OTRA RAZÓN PARA NO TRABAJAR GRATIS (CONFESIONES DE UN GUIONISTA IMBÉCIL)

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Por Juanjo Ramírez Mascaró.

Se ha hablado mucho sobre por qué en un gremio como el del guión no es conveniente regalar nuestro trabajo. No obstante, tengo la sensación de que la mayoría de quienes hablan sobre el tema sólo han currado gratis para otros un par de veces.

Yo, por el contrario, tengo un máster sobre escribir gratis. He escrito más de una decena de largometrajes sin cobrar por ello, y varias series, y algunas biblias, y algunos dosieres… Como imbécil que soy, puedo hablar sobre este tema con conocimiento de causa.

Se esgrimen muchas razones sobre por qué no es conveniente que los guionistas regalen su trabajo, pero existe una de la que casi nadie habla y que a mí me parece crucial:

Los proyectos en los que uno curra gratis tardan más en terminarse.

Creo que los guiones que se escriben sin cobrar se pueden dividir en dos categorías:

– Los de “esto lo hacemos sin prisa y a nuestro aire porque nos apetece y casi con toda probabilidad nos olvidaremos de ello en seis semanas y lo dejaremos a medias

… y los otros, los que más nos interesan en este post:

– Los de “ahora mismo no hay dinero pero se trata de algo rápido, guerrillero, de aprovechar una oportunidad de oro, una buena ola, una puerta que se abre hoy y se cierra mañana.

Uno se deja liar por ese canto de sirena:

“Sólo serán un par de meses.”

“Estamos en enero y hay que presentarlo a unas subvenciones en marzo, así que será un trabajo express.”

“Hay que darse prisa. Justo ahora Antena 5 está buscando guiones de este género y este tema. Lo necesitamos para ayer.”

Si eres – como yo – de los que se dejan tentar fácilmente, encontrarás más razones para aceptar que para huir. Te dirás a ti mismo: “Va a ser una locura, pero durará poco tiempo. Será como navegar durante una tempestad.

Descubrirás demasiado tarde que aunque el proyecto se vende a sí mismo como una tempestad, en realidad está abocado a ser un barco a la deriva en un océano en el que apenas sopla viento alguno.

Desesperante calma chicha.

¿Por qué?

¿Qué clase de cruel cambio climático sabotea los vientos y frena el ritmo del proyecto?

Se me ocurren varias causas.

CAUSA NÚMERO 1:

La más obvia. Por mucha ilusión que vuelques en algo, si lo haces gratis estarás obligado a hacerlo en ratos libres. Eso implica que escribes sólo en fines de semana o alguna tarde que otra, con la cabeza exprimida, esquilmada por tu curro de verdad, el que te hace llegar a fin de mes.

Avanzarás en el proyecto más lentamente de lo que esperabas y los demás implicados leerán tus avances también en sus ratos libres, cuando buenamente puedan, igual de agotados que tú.

El guión no sólo caminará lento y a trompicones. Lo hará también con torpeza, porque será el fruto de mentes abotargadas.

En algún momento del proceso alguien dirá: “Yo creo que esto merece que nos lo tomemos con más calma. Y si no llegamos a esa fecha importantísima de aquel importantísimo evento, ese evento que era la razón por la que nos metimos en este marrón, tampoco pasa nada.”

Y todos los implicados asentís, porque a esas alturas estáis tan cansados que os aferráis a esa tregua como si fuese un indulto de un tribunal penal. Si os dijesen en esas circunstancias que lo más sabio es que un leproso os meta la polla en la boca, también asentiríais como zombis.

De esa manera el proyecto con el que ibas a convivir dos meses de tu vida pasa a ser un proyecto de tres o cuatro meses, y cuando lleves cuatro meses dedicándole tus ratos de ocio descubrirás que está a punto de convertirse en un proyecto de seis meses, quién sabe si de ocho.

Y eso suele deberse a la causa número dos.

CAUSA NÚMERO 2:

Un guión escrito gratis puede llegar a tener incluso más versiones que un guión pagado.

Una vez que lo entregas, el productor se lo dará a leer a algunas personas cercanas y tú también le endosarás ese marrón a tu gente de confianza. Los guiones que se escriben gratis suelen contar también con analistas gratuitos, pero los muy cabrones se toman muy en serio su función, meten el dedo en la llaga, y una cosa está clara: Un guión escrito a trompicones por mentes exhaustas durante unos pocos fines de semana no resiste demasiados envites. Todo el mundo hallará grietas en él.

Y claro, cuando has escrito un guión gratis se asume que también harás gratis los cambios.

Si tienes la mala fortuna de currar (gratis) para un cabrón sin empatía, querrá pedirte una versión nueva cada vez que uno de sus cuñados emita una opinión sobre el guión.

He de decir que yo he tenido suerte en eso. Suelo colaborar con personas sensatas. Si en algo he evolucionado, es en que ahora sólo le regalo mi tiempo a buena gente, pero me he tropezado en el pasado con algún que otro psicópata cara dura, y he escuchado en boca de otros guionistas relatos de los que hielan la sangre.

Ahora lo suyo, como guionistas que somos, sería respetar la “regla del tres” y compartir una tercera causa, pero no lo voy a hacer. Compartiré en su lugar las consecuencias que sufriréis debido a que el proyecto no concluya cuando os prometieron.

CONSECUENCIA NÚMERO 1:

Si eres tan imbécil como quien escribe estas líneas te creerás de pies juntillas eso de que el proyecto sólo te va a ocupar un mes o dos… y cuando luego alguien te ofrezca un nuevo proyecto para dentro de un par de meses… tú aceptarás ese segundo encargo porque darás por hecho que para entonces ya te habrás liberado del encargo número uno.

