EL GUIONISTA CENTROCAMPISTA

Evasion_victoria

No soy futbolero, pero voy a intentar hacer una metáfora de fútbol.

Los guionistas somos muy de trabajar en equipo, sobre todo cuando escribimos para televisión. En ocasiones incluso podemos llegar a formar grupos de 11 jugadores, como los del fútbol, aunque en nuestro caso no se trata de un “11 contra 11”, sino de un “11 contra 5 millones”.

Es lógico que un guionista quiera destacar en su equipo, por eso no es de extrañar que todos soñemos con convertirnos en guionistas delanteros.

Un guionista delantero es un guionista que mete goles. En el mundo del guión, meter un gol es proponer esa idea que funciona, esa trama que es aceptada por el coordinador o por la cadena, ese chiste que sobrevive hasta la versión final de guión.

Todo eso es importante, por supuesto, pero los partidos no se ganan únicamente metiendo goles. La pelota se tiene que mover, cada idea debe sortear decenas de obstáculos antes de llegar a tiro de portería.

A veces se da el caso de la jugada épica, la del “Messi del guión” que, lejos de defraudar, sortea él solo todos los obstáculos hasta llegar al área y chutar el gol.

Lo habitual, sin embargo, suele ser el famoso tiqui-taca, también conocido como “currar en equipo”. La idea-pelota llega a los pies del guionista delantero gracias a que tanto él como sus compañeros la han mareado, se la han ido pasando de una cabeza a otra.

Y ahí es donde resulta crucial la labor del guionista centrocampista.

Un equipo de guión sin centrocampistas es un equipo cojo.

Normalmente las ideas crecen cuando ruedan de boca en boca. Como bolas de estiércol. En un brainstorming es habitual que alguien lance una idea que no funciona pero que sirve de inspiración para generar otra idea que sí da en el clavo. Normalmente las ideas no están maduras hasta que no han viajado de un lado a otro del campo.

Aunque quizá la labor más crucial del guionista centrocampista sea la de mantener la pelota en movimiento: el anteriormente mencionado tiqui-taca. No hay nada más desolador en un brainstorming que esos silencios tensos que casi se pueden masticar. Lo único que se escucha en la sala es el chisporroteo de los cerebros pasándose de revoluciones, girando en vacío, buscando soluciones imposibles, atrapados en un bucle, pensando involuntariamente en otras cosas para escapar de allí.

En esos momentos de calma chicha, el guionista centrocampista rompe el silencio proponiendo algo aun a sabiendas de que su propuesta no va a acabar en gol. ¡Da igual! En esos instantes del partido lo más urgente no es buscar el gol, sino reanudar la dinámica de juego.

Muchas veces los guionistas nos callamos ideas que no funcionan, por miedo a la reprobación y la censura de nuestro jefe o nuestros compañeros. Craso error. Nunca sabes a dónde te va a llevar una idea que no funciona, pero al menos te llevará a algún sitio. La creatividad tiene mucho que ver con la energía, la fluidez, el movimiento. Ningún barco navega en aguas estancadas.

El guionista centrocampista genera un clima de actividad y bienestar: Existen personas que, sin hacer aparentemente nada, favorecen que la gente que está junto a ellas tenga ideas, del mismo modo en que existen personas que con su actitud o sus silencios inhiben la creatividad de los demás; personas que son como esos inhibidores de cobertura que hacen que nuestros teléfonos se queden sin señal.

¿Qué podemos hacer para que el centrocampista ibérico no se extinga?

Personalmente creo que la clave está en los capitanes de equipo: Tener buenos coordinadores de guión.

Un buen coordinador debería ser, de hecho, el mejor centrocampista. Debería ser el primero en generar buen ambiente, en procurar que la pelota esté siempre en movimiento. Un buen coordinador debería transmitir confianza a sus guionistas en vez de hacer que se sientan evaluados continuamente.

No hay nada más nocivo que uno de esos jefes que generan climas competitivos en los que cada guionista se siente en la necesidad de hacer méritos para destacar por encima de los demás compañeros. Si cada jugador sale al campo pensando que si no mete suficientes goles lo van a echar del equipo, la estrategia estará regida por el miedo. Los guionistas se sabotearán unos a otros intentando acaparar el balón.

Y en esos casos nadie quiere ser centrocampista, porque el guionista centrocampista no llama tanto la atención como los guionistas delanteros… o como los guionistas porteros: esos que se limitan a desacreditar las ideas de los demás, a frenarlas, a señalar los inconvenientes, a sembrar los céspedes de “peros”.

No es ningún secreto que los guionistas somos más inseguros que nuestros propios perros. Cuando entramos nuevos en una serie, en un programa, en un formato concreto… estamos demasiado pendientes de los goles. Al final de cada jornada chequeamos los resultados del partido para ver cuántas aportaciones nuestras han sido aceptadas. “Si no meto suficientes goles, a lo mejor no me renuevan.” Luego pasa el tiempo y, si jugamos en un buen equipo, nos relajamos, dejamos de llevar las cuentas… y disfrutamos jugando al tiqui-taca, con esa hermosa sensación de que los goles son de todos.


Por Juanjo Ramírez Mascaró.

5 comentarios en «EL GUIONISTA CENTROCAMPISTA»

  1. ¿Qué podemos hacer para que el centrocampista ibérico no se extinga?

    jejeje… ¿Darle denominación de origen? ¿Dejarlo en libertad? ¿Copiar su ADN? ¿Cruzarlo con otros…

    El buen ambiente de un trabajo en equipo es primordial para los logros y rendimientos de esa tarea. Lo contrario no sería de trabajar en equipo, sería más bien trabajar “contra el equipo”. La autoría es inherente al ser individual, la cortesía o el “callarse cuando no se tiene nada que aportar” se alcanza con la modestia y la experiencia.
    Veo dificil que los ambientes laborales se relajen cuando está siempre en juego la cabeza de alguien (sus ingresos, sus facturas, su modus vivendi…). La realidad supera en crueldad a la ficción, pero, calladamente.

    Tu post es inspirador. Gracias.

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