Por David Muñoz
“Hola,
Mi nombre es David, soy de Málaga e intento ser guionista.
Últimamente he visto como en el blog insistís con el tema de que para vender un guión o un proyecto no basta con: formarte, escribir mucho y muy bien, y contactar con las productoras para que te lean. Ya… me voy dando cuenta. Eso es lo que he hecho hasta ahora, y muy bien no me ha ido. Y mira que yo no me limito a mandar mails a las productoras. Las he llamado, les he dicho de qué iba mi proyecto, lo he enviado cuando me han dado permiso para hacerlo, he preguntado si lo estaban leyendo, he insistido, me temo que tendré que volver a insistir…
La sensación es que, debido a la baja financiación, las productoras se han vuelto hiperselectivas y sólo se fijan en los proyectos que vengan bajo el brazo de alguien consolidado en el sector. De ahí quizá la importancia de ofrecerle primero tus proyectos a directores, actores u otros guionistas (para hacer una colaboración) y que ellos te hagan de padrino (no por afinidad, sino porque realmente les mole tu proyecto y se impliquen en que vea la luz).
Y ahí es donde nos solemos perder los guionistas noveles. Porque una productora es engañosamente accesible, pero, ¿cómo accedo a un director, a un actor, a otro guionista? ¿Y no sólo cómo accedo, cómo destaco de entre la manada de frikis que como yo, anda pidiendo que le lean esto o aquello, es decir, cómo consigo captar su atención?
Se echa en falta, cuando surgen estas cuestiones, la figura del agente en España. Pero como no lo tenemos, no estaría nada mal un post orientativo en este sentido. Incluso se agradecería que contarais experiencias personales (“pues yo hice esto”).
Gracias por adelantado y enhorabuena por el blog.
¡Un saludo!”.
Hola David,
Sinceramente, la única manera en la que puedo responder a tus preguntas es diciéndote la verdad: no tengo ni idea. O más bien, que no puedo explicarte cómo acceder, así en general, a directores, actores o guionistas. Cada persona es un mundo. Hay quienes están dispuestos a escuchar el “pitch” de un novato si éste consigue despertar su interés de alguna manera (que sí, que sino concreto es como decirte nada, pero es que no hay un método), pero también hay quien sale corriendo en cuanto un “friki” trata de pillarle por banda. Hay de todo.
Lo que no hay es UNA manera de llamar su atención.
En realidad, de todo esto ya hemos hablado muchas veces en el blog. Incluso recientemente. Solo tienes que revisar las entradas de los últimos meses para encontrar las respuestas a muchas de tus preguntas (aunque no sé si en ellas se dice una cosa obvia: para contactar en persona con directores, actores, guionistas, conviene ir a donde van ellos, o sea: festivales y certámenes varios).
Por otra parte me parece que por lo que cuentas estás haciendo las cosas bien, como hay que hacerlas. Solo que este no es el mejor momento para vender ningún guión (y claro, luego habría que ver si tus guiones tienen o no posibilidades de interesar a un productor, cosa que yo no tengo manera de saber).
También me parece que algunos también hemos contado aquí cómo vendimos nuestro primer guión. Yo al menos lo he hecho unas cuantas veces.
Y en tu mensaje hay algo que me ha llamado mucho la atención: y es que pienses que conseguir coescribir con un guionista más o menos conocido te va a poner más fácil lograr tu primer crédito. Hombre, si consiguieras que Sergio G. Sánchez accediera a colaborar contigo, pues a lo mejor sí. Pero ojalá los guionistas más veteranos y con algunos créditos tuviéramos más fácil conseguir que se rodaran nuestros guiones. Hombre, supongo que la veteranía sí es un grado y que es más probable que los productores lean un guión nuestro que el de un novato, y que a lo mejor hasta le hacen un poco más de caso, pero te aseguro que ahí queda la cosa. Por otro lado no veo razón alguna para que un guionista veterano colabore con un novato (perdiendo la mitad del dinero que ganaría escribiendo solo) si no les une una relación personal. Como la de por ejemplo Jonás Cuarón y su padre, Alfonso Cuarón.
