HAZ ALGO CON TUS MANOS

pasteles

por Ángela Armero

Aprovechando la mención que hizo de mis cupcakes Fernando Navarro en el encuentro de guionistas en Bilbao (que agradezco, porque me está haciendo “famosa”) me decido a escribir sobre este asunto, que es algo que me ronda la cabeza desde hace bastante.

Para los que como yo se perdieron la charla de Navarro, dijo que hacer estos pasteles, o escribir seguiriyas como hace él, son actividades que ayudan a escribir. Os voy a contar por qué para mí es verdad.

Meter las manos en una masa pringosa o rehogar unas verduras en una sartén no hace que al volver al despacho se te haya escrito un guión solo, pero desde luego tiene muchísimas virtudes. Intentaré enumerarlas.

La primera es lo bueno que es hacer algo que no tenga que ver con un ordenador. Es bueno crear algo que no pueda ser compartido, enlazado o retuiteado a través de una pantalla. Nos conecta con el mundo real, con algo que se puede tocar. Además, tenemos que comer, ¿no? Por lo cual nunca entra enteramente en la categoría del capricho.

La segunda tiene que ver con nuestra maltrecha autoestima. Raras veces me han piropeado de forma tan clara y sincera como cuando he estado en una sala de guion a la que he llevado pasteles. Como guionistas, estamos habituados al fracaso, a rehacer las cosas mil veces: así que no se puede desaprovechar una corriente de refuerzo positivo, quizá la esperanza de un Plan B. “Cuando se den cuenta de que no tengo ni idea de escribir guiones, montaré una pastelería. Cuando en la pastelería se den cuenta de que no sé nada de pasteles, volveré al guión.”

La tercera es que nos permite desconectar y pensar, y eso, en el mundo de las redes sociales, es todo un triunfo. Cocinamos, o hacemos algo con nuestras manos, y tenemos el raro privilegio de estar un rato a solas con nosotros mismos. Esos ratos son necesarios para reflexionar sobre lo que escribimos, a veces las piezas terminan de encajar, a veces nos llegan insólitas revelaciones cuando estamos relajados y en silencio. En definitiva, hacer algo manual facilita un estado mental muy útil para la actividad creativa (y para la paz mental, pero eso lo escribiré en mi blog de coaching-es broma-.)

La cuarta es la inmediatez y la independencia. Como guionistas nos pasamos la vida esperando, pendientes de mil cosas. Esperando que salga la serie, esperando que el o la coordinadora nos revise la escaleta o el diálogo, que la cadena envíe el informe, que por fin se emita, que se publiquen las audiencias, que se renueve la serie… y qué decir de los largos interludios del cine. Además, nosotros, como parte inicial del proceso, somos los que más hemos de esperar, y hay mucho tiempo en el que nos vemos impontentes para contribuir o acelerar el desarrollo de nuestro guion. Dependemos de un montón de personas y de circunstancias: de los productores, de las cadenas, del dinero, de la programación, de la metereología… Estamos a merced de mil factores y no hay ninguna certeza. En cambio, como cocineros (o artesanos de cualquier tipo) solo dependemos de nosotros mismos y de nuestra autoexigencia y capacidad de disfrute para regalarnos con una buena comida, una buena cena, e incluso podemos hacer felices a los demás. Se puede realizar en poco tiempo, y no hay que llamar a nadie, ni conseguir un grupo electrógeno, ni rezar para que no te pongan frente a “La Voz” o “El tiempo entre costuras.”

Y por último, que no menos importante, lo que me reconforta especialmente es la justicia que envuelve el proceso. Cocinar un plato es algo claro: se defiende solo, o fracasa solo. O está bueno, o está malo. Si uno busca las mejores materias primas, busca o crea la mejor receta, la sigue al milímetro e intenta hacerlo lo mejor posible, seguramente tenga un modesto éxito, pero un éxito a fin de cuentas. A la hora de comer lo que hayas preparado, da igual a quien conozcas, con quien te lleves bien o mal, si eres más o menos desenvuelto socialmente, pelota o antipático; o si hay batallas interinas, desafecciones, y pasiones de diverso signo. Da igual si los jefes se contradicen, da igual si hay peleas en las altas o bajas esferas. Todas las mezquinas batallas que suelen salpicar el día a día de la vida laboral (y no solo en nuestro trabajo, sino en todos) no alcanzan la sencillez que encierra probar un plato y decidir si está bueno o si está malo. Y como es lógico, en las élites esto puede ser muy estresante, como cuenta el espléndido documental “El pollo, el pez y el cangrejo real”.

Por supuesto, no siempre salen las cosas bien. Pero lo que me gusta es saber que tanto cuando me sale bien como cuando fallo ese fracaso solo tiene que ver conmigo. Me puedo identificar con el resultado, sea el que sea… y eso es algo que en el engranaje profesional de un guionista es muy raro, por desgracia.

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Cocinar, como muchas actividades manuales, es un proceso despojado del factor social o del factor suerte, igual que lo puede ser escribir un guión para uno mismo, una novela, un poema o una obra de teatro (antes de ser divulgado, claro). Y todo lo que sea trabajar para una misma/o, es algo que redunda en que seamos personas más completas, más felices, más independientes y mejor alimentadas.

¿Y vosotros? ¿Qué soléis hacer cuando soltáis el teclado?

ps. No puedo resistirme a recomendar este post de “El Comidista” sobre food fails, que para mí es comedia pura: el contraste entre nuestras aspiraciones y la realidad.

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7 comentarios en «HAZ ALGO CON TUS MANOS»

  1. Un gran consejo el tuyo, Ángela. Estoy completamente de acuerdo en lo bueno que es para la mente ocupar tus manos. Yo he tenido mis mejores ideas cuando estaba ocupada haciendo cualquier cosa en las que mis manos y cuerpo trabajaban y mi mente podía evadirse.

  2. Gracias a todos por leer y comentar. Es verdad que se puede ser muy creativo, y del mismo modo que pasa con los guiones, cuando te sales de la fórmula frecuentemente lo tienes que tirar a la papelera, pero así es como se aprende.

  3. Pingback: Una tarea física puede estimular la creatividad

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