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DONOSTIA 2016: ENTREVISTA A MIKEL RUEDA

Entrevista y Fotografías de Àlvar López y Carlos Muñoz Gadea

Mikel Rueda volvió al Festival de Cine de San Sebastián tras su paso por la sección de Nuev@s Director@s en 2012, esta vez con Caminan, un cortometraje que ha conseguido colarse en una lista que estuvo copada únicamente por largometrajes, a excepción de su proyecto. Quisimos hablar con él para saber cómo enfoca el proceso de escritura

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En el estilo de escritura de Caminan destaca el hecho de que mucha de la información se da de manera sobreentendida al espectador, sin hacerla explícita ni a través de las acciones ni a través de los diálogos.

En sí, el cortometraje forma parte de una secuencia de mi siguiente película, que sí pretendo que funcione según estas pautas: que se diga menos que lo que la gente espera que se diga. Es una película que precisamente busca jugar mucho con los silencios y con esa falta de información explícita con la intención de generar preguntas en el espectador para que se las responda él mismo.

El caso es que estaba escribiendo el guión de la película cuando me ofrecieron hacer un largometraje coral con varios cineastas bilbaínos como Uribe, Urbizu o de La Iglesia, con la excusa de que se rodase en Bilbao, al estilo de Kalebegiak con Donosti. No tenía nada en mente y se me ocurrió escoger una secuencia de la película que creo que también funciona como obra independiente. Con ello pude probar ciertos elementos de la escritura de cara al posterior largo. Estoy contento con el resultado, que me ha servido para despejar algunas de las dudas que tenía a la hora de escribir la película.

En esa intención deliberada de decir poco para generar muchas preguntas, el cortometraje está plagado de silencios dramáticos. ¿Ya los tenías así descritos en el guión?

El guión del cortometraje no llega a cinco páginas, que luego se traducen en casi 15 minutos de metraje. Yo casi siempre suelo a ir a minuto por página de guión y de repente aquí ha cogido un gran peso el silencio, que es lo que yo quería, aunque tenía miedo al principio del resultado.

El hecho de que esta secuencia, originalmente concebida como parte de un largometraje, funcione de manera independiente tiene mucho que ver con la estructura. ¿Sigues un procedimiento en concreto para crear cada una de las secuencias que escribes?

Sí y no. La estructura está, y como todos los que hemos estudiado guión, conocemos lo que académicamente se debe hacer. Y es cierto que muchas veces lo puedes usar como guía, sobre todo cuando te atascas un poquito. Dicho esto, intento no ceñirme demasiado a lo que los manuales de estructura dicen, a pesar de que viendo cualquier película casi siempre puedes percibir la presencia más o menos clara de una estructura y de la división en actos, pero si no escribo primero libremente me vuelvo loco. Suelo empezar escribiéndolo todo a mano, en una página doblada por la mitad, y tomo muchas, muchas notas. Luego a partir de ahí ya busco la manera de otorgarle una estructura de cara al desarrollo, pero no en el sentido estricto de la palabra, sino sobre todo para enfrentarme al temible abismo del segundo acto. Eso ya depende cada historia.

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Fotograma promocional de Caminan

¿Escribes muchas versiones de cada secuencia antes de pasar a la siguiente o te guardas para una segunda fase de reescritura con la primera versión acabada?

Yo suelo vomitar mucho. Me gusta que haya plazos en la medida en que me ayudan a centrarme, y hasta que no tengo plazos me cuesta ponerme del todo. Soy un poco desastre con eso, porque muchas veces caigo en la procrastinación, aunque durante esos periodos también avanzas leyendo o viendo películas que pueden servirte para tu proyecto. Sin embargo, al ponerme a escribir suelo vomitar de repente muchas páginas. Es decir, una vez acabada la toma de notas y la reflexión que me permite saber a dónde quiero llegar con la historia es cuando entro al ordenador a escribir de golpe, me lleve el tiempo que me lleve. Luego, como es normal, lo que más cuesta es la reescritura, por lo que intento dejar respirar el máximo tiempo posible el guión antes de adentrarme en esta fase, para así evitar el subidón que aparece inmediatamente después de haber terminado una versión, que es cuando tiendo a no querer tocar nada. Soy un poco anárquico en cuanto al procedimiento, así que este método puede variar en función del proyecto.

Volviendo a esa intención de sugerir más que de contar. ¿Te atraía esta forma de escribir desde el principio o ha sido fruto de las sucesivas reflexiones?

