SÍ SE PUEDE ENSEÑAR

David Muñoz

Cada dos por tres leo entrevistas con guionistas que aseguran que a escribir guiones “no se puede enseñar”. Y casi siempre ese guionista, o da clases de guión en algún sitio o las ha dado, de modo que lo que siempre se me pasa por la cabeza es: “Pues si no se puede enseñar… ¿qué haces (o has hecho) enseñando?”.

Y justo estaba pensando en escribir esta entrada cuando a través de Twitter me llegó un link a un artículo sobre una charla del escritor y guionista Hanif Kureishi en la que éste arremetió contra las cátedras  de escritura creativa. Entre otras cosas, Kureishi dijo: “Si quieres escribir lo que tendrías que estar haciendo es leer la mayor cantidad de literatura buena que puedas, por años y años, en vez de malgastar la mitad de tu carrera universitaria escribiendo cosas que no estás listo para escribir.” Lo incoherente de su postura es que él mismo es profesor de escritura creativa en la universidad de Kingston.

Encima, al día siguiente me puse leer el libro “El mapa de la India”*, que recoge una larga y muy interesante entrevista con Manolo Matji (guionista de, entre otras, “La guerra de los locos” y “Los santos inocentes”; la suya es una carrera que envidio y admiro) y, ¿con qué me encuentro? Pues con que Matji dice que a “(…) a escribir se aprende escribiendo. Se puede aprender, pero no se puede enseñar…”. Sin embargo, Matji fue profesor en la ECAM durante muchos años y he conocido a bastantes ex alumnos suyos, guionistas profesionales, que siempre me han dicho que con él aprendieron mucho. Incluso alguno me ha llegado a decir que sin él es probable que nunca hubieran llegado a ser guionistas. Sin conocerle apenas (habremos cruzado cuatro palabras en las reuniones de ALMA) siempre he tenido una buena imagen de Matji porque esa es la que me han transmitido sus antiguos alumnos. Aunque en el libro hable con cierto desencanto de su etapa en la ECAM, sé que para mucha gente fue importante que él estuviera allí.

Lo más paradójico es que el libro está lleno de reflexiones muy interesantes sobre cómo funcionan las historias y la escritura de guiones, sobre todo de cine. Y si a mí, que llevo ya unos cuantos años escribiendo, las observaciones de Matji me han hecho pensar e incluso cuestionarme algunas cosas, puedo imaginarme lo que supone escuchar todo eso para alguien que está empezando. Más aún en un aula, cara a cara.

Para mí, eso es enseñar.

Porque lo más difícil de escribir guiones no es saber manejar el mismo vocabulario que los teóricos del guión (Field, McKee, etc.), sino entender cómo funcionan realmente las historias, cómo se cuentan esas historias en el cine y la televisión, y, sobre todo, cómo puedes contar mejor la historia que tienes en la cabeza. Y ahí la labor de un profesor, o de un guionista más veterano que pueda dedicar algo de tiempo a orientarte, creo que puede ser fundamental.

Vale, a escribir se aprende escribiendo, pero si te alguien te sirve de guía, se aprende antes, y  hay más posibilidades de no perderse por el camino y llegar a tu destino. Y al aplicar la teoría sobre tu propio trabajo es cuando consigues interiorizarla para poder usarla en el futuro, cuando ya no tengas al profesor al lado.

Es raro que haya guionistas profesionales que no hayan contado en algún momento con alguien más veterano que ejerciera ese papel de mentor o profesor.

En mi caso, ese papel lo ocupó el profesor y guionista de la Universidad de Columbia, Lewis Cole, al que conocí en un taller de guión organizado por el MFI en una isla griega (y al que acudí becado por Canal + guiones con una comedia de ciencia ficción coescrita con Antonio Trashorras).

 La portada que dibujó Javier Rodríguez para el guión de Cadetes Estelares.La portada que dibujó Javier Rodríguez para el guión de Cadetes Estelares.

No es que Lewis me enseñara a escribir guiones, pero sí que me ayudó a ser mucho mejor guionista. Muchas de las cosas que me dijo los primeros días que nos sentamos a trabajar eran muy obvias, pero yo no las veía, no era capaz de verlas, y si él no me las hubiera hecho notar, habría seguido sin verlas.  Nunca olvidaré cuando me explicó que tendía a “under dramatize” y a no resolver el conflicto de mis protagonistas en el clímax (algo que luego he visto decenas de veces en los trabajos de mis alumnos; siempre me acuerdo de Lewis** cuando lo explico).

