Por Juanjo Ramírez Mascaró.
Me pasa a menudo: Intento crear protagonistas molones pero los secundarios se los comen con papas.
Hay excepciones, por supuesto. Pocas. Hablaré aquí de algunas de ellas y, con suerte, llegaremos a alguna conclusión sobre por qué la mayoría de las veces el prota no es tan carismático como los secundarios que le rodean.
No deja de ser gracioso que en muchas ocasiones, cuando vemos una peli que ha puesto especial empeño en que el prota sea realmente interesante, decimos que es una peli “de personaje”. ¡Ole nuestros cojones! ¡Como si las demás historias no lo fuesen!
En el preescolar de la creación de personajes nos enseñan que para lograr un buen protagonista hay que crearle un buen conflicto y un buen arco de transformación, pero cualquiera que se haya dado un par de cabezazos contra un folio sabe que eso por sí solo no basta.
En El Caballero Oscuro, por ejemplo, el personaje de Bruce Wayne tiene un conflicto y un arco muy potentes. ¡Que levanten la mano los que encuentren más atractivo al Joker, al niño malo, al perro que corre tras los coches sin afán de alcanzar ninguno!
Si nos paramos a pensarlo, el conflicto y el arco de Batman no tienen como misión que “mole” el personaje, sino que “mole” la trama. Ahí le tenemos al bueno de Bruce, sacrificando sus intereses personales no sólo en beneficio de Gotham, sino también en beneficio de la peli.
Creo que ahí tenemos un hilo del que tirar: Es posible que en muchas ocasiones los protagonistas resulten sosos o incluso antipáticos precisamente por eso, porque tienen que estar ahí sosteniendo toda la arquitectura de la trama, con el margen de movimiento justo para que todo el tinglado no se venga abajo. Si nos descuidamos (o nos acobardamos) un poco, corremos el riesgo de que nuestro prota tenga más de andamio que de carne.
Los personajes secundarios, sin embargo, tienen más libertad para pasearse y hacer todo tipo de piruetas, precisamente porque el prota está ahí, sosteniendo toda la estructura como una especie de dios Atlas.
Me viene otro ejemplo a la cabeza: La imagen del protagonista como ese anfitrión que da una fiesta en su casa. Los que realmente disfrutan, los que realmente son “el alma de la fiesta”, son los invitados. El anfitrión, en la mayoría de los casos, estará tenso, preocupado por que todo el mundo tenga lo que necesite, por que no le destrocen los muebles, por que los vecinos no llamen a la Policía… Es fácil ser “guay” en una casa que no es la tuya, porque sabes que al día siguiente no vas a tener que recoger toda la mierda. Con esa despreocupación liviana nos conquista el personaje secundario de una trama, ya sea antagonista, mentor o amigo gay.
A pesar de ello, la Historia de la Narrativa nos ha regalado un montón de protagonistas realmente carismáticos. ¿Qué han de tener para que les amemos? ¿Qué necesita Orlando Bloom para caernos mejor que Jack Sparrow?
Si analizo mi lista personal de protas favoritos, esos que realmente se quedan con la peli sin que ningún segundón les haga sombra, llego a la conclusión de que casi todos ellos están sucios o rotos.
Sucios o rotos.
Pienso en el John McClane de la Jungla de Cristal, pienso en el Quinlan de Sed de Mal, pienso en el Nota del Gran Lebowski, pienso en el Tony Montana de Scarface, pienso en el John Cusack de Alta Fidelidad…
Todos sucios o rotos, o ambas cosas a la vez. Y quizá en muchas ocasiones tememos ensuciar o romper a nuestros protas por lo que comentábamos más arriba: son el andamiaje que lo sostiene todo, el muro de carga… y no siempre tenemos cojones de estropear el muro de carga de nuestro edificio.
Supongo que es más fácil en casos como los de Scarface y Sed de Mal, en los que la suciedad o rotura del personaje va en consonancia con el tema de la película y, por consiguiente, con la trama. Pero no todas nuestras historia podrán permirse esos registros. Necesitamos un mundo en el que haya un Señor de los Anillos por cada Apocalypse Now.
