantinela, un engañabobos… No imaginan que lo que ellos dicen para cubrirse las espaldas, para el guionista medianamente responsable puede constituir un puto briefing.
España es un sitio en el que lo peor que te puede ocurrir es ser decente. Porque todos te van a tratar por defecto como si fueras un chorizo.
España es un país en el que lo peor que puedes hacer es ser sincero, honesto, consecuente.
España es un festival de Lazarillos chuleando a don Quijotes. Y yo no aspiro a la nobleza de don Alonso Quijano, pero la picaresca del sinvergüenza de Tormes se me antoja incluso más ajena. Mi sangre tiene un Rh incompatible con toda esa bazofia.
Mi calidad de vida ha aumentado desde que asumo que, cuando alguien me llama para ser un caballero, sólo espera de mí que sea, como mucho, un lazarillo.
Y eso es triste, joder.
Eso es muy triste…
Te entiendo muy bien, España es un país que no cuida a sus artistas. Es muy, muy triste.
Vivir bajo el ritmo de lo demás es contraproducente con uno mismo.
Tienes el tuyo, y seguirlo es vital, pase lo que pase.
Al final se acostumbrarán, como ese empresario que nunca tiene tiempo para atenderte pero si es alguien importante el tiepo aparece por arte de magia.
Un abrazo.
No sé muy bien por qué atribuyes estos vicios a España y no a una mezquina condición común al género humano.
Quizás se deba a que no hayas trabajado mucho en otros países. En Argentina, en Méjico, en Italia, de donde tengo experiencias o referencias cercanas, las cosas no parecen ser muy diferentes. Si en Francia o los países anglosajones se trabaja con más seriedad no se debe a una superioridad ética sino a que allí se trabaja con agentes y los sindicatos cuentan algo porque son industrias mejor organizadas en todos los aspectos.
Probablemente aquí en unos años conseguiremos equipararnos a esos países, pero no será a costa de lloriqueos sobre lo malos que son todos los que me rodean.
No creo que ninguna de esas actitudes que denuncias en tu texto sea específicamente española, pero quizás tú texto en sí mismo sí que lo sea, pues es típicamente español creer que los males que uno detecta son propios de su país.
“Oyendo hablar a un hombre, fácil es
acertar dónde vio la luz del sol:
si alaba a Inglaterra, será inglés;
si os habla mal de Prusia, es un francés;
y si habla mal de España, es español.”
(Joaquín María Bartrina).
Nos queda ahora la duda de si la repugnante costumbre de llamar “lloriqueos” a las opiniones negativas ajenas que no compartimos es también típicamente española, o si maleducados los hay también en todos esos países por los que usted ha viajado.
Perdón si he molestado. No era la intención.
Salidas de tono aparte, aceptamos barco. Es cierto que España no es el único país donde cuecen habas. (aunque me duele que se cuezan en España, porque me apetece seguir viviendo aquí)
Brillante exposición, Juanjo, y brillante intervención de Helen. Lástima que se mezclen dos temas interesantes. El ninguneo al guionista, y la devastadora costumbre española a la queja,
Yo trabajé en Nueva York antes que en Madrid y efectivamente se cuecen habas en todas partes.
A este respecto, interesante leer sobre la Leyenda Negra española impulsada por ingleses y holandeses en el s.XVI .
Gracias, Tina! Es cierto que se mezclan dos temas, y probablemente yo soy responsable de ello. “Escribe sobre lo que conoces”, dicen. Y yo he trabajado poco con gente de fuera (y también les he visto problemazos, pero de naturaleza distinta)
Es algo tan generalizado… sucede en tantos ámbitos de la cultura… y en otros tantos hábitos…
Yo pienso escribir algún día un libro (y creo que no bajará de las 500 páginas) de mis encuentros y desencuentros con concejales de cultura, programadores y gestores de fundaciones culturales de pueblos y ciudades de la Comunidad Valenciana… Anécdotas, crisis de ansiedad, faltas de respeto, faltas de ética, faltas de profesionalidad, absurdidades… ¡La número 8 te sorprenderá!
¿En cuál de las 500 páginas está la número 8? ;)
Es tan triste que una persona decente tenga que ponerse al nivel de otros impresentables :(
Siento mucho lo que has tenido que aguantar y espero que las próximas interacciones sean más sinceras.
Gracias. Algunos aguantamos porque en el fondo somos tontos. Pero creo que se puede curar.
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