EL LIMBO

 Por David Alonso.

homeless

En una entrevista reciente me preguntaban por el tema: ¿cómo es la sensación (la frustración) al tener que asumir que algo que has rodado no se va a estrenar? Tengo alguna que otra experiencia acumulada en este asunto, tanto en cine como en televisión.

En alguna ocasión, coincidiendo con alguno de sus viajes a Madrid (por temas profesionales del curso de producción que llevamos en común entre East 15 y CEV) lo he comentado, también, con el director y guionista inglés Vito Rocco. Vito guarda también una amarga experiencia de invisibilidad de su primer largo, incluso después de participar en la Seminci.

Recuerdo que Vito me comentaba que, afortunadamente, en los tiempos actuales aunque una película no llegue a estrenarse de forma “oficial” hay muchas formas de que pueda llegar a verse. Puede que no se distribuya en cine, pero seguramente se consigan pases en VOD, o una edición en DVD, ventas en mercados internacionales para estrenos en otros países…

Pero pensándolo, llegábamos a la conclusión de que hay una situación (casi) igual de frustrante (o peor); la de aquellos proyectos que han estado a punto de ser… Pero no.

No, no me estoy refiriendo a toda esa pila de guiones que todos acumulamos en casa y que, en muchos casos, no han salido de nuestras cuatro paredes. Hablamos de los guiones que, de una forma u otra, pasaron ya a ser oficialmente “proyectos” y, por el camino, se malograron. También acumulo una buena experiencia en este aspecto.

Los anglosajones se refieren a ello como “development hell”, “hell’s kitchen” o , simplemente, “limbo”. Sí, ese lugar entre el cielo y el infierno donde iban los niños que morían sin haber sido bautizados. (Ahora que lo pienso, como yo no estoy bautizado a lo mejor, por eso, me pasan estas cosas, aunque no sabía que me hubiera muerto. Bueno, eso es tema para otra entrada).

Esa sensación de “coitus interrumpus” es demoledora (claro, el “interrumpus” de verdad es muy chungo, evidentemente, pero éste no es menos deprimente, al menos en base a las conclusiones que todos exponemos).

En mi caso, mi currículum de “limbos”, “cocinas del infierno” o “interrumptus” comienza justo después de Memorias… El siguiente proyecto, que escribí con Fernando Cámara, partía de un guion titulada Aura, que también se tituló Hija del Cielo, y que tuvo algunos otros títulos más. Trabajábamos en el desarrollo con “Tesela Producciones” (actualmente desaparecida, por eso me atrevo a dar más detalles) y fue un proceso de bastante tiempo y no menos esfuerzo. Reuniones, estrategias para intentar financiar, posibilidades de coproducción… Incluso estrategias para ver cómo podíamos rodar con una segunda unidad en el centro de Madrid durante una época tan sumamente comprometida y complicada como la Navidad. Finalmente, tras mucho trabajo y esfuerzo por parte de todos los que estábamos involucrados, no pudo ser. Y de esa forma en la prácticamente no te vas dando ni cuenta, el proyecto se fue quedando en… “El limbo”.

Después vino un segundo, no por ello especialmente menos frustrante. Recuerdo bastante bien la montaña rusa de emociones y sensaciones por la que pasamos con Homeless, que también tuvo varios títulos distintos, con “Lolafilms”. Ahora, tiempo después, es un proyecto que trae recuerdos especiales porque, más allá de todas las situaciones habituales, está todo el tiempo que estuvimos trabajando con José Garasino (en aquel momento, productor ejecutivo en la empresa de Vicente Gómez). Garasino falleció recientemente, hace escasos meses, e hizo que pensara bastantes cosas. En todo caso, Homeless fue un proyecto al que le echamos, también, muchas ilusiones.

Posteriormente vendrían otros “infiernos del desarrollo”, tanto de proyectos de largometraje largamente acariciados -como por ejemplo Se Alquila-, como de ficciones para televisión -algunas de ellas, casi a punto de convertirse en realidad como Maddie, la verdad de la mentira.

Nunca estás libre de volver a la cocina del infierno. Da igual que hayas vuelto a rodar, a vender un guion, que hayas conseguido poner en marcha más proyectos. Recientemente, pasé por un proceso de desarrollo frustrado que llevó años, muchas versiones de guion, varias productoras que optaron por el guion. El proyecto de un largometraje de terror que mezclaba el género fantástico y el “slasher”, pasó también por una traducción al inglés y dos viajes al “American Film Market”, tras varias conversaciones con “FOX” en EE UU… Todo un periplo, sí…

En todos estos proyectos mencionados ha habido un momento, seguro que más de uno, en el que parecía muy claro que íbamos a entrar en producción. Con la mayor parte de ellos he ganado algo de dinero, no me quejo, los productores con los que he llegado tan lejos en los desarrollos siempre han sido honestos y han tratado el asunto de forma profesional (por eso, creo, hemos llegado tan lejos) y he tenido oportunidad de conocer a gente de lo más interesante, técnicos, directores de producción, actores…

Y en todos he tenido ese resto amargo que es como que te deja una relación cuando se termina, esa sensación de que te han arrancado un trozo, pero que todavía crees notar.

Sí, debe ser verdad eso que decía Gargamel de “…lo que no te mata, me hace a mi más fuerte…” ¿No?

2 comentarios en «EL LIMBO»

  1. En mi caso, los dos trabajos más importantes (en dinero y en proyección) que he hecho quedaron en el limbo. Uno no se terminó de montar, y el otro no llegó a la tele después de estar en parrilla porque la productora no cumplió los plazos con el canal. No lo hizo por no contratar a una persona más, un editor.

    Sabido es que los guionistas tendemos a la llorera, pero creo que lo peor que te puede pasar no es que no te compren un guión, o que elijan el trabajo de otro: creo que lo peor es esto. Alguien decide no hacer su trabajo y así se pierde el trabajo de todo el equipo.

  2. Personalmente, no he llegado a esa fase. Es que recién he salido del cascarón en que me he estado gestando como creativo (muchos meses ha) y ahora mismo solo me emociono al verme en medio de guionistas bohemios hablando de sus cuitas y corridas, mientras muestro con cierto orgullo mis modestos musculillos mentales que he estado entrenando enérgicamente durante todo este tiempo. Pero esta entrada en particular me ha puesto nostálgico. No sé si tiene que ver la navidad o son mariconerías mías. Pero sí, es algo realmente raro. Una especie de dolor apagado; una tristeza por algo que no fue y debió ser. Vaya, lo que siento es raro de cataplines. Es lo más parecido a la hipocondría guionística: me siento como un guionista, camino como uno de ellos, hablo tal cual veo lo hacen, concibo guiones, Peor: ¡los escribo! Y ahora también me siento frustrado por el p… limbo. Y todavía no soy guionista. ¿Qué pasa conmigo, doctor?

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