“ESCRIBIR ME HA HECHO TENER UNA RUTINA QUE ME DA ESTABILIDAD”

Tras consolidarse como actriz de cine y televisión, en 2009, Leticia Dolera escribió y dirigió su primer cortometraje, ‘Lo siento, te quiero’. Al año siguiente, rodó el segundo, ‘A o B’. Y, cinco años después, ya tiene su primer largometraje preparado: ‘Requisitos para ser una personal normal’. Esta comedia romántica, protagonizada por la propia Leticia Dolera y Manuel Burque, levantó carcajadas y aplausos en el pase de prensa del 18 Festival de Málaga, donde compite en la Sección Oficial.

En su ópera primera, Leticia Dolera encarna a María de las Montañas, una treintañera sin pareja, sin trabajo y sin casa, que busca convertirse en lo que ella entiende por una persona normal para empezar a encajar en la sociedad. Además, no se trata sólo de su primer largometraje como directora, sino también como guionista y, por eso, aprovechamos nuestra estancia en Málaga para charlar con ella sobre la escritura de ‘Requisitos para ser una persona normal’.

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La actriz, guionista y directora Leticia Dolera.

Quiero que empieces contándome ese momento en el que, tras rodar varios cortos, te pones a trabajar tu primer largometraje…

Lo primero que hice fue empezar a imaginar unos personajes y una historia que en realidad empezó con la idea de escribir una novela. Me empezaron como a salir los pensamientos de la protagonista, en primera persona, más que una idea para una peli. Es curioso porque la trama familiar tenía mucho más peso y la historia era más oscura porque entraba mucho más en el drama con el padre. Pero, poco a poco, no sé si fue porque yo misma empecé vivir una etapa vital de más luz, la historia fue cada vez más luminosa, así que pensé que mejor novela no, porque me empezaba a imaginar imágenes y los personajes tenían cara. En ese momento fue cuando empecé con esas maravillosas cartulinas y a llenarlas con cuadraditos.

Vamos, a hacer una escaleta…

Bueno, yo lo llamo “los cuadraditos”. Mi universo de cuadraditos. Tengo las cartulinas de cuadraditos y las cartulinas del timeline, porque cuando me agobio con los cuadraditos voy al timeline y voy cambiando. Tardé en ponerme a escribir.

Cuando descarté lo de la novela, que fue como a la página ocho o nueve, veía que necesitaba imaginar la historia a nivel plástico y estuve un montón de tiempo con los cuadraditos. Pasó mucho tiempo hasta que empecé a teclear en el ordenador. Estuve pensando, tomando notas de pensamientos de los personajes… Sobre todo de éstos, porque la historia la construía más a partir de ellos que a través de la trama. Me volví loca con esa cartulinas. No tengo el tiempo calculado de lo que tardé en terminarlas, porque entre viajes, rodajes de actriz… Año y pico, seguro. Pero allá donde yo estuviera me acompañaba la historia.

En el post que escribiste en Bloguionistas hace ya unos cuantos años contaste que empezaste a escribir como ejercicio personal y una hora al día, ¿has seguido manteniendo esa rutina?

Ahora, como estoy metida con la promo de la peli y con temas de producción, me cuesta mucho sentarme a escribir, porque son como dos partes del cerebro distintas. Pero sí que es verdad que cuando estaba escribiendo el largo me sentaba cada día, porque es como un músculo que tienes que entrenar y, aunque, había días en los que no escribía nada, me sentaba en la mesa o me iba a una cafetería a leer mis propios cuadraditos o una versión del guión para calentar, ya que no me venía nada.

Otra cosa que hacía cuando estaba bloqueada era ver pelis que tuvieran que ver con el universo de la mía, porque eso te alimenta y te inspira. Y también me venía bien salir correr, me despejaba mucho la mente para escribir. Aunque puede ser desquiciante, tiene un punto muy relajante saber que cada día te puedes dedicar un rato a estar en esa burbuja, sea productiva o no. Es bueno sentir que tienes un objetivo. Por ejemplo, en el trabajo de actriz, cuando no tenías un rodaje o un casting no tenías nada que hacer y era una sensación de “¿qué hago? Quiero una rutina, quiero currar”. Y escribir me ha hecho tener una rutina que me da estabilidad.

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Foto: @hbeltrangimeno.

¿Cuántas versiones llegaste a hacer el guión?

Muchísimas. Tampoco me acuerdo lo que tardé en dialogar la primera versión. Lo que me pasó es que estaba acostumbrada a hacer versiones de guión que nadie tenía que leer. Una vez que ya habíamos mandado el guión a Televisión Española y los productores empezaron a trabajar pero no sabíamos si la peli se iba a levantar o no, yo seguía haciendo versiones.

He tenido que aprender ahora que, cuando haces cambios en una versión tienes que hacer que aparezca con un asterisco para que se distinga. Como no lo hacía nadie sabía cuales eran los cambios. Eran frases, no localizaciones ni cambios de producción. Eso hizo que me diera cuenta de que el proceso ya no era algo independiente, sino que tenía que ir comunicándolo.