Y existen otros factores, por supuesto. Normalmente nos sentiremos atraídos por personajes que resultan ser lo contrario de lo que esperábamos de ellos pero sin traicionar la impresión inicial (como los tres principales de L.A Confidential) o casos en que la química personaje/intérprete resulta ser pura magia (como ocurre con Uma Thurman en Kill Bill o Mel Gibson en cualquiera de sus pelis)
Conviene recordar también que, aunque a veces lo olvidemos, el protagonista no es el único pilar de nuestra estructura. Es un pilar muy importante, sí, pero no el único. Los demás personajes, si están bien concebidos, también son estructura. Quizá los escribimos de manera más cómoda porque en esos casos es más fácil olvidarse de que estamos lidiando con nitroglicerina. Nos han machacado menos con ello. El prota suele ser prota también en los manuales de guión y en los discursos de las aulas (con excepciones, por supuesto)
Esto de las historias no es una ciencia exacta. No hay recetas universales. Ahora bien, si notáis que el prota os está quedando un poco rígido, no perdéis nada por engañarle (engañaros) haciéndole creer que no tiene motivos para estar tenso, que es menos importante de lo que él cree. Bueno, a lo mejor sí que perdéis algo. A lo mejor os sale mal el experimento y se os viene abajo toda la estructura. En ese caso, que no cunda el pánico. Era sólo una película. Era sólo una versión.
Creo que voy a revisar un par de personajes que tenía…
Mucho ánimo!
Buenas! Creo que nunca he escrito por aquí a pesar de que llevo bastante tiempo leyéndoos :P
Como personaje principal con carisma que no esté sucio y roto (bueno, quizá un poco roto sí) se me ocurre Tony Stark, aunque en este caso, es Downey Jr. el que lo hace brillar. Mmm…
Sobre El Caballero Oscuro… yo diría que Batman “mola” y es protagonista activo hasta que devuelve a Lau a Gotham. A partir de ahí, el Joker le roba la escena por completo, casi convirtiéndose en el auténtico protagonista que mueve toda la película: son sus “no-planes” los que guían el resto del metraje, y los otros personajes solo se dedican a reaccionar ante él como peleles: ahora ha marcado al alcalde, ahora persigue a Harvey, ahora tiene de rehén a éste y Rachel, ahora escapa de prisión y secuestra a Lau, ahora va a volar un hospital, ahora amenaza toda la ciudad, ahora hace un experimento con dos ferrys y ha conseguido volver loco a Harvey. Se diría que realmente él es el coche y los perros que van detrás de éste son Batman y Gordon.
Gracias por escribir, David. Evidentemente, no hay reglas universales y sí muchas excepciones. Tony Stark es un personaje maravilloso! Aunque yo sí le veo sucio (no en sentido literal, por supuesto, pero para mí ser egoísta, soberbio, etc también “ser sucio”) ¡Y para hacerle evolucionar lo rompen un poquito!
En El Caballero Oscuro yo veo al Joker más bien como catalizador. El Joker crea dilemas. Quien se enfrenta a ellos y tiene que tomar partido es Batman (bueno, y toda Gotham) Para mí Batman sigue siendo protagonista en ese último tramo de la peli. Supongo que en esa parte del metraje le toca estar tocando fondo, en el punto de crisis, anticlímax, noche oscura del alma o como queramos llamarlo. Todo ello va orientado a esa decisión final que toma Batman al final para desbaratar el plan del Joker: Sacrificarse, como una especie de Jesucristo Oscuro. El guión del Caballero Oscuro daría pa una descena de posts!
Saludos!
Es el actor que encarne al protagonista el que lo dotará de carisma y vida.
Yo creo que el carisma del actor es muy importante, pero ni mucho menos el único factor. Imagina el desconcierto en los estudios tras el estreno de “Air Force One”. “¡No lo entiendo! ¡Pero si es el mismo actor que hizo de Han Solo e Indiana Jones!” Creo que detrás de un gran personaje suele haber un gran concepto. A veces ese concepto ya viene apuntado desde el guión y en ocasiones lo descubren actor y/o director.
Qué majos sois hay que joderde, de nada ;)
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