Por Juanjo Ramírez Mascaró.
Hace poco pasé un día entero junto a personas que se dedican a otra cosa. A algo distinto del audiovisual, quiero decir. Escuchaba sus anécdotas, la pasión con que afrontaban su trabajo, la carne que ponían en el asador, las dieciocho horas que trabajaban al día sin perder la ilusión ni la sonrisa…
Escuchaba todo eso y, acto seguido, pensaba en mí mismo y en casi todos los guionistas que conozco… llegando a una conclusión demoledora:
No nos gusta nuestro trabajo.
Paseo la mirada por el gremio guionístico y no encuentro esa dedicación, esa iniciativa, ese hambre, ese conservar la vocación intacta.
¿Qué cojones nos está pasando?
Luego cierro los ojos, respiro hondo, cuento hasta diez, vuelvo a contemplarnos: a mí mismo y a mis compañeros guionistas. Recuerdo cómo aburrimos a nuestras novias porque no sabemos hablar de otra cosa que no sea nuestro curro, recuerdo que hipotecamos nuestros fines de semana trabajando gratis en guiones que probablemente jamás verán la luz…
Entonces descubro que no nos gusta nuestro trabajo… pero nos gusta nuestro oficio.
Es muy normal en nuestra profesión que nos digan que no tenemos derecho a quejarnos porque “trabajamos en lo que nos gusta”. Yo suelo argumentar que eso es como si nos pusiesen a trabajar grabando pornografía infantil y nos reprochasen: “¿Pero no decías que te gustaban los niños?”
Y es que “vivir de la escritura”, en la mayoría de los casos, consiste en eso: En que te obliguen a mancillar lo que más amas, en tener hijos para observar cómo los sodomizan… haciendo creer a todo el mundo que los has sodomizado tú, en traicionar tus principios profesionales haciendo las cosas como crees que no deberían hacerse, en ponerle un bozal al lobo que llevas dentro y humillarlo hasta verlo convertido en un caniche.
No nos gusta nuestro trabajo.
Aunque por otra parte, si no me gustase escribir no estaría aquí, escribiendo gratis en un blog sobre escritura… un viernes santo.
Hay algo que he ido comprobando a lo largo de los años, y me parece tristísimo: La mayoría de los guionistas hablan fatal sobre las series en las que trabajan. No les gusta el producto que están haciendo. Es como si un zapatero te dijese que ha estado todo el día fabricando unas botas nefastas. “Son feísimas y te hacen ampollas en los pies. Yo no me las calzaría en la vida, pero aquí estoy, confeccionado un instrumento de tortura para gente que es lo suficientemente idiota para calzarse algo así.”
Somos camareros que adoran el Chivas pero sirven garrafón a sus clientes.
¿De quién es la culpa? ¿De la señora de Cuenca? ¿De Rajoy? ¿De Yoko Ono?
Personalmente creo que gran parte del problema está en el funcionamiento de las cadenas de televisión, que condicionan no sólo la línea editorial de los programas y series, sino también la de la mayoría de las pelis españolas.
Estoy harto de ver iniciativas interesantes perpetradas por gente con muchísimo talento que terminan convirtiéndose en basura gracias a las cortapisas de la cadena.
Y lo peor de todo es que se trata de basura que ni siquiera tiene la decencia de oler.
Ya hablé sobre ello hace algún tiempo, en este otro post. Las cadenas y las productoras siempre empiezan pidiéndote un producto super novedoso y rompedor que luego, poco a poco, va perdiendo ambición hasta convertirse en “lo mismo de siempre”.
