NO SE PUEDE ESCRIBIR BIEN CON MIEDO

Por David Muñoz

Hace un par de meses intercambié varios mails con un grupo de amigos guionistas hablando de lo importantes que son los “accidentes” cuando estás escribiendo un guion. De pronto, ocurre algo inesperado que por ejemplo otorga sentido a una subtrama que hasta ese momento no tenía ni pies ni cabeza. Lo que ha surgido no estaba en el mapa básico de la historia que trazaste antes de empezar a escribir, y ni mucho menos en la escaleta, pero ahora parece imprescindible*.

Todos estábamos de acuerdo en que para escribir un buen guión es básico tener libertad para permitir que ocurran esos “accidentes”, cosa que choca con la forma en la que se trabaja muchas veces tanto en cine o televisión, con primeras versiones de guiones que deben ceñirse lo más posible a la versión de la escaleta consensuada con dirección y producción.

Y en uno de los mails que mandé como parte de aquella conversación escribí algo que me parece interesante compartir hoy con vosotros:

“A mí [sentirme libre escribiendo] me pasa con los guiones de cómic casi siempre, y a veces con los de cine, y casi nunca con los de televisión.

He estado pensando en ello y creo que tiene que ver con la razón por la que a veces en televisión he tenido la sensación de no estar rindiendo tanto como podría rendir.

Creo que para que ocurran esos accidentes, que casi siempre mejoran lo que hay, tienes que sentirte libre escribiendo, tienes que poder modificar (u olvidar) esa escaleta en la que has estado trabajando semanas o meses, para dejar sitio a las nuevas ideas. Tienes que poder atreverte a probar cosas, y quizá también -porque puede ocurrir, nada te asegura que lo nuevo sea mejor-, a fracasar.

Al escribir acogotado, con miedo, se escribe peor. Por desgracia creo que, por lo que he hablado con compañeros, es algo que ocurre muy a menudo. El deseo de agradar a tus productores, el miedo a perder el trabajo que tanto te ha costado conseguir, acaba produciendo que, paradójicamente, el resultado sea peor. Por ejemplo, te empeñas en hacer funcionar una escaleta que sonaba bien en la reunión de equipo pero que cuando llegas a casa y la examinas a fondo revela muchos problemas. Pero no te atreves a cambiarla (y más si eres un recién llegado y no tienes mucha confianza con el coordinador o el productor ejecutivo), con lo que al final acabas entregando una primera versión del guion que sabes que no funciona para ti y que encima tampoco les funciona a tus jefes cuando por fin la leen.

Me parece que esa es la razón (o una de ellas) por la que gente experimentada, con una trayectoria, que ya ha demostrado muchas veces que sabe escribir, de pronto llega a una serie que ya lleva un tiempo en marcha y “no funciona”. Todos conocemos ejemplos de guionistas veteranos que entran en una serie, escriben un capítulo y no vuelven a escribir ni uno más (obviamente esto toca otro tema interesante: que no todos valemos para escribir cualquier cosa, pero como no es de lo que estamos hablando, lo dejo ahí).

Y también creo que tiene que ver con el porqué tantas veces es muy frustrante ser guionista “de base”, soldado del guión. A menudo vagas sin rumbo, atemorizado, sabiendo que lo estás haciendo regular pero sin atreverte a plantear que quieres hacer las cosas de otra manera, y también con porqué tantos productores ejecutivos y coordinadores las pasan putas al encontrarse con que ninguno de los guionistas que contratan les dan lo que necesitan y acaban reescribiendo todo lo que les entregan (aunque en esto también entran en juego otros factores, es más complicado que esto; pero para hacer funcionar un guión el coordinador se atreve a cambiar cosas acordadas que el guionista nunca se atrevería a tocar).

Escribir es, básicamente, reformular constantemente las cosas, dar por malo hoy lo que ayer dabas por bueno. Y eso me parece que choca con cómo suele trabajarse en la tele. Pero vaya, que es un asunto muy difícil”.

