LAS SUBVENCIONES ESTÁN DADAS

por Sergio Barrejón.

Llevo dando clase de cine desde antes de ser guionista. Sí, hace 15 años yo era uno de esos farsantes que dan clase de cine con apenas un par de cortos en su currículum, y menos de un año de experiencia como realizador de programas de mierda en una cadena ignota.

He dado clase en escuelas privadas, en la Universidad, en la ECAM, y en no sé cuántos eventos independientes. A lo largo de los años, mi currículum ha ido engordando (no tanto, en realidad: si tuviera un CV verdaderamente espectacular, no daría clases), pero me sigo sintiendo igual de farsante. Porque nunca he logrado comunicar a mis alumnos La Gran Verdad del mundo del cine de una manera verdaderamente convincente y pregnante.

Cualquiera puede sentarse y escribir un guión. Cualquiera puede producir y dirigir un corto de 30 segundos para el Notodo. No es tan difícil. Aunque naturalmente, casi nadie tiene el talento, la paciencia y el tesón para ello. Sólo unos pocos son capaces. Pero atención: incluso la mayoría de los que sí lo hacen, acaban produciendo un sorete. Porque, y ésta es la Única Gran Verdad del mundo del cine, hay que currar MUCHO para hacer algo que no sea una mierda.

La mayor parte de mis clases versan sobre guión. Y la parte más frustrante del trabajo es comprobar qué poquitos aspirantes están dispuestos a trabajar de plano para llegar a escribir bien. He comprobado que aproximadamente la mitad de los alumnos de escuelas de guión consideran que por el mero hecho de haberse matriculado en la escuela y haber pagado unas clases, tienen DERECHO a llegar a ser guionistas. Creen que el trabajo consiste en escuchar a farsantes como yo, con su barbita y sus gafas redondas, perorar sobre puntos de giro y arcos de personaje. (Yo no hablo de esas chorradas, no soy tan farsante, pero ya me entienden).

He reflexionado mucho sobre la falta de entendimiento que noto con muchos de mis alumnos, y he llegado a la conclusión de que el problema es generacional. La mayoría de ellos pertenecen a una generación que no ha tenido que conquistar el confort. Que lo da por hecho. Una generación que se ha criado en la absurda idea de que los estudios universitarios constituían un mero checkpoint en el camino a la seguridad laboral y la estabilidad económica.

Para esta generación, la idea de que uno triunfa o fracasa en proporción a sus méritos es una pesadilla. La ficción de la universidad como garantía de bienestar se fundamenta en otra ficción: la del café para todos. Siempre que doy clases me topo con gente convencida de que las subvenciones están dadas, con gente que sospecha automáticamente de los cortometrajes que reciben tres subvenciones. Hace poco, en una clase, un alumno se sorprendió de que yo hablase con ligereza del presupuesto de uno de mis cortos, que superaba los 30.000€. Dices treinta mil euros como si no fuera nada, me comentó.

En su momento, pensé que era un comentario ingenuo, motivado por el desconocimiento de lo que cuesta hacer una película profesional. Pero empiezo a sospechar que ese tipo de comentarios (no necesariamente éste en concreto) están motivados por algo mucho peor: por la desasosegante evidencia de que, para acceder a esos presupuestos, hay que mantener una conducta muy profesional. Hay que invertir mucho esfuerzo. Hay que echar un montón de horas de curro que el aspirante a cineasta promedio no está dispuesto a echar. No considera que tenga por qué echarlas.

La reacción, por tanto, es sospechar de todo el proceso. Las subvenciones están dadas es, en definitiva, una versión moderna de las uvas no están maduras.

He repasado el proyecto de aquel cortometraje, el de los 30.000 euros. El proyecto tenía exactamente cien páginas. Sólo el guión técnico y el storyboard sumaban sesenta páginas. Todos y cada uno de los 50 planos que queríamos rodar (rodamos 48) estaban dibujados con todo detalle y localizados sobre el guión literario. El productor, el guionista y yo pasamos unos seis meses preparando el proyecto. El corto recibió subvenciones de Comunidad de Madrid, Gobierno Vasco e ICAA.