No es la única manera que tienen las cadenas de sabotear la calidad de sus productos. Hablando con guionistas de algunas de las series más exitosas de nuestro país he descubierto que se repite una constante: Cuando la primera temporada de una serie es un éxito sonado, lo que hacen en la segunda temporada es… recortarles en presupuesto y en tiempo. ¡¡Joder!! Uno piensa que por lógica la cosa tendría que funcionar al revés. Si una serie ha demostrado que funciona, que interesa al público, lo suyo sería mimarla, apostar por ella, invertir más tiempo, más dinero… Pero la lógica española va por otros derroteros e imagino que en las cabezas de algunos directivos el argumento vencedor es más bien el de: “Ya tenemos al público fidelizado, ya han mordido el anzuelo, ya no hace falta gastarse un pastón en hacerlo bien. Se van a tragar cualquier mierda que les sirvamos en el plato, pero hagámoslo rápido para estrenarlo antes de que se les olvide, y hagámoslo barato. Bueno… y ya que estamos, pidámosle a los creadores que el producto sea mejor a pesar de las limitaciones, porque pedir es gratis.”
Es muy fácil echar la culpa a las cadenas, sí. Hacen bastantes méritos para ello.
Pero no toda la culpa es de las cadenas…
… y creo que los guionistas también debemos asumir nuestra parte de responsabilidad.
Me consta que somos un gremio muy poco dado a la autocrítica. No nos gusta meter el dedo en nuestras propias llagas, pero por algún sitio hay que empezar a romper el círculo vicioso en el que estamos encerrados… y quizá la única parte del proceso que no escapa a nuestro control es nuestra propia actitud.
No me malinterpretéis. Me da pereza el movimiento New Age, me da asco la palabra “emprendedor” y me gustaría eyacular sobre la cara de Paulo Coelho y sobre los estantes de sus libros de la pseudo-librería del aeropuerto…
… pero… ¡¡¡JODER!!! Tampoco se hunde el mundo por intentar dar lo mejor de nosotros en cada misión suicida. Si nos piden cocinar un plato de macarrones con nocilla, intentemos hacer el mejor plato de macarrones con nocilla que sepamos cocinar. Si te gusta tu puto trabajo, demuéstralo dándolo todo y disfrutando del proceso, no del resultado. Tienes el privilegio de que te paguen por hacer aquello que… baah!! ¿A quién quiero engañar? Volvemos a lo del principio. Nos gustan los niños y hacemos pornografía infantil. Lo que tendríamos que hacer, si fuésemos verdaderamente honestos, es dimitir todos en bloque de nuestros curros (bueno, no todos, sólo los que en un momento dado estemos haciendo pornografía infantil)
¡Dimitir todos en bloque!
Que las cadenas y las productoras descubran de repente que la mayor parte de los profesionales capacitados/entrenados para contar las cosas de manera efectiva… se niegan a seguir cocinando mierda.
¡Dimitamos, joder!
Apostemos por nuestros proyectos personales, o aceptemos únicamente trabajos que nos motiven.
O hagamos una huelga de ésas que hacen en otros sitios.
¡Stop! ¡Basta ya de soñar! Jamás haremos algo así. Porque necesitamos el dinero, necesitamos comer, necesitamos caernos muertos en algún sitio. Porque somos demasiados para tan poco pastel. Porque incluso nosotros nos hemos creído eso de que nuestro trabajo lo puede hacer cualquiera. Porque somos un gremio cobarde. Por eso nos gusta gritarlo todo por escrito. Por eso hemos tardado tanto en tener un sindicato que aún no nos merecemos.
La expresión es la fuerza del alma, que emana en una suplica de ser oído.
Ja… según lo que he leído, yo diría que es más una prostitución de uno mismo más que hacer pornografía infantil, es como si te prostituyeras en tus escritos, vendiendo tu creatividad para algo que no deseas, más o menos. He escuchado tu voz en forma de gramática, tu llamamiento a la rebelión que luego ahogas con tu párrafo final.
Por una manera de sentirse libre, es simplemente hacer lo que amas. No te prostituyas. Sé que es muy fácil decirlo y casi imposible hacerlo. Sé que es muy bonito sentir que seria genial hacerlo y nunca llevarlo acabo. Porque las facturas el diario te domina sobre tus emociones pero que es, la verdad sería inverosímil la opción de crear algo, amando?
