SIETE TRUCOS PARA SOLUCIONAR TUS BLOQUEOS EMOCIONALES

jaulacabeza

Por Juanjo Ramírez Mascaró.

Como he dicho en alguna entrevista, y como se ha comentado por aquí en más de una ocasión, creo que casi todos los bloqueos creativos son de índole emocional.

La mayoría de las veces no avanzamos en nuestro guión porque, muy en el fondo, no deseamos avanzar en él.

Las razones pueden ser muchas y he decidido indagar en algunas de ellas para sacar estos posibles trucos. Ojalá sirvan para eliminar esos demonios emocionales, o engañarlos.

No creo que terminen siendo exactamente siete, pero cuando pones un numerito delante del título la gente es más proclive a leerte.

Vamos a ello:

Trabaja con gente que te caiga bien.

Pocas cosas son emocionalmente más nocivas que trabajar para un cretino. Escribir es desnudarse, incluso en el más mercenario de los casos. Te va a costar hacer el striptease si al otro lado del cristal hay un cerdo que no te valora o, en el mejor de los casos, alguien cuyos criterios no son compatibles con los tuyos.

Tu historia es tu bebé. Si sabes que se la vas a entregar a alguien que no te gusta, tu inconsciente se negará a parirla.

En muchas ocasiones no podremos elegir para quien trabajamos. En esos casos recomiendo escribir pensando en una persona distinta a la que te ha encargado el guión, como ya comenté en este otro post. Pero somos guionistas, ergo víctimas de nuestra propia vocación, ergo imbéciles… y eso implica que no todo va a ser incorporarse a la plantilla de una serie. Al margen de nuestros curros más “alimenticios” e “industriales”, nos acabaremos dejando liar cada vez que alguien nos proponga colaborar en un proyecto. De un tiempo a esta parte lo tengo muy claro: El factor principal a la hora de aceptar un encargo es lo bien que me caiga la persona que me lo propone. El hecho de que me apetezca currar con esa persona A NIVEL HUMANO me pesa incluso más que el potencial del proyecto per se.

No vayas contra tus principios.

Por razones similares a lo anterior. Si el trabajo que te han encargado va en contra de tus principios, una parte de ti boicoteará el proceso y sembrará de obstáculos tu camino interior.

Hay muchas razones por las que un proyecto puede atentar contra tus principios. El propio mensaje de la historia que te han encargado te parece éticamente inadecuado, de algún modo piensas que el mundo va a ser peor con esa historia dentro de él… o quizá se parece demasiado a algo que ya existe y aunque el asunto sea legal, te sientes como si plagiaras… o puede que estés trabajando en condiciones que van contra tu ética profesional (no te pagan, o te pagan poco, y sientes que estás haciéndole daño a tu gremio por el simple hecho de colaborar en algo así)

Con el tiempo, cada vez que te ofrecen algo que no rima con tu forma de ver el mundo, surge una vocecilla interior que te grita: “¡¡Aléjate de ahí!!” . Mi consejo es que si escucháis esa vocecilla, digáis que NO. Sé que es difícil, pero es una decisión que elimina mil bloqueos a priori, a lo Minority Report. Y te alarga la vida.

Cada equis tiempo, relee tus primeras cosas.

¿Por qué te dedicaste a esto? Seguro que tus primeros pasos en este mundillo eran los de alguien rebosante de ese combustible tan poderoso: La ilusión del ingenuo.

Luego llegan el fantasma de la “profesionalidad”, la necesidad de encajar en los engranajes de una industria, tus ideas favoritas arrojadas a la basura (a veces por razones sensatas, a veces por razones estúpidas) condicionándote como a un perro de Paulov.

Relee aquellas primeras creaciones de vez en cuando. Te llevarás las manos a la cabeza porque en ciertos aspectos serán obras muy torpes, pero hallarás en ellas una fuerza tremenda que a lo mejor ahora no eres capaz de alcanzar. Allí estaba todo lo que te hizo querer dedicarte a esto. Allí estabas tú antes de que la erosión de las academias y los entuertos laborales hiciese tanta mella.

Revisita aquellos primeros engendros, ¡en serio! Probablemente descubras que ahora escribes mejor, pero antes tu brújula emocional estaba más afinada. Combina lo viejo con lo nuevo.

Escribe como si quisieses que te despidan.

Éste es un truco un poco kamikaze. ¡Niños, no lo intenten en sus casas!

Si estás tan atrapado entre los andamios que no contemplas una salida fácil, ¡al carajo con todo! Escribe como si cada tecla fuese el detonador de un barreno de dinamita, como si quisieras mandarlo todo al infierno.

Si tu jefe o tu cliente te piden blanco, entrégales negro. Si te han contratado para hacer una peli sobre pingüinos, escribe una peli sobre albatros.

Es una estrategia menos suicida de lo que pueda parecer. Lo habitual es que el cliente te pida una cosa que no es la que realmente desea. Rara vez sabe lo que quiere de manera consciente. A veces tu misión es leer a esa persona e intuir qué es lo que realmente busca, qué es lo que no se atreve a pedirte. Con gente así, seguir el camino del niño bueno y responsable te bloqueará a ti y dejará bastante frío al cliente.

A Charlie Kaufman le encargaron adaptar la novela de El Ladrón de Orquídeas y como se veía incapaz de hacerlo, decidió escribir la historia de que a Charlie Kaufman le encargan adaptar El Ladrón de Orquídeas y él no es capaz de hacerlo. Ese guión ganó el BAFTA, estuvo nominado al Globo de Oro y estuvo nominado al Oscar.

