por Carlos López
¡Hola! (…)
Mi consulta se refiere a una cuestión creo que poco tratada en los manuales de guion, (…) la documentación, es decir, toda aquella información que desconoces pero que es imprescindible saber para darle a tu historia la máxima solidez y credibilidad. Evidentemente, cuando escribes una comedia tipo “chico conoce chica” poco o nada tendrás que documentarte, pero si quieres contar la historia de un policía infiltrado en una organización criminal, no estaría de más saber cómo trabaja la policía en esos casos. (…)
Entiendo que mucho es trabajo de biblioteca, de San Google o lo que sea, de ir aquí, allá, preguntar y tal y cual. Ahora, ¿hasta qué punto te abre puertas (o te cierra) el hecho de decir que eres guionista? Tomando el ejemplo de la historia del poli infiltrado, ¿te contará la policía los entresijos de las operaciones encubiertas? ¿Sería mejor recurrir a policías retirados o directamente a expertos que aunque no son policías saben del tema? (…) ¿Hay recursos para llegar a esa gente? ¿Cómo hace el guionista para salir de su cueva e indagar detalles sobre tal o sobre cual, especialmente en mundos cuyos detalles no encuentras en la red?
Por otro lado, ¿es el proceso de documentación un paso anterior, posterior o paralelo a la escritura de guion? (…)
¿Puedo inventarme la historia del poli de principio a fin, con cosillas sacadas de “Reservoir Dogs”, “Infiltrados” o “Serpico” y luego ya se corregirá?
Gracias por adelantado.
Marc P.
Hola, Marc. Te confieso que la fase de documentación me apasiona. Gracias a lo que me he visto obligado a investigar para la escritura de algunos guiones he aprendido mucho y me he iniciado en una amplia lista de materias, lo cual me ha servido para tomar la delantera en las tertulias de sobremesa familiares y para ganarme a pulso ese epitafio que compartimos guionistas y periodistas: “Sabía un poco de todo y nada de nada.”
Este es el consejo más repetido que uno escucha cuando se sienta al teclado: escribe sólo de aquello que conozcas. Es verdad, sobre todo si nos referimos a las esquinas del alma humana, que son difíciles de contar pero universales y atemporales. Pero también es cierto que en todos los guiones necesitamos documentarnos en mayor o menor medida. Sí, incluso en la comedia “chico conoce chica”: siempre habrá una escena de hospital o de comisaría, un juzgado, un fontanero, un biólogo… portadores de una situación o un diálogo profesional que requiera conocer el dato y la jerga particular si no quieres pegarte un patinazo. Por eso, cualquier guionista con unos cuantos años de profesión ha adquirido nociones básicas del procedimiento policial o de las técnicas médicas de diagnóstico. A no ser que se quiera conformar con algo parecido a ese mal consejo que nos das al final de tu carta y disfrace su ignorancia copiando algún lugar común tipo “no hemos podido hacer nada para salvarle” o “quiero el informe sobre mi mesa a primera hora de la mañana”. O algo peor aún: con un copypaste de la wikipedia más o menos aderezado que le permite salir del paso largando un buen parrafete que rebose tecnicismos y sea imposible de interpretar con naturalidad.
Qué peligro.
Sí, mucho peligro. El uso de la documentación requiere tacto y astucia. Tan peligroso es quedarse corto por no haber indagado lo necesario como pasarse de rosca y acabar empantanado en montones de datos que realmente no necesitas. Esto último es lo más frecuente: cuando desarrollas con detalle el argumento te sientes desnudo, vas a hacer hablar a los personajes y pierdes pie, así que te zambulles en google, pasas la tarde en la biblioteca o fundes la visa en la Fnac. En pocos días todo te parece más interesante que tu propio guion, recolectas datos y anécdotas convencido de que todos te sirven y vas palpando tu sensación de ignorancia, que engorda día a día y te obliga a buscar más y mejores datos.
Ya lo sabemos: con tal de no sentarse a tomar decisiones, un guionista encuentra excusas debajo de las piedras. Leemos y googleamos a diario sin que nadie nos lo pida, así que tener que documentarnos es la excusa perfecta para leer y googlear sin descanso. Pero no necesitamos tanta documentación como creemos porque no vamos a escribir un ensayo: la documentación es un colchón para la escritura del guion, no hay que sumergirse en ella buscando la solución a nuestros problemas. Hay que tener muy claro qué estamos buscando (que suelen ser detalles, aromas, motivaciones, aspectos muy concretos), por lo que es necesario haber decidido de antemano qué queremos contar y qué necesitamos para contarlo bien.