De ahí que, al dar clase, intente ejercer ese papel de guía, tratando de orientar, de despejar dudas, de evitar que mis alumnos se atasquen cometiendo errores que aún no son capaces de ver (ni de resolver aunque los vean)* * *.

Me parece importante tener claro que cuando enseñamos a escribir guiones, no estamos dando recetas arbitrarias inventadas por unos “sabios del guión”. No, estamos tratando de transmitir el conocimiento que hemos adquirido tanto trabajando como guionistas como estudiando las historias (y las teorías) de otros.

¿Y qué conocemos? Pues las pautas que han guiado la escritura de millones de historias antes que la nuestra. Formamos parte de una tradición. No estamos inventando la rueda cada vez que nos sentamos delante del ordenador. Podemos aprender de quienes han estado ahí antes que nosotros. No hay “reglas” que deban respetarse sí o sí; escribir no es rellenar una plantilla, pero sí que hay estrategias narrativas, formas de hacer, de estructurar, de ordenar los acontecimientos, que pueden ayudarnos a conseguir que nuestro guión sea mejor. Y sabemos que funcionan porque les han funcionado a otros antes que a nosotros.

Explicarlas, transmitirlas, creo que es enseñar.

Entonces… ¿por qué este empeño en decir que no se puede enseñar cómo escribir guiones? ¿De dónde sale? ¿Por qué se repite tanto?

Quizá ocurre porque no podemos garantizar un resultado cuando el alumno termine de estudiar con nosotros. Por ejemplo, si uno quiere ser fontanero, y hace un curso de  fontanería, lo más probable es que cuando termine las clases salga siendo un fontanero mínimamente competente. A lo mejor no será el mejor fontanero del mundo, pero sí fontanero.

Eso no pasa con los estudiantes de guión.

Puede que porque el talento y la capacidad de trabajo no pueden enseñarse, solo pueden apoyarse y fomentarse.

Por ejemplo, en un taller de escritura de guión de largometraje, es habitual que solo tres o cuatro de cada diez alumnos consigan terminar una primera versión. Y a todos, los profesores les explicamos lo mismo y ponemos el mismo esfuerzo en ayudarles. Nosotros podemos querer enseñar, pero si los alumnos no quieren esforzarse, no hay nada que hacer (luego están, claro, las circunstancias personales de cada uno, que a veces hacen imposible sentarse a escribir).

Aunque puede que lo que más puede dejar tocado a un profesor no es que consiga formar o no a sus alumnos, sino lo que ocurre después con esos dos o tres que SÍ han demostrado que valen, que podrían llegar a ser guionistas.

La realidad es que muy pocos lograrán ganarse la vida escribiendo (ahí es donde interviene la suerte y la capacidad de venderse de cada cual).

Sospecho que al ser tan pequeño el porcentaje de alumnos que consiguen ser guionistas profesionales, que hacen realidad el sueño que les llevó a estudiar con nosotros, es muy habitual que los profesores de guión tengamos una sensación de fracaso continuo y que más de una vez pensemos que lo que hacemos no vale para nada, que es una farsa, que, en cierta manera, somos cómplices de un engaño, de un timo diseñado para sacarles los  cuartos a los jóvenes aspirantes a guionista.

Entiendo que todo eso, año tras año, te puede acabar minando, hasta que un día te hartas y lo dejas.

Poco antes de subir este texto he leído una entrada en la web The Philosopher Mail titulada: “Eres un marxista, pero no te preocupes”, en la que su autor recuerda algunas de las ideas del pensamiento marxista que siguen siendo relevantes hoy en día. Y claro, Marx ya había explicado todo esto mejor que yo:

“A menudo la gente deja sus trabajos y dice: no le veía el sentido a trabajar en ventas o a diseñar una campaña de publicidad para accesorios de jardín o enseñarle francés a chicos que no quieren aprender. Cuando te parece que el trabajo no tiene sentido, sufrimos, incluso aunque el sueldo sea bueno. Marx pensó que está experiencia dolorosa era tan importante que le dio un nombre especial: alienación”.

