LA ADICCIÓN AL FRACASO

Junklady

Esto no está dirigido únicamente a los guionistas. El tema que aquí se trata afecta a todas las profesiones del mundo. No obstante, si te dedicas a la escritura, tu relación con el fracaso es especial, y crónica. Para un escritor el fracaso es como el virus del herpes: Siempre está ahí, latente, expectante. Puede no afectarte durante gran parte del tiempo, pero gravita en todo momento sobre tus decisiones, a la espera de que bajes la guardia.

La escritura es uno de esos oficios en los que cuesta mucho defenderse del fracaso, porque cuesta reconocerlo. Si un fontanero no te arregla una avería es fácil concluir que ha fracasado, y también es relativamente fácil averiguar por qué. Sin embargo, si te dedicas a hacer pelis, series, libros… rara vez estarás seguro (salvo en casos flagrantes) de si triunfas o fallas, ni sabrás delimitar las causas con demasiada precisión.

No pienso insistir mucho más en ese tema porque ya se ha tratado varias veces en este blog. Hoy me gustaría hablar sobre que…

… puede que muchas veces fracasemos porque queremos fracasar.

Que nadie me malinterprete. No se trata de monsergas new age, ni de pseudociencias sobre la “ley de la atracción”. Se trata, en todo caso, de pseudo-psicología, de bucear en esa mierda interior a la que tanto nos gusta asomarnos a los narradores cuando creamos historias.

¿Perseguimos nuestro propio fracaso?

Y en caso de que así sea, ¿por qué?

Se me ocurren CUATRO posibles razones, y empezaré por la más obvia, por la más manida:

1- FRACASAMOS PORQUE TENEMOS MIEDO AL ÉXITO.

A mí también me entran ganas de estamparle una tarta en la cara a cualquiera que me venga con eso de que “hay que salir de nuestra zona de confort”, pero es una frase que tiene algo de cierto. En ocasiones no nos asusta únicamente el esfuerzo que tendríamos que hacer para perseguir el éxito, sino las propias consecuencias de alcanzar dicho éxito.

Yo me he sorprendido a mí mismo deseando que me salgan ciertos trabajos, y descubriendo al mismo tiempo que otra parte de mí deseaba justo lo contrario. Esa parte perezosa o cobarde que te susurra al oído frases envenenadas como: “Si te sale esa cosa va a ser una putada, tendrás que compaginarlo con todo lo demás, no vas a tener vida.” “Nuevo trabajo, conocer gente distinta, reglas distintas, formas distintas de hacer las cosas. ¡Qué pereza!” “¿Si me voy a este curro nuevo, cómo le digo a los del curro de ahora que les tengo que dejar?” “¿Probar suerte en Hollywood? ¡Uff! Tener que escribir en inglés…

Una vida sin demasiados cambios es perniciosamente cómoda. La novedad asusta. Si perteneces (como gran parte de los lectores de internet) a la clase media, quizá no puedas aspirar fácilmente a tu situación ideal, pero tampoco es probable que te mueras de hambre. Vivimos dentro de un sistema que nos chupa la sangre en cómodas dosis: un equilibrio perfecto entre no luchar por lo que queremos y no renunciar a lo que prácticamente nos regalan.

El individuo que elige el fracaso por miedo a los terremotos que supone el éxito suele engañarse a sí mismo diciendo que no triunfa porque la sociedad es injusta. En algunas ocasiones incluso intenta sabotear a quienes sí luchan, por miedo a que esas personas se alejen y le dejen solo en su foso de desidia.

Sí, tenéis razón: Este discurso ya está demasiado trillado, así que pasamos a la segunda razón.

2- FRACASAMOS PORQUE ESQUIVAMOS LA BATALLA.

Es algo que sucede bastante en nuestra profesión. Rehuimos el enfrentamiento con la esfinge, la ordalía del espejo. Nos entretenemos en “batallas menores” porque tememos enfrentarnos a la que realmente nos importa… y descubrir que no estamos a la altura.

Estoy harto de ver a guionistas y directores diciendo cosas como: “La peli es cutre porque la he querido hacer así. Me hace gracia que sea cutre.” “Es que quiero escapar de la tiranía de los tres actos y su eficacia.” “He hecho una historia aburrida porque la vida es aburrida.” Estoy harto de ver a artistas con talento empeñados en ejecutar sus obras con menos dinero y menos tiempo del que realmente podrían permitirse, y estoy casi seguro de que muy en el fondo prefieren crear en condiciones adversas porque no soportan la idea de hacer lo que quieren con condiciones favorables y que les salga mal. Descubrir que no has sido capaz de satisfacer tus expectativas y no poderle echar la culpa a ningún handicap.

No me excluyo de la ecuación. A mí también me pasa.

Soy una persona capaz de escribir un largometraje en 15 horas con tal de recordar lo que significaba disfrutar de este oficio sin tener que responder por la calidad del resultado final.

Soy una persona que, cuando tiene ideas de ésas que podrían funcionar comercialmente, que encajarían con lo mainstream… son precisamente ésas las ideas que acaba desechando.