Y sí, es un asunto difícil que daría para unas cuantas entradas. Hay muchas más razones por las que a veces escribir televisión acaba resultando una experiencia frustrante. Entre ellas que cada serie tiene su estilo, su tono, sus códigos, y resulta muy difícil pillarlos en el corto tiempo que suelen darte antes de ponerte a escribir. Incluso aunque seas un seguidor de la serie en cuestión. Nunca es lo mismo ver algo que escribirlo. Respecto a esto, me parece muy interesante lo que le leí una vez a Vince Gilligan, el creador de “Breaking Bad”, en una conversación con otro “showrunner”: Glen Mazzara. En su día lo subí a mi blog y aquí está de nuevo:

“(…) he oído decir a otros “showrunners”, ¿”Sabes, me resulta mucho más agotador sentarme con los guionistas y llevar a cabo el proceso lento y meticuloso de dar notas verbales o escritas y discutirlas después. Es mucho más fácil darle una pasada a la puñetera cosa con mi propia máquina de escribir, o con mi ordenador portátil”. Eso fue lo que se me pasó por la cabeza hacer al principio, y algo me impidió hacerlo. No digo que nunca lo haya hecho alguna vez al principio, pero me di cuenta –por la razón que fuera, ahora no caigo- pero me pareció que era mejor hacer el trabajo duro ahora, o sea, discutir lo más posible con cada uno de estos guionistas sobre qué es lo que espero obtener de ellos y discutir juntos maneras de encontrar las voces de los personajes, y no solo pasarles por encima y reescribirles. Llevó trabajo extra al principio, y hubo días en que pensé para mí: “No estoy dirigiendo una escuela de cine, necesito esto hecho y lo necesito el jueves o cuando sea. Estoy invirtiendo todo este tiempo de más en esto. ¿Es esta la forma correcta de hacer las cosas?”. Y resultó ser exactamente –para mí, por lo menos- la manera adecuada de funcionar. Ha dado grandes resultados porque acabamos con seis guionistas que entendían la voz de los personajes. Les daba notas sobre sus versiones, pero las notas fueron a menos con cada guión que entregaban cada uno de esos guionistas. Mejoraron escribiendo los personajes, pillaron las voces, y llegó el momento en el que en su material –a posteriori, lo que pareció duro al principio en realidad resultó ser un proceso bastante rápido- aportaba cosas que a mí no se me habrían ocurrido nunca. Algunas de las frases más divertidas en la historia de “Breaking Bad” no han salido de mí. Salieron de los guionistas. En otras palabras, si te vas a meter en el lío de tener un equipo, es preferible llevarlos al punto en el que puedan hacer tanto de tu trabajo por ti como sea posible”.

¿Parece que tiene sentido, no? Pues os aseguro que se hace muy pocas veces.

Algo que también guarda relación con este asunto de la libertad necesaria para permitir que fluya la creatividad es la manera en la que trato de llevar los talleres de escritura de guión de largometraje. Muchas veces, antes de empezar, les mando un mail a mis alumnos en los que entre otras muchas cosas les digo esto:

“-Todos debéis sentiros LIBRES de opinar sin ser criticados, o ridiculizados, por vuestros  compañeros. A veces, de las (en apariencia) tonterías más grandes surgen las mejores ideas.

-Podéis opinar de lo que queráis con total libertad. No hay “vacas sagradas”. Si “Blade Runner” – mi película preferida- os parece una mierda, podéis decirlo. No pasa nada. Lo importante es que sepáis explicar por qué.

-Lo que se dice en la clase no sale de la clase. NO SE TUITEA. Hay que crear un ambiente de confianza, de taller. Para escribir muchas veces no solo trabajamos con nuestras emociones, sino con nuestras experiencias, y para que nos entiendan los demás a menudo necesitamos compartirlas. Eso no quiere decir que vayamos a compartirlas con todo el mundo”.**

A los alumnos puede ocurrirles como a los guionistas de televisión si el ambiente de trabajo es demasiado tenso: se bloquean. Pero mientras que el profesional se obliga a trabajar, el alumno “desconecta” y se pone a pensar en sus cosas. No es casual que tanto en las aulas como en las salas de reunión de guionistas donde he trabajado mejor y se han conseguido mejores resultados hayan sido también en las que he estado más a gusto. Y sí, decimos muchas barbaridades (que menos mal que no salen de ahí) y muchas tonterías para llegar a sacar una idea interesante. Pero no hay otra manera de hacerlo. Hay tensión, pero es tensión creativa, tensión “buena”, no de la que paraliza, tensión que nos permite entrar mentalmente en esa “zona” en la que dicen estar los deportistas cuando consiguen sus mejores resultados* *.

Me ha salido una entrada un poco dispersa, lo sé, y además me temo que no puedo cerrar con ninguna conclusión útil. Soy consciente de que he pillado muchos atajos y de que muchas de las cosas que he dicho son muy matizables. Por ejemplo, una cosa es un taller de escritura y otra escribir el capítulo 50 de una serie. En una serie hay demasiada gente esperando tus folios, entre ellos los guionistas que van por delante de ti, a los que no puedes hacer la puñeta modificando el arranque de una trama que luego van a desarrollar ellos. Si cada miembro del equipo decide de pronto ponerse a “escribir en libertad” el resultado puede ser desastroso.