Pensando en todo esto me he acordado de unas entrevistas con guionistas que hice hace al menos ocho o nueve años (o más) con Antonio Trashorras para un libro que no llegamos a terminar. Como en varias de ellas los entrevistados cuyas declaraciones transcribimos -Juan Cavestany, Carlos Molinero y Ángeles González Sinde-, hablan de sus inicios en la profesión, me ha parecido que podía ser interesante que leyeras sus respuestas (como verás, son historias muy distintas entre sí; lo repito: no hay un método, “solo” necesitas constancia y suerte):
CARLOS MOLINERO: Yo decidí ser guionista en el momento en que me di cuenta de que las películas las hacían personas (risas). Me explico: un día siendo pequeñito estaba viendo “Los duelistas” en la tele y vi el nombre de Ridley Scott, y pensé: “Ay, va… el mismo de “Blade Runner” y “Alien”. Entonces, por absurdo que parezca, me di cuenta de que las películas tenían responsables. Y decidí que quería ser uno de ellos. Por supuesto, más tarde supe que Ridley Scott ni siquiera las había escrito y que unos señores llamados guionistas, que siempre permanecían en la sombra, eran los que en realidad inventaban las historias. Como siempre fui un poco sociópata y la interacción humana no ha ido mucho conmigo, pensé que lo mío no era dirigir sino escribir películas. Cuando lo conté en casa se descojonaron de mí, claro.
Años después acabé haciendo la carrera de Matemáticas, y en los dos últimos años de universidad me apunté a un taller literario, pero no de cine, sino de escritura creativa en general. Luego, al terminar la carrera entré en la Escuela de Cine de Madrid en la especialidad de Guión. Ese fue un giro importante en mi vida porque en lugar de buscar trabajo como informático o preparar una oposición ya me encontré metido en un ambiente que me convenció que dedicarse al cine no era una locura.
JUAN CAVESTANY: Yo he dado varios tumbos hasta acabar dedicándome a esto. Primero estudié Ciencias Políticas, nada menos. Luego me dediqué a varios trabajos que no tienen nada que ver con aquella carrera, y por fin hice el master de Periodismo de “El País” y me fui a Nueva York, donde estuve seis años colaborando con el periódico como corresponsal para temas de cine y cultura. Paralelamente yo venía escribiendo cosillas por mi cuenta: cuentos, obras de teatro, pequeñas escenas, “sketches”… Algunas cosas las escribía para que las representaran en la compañía de teatro a la cual pertenezco desde hace años que es “Animalario”, compuesta por gente como Alberto San Juan, Guillermo Toledo, Ernesto Alterio, etc. El grupo se formó a mediados de los 90 y no hemos perdido el contacto ni las ganas de hacer cosas juntos. El cine siempre nos atrajo, pero no sabíamos qué hacer para entrar en él. A mí lo de escribir guiones me resultaba algo ajeno; no sabía si se estudiaba o si alguien te encargaba un primer trabajo sin tener referencias.
ANGELES GONZÁLEZ SINDE: Mi vocación empezó bastante tarde, teniendo encima en cuenta que mi padre se dedicaba al cine, que mi tío era montador… Y yo incluso salí de pequeña en una película de José Luis García Sánchez: “El love feroz”. Ya de mayor lo que estudié fue Filología Clásica y luego trabajé en una compañía de discos, de traductora, y en una editorial en promoción y prensa. En general cambié bastante de trabajo porque ninguno me acababa de gustar. Un día salió un anuncio en el periódico y mi madre lo vio y se empeñó que me apuntara en un curso de guión que daban José Luis Borau y Mario Onaeindia. Era en el año 92 y antes de esto no había escrito prácticamente nada, ni era especialmente cinéfila.