Te encanta escribir, pero no lo que te encargan escribir, es algo tan normal como el diario que vivimos, es por eso, igual que nos regalas tus pensamientos un Viernes Santo…
LO verdaderamente importante es amar, amar lo que haces en cada momento. Es sentir la pasión y valorar cada tema y hacerlo tuyo. Cada encargo y hacerlo tuyo, dándole tu toque, tu acento.
Y no olvidarse que tienes una gran suerte de dedicarte a eso que te gusta y forma parte de ti.
Gracias.
Gracias a ti, Maria del Carmen
Juanjo, creo que sabes mejor que nadie que hay bares que dan raciones estupendas por un precio competitivo. Y cuando se les llena el local empiezan a ratear las raciones y a comprar cerveza caribeña para aumentar el beneficio. ¿Qué pasa? Que el bar pierde a la clientela.
No podemos culpar al guionista de no conseguir hacer la misma serie con la misma esencia sin los mismos elementos con los que contaba. Puedes culparlos, en la segunda temporada, de no hacer “otra cosa” buena con la mitad de presupuesto. Vale. Pero no de no hacer la “misma cosa” sin los mismos elementos. Porque no puede ser la misma cosa, sería (como diría Rajoy) otra cosa.
Creo que no entiendo la comparación, o no entiendo la relación con el texto, o no entiendo nada en general ;)
Te cito primero: “Si una serie ha demostrado que funciona, que interesa al público, lo suyo sería mimarla, apostar por ella, invertir más tiempo, más dinero… Pero la lógica española va por otros derroteros e imagino que en las cabezas de algunos directivos el argumento vencedor es más bien el de: “Ya tenemos al público fidelizado, ya han mordido el anzuelo, ya no hace falta gastarse un pastón en hacerlo bien. Se van a tragar cualquier mierda que les sirvamos en el plato, pero hagámoslo rápido para estrenarlo antes de que se les olvide, y hagámoslo barato. Bueno… y ya que estamos, pidámosle a los creadores que el producto sea mejor a pesar de las limitaciones, porque pedir es gratis.”
Es muy fácil echar la culpa a las cadenas, sí. Hacen bastantes méritos para ello.
Pero no toda la culpa es de las cadenas…
… y creo que los guionistas también debemos asumir nuestra parte de responsabilidad.
Me consta que somos un gremio muy poco dado a la autocrítica. No nos gusta meter el dedo en nuestras propias llagas, pero por algún sitio hay que empezar a romper el círculo vicioso en el que estamos encerrados… y quizá la única parte del proceso que no escapa a nuestro control es nuestra propia actitud.
No me malinterpretéis. Me da pereza el movimiento New Age, me da asco la palabra “emprendedor” y me gustaría eyacular sobre la cara de Paulo Coelho y sobre los estantes de sus libros de la pseudo-librería del aeropuerto…
… pero… ¡¡¡JODER!!! Tampoco se hunde el mundo por intentar dar lo mejor de nosotros en cada misión suicida. Si nos piden cocinar un plato de macarrones con nocilla, intentemos hacer el mejor plato de macarrones con nocilla que sepamos cocinar.”
Me centro en este párrafo para aclarar mi respuesta. Digo que me centro en este párrafo porque creo que mezclas cosas: el amor por el oficio, con las putadas que vivimos, con las putadas que viven las series por decisiones de cadena que van en contra de la propia serie, con no perder la ilusión y luchar por hacer el trabajo lo mejor posible.