Pero es un tema en el que pensamos muchos de los que somos “tropa guionística” y del que os aseguro que hablamos a menudo, pese a saber que no hay soluciones perfectas.

*Hay quien cree que esos “accidentes” no ocurren de forma tan espontánea como creemos, sino que son el resultado inevitable de estar mucho tiempo pensando en un guión, incluso cuando creemos que no lo estamos haciendo. Y seguramente tienen razón. Sin que seamos conscientes de ello, el cerebro ha estado generando ideas para solucionar subtramas, crear nuevos puntos de giro, etc.

**Este método no funciona con todo el mundo. Siempre hay alumnos que no le ven sentido a intercambiar historias personales, o que se sienten incómodos cuando lo hacemos los demás, pero eso es exactamente lo que ocurre en las reuniones de los guionistas de una serie: se habla de todo, porque “todo” tiene el potencial de convertirse en material cuando estás escribiendo.

4 comentarios en «NO SE PUEDE ESCRIBIR BIEN CON MIEDO»

  1. Muy interesante lo que escribes, David. La verdad es que no soy quién para opinar sobre algo que desconozco, es decir, nunca he trabajado en un equipo de guionistas, siempre he escrito en solitario, por tanto no sé cómo es el ambiente en una sala de guión, aunque sí he estado en talleres de escritura, de hecho uno llevado por ti. No sé, pero imagino que no debe ser fácil sentirse cómodo y a gusto para decir lo que uno piensa en un trabajo donde el ego (o lucha de egos) debe ser importante. Mi duda es si alguien escribe bien, pero se le dan mal las relaciones sociales (aunque des libertad para expresarse con ese mail), o es muy tímido, o tiene miedo a meter la pata, a quedar mal, a parecer que no sabe, a que alguien más espabilado le dé el típico “Zas en toda la boca!!”, entonces qué puede hacer. Entre otras cosas porque eso afecta a la autoestima, y enseguida llega el bloqueo. Si alguien te dice que Blade Runner no le gusta, pero no sabe explicarse bien, ¿¿se puede decir entonces que para trabajar como guionista en equipo lo tiene complicado pese a poder ser hábil escribiendo?? Quizás suena absurdo, pero a veces no es fácil expresarse ante un grupo al que temes que alguien siempre quede por encima de ti.

    También me pregunto si existe sensación de competición en esas reuniones, la necesidad de destacar, de ser el más ingenioso, porque eso debe ser también duro y agotador. Insisto, desconozco el tema, seguramente no sea así, pero siempre tuve esa duda sobre los trabajos en equipo, aunque imagino que ahí es fundamental el papel (y personalidad) del coordinador, aunque entiendo que necesita resultados y no puede estar pendiente de integrar a o no a alguien por su forma de ser. De hecho, en el libro sobre showrunners (“Hombres fuera de serie”), donde la mayoría de ellos no se les muestra como personalidades fáciles de trato, incluso en algunos se les muestra como auténticos tiranos, comenta que el único equipo de guión donde se vivía un ambiente feliz era precisamente el de Breaking bad, en parte gracias a la forma de ser de Vince Guilligan,

  2. Hola,

    Pues precisamente he leído hoy un artículo sobre Aaron Sorkin en el que habla de cómo debe de ser el ambiente en una sala de guionistas: http://www.hollywoodreporter.com/live-feed/aaron-sorkin-newsroom-rape-storyline-754876?utm_source=twitter

    En teoría, nadie debería sentirse cohibido en una sala de guión. Si metes la pata, o si dices una tontería, no debería pasar nada. Pero claro, eso es solo la teoría. Como tú dices, depende del coordinador. En mi caso, el 75% de las veces que he trabajado en televisión ha habido buen ambiente. Lo que no quita que para trabajar en equipo, siempre, no solo en la tele, sea importante saber comunicarte, y saber expresar lo que piensas. Y a veces no es fácil, desde luego. Yo empatizo mucho con los tímidos porque fui uno de ellos. Un fóbico social de libro. Con mucho trabajo y mucho esfuerzo he llegado a poder dar clase (lo que no quiere decir que no me salga algún ramalazo de vez en cuando). En realidad, aprender a hablar en público, a comunicarnos, debería ser parte de la formación básica de cualquier guionista. Porque es fundamental poder hacerlo más o menos bien, o por lo menos lograr que cuando tengas que pasar por uno de esos momentos en los que tienes que saltar a la palestra sí o sí, no se convierta en una experiencia horrible.

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