C.M: Yo creo que casi cualquiera puede vender un tratamiento a una productora si les gusta lo que leen. No hace falta presentarse con unas referencias acojonantes. Por ejemplo, recién salido de la Escuela de Cine yo vendí un guión a Tornasol. Y me hicieron contrato y me trataron no como a un novato sino como a un profesional más. Simplemente confiaron en el proyecto aunque yo no fuera nadie. Bien es cierto que yo ya venía con la referencia de ser de la Escuela de Cine, lo cual ya te supone un nivel mínimo, pero aun así creo que lo importante es dar en la diana con algo que les guste, y no importa el nombre que tengas. Yo me entero continuamente de proyectos rechazados a supuestos guionistas y directores consagrados, y otros casos de absolutos desconocidos que de repente colocan un guión. Sin ir más lejos, me consta que los guionistas y directores de “Tuno negro” llevaron el tratamiento a Lola Films sin el menor contacto y les compraron la idea porque vieron la película clara. Lo de los contactos sirve para eliminar filtros hasta llegar a la persona que decide lo que se hace y lo que no. Si conoces a alguien gordo, pues no te va a leer el último becario que está en la productora haciendo informes de guiones. Pero aunque no conozcas a nadie, si los informes van siendo buenos y gusta lo que entregas, al final tienes tantas oportunidades como cualquiera. Puede ser todo más lento, eso sí, pero no hay más misterio que escribir algo con lo que ellos crean que van a ganar dinero. Y ya está. Con esto quiero decir que creo que en las productoras realmente se leen los guiones que llegan. La forma en que se los leen y si aciertan o no en sus elecciones ya es otra cosa, pero leérselos yo creo que se los leen. Y desde luego que el 90% de lo que les llega será basura, como todo en esta vida.
A.G.S: Este trabajo no es distinto que cualquier otro, y si no te conoce la gente, ¿cómo vas a conseguir trabajo? Un arquitecto no se queda en casa esperando que le llamen para ofrecerle un proyecto. Pues nosotros al principio, lo mismo.
J.C: Yo dudo que en las productoras se lean todo los que les llega. Lo digo desde fuera y sin ninguna certeza de que esto sea así. Pero es la impresión que tengo cada vez que voy a una productora y veo los montones de guiones apilados. ¿Cómo van a leérselos todos? A mí algún productor me ha reconocido que si se los leyeran todos no tendrían tiempo para nada, aunque eso también depende de cuantos sean los que trabajan allí. Otra cosa que también me deprime un poco es cuando voy al registro y me encuentro un montón de chavales registrando sus guiones con unas caras de ilusión…
J.C: Estando en Nueva York un buen día, me dio por escribir un guión entero, de principio a fin, que fue “Los lobos de Washington”. Bien es cierto que eso no fue tan brusco como suena, ya que lo que hice fue partir de varias escenas pequeñas que tenía escritas para Animalario y tratar de construir una historia mínimamente articulada. Lo escribí muy rápido, a mi bola, sin ningún método… y luego, claro, vi que aquello no respondía a lo que se entiende por un guión clásico, pero aun así me gustaba. La primera versión del guión de “Los lobos de Washington” la escribí con intención de que se convirtiera en el primer proyecto cinematográfico de “Animalario”. Nosotros ya habíamos hablado de que además de teatro nos gustaría hacer una peli, pero lo que pasa es que por entonces ninguno de nosotros tenía ni idea de cómo dar los pasos necesarios, ni de donde salía el dinero, ni nada. Por eso pensé que el guión podía servir para impulsar una película con “Animalario” y si no salía, pues hacer un montaje teatral con él.
Aquella primera versión de “Los lobos” era más rara, todo diálogos, un poco inconexa, sin esa trama de thriller que tiene la película. Recordaba más a un texto teatral y fragmentado que a un guión de largometraje normal. Yo se lo mandé a Alberto, y como él hizo un taller con Mariano Barroso, se lo pasó para que lo leyera a ver que le parecía. El caso es que Mariano lo leyó y al poco llamó a Alberto y le dijo que le había encantado, porque era una cosa muy fresca, muy rara… para nada los típicos guiones que estaba acostumbrado a leer. Y que quería hacer una película con ese guión. Yo me vine a Madrid a hablar con Mariano, quien se planteó ponerse a reescribir el guión conmigo ya.
El hecho de que el primer guión que escribí lo vendiera tan rápido me dio una imagen de esta profesión totalmente equivocada, y unas esperanzas también algo desproporcionadas, que luego se han puesto en su sitio, todo tengo que decirlo (risas).
A.G.S: El primer guión que escribí lo hice en aquel master con Borau, ya que el ejercicio final consistía en escribir uno entero. Ese guión lo leyó más tarde Manolo Matji, quien se lo pasó a Ricardo Franco y le gustó lo suficiente como para iniciar una colaboración conmigo, que mantuvimos a distancia mientras estuve en Los Angeles. De hecho, ese primer guión acabé vendiéndolo a una productora aunque al final no se rodó.