Poco a poco voy descubriendo el camino que me interesa de lo que quiero contar. Empecé a escribir con una película de encargo, Estrellas que alcanzar, que en cierto modo es una cosa extraña porque no tenía nada que ver conmigo e intenté hacerla mía. Aprendí mucho durante ese proceso, pero no dejaba de ser un encargo. Y fue bien, seleccionada en San Sebastián en Nuev@s Director@s. Pero no era yo.

Luego vino A escondidas, que es completa y absolutamente yo, que nace de entraña y es una historia personal que nace de mí. Y en esta siguiente película, vuelvo a encontrarme con esta manera que quiero utilizar para contar, y que también he ido encontrando en los cortometrajes que he escrito entre medias. Lo que me interesa es, sobre todo, lo que ocurre cuando parece que no ocurre nada y sí ocurre, el silencio entendido como una herramienta dramática, que a veces parece que no se usa. Y así es cómo he ido encontrando la manera de contar mis historias, que además creo que va a más en este sentido. Pienso que es más interesante generar ambigüedad y no darlo todo hecho al espectador, crear una película que a su vez cree más películas en las mentes de los espectadores.

¿Cómo estructuras entonces esos silencios a la hora de plasmarlos en el guión?

En mi caso particular, como sé que lo que escribo lo voy a dirigir yo, escribo en cierto modo para mí. Yo sé dónde quiero esos silencios, por lo que en mis guiones describo mucho miradas, sentimientos -aunque de la forma más escueta posible-, e intento que también se note en el formato para ir marcándolo desde esta fase. Pero al fin y al cabo sé que lo voy a dirigir yo, así que puede que si lo escribiese para otra persona, el guión no estuviera todo lo bien escrito que debería. No sé si se entendería exactamente como yo lo imagino, pero de momento me basta para transmitírselo yo mismo al equipo de cara a la producción.

Volviendo al cortometraje en concreto, ¿por qué decides elegir esta secuencia y no otra?

El largometraje está dividido en tres grandes bloques, y me interesaba particularmente este primer encuentro entre los personajes protagonistas, que hace las veces de eje central para el largometraje que aspira a ser. Caminan en sí ha sido para mí una manera de probar muchas cosas, tanto de la escritura como del rodaje. Quería probar a estos dos personajes juntos para ver si los había escrito de manera adecuada en esta escena, que como os digo en una de las piezas centrales de la película.

¿Vas a reescribirla entonces para la película?

Sí, claro. Cuando consigamos el dinero, que parece que nos permitirá rodar el año que viene, tendré que replantearme algunas cosas, también por el tiempo que ha pasado desde que concebí lo que ha terminado por ser el cortometraje. Pero como test resulta que ha funcionado. De repente me he visto compitiendo en la sección Zabaltegi como único cortometraje entre los largometrajes incluidos en esta sección, pero la idea era hacer una especie de ensayo de la historia para ver si funcionaba lo escrito hasta ahora.

Es un lujo poder probarte con público y además en el Festival de Donosti, ¿no?

Poder ver lo que has escrito en el cine y con público a modo de prueba para un proyecto más grande no tiene nada que ver con el trabajo individual de las reescrituras. Es curioso ver las reacciones y las preguntas que les surgen a los espectadores, sobre todo cuando lo interesante del proyecto es intentar precisamente sugerir. Aquello de contar mucho, pero sin decir. De hecho, el tercer personaje, un policía que yo quería que fuera el nexo con el espectador, ha demostrado servir para su rol, ya que son varios los espectadores que han afirmado sentirse identificados con sus acciones al cruzarse con la pareja protagonista. Es precisamente un poco sobre lo que trata el corto, sobre si acertamos o nos pasamos con la reflexión que nos despierta la historia de esa pareja.

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De cara a controlar al máximo todas esas preguntas que buscas generar, ¿buscas tus respuestas a esas preguntas antes de ponerte a escribir?

Claro. Primero necesito conocer la historia entera para después ponerme a jugar con los distintos elementos. De hecho, a pesar de haber hecho ya esta primera aproximación, el haber vuelto a ver el cortometraje, del que llevaba algún tiempo apartado, me ha hecho pensar en cosas que necesito para una siguiente reescritura, sobre todo cosas que todavía quiero quitar, tanto de esta secuencia como de la película, puesto que al conocer las respuestas creo que todavía puedo afilar esa manera de contar y hay cosas que me sobran. Es ir encontrándose durante todo el proceso, supongo.

Cuando entrevistamos a Pablo Remón, nos contó que él escribía para buscar respuestas a preguntas que se hacía, y que si ya conocía las respuestas corría el riesgo de perder el interés.

A mi me gusta conocer primero la historia al completo, para después elegir correctamente qué parte de la historia quiero contar.

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