Evitar “alienarse” es un trabajo en sí mismo. Para mí, la manera de no desfallecer es pensar que aunque solo uno de cada 50 de mis alumnos llegara a vender un guión, mi trabajo ya merecería la pena. Con que yo fuera para uno de ellos lo que fue Lewis para mí, ya sería suficiente.

Bueno… me parece que me he desviado un poco del que era mi tema inicial. Esto es lo que pasa cuando se escribe sin escaleta. Que te pierdes.

De todas maneras, como la enseñanza es un tema que me apasiona lo más probable es que acabe volviendo a él en otras entradas. De momento me conformo con esperar que haya quedado claro que si muchos damos clase de guión (o llevamos talleres de escritura de guiones) es porque sí que creemos hay algo que enseñar.

Otra cosa es que a todo el mundo le venga bien estudiar guión si quiere ser guionista…

Pero ese sí que es tema para otra entrada.

*Podéis descargarlo de forma gratuita (y legal) aquí. De verdad que merece la pena.

**Por desgracia, Lewis falleció ya hace unos años. Demasiado joven.

***Lo que más me gusta como profesor es supervisar la escritura de guiones de largometraje. La teoría de guión puede conocerse en otros sitios, pero escribir contando con la orientación de un profesional es algo que solo puedes vivir en un taller o un curso. Y me da un poco de no sé qué usar el final de este artículo para promocionar mi próximo curso, pero la verdad es que también sería una tontería no hacerlo. Si queréis desarrollar un guión de largo conmigo, podéis pinchar aquí para tener más información.

16 comentarios en «SÍ SE PUEDE ENSEÑAR»

  1. Como alumno de Manolo Matji me gustaría matizar algo. Cuando él decía que esta profesión se puede aprender pero no enseñar, no creo que se refiriera a la técnica. Por supuesto que esos rudimentos se pueden transmitir. Pero Manolo también decía que nuestro trabajo es contar lo MARAVILLOSO. Y eso ya es algo más difícil de enseñar pues depende de la experiencia y creencias de cada uno. Ese camino es personal e intransferible y; creo que por ahí van los tiros; recorrerlo es fundamental para que tus historias lleguen a emocionar a los demás.

  2. Claro… pero esa parte sí que es como tú dices algo muy personal (ni siquiera creo que pudiéramos ponernos de acuerdo respecto a en qué consiste). Pero vaya, como en cualquier trabajo creativo. Qué cuentas es asunto tuyo. Con lo que sí puede ayudar un profesor es con el cómo.

  3. En el mismo libro, Matji dice “estás en un aprieto si crees que hay una técnica para escribir el guión”. Y ahí es dónde yo discrepo, aunque en realidad no sé si discrepo con él, me refiero a con lo que parece que cuenta en sus clases, porque unos párrafos más tarde escribe: “La estructura clásica es lo único que sirve. Eso es la Santísima Trinidad, y no hay que darle más vueltas: exposición, nudo y desenlace. Te pongas como te pongas”. Y luego sigue desarrollándolo. Y eso es técnica de guión. Lo que yo quería era subrayar en la entrada lo que para mí es una paradoja: que haya tantos profesores que enseñan guión insistiendo en que el guión no se enseña. En todo caso, tampoco pretendía que pareciera que quería solo hablar de Matji. Solo ha dado la casualidad de que empecé a leer su libro al escribir este texto. Libro que, de nuevo recomiendo. La única pega que le pongo es que me habría gustado que fuera mucho más largo.

  4. Para mí que el problema es que, tanto en España como en Estados Unidos, hay demasiados guionistas que no han vendido un guión en su vida y escritores frustrados que se han reciclado en profesores de másters de guión, talleres de escritura creativa, cursos de edición, y demás sacacuartos, después de darse cuenta del filón que suponen los miles de aspirantes a artista que hay ahí fuera, esperando convertirse en el próximo Aaron Sorkin. Resulta paradigmático que el único crédito en IMDb como guionista de uno de los grandes gurús del mundo de la escritura cinematográfica, Blake Snyder, sea una comedieta de Sylvester Stallone que fue un rotundo fracaso de crítica y taquilla en su momento. Digo yo que antes de dar lecciones a los demás, uno debería conocer y dominar su oficio, ¿no? Pues ahí sigue, escribiendo libros y dando seminarios sobre cómo hacerse rico en Hollywood en diez cómodos pasos. Lo peor es que no es el único. Y mejor no entramos a ver cómo está el patio en España, porque con lo de la crisis el que no está de profesor en un curso de guión es porque está de oyente, aunque no tenga ni puta idea de lo que habla…

    1. Bueno, yo sí que creo que un profesor te da herramientas que luego tú usas como quieres. El profesor del que hablo en la entrada odiaba la ciencia ficción, de hecho, nos gustaban películas muy distintas, y sin embargo me fue de gran ayuda. Porque al final todas las historias tienen cosas en común. Y creo que eso sí se enseña.