¿Sería porque tengo un montón de contactos y siempre invito a cocaína en las fiestas del mundillo? ¿Será que mi productor está emparentado con los Borbones y tiene carné del partido adecuado?  ¿O quizá tuvo que ver simplemente con que esas cien páginas demostraban que el proyecto era sólido? Ojo, que no estoy diciendo que fuera el mejor guión. A mí por supuesto, me parecía un guión magnífico, pero eso es mucho más complicado de demostrar de forma objetiva. Pero cualquiera que leyese el proyecto tenía que admitir que, como equipo, habíamos hecho los deberes. Y eso da mucha confianza a la hora de soltar la pasta. Dos fumaos en un garaje pueden parir un guión extraordinario, pero administrar 30.000€ de dinero público durante año y medio y producir con ellos una peliculita digna es otra cosa muy distinta.

Queridos aspirantes a cineasta, la próxima vez que digáis las subvenciones siempre las ganan los mismos, por favor terminad la frase: los que presentan un proyecto como Dios manda. Y pensad esto también: los que presentamos proyectos serios también nos quedamos fuera muchas veces. En la última convocatoria del ICAA había no uno, sino dos proyectos con guión mío. Ninguno ha recibido subvención. ¿Me voy a desanimar por ello? ¿Voy a sospechar de la existencia de una mafia que se reparte la pasta? ¿Voy a dejar de invitar a cocaína en las fiestas del mundillo?

Por supuesto que no. Seguiré escribiendo guiones, esforzándome por mejorar mis presentaciones, y de paso, impartiendo talleres y publicando posts para compartir lo que he aprendido. Y además con una sonrisa. Que no somos cirujanos, coño. Por mucho que la caguemos, no vamos a matar a nadie. Como mucho, de aburrimiento…

17 comentarios en «LAS SUBVENCIONES ESTÁN DADAS»

  1. Suscribo la Unica Gran Verdad del mundo del cine y le añado un corolario: ni siquiera el currar mucho te libra de la posibilidad de que tu querida película sea una mierdecilla. Porque escribir/dirigir/producir una buena película ES CASI UN MILAGRO. De momento, un servidor todavía no lo ha conseguido. ¡Buen post!

  2. Corta el cordón umbilical que media entre el amateur aficionado o vídeoartista… y pagar, con nómina y seguridad social, desde al guionista hasta al proyeccionista (mucho poco o lo justo, eso es otro tema) y así, americanamente, con sindicatos si es necesario, podremos hablar de industrias… luego, si es matar de aburrimiento, o hacer soñar con nuestras ensoñaciones… esa no es nuestra historia, el público, el guionista también es público (casi siempre por cierto, hasta de las historias que escribe)…; así, podemos afirmar que SÍ, QUE LAS NOMINAS ESTÁN DADAS, COBRADAS (Y SEGURO QUE GASTADAS)… tampoco a mí me gustan muchas de las obras públicas y no voy por ahí increpando a los arquitectos, promotores, y albañiles… Hay que seguir aprendiendo, o mejor, PROFESIONALIZAR la profesión como si se tratara del Sistema de Salud (mental) Público. Un buen artículo, saludos.

  3. Entonces, ¿hay que currárselo mucho para conseguir una subvención pero cualquiera con un par de cortos puede dar clase en la Universidad? ¡Y yo me he tirado años para sacarme el doctorado!

    1. peepjordan, la palabra Universidad sí que está. En la primera linea del 2º párrafo. Hay que tener un poco de humildad, respeto y sentido de la vergüenza antes de hacer una corrección de forma tan insultante.

      Por otro lado, creo que a lo largo del artículo no se está minusvalorando el trabajo de catedráticos ni mucho menos. Se está haciendo referencia a algo de lo que se ha hablado aquí ya muchas veces: Que nadie sabe nada en esto del cine y que cuanto más se sabe más inseguro o farsante se siente alguien.