En el extremo opuesto, el guionista que se aventura a escribir sin haber contrastado la época, lugar o condiciones de sus personajes es, sencillamente, un impresentable.
Voy a intentar centrarme en las cuestiones que planteas, Marc:
CÓMO AVERIGUAR LO QUE NADIE TE CUENTA
No lo sé, aunque alguna vez lo he conseguido. Nadie expide un carné que te abra puertas, a nadie le obliga su contrato a contarte lo que tú preguntes. Todo depende de ti. De tu capacidad para determinar qué quieres averiguar y quién te lo puede contar, de tu sagacidad para conseguir que te lo cuente. En esto somos igual que cualquier periodista.
Siempre hay un canal establecido para informarte del mundo que quieres retratar. Un gabinete de comunicación o relaciones públicas dispuesto a explicarte cómo se trabaja en una comisaría, una embajada o una cárcel. En muchas películas y series, además, un experto (o un miembro de ese gabinete) se une al equipo habitual para vigilar la veracidad de lo que se cuenta, tanto en las mesas de guion como en los platós. Aún así, fíjate que ni una sola profesión se ha visto bien retratada jamás en ninguna serie, nos acusan de simplistas, tópicos o sensacionalistas, a veces con razón. Otras, no tanto: se les olvida que estamos inventando una ficción, no un documental. Y si esto sucede cuando cuentas la norma, imagínate las piedras que te pueden llover si lo que quieres es contar aquello que escuece, algo ilegal o incómodo, por muy frecuente que sea.
¿Y cómo puedes encontrar a alguien que te cuente lo que está fuera de la norma? Una posibilidad es tirar de contactos, llegar a esa persona a través de uno que conoce a uno que trabaja en algo parecido o le han hablado de uno que es amigo de otro que quizá pueda contártelo. Otra, indagar en blogs o en foros la opinión díscola que te interesa, puede que en forma de reivindicación o denuncia, y tratar de contactar con quien la ha colgado, que suele hacerlo de forma anónima. Y luego, por supuesto, lo más habitual: es fácil que exista un libro o un reportaje que cuente lo que a ti te interesa, incluso puede que te hayas enterado del asunto gracias a él; sólo tienes que localizar al autor y usar tu don de gentes para que acceda a introducirte en ese mundo o a compartir su agenda contigo.
¿Nadie quiere contarle secretos a un guionista o a un periodista? Puede ser. Pero también sucede lo contrario: siempre hay alguien que quiere contar su historia, sobre todo si se asegura de que no vas a hacer público su nombre. El mayor problema si te identificas como guionista, aparte de que alguien te dará la brasa asegurando que su vida sí que es una película, es que muchas veces te reciben como si Hollywood hubiera llamado a su puerta. En ese caso estás perdido: están seguros de que les vas a hacer millonarios. Y que vas a contar su historia y la de ninguno más. Tú ibas a preguntarles un detalle concreto y ellos empiezan a opinar sobre qué actor sería el idóneo para interpretarlos.
Pero no creo que siempre sea lo más recomendable buscar operaciones encubiertas, secretos o cosas que nadie ha contado. Eso quizá sería un plus para un reportaje, pero en un guion basta con que parezca veraz el mundo que retratas: el plus está, casi siempre, en unos personajes muy trabajados, en una estructura muy pensada, en una buena escena que justifique todo. Eso es lo que cuesta encontrar.
DÓNDE ENCONTRAMOS LA INFORMACIÓN QUE NECESITAMOS
Hace menos de diez años necesitabas una semana de exploración bibliográfica para conseguir un dato. Hoy, si afinas la búsqueda, San Google, como tú lo llamas, nuestro mejor amigo, te lo proporciona en menos de diez minutos. ¿Cómo podíamos escribir guiones antes de internet? Esa no es la pregunta. Es ésta: ¿están mejor documentados los guiones actuales? No sé responder a ninguna de las dos preguntas.
