Douglas Coupland, en su libro Generación X, acuñó el término “sobredosis histórica”, que venía a significar algo así como la convicción errónea de estar viviendo momentos históricamente importantes; una convicción inducida por el sobre estímulo de noticias al que estamos sometidos hoy en día.
Un concepto muy interesante… y que se ha quedado obsoleto. Porque ahora efectivamente están ocurriendo hechos de gran relevancia histórica. Aunque insistamos en vivir de espaldas a ellos. Es como si estuviéramos viviendo un “efecto rebote” de esa sobredosis histórica: nos hemos saturado de estímulos informativos, hemos sobrepasado nuestra capacidad de preocuparnos por la trascendencia histórica de nuestra vida… y ahora todo nos la suda.
La inestabilidad política en Europa es equivalente a la de finales de los años treinta: tenemos una crisis financiera insostenible, hay estados oprimidos por una deuda imposible de pagar, las desigualdades económicas están conduciendo a una inquietante radicalización política, y se están librando guerras de años en los estados periféricos.
Y hay un recordatorio de que estas circunstancias son reales, y no sólo titulares sobre lugares lejanos. Un recordatorio en carne y hueso: los millones de refugiados sirios que han tenido que huir de su país para escapar de la guerra. Millones. Y los campos de refugiados ya no están sólo en Jordania o Líbano. Están en Italia y Grecia. Están en Austria, en Hungría. Están en sitios donde se paga en euros.
La estación central de Budapest tuvo que cerrar el martes durante varias horas porque era incapaz de gestionar la oleada de refugiados hacia Alemania. Ahora es la estación central de Múnich la que está colapsada.
En Berlín, la ciudadanía lleva todo el verano organizándose de forma espontánea a través de las redes sociales para proporcionar a los refugiados alojamientos temporales en pisos compartidos, clases básicas de idiomas, actividades para niños, y donaciones de todo tipo de enseres. Todo el mundo está compartiendo hace semanas el artículo de Sara Chahrrour “10 Ways To Help Refugees in Berlin”. La asociación Moabit Hilft ha publicado un documento de GoogleDocs que se actualiza constantemente con las necesidades más urgentes. También enlaza un artículo de Bach Michels con varias reflexiones para el donante: como optimizar los envíos de ropa pre-clasificándola por talla y sexo, o priorizar la donación de “paquetes de bienvenida” con enseres básicos de higiene, una manta, un poncho para lluvia y tickets para el transporte público. En las guarderías, en los colegios, los padres se coordinan para organizar viajes a los centros de acogida con cargamentos de donaciones. En las clases se explica a los niños quiénes son esos refugiados y por qué han venido huyendo hasta aquí.
Paralelamente, también se organizan los neonazis, claro: manifestaciones oportunistas contra la “islamización de Europa” e incluso el incendio provocado de un albergue. El martes, tras una manifestación de la organización xenófoba Bärgida hubo varias detenciones, y ocho policías resultaron heridos. Ocurrió a poco más de un kilómetro del refugio de Moabit, el barrio berlinés donde se ha alojado ya a miles de refugiados.
Miles. En un barrio.
En España, la Comisión Europea sugirió que se aceptase a 5.837 refugiados sirios. En todo el país. Repartidos proporcionalmente por las provincias, según población. Mariano Rajoy dijo que la cifra era “desproporcionada” y, durante la rueda de prensa que dio ayer, intentó justificar la decisión española de reducir ese número a la mitad.
Raúl Sánchez publicaba ayer en DESALAMBRE que aceptar esa cifra habría supuesto que una provincia como Barcelona sólo tendría que haber acogido a 682 personas.
682. En toda la provincia.
682 no es ni el 1% de los refugiados que abandonaron la provincia de Barcelona a principios de 1939 huyendo de la invasión franquista, tras la caída del frente del Ebro en la Guerra Civil.
Aquellos refugiados acabaron, en su gran mayoría, en campos de concentración a la intemperie, en las playas francesas. Hoy, sus descendientes no quieren darle ni eso a los refugiados sirios. Ni un puto palmo de arena en la playa.
Sí, ya sé que esto es un blog de guión. Este post es un off-topic en toda regla. Pero una de las primeras cosas que te enseñan cuando empiezas a escribir guiones es “escribe de lo que sabes”. Y eso es exactamente lo que estoy intentando. Todavía no tengo ni idea de quién es el protagonista de esta historia, ni cuál es el incidente desencadenante ni dónde colocar las quince fases de Blake Snyder. Pero tengo claro quién es el antagonista. El malo malísimo. Y no, no es Mariano Rajoy ni Angela Merkel. Es algo peor.
Es la indiferencia. La ignorancia. La ceja levantada. El resoplido de hastío. La sonrisita irónica. El no entiendo por qué se habla de esto en un blog de guión. El empeño ciego de seguir con nuestra vida como si esto no estuviera pasando. Como si fuera humanamente posible seguir con tu vida tal cual, mientras dos millones de personas que han abandonado su país huyendo de la tortura y la muerte están llamando a tu puerta.
Escribe de lo que sabes. Y si eres español, créeme, sabes mucho sobre ser un refugiado de guerra. Aunque te hayas esforzado por olvidarlo.
Sergio Barrejón.
Acabo de leer el post una semana después de su publicación. Pero me da por decir, ya que esté artículo, aún fuera de guión del blog, aporta una visión crítica muy valiosa para ayudar a abrir nuestra conciencia de ser humano.
En cada noticiero informan de la situación de los refugiados y muestran imágenes de las alambradas repletas de pedazos de ropa de los que han osado atravesarlas. De los campos y las estaciones hacinados de refugiados…A mí, se me encoge el estómago y el corazón… de tristeza e impotencia, porque pienso en la desesperación de esas personas, en la decisión tan dura que han tomado al huir cargados con criaturas y dejando sus posesiones atrás. Luego pienso que, como ser humano, en su situación haría lo mismo.
Hay tema para escribir un guión, y como dices, teniendo claro quién es el antagonista y, además, fijo que será un éxito de pantalla. Un drama lacrimógeno como los que veía de pequeña sobre el holocausto y que,con mi conciencia de niña me preguntaba si es que nadie se daba cuenta de la barbarie.
Se puede ser guionista, ingeniero, médico, carpintero, mecánico….pero no debemos olvidar que todos somos seres humanos.
Un saludo.
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