Soy una persona que apenas hace intentos de mover sus novelas… y quién sabe si esa falta de insistencia no se debe a que en el fondo esas novelas y esos relatos me importan y me definen más que los guiones.

Apostar todo a ese tipo de cartas y perder la apuesta es más drástico que perder el sueldo del mes en Las Vegas, el reloj de oro, los ahorros para la universidad de los niños.

Y a pesar de todo, la tercera razón me parece aún más escalofriante:

3- FRACASAMOS PORQUE LOS FRACASADOS NOS CAEN MEJOR.

Quizá hubo un tiempo en que el ser humano tenía a Tintín o a Superman como ejemplos a seguir, pero ahora vivimos en tiempos más cínicos que exigen antihéroes más decadentes.

A una parte de mí le parece enternecedor: Somos más propensos a amar al desvalido, al infortunado. Eso no es del todo nuevo, todos los grandes héroes de antaño tenían su puntito trágico, pero a veces tengo la sensación de que aquellas tragedias tenían como misión advertirnos de algo mientras que ahora, en cierto modo, vivimos una especie de “edad de oro del perdedor”.

A veces me pregunto si los creadores de historias no tendremos cierta responsabilidad ante el hecho de que mucha gente decida estampar su vida contra un muro. Quiero pensar que no: que esa tendencia a la autodestrucción es una semilla que llevamos ahí plantada desde el principio de los tiempos.

Pero…

… pero yo mismo me estremezco en ocasiones al comprobar que mis personajes de ficción favoritos son barcos encallados. Un Humphfrey Bogart masticando su derrota en la barra de un bar me inspira más cariño que un gilipollas con sonrisa triunfal cumpliendo sus putos sueños.

La mitomanía postmoderna nos ha inoculado ese virus: Fracasar es el nuevo “molar”, y más en esta España nuestra en la que el Lazarillo baila con Don Quijote, en la que hacer las cosas bien está satanizado. Si te descuidas, no sólo acabarás rodeándote de “fracasados” porque te caen mejor: También acabarás convirtiéndote tú en uno de ellos, para caerte mejor a ti mismo.

Si lo que acabo de escribir te parece una estupidez, quizá empatices más con la cuarta razón:

4 – FRACASAMOS PORQUE ALGÚN IMBÉCIL SE ATREVIÓ A DEFINIR QUÉ COÑO ES EL FRACASO.

El mundo funciona así. Nos fabrican en serie, nos obligan a encajar en el cliché y a tener pensamientos cliché. Incluso esta frase que acabo de escribir es un cliché. Desde que somos niños nos dicen cómo tenemos que ser y a qué clase de vida debemos aspirar.

Yo no soy de ésos“, pensarás. “Yo elegí el camino del artista.” Y a no ser que seas el puto Alan Moore o el puto John Carpenter es probable que estés recorriendo más bien el cliché del artista. Nos ponen unas orejeras de burro para que sólo podamos vislumbrar una versión reduccionista y polarizada del éxito: Uno se mete en esto pensando en ir a Cannes, ganar un Oscar, convertirse en millonario… Más adelante, si tienes suerte, descubres que dentro de esta jungla hay mil posibles caminos, que en ciertos rincones ignorados serás más feliz – y más útil – que en aquéllos que están señalados con letreros luminosos.

Nos hacen creer que el león tiene éxito cuando salta y consigue pasar por ese aro ardiente que sostiene el domador ante él, y ni el público, ni siquiera el puto león advierten que difícilmente podremos hablar de éxito si tenemos al rey de la selva atrapado tras los barrotes de un maldito circo.

Cada vez estoy más convencido de que mucha gente fracasa porque orienta toda su energía hacia un modelo de éxito para el que no está hecha. Caminamos mal porque llevamos zapatos que no son de nuestra talla. Ya que estamos en el festival del cliché, no sobrará esa cita tan célebre de Albert Einstein:

Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido.

De hecho, es incluso posible que estés fracasando porque no te has dado cuenta de que ya has alcanzado el éxito.


Por Juanjo Ramírez Mascaró.

11 comentarios en «LA ADICCIÓN AL FRACASO»

  1. Pues creo , precisamente, que la psicologia ya lo ha estudiado, o al menos algo parecido, y se llama “Indefensión aprendida”

  2. Qué cabron eres!!!… Con lo cómodo que estoy en mi puto círculo de seguridad y me escribes esto que parece hablas de mí, o sea hablas de todos… Mañana apunto tu nombre de gente en la que inspirarme para salir del fracaso (es un ejercicio que me puso el terapeuta… típico, lo sé, pero me queda el consuelo)… No sigo porque estoy con el móvil y no se me da como a ti…

    1. Zona de confort no círculo de seguridad, voy a parecer un campo de concentración… Las neuronas

  3. Orientamos nuestra energía para un modelo de éxito para el que no estamos hechos… Sí. Toda la razon. El éxito es social y la felicidad individual. Hay que replantear conceptos o… U olvidarlos.

  4. Pingback: Cagado de terror – EZCRITOR.com

  5. Pingback: QUÉ COSAS HACE LA GENTE QUE LO PETA MÁS QUE TÚ. | Bloguionistas

Los comentarios están cerrados.