Volviendo a mi respuesta, insisto: si la cadena quita elementos que hicieron de una serie lo que es (presupuestos, exteriores, tiempos de entrega…) la serie ya no es la serie. Es otra cosa. Más barata, más rápida, más cutre (o a lo mejor no)…
Con lo cual: estoy de acuerdo con que somos unos quejicas. Y que nos quejamos más que dar soluciones. Ok. Pero (repito, centrándome en ese párrafo tuyo) no se puede culpar a un guionista de que la serie no sigue siendo la misma si hay decisiones externas que le han quitado lo que era. No es culpa del guionista. Como mucho será su culpa no haber hecho “otra cosa” igual de buena.
Soy informático (programador) y acabo de reenviar el artículo porque creo que la reflexión puede aplicar a muchas (¿todas?) las profesiones.
¡Dejad de hacer filosofía leches! :D
Gracias!
Otro programador aquí. Justo iba a escribir para mencionar mi profesión. En muchos aspectos, creo que estamos muy por detrás de vosotros, los guionistas. Lo noto en los blogs que leo.
¿De qué van los blogs de programadores? Normalmente, de tecnología. De cómo hacer esto con el lenguaje X o la herramienta Y. Nos apasiona. Y solemos dedicar buena parte de nuestro tiempo libre a ello.
¿De qué van los blogs de guionistas? Normalmente, de vuestro día a día. De cómo se hacen las cosas. Muchas veces, os quejáis de lo que no os gusta. Muchos, os afiliais a sindicatos, y tratáis de mejorar las cosas.
No quiero pecar de optimista, y seguro que el porcentaje de los que dais guerra y empleáis vuestro tiempo en mejorar lo que no funciona no es tan grande, pero desde fuera, dais más imagen de colectivo con cierta conciencia de clase e ideas claras que el nuestro.
Los informáticos, al menos en España, tengo la impresión de que pecamos de individualistas. Es un mercado sin apenas paro, y sabemos que no vamos a tener excesivos problemas para trabajar. Aunque sea en consultoras (lo que nosotros llamamos “charcuteras”, el verdadero mal de nuestra profesión, en mi opinión). Y que si cogemos el petate y salimos de España, seguramente cobremos bastante más y no tardemos en encontrar un trabajo decente.
Amamos nuestra profesión, pero que cada uno se busque la vida, que faena hay de sobra. Ésa es mi impresión.
Luego está el tema del emprendimiento, las Startups… Eso da para hablar largo y tendido, y algo de experiencia tengo. Lo que me encanta es lo que has dicho del New Age, el emprendedor y Paulo Coelho. Me siento exactamente igual. Y añado el concepto “coach” a la coctelera :-D :-D :-D
Jajajajaja Bueno, es que los guionistas somos tan quejicas que hasta nos quejamos del hecho de no quejarnos, o incluso del hecho de quejarnos demasiado.
Reblogueó esto en akhenatenrevolution.
Estoy de acuerdo con Crul. Sin ser guionista, ni nada que se le parezca, aplico gran parte de tu artículo a mi trabajo, especialmente la falta de unidad para luchar por nuestros derechos y aceptar una derrota sin guerra previa, lamentándonos en voz baja, no sea que nos escuchen. Todos necesitamos comer, y desde luego que lo hacemos, nos hinchamos de comer mierda.
Siempre un placer (¿Placer es la palabra? No, pero vos entendés) leerte. Abrazo desde Buenos Aires.
No estoy metido en el gremio, soy solo un joven aficionado, pero creo que la inmersión de las cadenas en la parte creativa es lo que provoca ese hastío y desgana de los guionistas a la hora de escribir historias que les motiven.
En España tenemos la mala suerte de no contar con la figura, estrictamente profesionalizada, del showrunner que es lo que puede provocar la desorganización y la desgana de muchos profesionales.
La semana pasada se publicó un artículo en el País Semanal titulado “la revolución de los guionistas”, y en él se buscaba al nuevo Aaron Sorkin español: es imposible encontrar ese Aaron Sorkin ibérico. No se tiene esa libertad creativa.
Por mi parte creo que solo deberíamos escribir historias que nos enamoren y nos motiven(hasta el día que tengamos que comer, claro)
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