Por Juan Torres.
(Título original: “THE MORNING IN THE WOODS FROM BEHIND”)
Somos muy afortunados. Cada fin de semana somos espectadores privilegiados de varias obras maestras. Estoy hablando, lógicamente, de las traducciones de los títulos de las películas extranjeras.
Estamos, sin duda, ante la edad de oro de la traducción española. Si nos fijamos, de cada diez estrenos semanales que llegan a nuestras carteleras, aproximadamente unos cuatro son españoles y otros tres son películas extranjeras cuyo título se deja en el idioma original o se intercambia banalmente por otro traducido literalmente. Sin embargo, los otros tres son joyas de valor inconmensurable. Mejores que las de “Galería del Coleccionista”.
¿Y quiénes son los responsables de tales maravillas de las letras? Hablamos de la élite de la escritura: Los TITULADORES, unos artistas con un talento innato que estudian “Titulación Creativa” en prestigiosas universidades privadas como las de Wisconsin o Albacete. Estudiantes que siguen una estricta formación en la que una traducción poco arriesgada puede dar con sus huesos en el asfalto. Son la envidia de cualquier profesional de la literatura. Los guionistas, desde nuestra menesterosa mesa de Ikea con quemaduras de cigarro pintadas con tipp-ex, soñamos con poder vivir sus vidas. Deseamos con todas nuestras fuerzas que algún día nuestras series tengan la repercusión que tuvo, por ejemplo, su traducción de “Beverly Hills Ninja” como “La salchicha peleona”. Porque sus títulos son universales, se disfrutan obligatoriamente incluso en las carteleras de los cines en versión original. Nada escapa a su genialidad.
Sin embargo, hace poco he descubierto una traducción totalmente decepcionante. Me había puesto mi mejor albornoz y me había acomodado en el sofá, dispuesto a disfrutar de la ingeniosa traducción de la película escrita por Amy Schumer, “Trainwreck”. Y sin embargo, ¡pam!, leí el título español: “Y de repente, tú”. Me sentó como si un productor me hubiera lanzado un jarro de agua fría en los testículos después de tirarme la tercera versión de una escaleta no remunerada.
¿Cómo habían podido traducir así la película? Un traductor literal la podría haber titulado: “Tren descarrilado”, o “Descarrilamiento”. Uno un poco más habilidoso, como “Descarrilamiento emocional”, o “Chica descarrilada”. Un titulador legendario la hubiera traducido como: “Esta chica es una ruina”, o “Descarrilla como puedas”. Pero no, el titulador optó por “Y de repente, tú”. ¿En serio? Analizad el título un segundo. Efectivamente, podría valer para decenas de películas. “Pretty woman”, por ejemplo, podría llamarse “Y de repente, tú”.
O “Cuando Harry encontró a Sally”.
O “El apartamento”.
O “Toy story”.
Cualquier comedia en la que alguien conoce a alguien nuevo que le cambia la vida podría titularse así. Pero si abrimos un poco las miras, muchos más films podrían hacerlo. Podrían tener ese título películas de catástrofes como “Titanic”, en la que el personaje de Di Caprio sería ese “tú”. O incluso si lo vemos desde el punto de vista del barco, el iceberg podría ser el “tú”. Pero también podría ser un título válido para muchos thrillers, como “La mano que mece la cuna”, o todos sus sucedáneos de las sobremesas de Antena 3. Pero joder, es que valdría hasta para el noventa por cien de las películas de terror. “Alien” podría llamarse “Y de repente, tú” perfectamente.
O “Tiburón”.
O “La cosa”.
O “Pesadilla en Elm Street”.
Recapitulando, “Y de repente, tú” sería un título totalmente adecuado para comedias, thrillers, o películas de terror. Pero, ¿y los dramas? ¿No podría encajar también para “Cadena perpetua”? ¿O “La lista de Schindler?” Incluso en la ciencia ficción, “Star wars” podría titularse así. “Y de repente, tú, Luke Skywalker”, o “Y de repente, tu padre” serían títulos válidos. ¿Y qué me decís de los westerns? Lo difícil sería encontrar alguno de Clint Eastwood en el que “Y de repente, tú” no sirviera como título.
Dicho esto, sólo espero que la Asociación Real de Tituladores Españoles (ARTE) se haya percatado de esta genérica traducción y le retire el título de Titulador. Porque si empezamos así, con “Y de repente, tú”, “Al bueno le salen bien las cosas”, “La vida a veces es regulera” y “Vaya sorpresa al final” acabarán titulando el noventa y cinco por ciento de los estrenos.
Lo único que necesitamos es que los Tituladores vuelvan a sus orígenes, a filigranas intimistas y de culto como traducir “The ring” por “La señal”. O la reciente “The Martian” por “Marte”, porque “El Marciano” iba a sonar a sitcom de FDF. A homenajear tan acertadamente a Almodóvar en una comedia de Jonah Hill titulándola “Todo sobre mi desmadre”. A traducir “Ice Princess” como “Soñando, soñando, triunfé patinando”, que sonaba mucho más armónico. A añadir un subtítulo a “Cinderella Man” como “El hombre que no se dejó tumbar”, para “spoilear” intencionadamente el combate de boxeo final. A cambiar “The village” por “El bosque” porque “El pueblo” iba a sonar cateto. O a traducir “Bad boys” por “Dos policías rebeldes” y que al estrenarse “Bad boys 2” tuvieran que aguantarse y traducirla como “Dos policías rebeldes 2”, que parecía que estaban insistiendo en el número de policías. Dos, oiga señora, traigo dos.
En definitiva, que traduzcan los títulos con alma, por favor, que son artistas. ¡Traducid, traducid, malditos! Y si pueden, que hagan masters en el extranjero y aprendan de grandes maestros, como los que titularon “Leaving las Vegas” como “Soy un borracho y tú una prostituta” (Hong Kong); “101 dálmatas” como “La noche de las narices frías” (México); o “Up” como “La casa volante que va dando vueltas” (China).
Eso sí, pase lo que pase, siempre nos quedará el orgullo de saber que en España se engendró probablemente la mejor traducción de título del mundo: “La semilla del Diablo”. Que, dicho sea de paso, también podría titularse “Y de repente, tú”.
(O “Y de repente, tú, hijo del Diablo, en mi útero de mujer blanca sobria” en Hong Kong.)
‘Tiburón’ se titulaba (y se sigue titulando) ‘Jaws’, ‘Fauces’.
En muchas ocasiones… por no decir en todas, el título viene impuesto por la distribuidora para una “comercialización” más llamativa. Por no hablar de los títulos que ya vienen impuestos por Hollywood. Poca culta tienen los traductores porque al fin y al cabo los que adaptan el título en nuestro país no suelen ser traductores.
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