  5. Bueno, Carlos, Blake Snyder ya no puede hacer nada de lo que dices porque está muerto. Falleció en 2009 creo que de una embolia pulmonar.
    Yo hace unos años pensaba como tú, que era mejor tener profesores que además fueran profesionales del guión, pero ahora no lo tengo tan claro. Sobre todo porque el profesor que tanto significó para mí, Lewis Cole, no llegó a lograr ganarse la vida como guionista (aunque sí que escribió varios y llegó a vender alguno) y sin embargo después nunca he encontrado a nadie que sepa explicar mejor que él cómo funcionan las historias. Por otra parte, el manual de Blake Snyder, del que ya hablé aquí, es un texto del que pueden aprenderse cosas. Da igual que el único crédito de su autor sea una mala película. La verdad es que alguien con muchos créditos puede ser muy mal profesor (y no tener ni idea de cómo explicar o transmitir lo que sabe) y viceversa. Yo antes de juzgar la capacidad como profesor de alguien tendría que verle en una clase, no ver sus obras. Sí que creo que un guionista con experiencia siempre tendrá una visión algo más práctica de cómo se escriben los guiones, y se irá menos por las ramas, pero no tiene porque ser así. Es cierto que en los sitios donde doy clase el 90% de los profesores somos guionistas en activo con bastantes créditos, pero de veras que no descarto que haya gente que no ha conseguido escribir jamás un guión que pueda aportar muchas cosas a sus alumnos.

    1. Me has quitado de la boca lo del fallecimiento de Blake Snyder. Añadir que también es el coguionista de “Cheque en blanco” y que lanzaron un programa de creación de guiones llamado Save the Cat que… bueno, digamos que ahí está para el que lo quiera usar. Yo lo miré por encima por curiosidad y me pareció muy sin más.

      En cuanto a los libros estoy de acuerdo con David. Yo soy guionista novel y es una obra de la que he podido aprender algunas cosas y, si algo tiene bueno, es que es una lectura amena al contrario que otros muchos manuales de guión.

      Eso sí, sigo pensando que nada mejor que un buen profesor. Y digo un buen profesor, no un buen profesional… Muchas veces (y en todos los campos, no solo en el que nos ocupa) los mejores profesionales no son necesariamente los mejores profesores.

  6. Intento concretar para ampliar el debate. Encontrar la situación o imagen que cuente y traslade la emoción (y diciendo emoción me refiero a esa parte que uno pone de su experiencia personal, lo que le resulta maravilloso, allí donde no llega la técnica) es primordial. Y no veo cómo te puede ayudar ahí ningún profesor.
    Te puede decir que el clímax estará en relación con las motivaciones del protagonista, que igual éstas no están suficientemente claras… MATEMÁTICAS.
    Lo que te emociona suele ser difícil de trasladar a palabras, y ahí pinchamos en otro de los conceptos que maneja Manolo en sus clases: LO INEFABLE, una variación del concepto anterior de lo maravilloso.
    Yo siempre pienso en los ilusionistas. Si cuentan su truco se acabó el negocio. Y tengo la sensación de que Manolo no quería enseñar ningún tipo de truco sino cómo funciona la ilusión.
    Perdón por el rollo.

    1. Mmm… entiendo lo que dices y me parece muy interesante. Pero precisamente el mago tiene la obligación de enseñar sus trucos a sus aprendices… o herederos, ¿no? Porque precisamente lo que llamas inefable, la chispa que arranca la escritura de una historia, no se puede enseñar. Lo que no quiere decir, para mí, que todo lo demás, que sí se puede enseñar, sea desdeñable. Los músicos, los actores, los pintores (y esto lo conozco bien, estudié Bellas Artes) lo tienen claro: la técnica está al servicio de la emoción. Conocerla nos ayuda a canalizar mejor nuestra creatividad. Es lo mismo en realidad. Es solo en el campo de la escritura, especialmente en el guión, donde te encuentras con estas posturas que niegan la existencia, no ya de una técnica, sino de una estrategias narrativas que ya han demostrado su utilidad y se pueden transmitir y explicar.