Todos sabemos que tú nunca serás Charlie Kaufman, pero ¡suéltate! Cédele el control a tus vísceras. Piensa que si te han elegido a ti es precisamente para que les sorprendas siendo TÚ. Lleva el asunto a tu terreno, como si quisieses ser regañado o despedido.

Te pagan para que llegues a donde ellos no pueden llegar.

Inciso: Es posible que esto funcione mejor con “clientes” que con “jefes”. Los jefes suelen ser un engranaje de la máquina, igual que tú.

Escribe pa follar.

Es un decir. Pero no. Porque sí.

El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra: Todos hemos escrito algo en alguna ocasión pa intentar ligar con alguien. Esos poemas que garabateabas dedicados a aquella persona, ya tan borrosa… esos cuentos que encerraban más mensajes ocultos que el cassette recopilatorio de canciones que grababas para no sé quién… ese corto que escribías con la motivación inconfesa de que lo protagonizase la chica (o el chico) que te molaba.

Tiene sentido. La energía sexual y la energía creativa están muy relacionadas. A fin de cuentas, el sexo tiene como motivación inicial CREAR vida… y vete a saber si las demás formas de creación del ser humano no son sino un remake encubierto de aquello otro.

Con el tiempo hemos aprendido que escribir no sirve pa follar, a menos que sepas combinarlo con muchas otras cosas. Pero a lo mejor no es ninguna tontería escribir con esa motivación tan primitiva: Me voy a tirar a esa persona gracias a esto. El resultado va a ser tan acojonante que se rendirá a mis pies. Cada tecla pulsada será un pollazo (o vaginazo) y cuando termine mi obra lo más probable es que no me folle al destinatario (o destinataria) original, pero me habré follado a todo el público y a unos cuantos productores por el camino.

La escritura es el arte de follar cabezas.

Hacer un Ian Fleming.

Ya he hablado de ello en alguna otra ocasión. Ian Fleming, el autor de las novelas de James Bond, solucionaba sus bloqueos creativos yéndose a escribir a habitaciones de hotel.

Imagino que necesitaba alejarse de su propia piel, sumirse en un entorno que no le recordase demasiado a sí mismo.

Patrick Rothfuss escribía en su novela El temor de un hombre sabio: “Si quieres conocerte a ti mismo, viaja hasta donde nadie sepa tu nombre.”

Creo que ahí está el meollo del asunto. Es difícil ser nosotros mismos en nuestro entorno habitual, porque en dicho entorno la gente espera que cumplamos un rol determinado y nosotros nos apresuramos a satisfacer, a encarnar ese rol de manera compulsiva.

Por eso no me extraña que Fleming se escapase a habitaciones de hoteles, como si allí tuviese más facilidades para inventarse al escritor que necesitaba ser. Curiosamente, otro gran escritor (Roald Dahl) que guionizó una obra de Fleming (Chitty Chitty Bang Bang) solía escaparse a escribir a una caravana gitana. En su día hablé aquí sobre ello.

Yo también tengo mi propio lugar de escape. Este post lo estoy escribiendo en mi teléfono móvil. Últimamente escribo en el móvil la mayoría de los posts. Adoro escribir para Bloguionistas pero suelo hacerlo en fines de semana, y no me apetece que el entorno donde lo hago sea el mismo que en mi trabajo de lunes a viernes: Sentado frente a mi portátil con un archivo de Word. Así que el 80-90% de las veces me escapo a un bar y escribo el post en el móvil.

Es habitual que los guionistas nos vayamos a trabajar a bares y cafeterías, pero creo que en mi caso es distinto. Me cuesta mucho currar con mi portátil en un bar. El factor “escribir en el móvil”, en cambio, me ayuda mucho. Llevamos un tipo de vida en el que nuestro mundo empieza a estar definido por lo que vemos en la pantalla. La pantalla de mi ordenador y el entorno Word los tengo cada vez más asociados al trabajo “mercenario”. Quizá por ello son cada vez más las cosas que escribo con el móvil: Cortometrajes, secuencias de largometrajes…

De momento tengo la ¿suerte? de que en todos los trabajos alimenticios me exigen trabajar en Word. Eso hace que el entorno Celtx no esté contaminado. Para mí, currar en Celtx es también una especie de habitación de hotel de Ian Fleming.

Y el último “truco” es casi una evolución natural de todo esto que acabamos de contar:

Escribe bajo pseudónimo.

Gran parte del factor emocional en esto de los bloqueos está relacionado con el “qué pensarán de nosotros”, o con el “qué se espera de nosotros” (esos roles asumidos de los que hablábamos más arriba)

A veces cuando escribimos estamos inconscientemente pidiendo permiso a nuestros amigos, a nuestros familiares, a la sociedad entera.

Si eso te pesa demasiado…

¡Empieza escribiendo bajo pseudónimo! Di lo que te salga de las entrañas, invéntate un personaje y deja que te posea. Ya decidirás más adelante si permaneces eternamente en el anonimato (como algunos twitstars) o si desvelas tu identidad secreta. Es más probable que ocurra lo segundo. Somos asesinos en serie narcisistas deseando que nos atrapen.

¡Joder, al final sí que han sido siete! Me encantaría que que añadiéseis otras siete – u otras siete mil – en los comentarios.

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