C.M: Mi primer trabajo profesional fue en un programa de televisión que se llamaba “Osados” y me salió porque llamaron a Yolanda García Serrano, que había sido profesora mía, y como ella no podía hacerlo les dio mi contacto. Más tarde mi primer trabajo de ficción en televisión, que fue en “Querido maestro” pues surgió de forma parecida, aunque esta vez gracias a otra profesora, Lola Salvador. Es decir, tengo que reconocer que en ese sentido la Escuela de Cine fue fundamental porque sirvió para que unos cuantos profesores confiaran más tarde en mí para encargos profesionales.
Hola David.
Me llamo Roberto y como tu soy andaluz y como tu soy guionista (aspirante suena a falsa modestia). Si intentas ser algo, probablemente ya lo seas. Esto suena a libro de auto-ayuda pero quedaba bien en este párrafo…
Te diría que hay productoras que están haciendo que la ficción española funcione al margen de lo que se ha venido haciendo. Me explico.
Tienen un modus operandi, mas anglosajón que latino. Si lo que tienen entre manos es potencialmente bueno a los ojos del que mira y ven pastel, se ponen a ello. Eso si, el paso siguiente es que esa productora busque financiación llamando a la puerta de otra productora mayor, de subvenciones, de organismos públicos, privados, televisiones y las puertas del cielo si es menester. Pero ya no seras tu el que ande dando palos de bizco sino ellos, que para eso están. Pueden pasar varios años en dicha búsqueda, mientras tanto. ESCRIBE. Quizás quieras vender tu segundo guión después de vender tu primer guión. ( Lo siento, me crié viendo Barrio Sésamo…) Puede que te de por comer cada día o al final del mismo si haces Ramadán, y que una vez te fundas la pasta de tu primer sueldo como guionista, quieras continuar con tan interesante costumbre de ingerir alimentos de manera sistemática y a diario.
En ese sentido, la alternativa de financiación low cost esta dando resultados mas que estimables en EEUU. BloomHouse lo denomina “new model of studio filmmaking- producing high-quality micro-budget films for wide release ” y eso ya se esta copiando en la piel de toro. Buried puede ser un ejemplo digno, aunque hay muchos otros y mas que vendrán.
Si quieres podemos unirnos, formar un grupo de guionistas noveles y empezar a hacer ruido por aquí y por allá. Así nacieron los de “Malviviendo” y no les ha ido nada mal. Se trata de continuar ESCRIBIENDO.
Os dijo mi mail por si estáis interesados manufacturar a cuatro manos, veinte dedos y de ahí para arriba…
Un abrazo y ESCRIBE. Sergio Barrejón dixit..
robertoybarea@gmail.com
Estimado David: tu “comment” me recuerda a ese viejo chiste del Jefe indio y los nombres… Lo voy a transcribir por si no lo sabes o recuerdas. Resulta que un buen día se acerca un guerrero al jefe de la tribu. “Gran jefe indio, yo querer saber cómo se ponen los nombres en la tribu”, y el jefe responde: “Te respondo al instante, noble guerrero. Cuando nace un niño, yo miro a lo lejos, y le nombro “Copo de nieve de las montañas”. Nace otro niño, yo miro a lo alto, y le pongo “Halcón que sobrevuela”. No entiendo tu duda… “Pene erguido”. El chiste puede parecer intrascendente e inconexo, pero según mis mapas neuronales, tiene mucho que ver. Cuentas que has escrito tus guiones con celo, que los has enviado a productores siguiendo casi al pie de la letra los manuales de urbanidad. dices; y con todo eso, no hay respuesta. Cero señal. ¿Qué te preocupa, noble guionista? Resumo: guión escrito, guión enviado a su destino, pasa tiempo y no hay respuesta. Guionista frustrado. Hasta ahí, todo normal. No has violado nada. No tienes de qué preocuparte, hermano: el universo está sintonizado contigo. ¿Un consuelo? Somos un bando de gente así: conectados por el karma del invisible. ¡Amén per secula seculorum!
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