Si te internas en Google encuentras prácticamente todo. Tratados, debates, testimonios, dossiers. Y lo mejor: puedes acudir directamente a las fuentes. De mi propia experiencia puedo poner algunos ejemplos. Uno, los 1.471 folios del auto de procesamiento del 11 M, en este enlace o la vista oral en su totalidad, en vídeo y con su correspondiente transcripción, aquí.
Un ejemplo más: el informe del emperador Maximiliano sobre la intervención francesa en México, impreso en 1868 y que puedes consultar escaneado del original aquí. Y si necesitas un libro descatalogado o en alguna parte lees sobre algún título que todos citan, aunque se trate de un escrito publicado hace más de un siglo, no es difícil encontrarlo en alguna librería de viejo, asociadas en esta web en la que he conseguido no pocos tesoros.
Fascinante. Inacabable.
Si estás escribiendo sobre algo sucedido en los últimos doscientos años, es obligatoria una visita a la hemeroteca, lo mejor para imaginarte el aire que respiraban los contemporáneos. Mucho mejor, en cualquiera de los casos, si tu inmersión (sea histórica o en alguna cultura que te era desconocida) es conducida por una mano sabia, un experto en la materia que seleccione tus lecturas o responda a tus preguntas.
Y como nada mejor que tus propios ojos y oídos, sal de la cueva y visita el lugar en el que transcurre tu historia, si es posible habla con alguien que haya vivido algo similar, o que haya sido testigo, o que conozca el asunto. Sólo hablando con personas te acuerdas de que estás escribiendo un texto con personas que hablan.
EN QUÉ MOMENTO DEL PROCESO HAY QUE DOCUMENTARSE
Depende del proyecto, obviamente. Y perdona si la respuesta te parece obvia, pero está dictada por la pura sensatez. Hay un primera exploración, paralela a la creación de la serie, que da cuerpo al concepto y credibilidad a los personajes. Puede que la idea te haya surgido de una noticia o de una lectura, puede que la idea sea una pura invención fruto del insomnio: lo primero, seguramente, es informarte de cómo son las cosas, y eso te ayuda al reparto de personajes y a la definición del conflicto.
Entonces conviene olvidarse de google por un tiempo. Pensar en tu historia. Pensar en tus personajes. Pensar, sobre todo, en qué te ha llamado la atención de esa anécdota o por qué sientes deseos de escribir sobre ella. Desarrolla todo lo que puedas tu historia. Hasta que realmente necesites saber más sobre la época, el país o la situación. Entonces vuelve a documentarte y, ahora sí, ahora que sabes qué necesitas, empápate de google, de lecturas y de entrevistas.
En este enlace, un guionista de Breaking Bad cuenta cómo han utilizado la documentación sobre el cáncer, el ricino o las drogas para escribir las tramas de la serie.
Ahí no acaba todo, claro. Un guion nunca está acabado y, por esa misma razón, siempre es posible que necesites consultar algo que ayude a reescribirlo.
CÓMO USAR LA DOCUMENTACIÓN EN EL GUION
Igual que sucede con otras cuestiones técnicas, en la escritura de guion uno intenta que no se note la documentación, sólo pretendes que el espectador no se haga preguntas, que algo le pueda sorprender pero no parecer absurdo o fuera de lugar. Se trata de que la historia y los personajes estén revestidos de tal carga vital que todo lo que les acompaña parezca en su sitio.
¿Fácil?
Cuesta mucho sustraerse a la tentación de exhibir lo que sabes. Es precisa una nueva dosis de humildad, de servicio a tu historia, para frenar las ganas de volcar en el guion eso que tantas horas de estudio te ha costado: puesto en boca de los personajes, en ese periódico que tan oportunamente leen o en esa discusión de grupo que deslizas al comienzo de una secuencia. Como espectador, me disgusta profundamente la película que quiere darme una clase de historia, de geografía o de derechos humanos, por muy pertinente o apasionante que sea o por muy necesitado que esté el mundo de su sabiduría.
Incluso en aquellas historias basadas en hechos reales, que me interesan porque sé que cuentan exactamente lo que pasó, sobre todo en esas, busco a los personajes y no el listado de fechas que puedo encontrar yo mismo a dos clics de iPhone, sin moverme de la butaca o del sofá. Y de poco sirve un dato real, por muy real que sea, si necesita una explicación adicional para que el espectador lo entienda o lo disfrute.