Craso error.

Cuando llegue el momento de abordar el proyecto nuevo, el anterior aún seguirá ahí, secuestrando horas de tu tiempo, neuronas de tu cerebro y energía de tus mitocondrias.

Aun así, alguien te ofrecerá colaborar en un tercer proyecto atractivo…  y tú entrarás al trapo, porque los proyectos uno y dos ya están prácticamente cerrados.

Craso error.

Has olvidado que el toreo sigue siendo legal en España. En cuanto empieces a hincarle el diente al proyecto número tres, los proyectos uno y dos resucitarán como Lázaro, porque los ha leído el actor al que le han ofrecido el papel y ha dicho que al guión le falta comedia, o le falta verdad, o cualquier otro concepto que se le ocurra al actor para justificar que sencillamente no ha conectado con la historia y no le apetece dejarse liar para currar en condiciones tan precarias como las que has aceptado tú para escribir el guión.

Y claro… tú podrías negarte a seguir reescribiendo, pero piensas: “Es una pena bajarse del tren a estas alturas”…

… y gracias a esa manera de pensar acabas como esos payasos del circo que hacen malabarismos con tres, cuatro o cinco pelotitas a la vez. Pero lo más jodido del tema no es el número de pelotitas que tengas que manejar…

… lo más jodido es que eres un puto payaso.

CONSECUENCIA NÚMERO 2:

Cuando llevas demasiado tiempo trabajando en un mismo proyecto, te desenamoras.

Es ley de vida. Las mariposillas en el estómago sólo duran un par de borradores, y si la idea no es tuya o no has conseguido hacerla tuya, no duran ni la mitad de eso.

Currar gratis es un acto de romanticismo, y cuesta mucho ser romántico cuando el proyecto y tú lleváis demasiado tiempo conviviendo, cuando os habéis visto cagar en la intimidad.

Entonces uno se pregunta: ¿Por qué estoy aquí?

Si el proyecto es pagado, al menos tienes una coartada que ofrecerte a ti mismo… o a esos familiares y seres queridos que en vano rezan para que dejes de ser un gilipollas.

Por otra parte, la falta de amor hacia el proyecto hará que cada versión cueste más que la anterior y se escriba más lenta, más errática.

CONSECUENCIA NÚMERO 3:

Los proyectos que escribes gratis rara vez llegan a algún sitio.

Asumámoslo: La tendencia natural de cualquier proyecto audiovisual es el aborto. Si naufragan más de la mitad de los proyectos que las productoras de cine y televisión SÍ han pedido… ¿qué garantías tiene de llegar a buen puerto un guión que ha sido pergeñado en huecos libres, casi en defensa propia… y sin que nadie le haya dado vela en el entierro? ¿Qué garantías tiene de triunfar una película que se hace al margen del sistema, sin recursos suficientes para posicionarse en el mercado?

Pocas.

Muy pocas.

No voy a decir que ninguna, porque, de vez en cuando, los milagros existen. De lo contrario no llevaría tanto tiempo apostando por proyectos kamikazes. Cuando apuesto por esa clase de iniciativas, en el fondo estoy apostando por un un mundo que funcione de manera distinta.

¿A dónde nos lleva todo esto?

Empezaré diciendo a dónde me ha llevado a mí: Hace meses que decidí no seguir colaborando en ningún otro proyecto gratis (ni pedir que otros trabajen gratis para mí). Mis curros pagados me consumen más tiempo del estipulado de lunes a viernes y es triste no poder dedicar los fines de semana a mis seres queridos.

Por eso cerré el grifo: ¡No más proyectos gratis! Llevo todos estos meses rechazando cualquier proyecto no pagado.

No ha servido de gran cosa…

… porque los tres proyectos gratis en los que estaba implicado hace meses, cuando tomé esa decisión… SIGUEN AHÍ.

Siguen robándome tiempo, neuronas y energía. Nunca se terminan. Siempre encuentran excusas para seguir dando guerra.

Sé que este blog lo leen muchos guionistas que están empezando. Me gustaría terminar el post con un consejo, por si puedo ayudar a alguien a no cometer los mismos errores que he cometido yo:

Dejaos explotar dos o tres veces al principio. Lo justo para adquirir un poco de experiencia y poder anotar ese par de líneas en el currículum: ésas que os abrirán las puertas al primer curro pagado.

A mí me funcionó.

Después de eso, dedicad vuestro tiempo libre a cumplir vuestros propios deseos, en vez de ser mamporreros de los deseos de otros.

Yo aún no lo he conseguido.

4 comentarios en «OTRA RAZÓN PARA NO TRABAJAR GRATIS (CONFESIONES DE UN GUIONISTA IMBÉCIL)»

  1. Yo no soy guionista, sino según leyes venezolanas soy lic en Administración empresarial y tengo desde 2014 ejerciendo por mi cuenta y creo que tu experiencia es muy similar a la mía, ya que hay una enorme cantidad de factores (valores subjetivos) que hay que incluirle a nuestros trabajos y solo los malos ratos nos da la pericia para cuantificarlos.
    Al menos en mi carrera la tendencia es que no hay trabajo gratis, solo que debes cobrarlo muy barato para asegurar (en teoría) que el cliente regrese mientras tratas (como puedes) buscar otras fuentes de ingreso, así sea rompiendo tu palabra de no volver a ser un empleado

  2. Qué bueno esto de “no bajarse del tren a estas alturas”. Me identifico plenamente. Como tú, llegó un momento en el que trabajando gratis ya no podía aprender más y decidí parar. He aprendido a elegir mis batallas y pagar facturas es la guerra más importante.

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