      En el caso concreto de Sergio, y no soy yo nadie para sacar la cara por él, creo que ha sido especialmente modesto a la hora de presentar su trayectoria profesional. Que solo se hayan producido un “par de cortitos” en el curriculum no quiere decir que no se hayan metido horas y horas de estudio en el arte del guión. No creo que sea casualidad que los cineastas con mas proyección de este país tengan como costumbre buscar el asesoramiento y el criterio de Sergio antes de enseñar su guión a otras personas.

      Si debo resumir este texto en una frase sería: “Si quieres vivir del cine, curratelo como Dios manda”

      Precisamente se critica la actitud de la gente que cree que no hace falta esforzarse para conseguir las cosas (ya sea una subvención o un doctorado)

      No convirtamos esto en un caso de esos en los que uno señala la Luna y los demás se quedan mirando el dedo…

    2. Víctor, quizás debí decir “no lees entre líneas”. Dudo mucho que Sergio se refiriera a la Universidad cuando habla de sus inicios como “docente farsante”. Pero todo podría ser, no tengo ni idea. No pretendía faltar el respeto. Era pura chanza hacia un comentario agresivo que parecía pretender deslegitimar la totalidad de un post que me había parecido muy interesante, precisamente en el sentido que tú señalas. Un saludo.

  4. “He reflexionado mucho sobre la falta de entendimiento que noto con muchos de mis alumnos, y he llegado a la conclusión de que el problema es generacional. La mayoría de ellos pertenecen a una generación que no ha tenido que conquistar el confort. Que lo da por hecho. Una generación que se ha criado en la absurda idea de que los estudios universitarios constituían un mero checkpoint en el camino a la seguridad laboral y la estabilidad económica.”

    Sí, que locura aspirar a lo mismo que ha tenido tu generación, ¿verdad? La culpa es nuestra, por haber nacido en un país del Tercer Mundo llamado España y creernos esa tontería de que invertir inútilmente años de nuestra vida y miles de euros en una formación universitaria era la mejor apuesta para tener un trabajo decente. ¡Ilusos que éramos! La culpa es nuestra por haber nacido en las postrimerías del ‘boom’ del ladrillo, y no en la época de las vacas gordas, cuando había trabajo para el que lo quisiera, cuando gracias a la Ley Miró se producían doscientas películas al año que no recuperaban ni la mitad de su presupuesto en la mayoría de los casos. Pero, ¿quién le pone precio a un sueño? Sobre todo cuando lo pagan otros con el dinero de sus impuestos, ¿verdad? Luego vino el PP, henchido de orgullo y con ganas de ajustar cuentas con la gente de la farándula, y se acabó el maná del dinero público, y todos esos guionistas, actores y directores que estaban montados en el dólar durante la época dorada del ladrillazo se encontraron de golpe y porrazo con que el teléfono ya no sonaba tanto como de costumbre, y se reciclaron para dar clases en universidades y talleres varios para sacarse los cuartos. Pero gracias a este post ya sé que me puedo ahorrar el dinero, ¡porque no te garantizan nada! Seis millones de parados demuestran que da igual saber idiomas, tener carrera, doctorado o experiencia. Al menos en España. Está claro. ¡Cuántas amargas decepciones nos habríamos ahorrado de haber sabido que estudiar es una pérdida de tiempo y que nuestras únicas salidas en este país en bancarrota eran por tierra, mar o aire!

    Bueno, los de mi generación ya estamos acostumbrados, porque no hemos conocido otra cosa… Aunque no sé que va a ser de todos esos ex-directores, ex-guionistas y ex-directores sin trabajo reconvertidos a la enseñanza si nadie se apunta a sus clases. ¿De qué van a vivir, entonces? A lo mejor acaban de pizzeros o sirviendo copas en la barra de un bar, o paseándose todas las mañanas por las oficinas de empleo, esperando la llamada que nunca llega, experimentando las fascinantes y humillantes lecciones vitales que hemos aprendido todos los que vinimos detrás: renunciar a tus sueños, dejar atrás amigos y familiares para buscarte la vida fuera, aceptar trabajos mal pagados por debajo de tu nivel de formación, etc…

    Saludos desde Alemania.