    2. Hace algunos meses terminé de escribir la 3ª versión de un largo. La empecé a escribir impulsado por lo INEFABLE, fascinado por lo MARAVILLOSO que, por supuesto puedo equivocarme, que creo que todavía está en la historia. Pero maldita sea, cómo me ha costado DOMAR lo INEFABLE y lo MARAVILLOSO para no aburrir a las cabras. Desde que empecé a escribir he estado librando esa batalla durante más de cuatro años. Yo solo, sin guías, más allá de lo que pudiera leer aquí y allá. Y todavía hoy no estoy seguro de haberlo conseguido del todo. Estoy con el sr. Muñoz. La técnica sin duda es importante.

  7. No sé en qué acabará la cosa, pero de no ser por tus clases y tus guías, tres alumnos tuyos no tendrían un guion de largometraje escrito. Y, repito, no sé en qué acabará la cosa, pero estamos orgullosos de nuestro trabajo y es gracias a tu labor como profesor. Por lo menos, nos hemos enfrentado a la tarea de escribir una película, hemos aprendido de nuestros errores y, ¡eh, tenemos algo escrito para enseñar!

    Un abrazo.

  8. Hablo desde el punto de vista de un absoluto novato, de alguien que ha escrito nada durante toda su vida (pequeños relatos que no han ido más allá del cajón de la mesita).

    No creo que exista algo que no se pueda enseñar. Así de tajante. Siempre que alguien quiera aprender, alguien va a tener para enseñarle. No hablo de que un guionista profesional, en activo o no, o un gurú sin guiones, vaya a enseñarte a sacar de tu interior algo que en la mayoría de los casos el propio no sabe que existe. Pero con las pautas que, por ejemplo, David pueda mostrarte en una clase, cuando uno sepa buscar dentro de sí, esas pautas, recomendaciones, guías o lo que sea, te ayudará a escribir un guión. No quiere decir que ese guión vaya a ser bueno o vaya a estar bien escrito, uno puede enseñar y el otro no saber aprender.

    De hecho, mi propia experiencia es para mí muy gratificante (y repito que no sé nada de mucho). Como fotógrafo, cuando quise escribir mi primer guión para un cortometraje, tenía un fallo garrafal: pensaba exclusivamente en imágenes y no en cómo unir y contar una historia coherente con ellas. Al final tenía unas hojas escritas que describían unas fotografías, pero no un argumento. Y mediante este blog, una masterclass muy breve y muchas horas sentado, he aprendido mucho. No me quiero imaginar qué podría aprender en una clase de David y demás compañeros que escriben por aquí.

    Perdonad el tostón, porque se puede resumir en una frase: Sí se puede enseñar ;)

  9. A mí me pasa lo mismo que a Alessio, mi punto de vista es el de una novata. He asistido a clases y he intentado aprender de todos los maestros que he tenido. El master me abrió los ojos de una manera que nunca pensé. No digo que no se puedan aprender esos trucos individualmente, pero cuando un maestro te los descubre, vas más directo a donde quieres.

    La música también es arte y sin embargo necesitas a profesores que te enseñen la teoría y la técnica. Luego el sentimiento ya lo pone cada uno. Pero no sé qué pasa con las técnicas de escribir que parecen ser tan secretas.

    Yo también creo que se puede enseñar, aunque no sé si yo podría hacerlo :)

  10. Yo fui alumno de Manolo y creo que en sus clases siempre ha pretendido que sea el propio alumno el que encuentre su manera de escribir. Lo maravilloso de Manolo es que siempre intentaba que cada alumno sacara adelante su proyecto de la manera en la que el alumno quería pero, por inexperiencia, no sabía como contar. De alguna forma, guiaba el camino, pero no daba instrucciones. Incitaba a la reflexión más que nada, a que te preguntaras si eso que había era lo que querías.
    Por eso creo que dice que no se enseña, porque él no enseñaba si se tenías que escribir de tal o cual forma si no que te enseñaba a encontrar tu manera de escribir. Te enseñaba el proceso, pero su intención no era decir “esto bien”/ “esto mal”.
    No sé si me explico.

Los comentarios están cerrados.