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LA ABSOLUCIÓN

por Sergio Barrejón.

Te formas en la ECAM, te pones a trabajar desde antes de terminar la escuela. Demuestras tu valía en cine y en televisión. Te curtes durante años escaletando diarias (para el que no lo sepa, uno de los trabajos más duros de esta profesión). Pasas mucho tiempo siendo la más joven del equipo. Trabajas hasta los últimos días de tus embarazos. Sin fallar una sola entrega. Sin bajar el nivel ni un día.

Tras ganarte el respeto y el cariño de todos los jefes y compañeros con los que ha trabajado, por fin te llega el momento de liderar tu propia serie. Un tremendo esfuerzo profesional y personal para sacar adelante un éxito en prime time.

Y cuando parece que te has convertido en eso que llaman “una guionista consagrada”, aparece de la nada una persona anónima, una fracasada que se dice escritora no habiendo escrito ni el 10% de lo que tú has emitido… Y te convierte en la pared donde proyectar su frustración. Su rabia por no haber llegado adonde has llegado tú. Si tú has llegado y ella no ha debido de ser por alguna turbia conjura, por alguna indefinible injusticia. Nada que ver con que tú hayas invertido media vida, incluyendo jornadas de catorce horas, fines de semana enteros y vacaciones perdidas, en perfeccionar tus capacidades, mientras ella se dedicaba sabe Dios a qué.

No, según esta pobre, todo se debe a que le has robado su idea genial.

Y aprovechando sus conocimientos y sus contactos, consigue hacer prosperar una demanda ridícula por plagio. Se basa en coincidencias anecdóticas, glosadas de manera capciosa, para que los que no han visto tu serie ni han leído su novela (estos últimos son legión) piensen que sí que hay similitudes. Cualquier persona que haya visto cien películas sabe que se pueden sacar veinticinco coincidencias entre dos títulos cualesquiera. Entre tu serie y el engendro de esa señora hay menos coincidencias que entre Ocean’s Eleven y El robobo de la jojoya.

Pero consigue convencer vistiendo su fantasía con los socorridos ropajes de la justicia poética. Intenta disfrazarse de David, y trata de pintarte a ti como Goliath. No quiere dinero. “Sólo un euro”, dice.

Y un millar de periodistas mediocres se tragan el cuento más viejo del mundo. Y publican todos los exabruptos de la demandante. Al fin y al cabo, es compañera de mediocridad. Entre frustrados hay que ayudarse. Como le dijo Guy McElwaine a Joe Eszterhas: “Imagínate lo que deben de odiarte esos pobres guionistas frustrados que escriben críticas para una revista. ¿Por qué tú y no yo?, piensan. Si yo fuera uno de esos gilipollas, también te odiaría”.

Todos los medios de comunicación se hacen eco de la demanda. De tu imputación. Y de sus arbitrarias acusaciones. Apenas un puñado de ellos se dignan recabar tu opinión, siquiera.

Toda la prensa anuncia a bombo y platillo el inicio del juicio. Nadie cubre la vista.

Al filo de las vacaciones de agosto, te absuelven. La sentencia parece salida de un relato de Kafka. Uno se pregunta cómo es posible que alguien capaz de terminar la carrera de Derecho tuviera el poco tino de admitir a trámite semejante disparate.

Pero el caso es que te absuelven. Y la repercusión en prensa es mínima en comparación con la que tuvo la demanda.

Podrías estar muy enfadada. Amargada, incluso. Cualquiera que hubiera tenido que aguantar esta mierda durante más de un lustro podría perfectamente acabar pensando que hay una turbia conjura contra ella.

Pero tú no tienes tiempo para perderlo en ideas como esa. En tu cabeza no cabe una trama tan repetitiva y sobada. Tienes demasiados proyectos que desarrollar. La carpeta de “ideas” de tu ordenador tiene docenas de archivos esperando su momento. Y ahí fuera hay montones de productoras deseando pagar por ellos. Y millones de personas seguirán sentándose a disfrutar y sufrir con las historias que tú creas.

Y mientras tú cavilas sobre la mejor forma de sorprender y emocionar a toda esa gente una vez más, la demandante probablemente se devana los sesos preparando un recurso de apelación. Tiene sentido: a falta de ideas valiosas, decide escribir la secuela del único texto salido de su pluma que ha tenido una mínima repercusión. Una demanda.

Como persona no vale gran cosa, pero como personaje quizá tenga cierto interés esperpéntico.

Ella no quiere dinero. Sólo un euro.

Y un pedazo de tu prestigio. El que nunca podrá ganar mediante el talento.

Enhorabuena, Virginia.tu

6 comentarios en «LA ABSOLUCIÓN»

  1. Me sorprende y aterroriza el hecho de que la acusación de plagio de un libro INÉDITO, pueda cobrar tanta fuerza! Es muy irritante! Como es que piensa la gente?

  2. No creo que para defender a Virginia tengas que cargar tanto las tintas sobre la demandante. La gente escribe, que obtengan un rendimiento económico de su trabajo, ¿les convierte en más o menos escritores? ¿Alguien está tan loco como para intentar destruir la carrera profesional de alguien solo porque se siente frustrada? Es poco razonable pensar que alguien se echa al cuello así como así. Es posible que la demandante pensara que tenía argumentos. Es razonable también pensar que en todo este proceso no han intervenido solo gente descerebrada. Es probable que narraciones tan poco ‘creativas’ (sin ánimo de ofender ¿eh? que a mi me encantan) como recurrir a situaciones personales en un contexto histórico puedan dar lugar a este tipo de confusiones. A partir de aquí, que mal rollo para las dos partes. Me alegro mucho por Virginia, que para ella habrá sido una pesadilla, pero eso no significa que haya que destruir a la otra parte, que ha ejercido su derecho a cuestionar las cosas…. Al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no? de tener la posibilidad de defender la autoría. Por eso mismo no entiendo tanto drama, se ha demostrado que el sistema funciona. Por otra parte cualquiera que se dedique a algo minimamente creativo debería estar preparado mentalmente para que le sucedan este tipo de cosas teniendo en cuenta que la originalidad es un concepto tan difuso.

    1. Perdona? El sistema funciona? El sistema que hace que durante todo este tiempo tuviera una pena pendiente de un año y tres meses de prisión y dos de inahabilitación como guionista? Perdona? Todo porque una señora cree firmemente que le he plagiado y no puede probar nada de eso que cree? Perdona??? Me encantaría que te encontraras en esta situación durante casi seis años, querido. No hago drama. Sergio simplemente explica lo que es una situación intolerable. Sin dramás, colega, si es que lo eres porque no sé quien eres ni que trayectoria te avala. Pero que no te pase. Y sobre todo, cuando no te pase, que no tengas tanta ligereza en cuestionar la originallidad y la puesta en cuestión de la misa en tus propias creaciones cuando se ven cuestionadas durante años junto con tu nombre.

  3. Virginia, de verdad que lo siento. Nunca habría imaginado que se pidieran semejantes penas por un plagio. Pensaba que estas cosas se resolvían con una indemnización y algún tipo de reconocimiento público, e incluso creía que implicaría más a la productora que a ti. Recuerdo que la demandante decía que solo quería 1 euro, por lo que parecía que se trataba principalmente de una cuestión de reconocimiento. Es lo que tiene hablar a la ligera. Siento mucho mi comentario, que entiendo que te haya indignado (y que a mi me avergüenza bastante). Me alegro que se haya acabado esta pesadilla para ti y espero que la sentencia ayude a que quede definitivamente en el pasado. Un abrazo.

Los comentarios están cerrados.

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