Otra de las cosas que contaste en tu post fue que gracias a un director aprendiste que el guión es una guía para el resto del equipo y que había que dejar que creciese con el trabajo y las aportaciones de los actores. Trabajaste así en tu corto ‘A o B’, ¿también en la película?

Sí. Y a mí me gusta decirles eso. En España creo que hay un método de trabajo muy tradicional en el que el guión es el que es y hay que decir lo que pone, y creo que eso coarta a los actores muchas veces. Es muy importante saber que el guión es una guía y ellos son el personaje, y desde ese personaje pueden salir cosas que desde tu mesa de trabajo no van a surgir nunca.

Creo que, además, estas son las cosas que acaban dando más verdad, tanto a los personajes como a la peli. Al fin y al cabo, el actor es el instrumento. Si tú les dejas ese espacio creativo para que crezcan y aporten luego ya puedes decidir lo que está bien o lo que no, pero cuando estás actuando salen cosas muy orgánicas y muy locas.

Por ejemplo, cuando en la peli Manuel y yo nos tiramos el pedo bajo la manta, cada vez decíamos una cosa diferente. Y en la que se quedó, que es en la que dice “tienes el infierno ahí dentro”, eso lo improvisó él. Es muy chulo cuando trabajas con actores que saben encontrar un equilibrio entre lo que pasa la escena y la improvisación.

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Leticia Dolera con Jordi Llodrà, Manuel Burque y Miki Esparbé, actores de la película.

Has definido ‘Requisitos para ser una persona normal’ como un “canto a la libertad”, algo que, supongo, no se habría dado sin esa libertad que comentaste que te dieron los productores…

Eso es lo bueno de trabajar con Televisión Española, que deja la peli en mano de los autores totalmente, y eso es muy chulo. Es muy guay que una televisión pública apoye los proyectos de esa manera, dando voz a los creadores. Me siento muy afortunada en ese sentido. Si hago más pelis y las hago con otras cadenas que sí te imponen un casting y opinan sobre el guión o sobre el montaje, pues será otra experiencia que viviré y aprenderé a lidiar con eso, si es que ese momento llega.

Pero poder hacer la primera peli como tu sientes que debe ser, escogiendo el cast, ir cambiando el guión durante el rodaje (siempre y cuando pongas asteriscos) ha sido muy bonito y me siento muy afortunada, porque tengo muchos amigos guionistas y directores que no han vivido las cosas así, así que soy consciente de la suerte que tengo.

Hay una diferencia notable entre escribir un corto y un largo. Tengo curiosidad por saber si, durante la escritura de la película, necesitaste tirar de algún manual de guión o algo por el estilo…

Me leí un libro que me dejó Miguel Ángel Vivas, y que aún no le he devuelto, por cierto, que es ‘Salva al gato’, que muy ameno, aunque creo que no hay que volverse locos con la rigidez de la estructura que propone el autor. Este libro te ayuda a saber lo que, en teoría, funciona.

También me leí ‘El viaje del escritor’, y otro que me gustó mucho pero que no recuerdo el título, sobre conversaciones con varios cineastas de distintas épocas. Me ayudó mucho para aprender sobre distintas maneras de enfrentarse al guión y a la dirección. Y, por otro lado, el hecho de haber analizado muchos guiones como actriz, de tener que entender un personaje, sus intenciones y sus porqués para interpretarlo, también suma. He vivido el proceso, porque luego he visto cómo quedaba en pantalla y he comprobado lo que no funcionaba.

De hecho, hay cosas en el guión de la peli que me hacían dudar, que me costó pelear con ellas y que era consciente de que estaban más en pincillas, y que después de rodar me han dado problemas. Esas son las partes que me han hecho reescribir la peli en montaje. Al final, lo que en guión tienes entre arenas movedizas se va a notar en montaje.

En la película también has jugado mucho con la comedia de montaje, ¿es algo que has trabajado desde el guión o son ideas que van surgiendo?

Hay muchas de esas cosas que te las imaginas en guión y las vas apuntando porque forman parte de la historia, pero, por ejemplo, la idea de que los personajes hablan a cámara se me ocurrió en el set, en el segundo día de rodaje, y como me moló lo mantuve en el resto de la peli.

¿Serías capaz de dar unos ‘Requisitos para escribir un buen primer guión’?

Te los intento dar con toda mi buena fe: mucho trabajo, muchos cuadraditos, mucha autocrítica y mucha honestidad. Respecto a este último, creo que fue en una entrevista que vi a Neil Gaiman, que dijo algo como “si cuando estáis escribiendo, en algún momento sentís pudor, es que vais bien”, y a mí esto me caló y durante la escritura lo tuve en mente. Había momentos en los que, escribiendo determinadas escenas, sentía pudor y la necesidad de borrarlo, pero me acordaba de esto y los terminé dejando.

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Foto: @hbeltrangimeno.

Entrevista de Alberto Pérez Castaños. Fotos de Héctor Beltrán. 

Entrevista realizada gracias al apoyo del sindicato de guionistas ALMA.

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