  5. Gracias por el post. Estoy de acuerdo en lo que se expresa en el mismo. El esfuerzo tiene que ser constante, diario. Y eso es lo difícil (a mí me lo resulta, que tengo tendencia a mirar la luna de Valencia). No se trata solo de talento o contactos, si no de TERMINAR las cosas, de batirse el cobre y de poner todo en ello. Como dicen: hay que apuntar al 10, porque puede que no llegues pero quizás te quedes en un 7 o un 8; si apuntas al 5, puedes que te quedes en un 3.

  6. Creo que formo parte de esa generación de la que hablas y no puedo estar completamente de acuerdo con tu descripción.
    He estudiado un máster y he visto con profunda decepción cómo más de la mitad de mis compañeros podrían estar sentados recibiendo clases de guión como podrían hacerlo de adiestramiento canino. Es más, me gustaría pensar que algunos recibirían cualquier otra formación con más interés. Menos creo que es imposible.

    Sin embargo, llevo trabajando en platós desde los veintiuno (tengo veintinueve) y la realidad del profesional es otra. Ahora mismo curro en una serie en la que tengo compañeros que con veintidós o veintitrés años se levantan todos los días a las cinco de la mañana, dejándose la piel por un sueldo -por usar un eufemismo- ajustado y sacando fuerzas de donde no las hay para producir/escribir/dirigir/currar en sus propios cortos los fines de semana.

    Hijos de papá a los que el dinero les sobra y que se creen merecedores de un puestazo por el mero hecho de ser capaces de imaginarlo tengo la impresión de que los ha habido siempre. Currantes también.

  7. Yo es que creo que, más que generalizar sobre hábitos sociales (hay de todo), hay una gran confusión. Sobre todo de lo que es o no es un guionista. Porque en España, muchas veces, ser guionista tiene poco que ver (salvo que tecleas un ordenador) con lo que es ser guionista fuera. En funciones. En respeto. En dinero. Y muchas veces las clases que reciben esos futuros guionistas va más hacia cómo se trabaja aquí (pragmatismo lógico) que a explicar cómo se debería trabajar aquí. Y es una pescadilla que se muerde la cola.
    Por lo demás ha habido gente genial, la hay y la habrá. Entre los que ahora luchan por salir adelante, seguro.
    Y de otra cosa estoy también seguro: muchos de los problemas con los que se encontrarán estos futuros guionistas están ahí porque los que hemos ido antes de ellos no hemos hecho todo lo que debíamos hacer por nuestra profesión. Que es más que hacer cortos o solicitar subvenciones.

    1. A mí, cuando doy clases, me preocupa mucho más que hayan leído poco a Shakespeare y menos a Chejov que otra cosa. Incluso que lean poco el periódico. O que muy pocos vean series europeas. O que muy poca gente les diga lo que es un showrunner y sus funciones reales. O que se les diga que deben escribir pocas acotaciones (porque molesta al director). O que nuestra misión es “reescribir, reescribir, reescribir” (frase de famoso director por cierto, lo cual tiene sus bemoles) cuando nuestra misión es reescribir, sí. Pero con sentido y no porque somos el último mono del zoo.

      No podemos ser pragmáticos y posibilistas y luego pedir épica a los demás cuando nosotros no la hemos derrochado (épica) demasiado.

    2. Dicho esto, creo que Barrejón tiene mucha razón cuando habla de “trabajo bien hecho”. De esfuerzo, de acabados sólidos. Y eso, con algo tan esencial como tener algo que contar, son pautas esenciales, Y no te tocan en la lotería.

      PS: Creo que a cualquier país le es tan imprescindible un gran cirujano como un gran guionista. Matemos o no a nadie.

  8. Empezando por el hecho de que en todos sitios hay gente que está por estar, en los cursos de guión no iba a ser de otra forma. Y más siendo algo que no es precisamente barato y es carne de niños de papá que no saben que hacer y les suena guay.

