por Ángela Armero
Últimamente, por suerte para mí y por desgracia para los incautos, estoy dando varias charlas, cursos y cosas por el estilo. Yo, que soy un animal de indoor, que retrocedo cual Nosferatu ante la luz del sol, me he visto explicando cómo está la profesión a aspirantes de todas las edades.
No me gusta mentir, tampoco me gusta dulcificar la realidad. Las cosas son como son, ya eran difíciles hace años, y quizá ahora lo sean más. Intento, por supuesto, no pisotear la moral de los que quieren escribir guiones. Les digo que es un trabajo genial, que conoces buenos amigos, que en general sueles trabajar con gente divertida… y que si te gusta contar historias no hay nada como esto, no hay mayor suerte que poder hacerlo y ganarte la vida con ello.
Pero hay una trampa. Cuando un@ aspira a escribir profesionalmente, cree que solo se trata de escribir miles y miles de páginas hasta perfeccionar el estilo y dominar la técnica, y es verdad que eso es fundamental. Pero hay otras habilidades “extracurriculares” que son igual de importantes y en ocasiones más: habilidades sociales y de auto-márketing.
Ser simpático, extrovertido, guapo, saber venderse, encajar las criticas con una sonrisa, ganarse a los jefes, entrar y salir elegantemente de despachos, no torcer el gesto, no perder la calma, argumentar bien los propios razonamientos, son, por suerte o por desgracia otra vez, la clave de poder trabajar en este negocio de forma continuada y sin daños colaterales.
No solo es lo que escribes, sino cómo te manejas. Por suerte, e igual que sucede con la escritura, se puede mejorar (quizá en lo de la belleza sea más difícil.) Hace poco hablaba con un amigo, guionista de innegable talento, quien comentaba que escribir y defender lo escrito parecen dos habilidades antitéticas, y de lo complicado que es que se reúnan armónicamente en una misma persona. Si pensamos en la naturaleza y en la sensibilidad atribuidos a los artistas y sus -por lo general- almas torturadas, parece que esas habilidades sociales están fuera del alcance de muchos de ellos.
Salvando las distancias, si uno piensa en Kafka deseando quemar sus manuscritos a la hora de su muerte, es fácil imaginar que hay muchos guionistas con obras brillantísimas en los cajones, solo porque no se saben desenvolver con naturalidad, son tímidos, no encajan, o no conocen a nadie ni tienen ganas de darse a conocer. Varias de las personas que conozco que mejor escriben son tímidas y poco dadas a prodigarse socialmente. Su talento es como un secreto guardado por unos pocos, esperando a un productor que sepa ver ese tesoro oculto y mal publicitado.
Espero que haya en el horizonte una serie o una película donde los tímidos manden, pero mientras no sea así, y no tiene pinta, hay que esforzarse por mejorar las habilidades sociales, por muy tedioso que nos resulte a los amigos del indoor. Periódicamente me entran ganas de retirarme a hacer mermeladas, como Gru; de irme a vivir al campo, y eso que no me gusta nada el silencio ni las moscas, ni estar lejos de una tienda de libros. De cuando en cuando me cansa el ruido, todo lo relacionado con el oficio que no es escribir, pero por fortuna suelo tener a alguna persona, a veces guionista, a veces tímida, que me escucha pacientemente y me convence para seguir escribiendo.
Y es que como he dicho, una de las muchas cosas buenas que tiene ser guionista es los amigos que haces en el camino. Más que ideas imparables o audímetros reventados (que también), os deseo dos o tres personas de estas en vuestra vida.
Completamente de acuerdo, Ángela. Firmaría de la primera a la última palabra de tu post. Yo creo que los guionistas que estamos en activo escribimos medianamente bien y medianamente mal, o sea que estamos en una medianía. Y que por eso a nuestro “talento” tenemos que añadirle otras cualidades. Y la simpatía, la amabilidad y la buena educación para mí son el mejor aderezo. Yo además siempre acabo metiendo a los equipos de guión en mi casa, y lo último que quiero es que personas desagradables acaricien a mi perro.
¡Qué importante es venderse en todos las profesiones! Y, ¡qué pena el talento que queda oculto en gente que carece de la autoconfianza suficiente para competir en ése “marketing”! Yo no me dedico a esto, pero como consumidora acérrima de vuestro arte os ruego encarecidamente que luchéis por que no sea nunca nadie menos talentoso pero mejor auto-vendedor el que os gane una batalla!
un saludo,
diariodeunabecaria.wordpress.com
Es, sin duda, lo que más miedo me da. Pronto voy a tener que convencer a alguien de que mi historia es una gran historia y aunque me lo crea, ni si quiera soy capaz de hacerlo bien con mi pareja. Para cuándo la figura del representante para facilitar estos trámites? xD
El problema es cuando te encuentras con gente con excelentes habilidades sociales y que no demuestra después que sus capacidades sean tan geniales como su saber estar. Lamentablemente también los hay.
Carlos, te entiendo totalmente. Espero que algún día pueda acariciar a tu perro ;-)
La Becaria, nuestro lugar no es luchar por los talentos escondidos, por desgracia es todo muy complejo y todos compartirmos la obligación de convivir con las “otras habilidades”. Aunque a veces se puede (y se debe) echar una mano.
Alessio, a mi también me encantaría tener uno, pero parece que no se estila mucho.
Teresa, por desgracia los hay. A raudales. En cualquier lugar.
Reblogueó esto en El blog de Lo Cascioy comentado:
“No solo es lo que escribes, sino cómo te manejas.”
¿Y hay un curso donde apuntarte para esto?
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