Por Juanjo Ramírez Mascaró.
Si os dedicáis a alguna labor creativa, tarde o temprano alguien os soltará esa frase:
“Es que siempre se hace así“.
Supongo que es una frase de la que se abusa también en otros ámbitos. La diferencia radica en que en el ámbito que nos ocupa, el del mundillo del audiovisual… esa frase es mentira.
Desconfiad de cualquiera que intente influir en vuestro comportamiento o en vuestras decisiones argumentando que “así es es como siempre se hace“. Alguien que pronuncia esas palabras no entiende de arte, ni entiende cómo funciona el mundo, o peor aún: Intenta llevarte al huerto.
Si te dedicas a escribir (que es de lo que se suele hablar en este blog) deberías saber que no hay una única manera de hacer las cosas. Si crees lo contrario tal vez deberías soltar el lápiz, decirle a las musas que las prefieres como amigas y hacer unas oposiciones para algún puesto de trabajo seguro, funcionarial, estable y gris.
Por supuesto que recurrimos a ciertos métodos y ciertos trucos con cierta asiduidad, porque han demostrado ser efectivos en la mayoría de los casos, pero si hablamos de arte… SIEMPRE se pueden hacer las cosas de otro modo.
Es más: El modus operandi que le funciona a Fulanito nunca será necesariamente el mismo que le funcione a Menganito.
Pocas cosas habrá tan liberadoras como interrogar a varios guionistas de éxito y escuchar cómo se contradicen entre sí. Algunos trabajan siempre con escaleta, otros huyen de ella como del diablo. Algunos te cuentan que vendieron sus primeros guiones enviándolos por correo a las productoras, otros te dirán que eso es una pérdida de tiempo.
La mayor parte de las veces en que alguien ha intentado influir en mis decisiones esgrimiendo el comodín de “es que siempre se hace así” he percibido algo muy turbio detrás de esa frase. Suele usarse como tapadera para encubrir intenciones indignas.
“Es que siempre se hace así” es el recurso del ególatra que está demasiado apegado a sus ideas facilonas y no desea que le propongas cambios.
“Es que siempre se hace así” es la voz de ese productor que pretende que firmes un contrato abusivo, o incluso que empieces a trabajar antes de firmarlo.
“Es que siempre se hace así” es el bálsamo del cobarde que, consciente o inconscientemente, huye del reto de innovar.
Normalmente agachamos la cabeza y metemos el rabo entre las piernas cuando escuchamos esa frase, porque nos han enseñado que si no hacemos las cosas como siempre se supone que se hacen, no somos profesionales.
La definición de “profesionalidad” en un trabajo como el nuestro es muy ambigua. Casi tan ambigua como la de “genio”.
Desconfiad de quien os acuse de falta de profesionalidad. Gran parte de quienes acusan a alguien de “no ser profesional” suelen ser personas que se comportan sin profesionalidad alguna: Gente que no te paga, o que te paga tarde, o que no dice las cosas claras, o que te encarga una cosa un día y otra cosa totalmente distinta al día siguiente. Cabronazos que intentan regañarte antes de que te des cuenta de que eres tú quien debería regañarles a ellos. Perros que te gruñen tras mearse en tu alfombra.
Intenta reprocharle a esa clase de gente sus negligencias. Intentarán convencerte de que esas informalidades que te hacen padecer son “gajes del oficio”, te dirán que si no aceptas esa mierda “te has equivocado de trabajo”… porque “las cosas siempre se hacen así“.
Tampoco nos olvidemos de aquellos que recurren al “siempre se hace así” porque tienen las manos atadas: Porque carecen de poder para permitirte hacerlo de otra manera… pero no quieren reconocer esa debilidad delante tuya.
Afortunadamente la historia de nuestra civilización está llena de ejemplos que demuestran que las cosas no siempre se hacen de la misma manera; que el hecho de que algo se suela hacer de una determinada manera no implica necesariamente que deba de seguirse haciendo así.
Una injusticia no deja de ser una injusticia porque “siempre se haya sido así”.
Un procedimiento absurdo no goza de inmunidad diplomática porque “así han sido siempre las cosas”.
Pensad en la cantidad de maravillas que no habrían existido si sus creadores no se hubiesen rebelado contra el “así es como siempre se hace“. No tendríamos a Ciudadano Kane, no tendríamos a Robert Rodríguez ni a Sam Raimi, no conoceríamos a Roger Corman (que apadrinó a chavales como James Cameron, Joe Dante o Francis Ford Coppola)
Cuando John McTiernan dirigía Depredador en el año 87 no le dejaron montar planos con el movimiento de cámara ya iniciado. El bueno de John quería imprimirle más ritmo a la peli haciendo que algunos planos ya estuviesen en movimiento desde su inicio, pero en aquellos tiempos eso no era lo ortodoxo. Depredador era una peli comercial, y en las pelis comerciales los planos tenían que empezar con la cámara quieta. Así es como siempre se hacía. En su siguiente película, La Jungla de Cristal, McTiernan decidió que no volverían a inflarle los cojones con esas chorradas: contrató a un operador europeo. Concretamente a Jan De Bont, que por aquel entonces era el operador habitual de Paul Verhoeven. Hoy día nadie te reprochará que inicies un plano con la cámara en movimiento, porque “así es como siempre se hace”.
Quién sabe si Van Gogh no se cortó la oreja para no escuchar que las cosas hay que hacerlas “como siempre se hacen”. Quién sabe si Beethoven y Goya no se volvieron sordos por el mismo motivo.
La voz que entona que “siempre se hace así” suele ser la voz del miserable. A veces se trata de un miserable malintencionado, otras veces se trata de un miserable acojonado. En algunas ocasiones un miserable autoconsciente, en otras un miserable que ignora su propia miseria.
Pero supongo que así funciona el mundo. Siempre ha girado así: a trompicones.
Ole, ole y ole. Y también olé.
Gracias por este post.
Ojalá lo lean muchos de este mundillo.
¡Genial! ¡Totalmente de acuerdo!
Reblogueó esto en akhenatenrevolution.
Todita razón la tuya:
“Tampoco nos olvidemos de aquellos que recurren al “siempre se hace así” porque tienen las manos atadas: Porque carecen de poder para permitirte hacerlo de otra manera… pero no quieren reconocer esa debilidad delante tuya”.
Creo que las “nuevas” escuelas de guión deberían añadir esto como filosofía para enfrentarse a la realidad de todos los filtros que uno se encuentra por el camino: lectores, asesores, editores, jurados de concursos, ayudantes de producción, arribistas, chupatintas, secretari@s… Sobretodo para que, los que inician la aventura de la jungla del relato, no se desanimen sin sólo encuentran calaveras del “eso siempre se hace así”.
Un aplauso.
Una vez a mí me rechazaron una novela corta porque estaba escrita en primera persona. “No se puede escribir novela en primera persona”, me dijo el amable (y desinformado) editor, y se quedó tan ancho.
Puede que fuese su forma de evitar el conflicto y decirme que mi novela le había provocado arcadas. O bien realmente creía que la novela “siempre se ha hecho así”, o sea en tercera persona; lo cual significaría, básicamente, que “El corazón de las tinieblas” y “Moby Dick”, por citar sólo dos obras (con las que no pretendo en modo alguno comparar la mía), nunca se escribieron y sólo soñé haberlas leído.
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