    Pero también hay otras razones. Hay gente que estudia guión por complemento, por entender como se forja una historia, por saber evaluarla y no por escribirla y hay otra gente que estudia guión sabiendo que quiere contar algo pero que en ese momento no sabe el qué (que es fundamental para plasmarlo en un trabajo) bien porque son muy jóvenes aún o bien porque no tienen la cabeza muy ordenada en ese momento.

    Aparte hay gente que vive la situación que ha explicado Carlos por ahí arriba. Muchos de nosotros nos hemos encontrado con un sector encogido, con más personas dentro de las que realmente caben y con un montón fuera dándose codazos por entrar. Con los restos de una industria que parecía que podía ser y que ya no es cayéndose por los suelos. No es ningún secreto que en este sector la barrera de entrada es importante.

    Ya en varios sitios he leído/me han dicho, que por ser de la generación que soy espero que todo me venga fácil. Y eso no es así, muchas veces lo que os falta a los que lleváis en esto un tiempo y tenéis unos años más es un poco de perspectiva y ser conscientes de la realidad actual del que está empezando. La realidad completa, más allá de ese curso de guión que evalúas. Del pesimismo que muchos conocemos pues llevamos 7 u 8 años de crisis y es casi lo único que conocemos (y es justo el tiempo en el que nos ha tocado desarrollarnos como profesionales, tarea nada fácil). Empezar siempre ha sido difícil pero en un mundo en el que conseguir una oportunidad si eras bueno no era tan difícil como hoy, lo que tenías que demostrar era trabajo, talento y persistencia. Hoy puedes demostrar eso y seguir comiéndote los mocos porque las ayudas están paralizadas, muchas empresas están en números rojos porque no reciben lo que les deben y los puestos de meritorios han casi desaparecido por completo. Ya no cogen a casi nadie en pruebas de guión para series. Y somos muchos más que hace unas décadas que nos hemos formado en universidades, cursos, escuelas privadas, talleres, de forma autodidacta… y no competimos solo con nosotros mismos. Perfectamente yo puedo estar compitiendo con alguien que tenga 10 años de experiencia en el sector porque no tiene nada asegurado. Pero el tiene 10 años de experiencia en el sector y yo un título de una escuela de guión más.

    En mi caso personal, y volviendo al tema de lo académico, más que el laboral, cuando estudié guión me pasó algo que mis profesores parecieron no entender y que para mi es tremendamente fácil (te lo comento por si esto te ayuda a entender mejor a tus alumnos). Yo tenía claro que quería ser guionista y por eso me apunté al curso que hice. Pero no tenía tan claro qué quería contar. Me perdí durante esas clases en las que veía como mi creatividad recibía la presión de los plazos (“el próximo martes tráeme la escaleta terminada”), cuando no soy un guionista con oficio sino un estudiante al que le queda mucho por aprender (no sólo de guión, sino de sí mismo en relación al cine). Escribí un par de cortometrajes (que no eran muy allá) y el tratamiento de un largo que acabé odiando porque acepté las ideas que me surgieron sin filtros de ningún tipo ni tener tiempo de macerarlas.

    Un año después del curso y sin esa presión llevo adelante tres proyectos de largometraje y he rodado un guión de cortometraje más (que escribí a los meses de terminar). Y la razón es sencilla. Tiempo después de ASIMILAR lo que había aprendido, de tener claros los temas que de verdad me importan y de perfilar mi estilo escribiendo he sido capaz de afrontarlo. Ahora sí que voy camino de ser guionista, pese a que fui un pésimo estudiante.

    A mi las clases de guión me sirvieron para definir mi relación con el cine como guionista, no para que un tipo de gafas redondas me dijese como se da formato al texto o que me leyese un par de libros de McKee. Aunque pareciese que solo saqué eso de aquello. El verdadero aprendizaje lleva su tiempo.

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  10. Buenos días Sergio,

    Debo ser un poco ratito pero a mi lo que más me ha interesado del post es el proyecto. Bien, 60 páginas de guión y storybook, de acuerdo. Y las otras 40? Proyecto de distribución, de comunicación, concursos a los que presentar? Que? Eso es lo que quiero saber? Me echa una mano?

    Gracias de antemano.

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