Déjame que lo cuente así: conviene tener presente que los personajes no son estúpidos y no andan contándose unos a otros cosas que ya saben sólo para que las escuche el espectador, y conviene también ser consciente de que puedes hacer un parlamento impecable desde el punto de vista de la documentación, pero imposible de decir de modo creíble por un actor que es el responsable final de que el espectador se lo crea todo. No se lo pongamos difícil.
Tampoco debe importarnos que una escena donde tiene lugar una conversación técnica sólo para iniciados nos parezca impenetrable. Que no entendamos nada. Eso sería lo normal, ¿no? Cada vez es más frecuente utilizar una avalancha de datos o palabros a manera de ruido, para dar veracidad a la situación y no para que el espectador se entere.
Un ejemplo quizá discutible pero oportuno. La escena que recrea el momento en el que la tripulación del Apollo XIII le decía a la base aquello de “Houston, tenemos un problema”. Ved y escuchad la escena imaginando al guionista tecleando cada uno de los diálogos.
¿Sucedió así? No creo, al menos no exactamente, seguro que no con esas palabras. Los que estuvieron presentes probablemente no comulgarán con esta versión. No entiendo la mitad de lo que dicen, pero me da igual: entiendo la escena. Y tengo la sensación, absolutamente infundada, de que los detalles son ciertos. Me parece bien documentada. A mí, que no tengo ni idea de cómo trabajan en la NASA.
Creo que eso es algo que nunca deberíamos olvidar: no escribimos para expertos, sino para espectadores. No hay que impresionar a nadie con nuestros datos, sino con nuestras emociones.
Por último, Marc, yo no puedo recomendarte que copies de otras películas. No porque me parezca bien o mal, que a ti te importa poco. No porque así harás un guion de segunda o tercera mano, ni tampoco porque sólo reproducirás clichés de otras culturas, celdas de puertas enrejadas, conductores que encuentran aparcamiento a la primera, comisarías siempre bulliciosas o psicópatas que canturrean mientras descuartizan, no sé, cualquiera de esos elementos peliculeros con los que a veces nos conformamos. Sobre todo, Marc, porque si copias de aquí y de allá estás perdiendo la oportunidad de descubrirlo tú mismo, de tener la sensación de que eso que se te ha ocurrido jamás se le había ocurrido antes a ningún guionista de ningún país en toda la historia del cine. Y eso, sea cierto o no, a veces nos pasa.
Estoy de acuerdo con Carlos, documentar es una fase muy satisfactoria. Y se nota cuando se ha hecho. Desde mi punto de vista, ese suele ser un fallo de muchas series españolas. O no se documentan, o no se usa bien lo conseguido. No de todas, claro. Cuéntame es estupenda.
Cuando te documentas de verdad, no sólo en Internet, buscando datos acabas encontrando personajes, emociones, situaciones reales y verdad para tus personajes. Ahí está el encanto de hacerlo.
Y en cualquier caso, si no nos gusta, no se nos olvide que hay profesionales que lo hacen muy bien y que te pueden echar una mano.
Gracias, Manuel. Buscar verdad para tus personajes es una estupenda definición del proceso de documentación. Y ya que citas el espléndido ejemplo de Cuéntame, aprovecho para añadir una figura que no he mencionado: el documentalista. Un profesional que, con independencia de que en la serie haya también un asesor, se pone al servicio del guion y busca, selecciona y extracta todo lo que conviene saber para escribir. Un lujo. Una necesidad que no conviene escatimar.
Mil gracias por la completísima respuesta. Realmente lo de apoyarme en clichés era la última opción, ya no sólo por orgullo propio sino porqué el espectador tampoco es tonto y –generalmente– ya no se la puedes colar. Me gusta lo de que no escribimos para expertos sino para espectadores, pero también creo que puedes plasmar la documentación en detalles menos evidentes (cómo bien dices “que no se note”) que el puro diálogo, lo que le da el empaque realista y creíble a la historia sin necesidad de avasallar al espectador con “datos”. Eso me parece muy interesante… y siempre queda muy bien ponerlo en el “cómo se hizo”. :P
Hola, Marc. Yo creo que no se la puedes colar ni al espectador más tonto. Quizá no sepan por qué algo no se lo tragan, pero como no hagas bien tu trabajo no se lo tragan ni para atrás. Y luego también ocurre que tu trabajo de documentación es bueno que sea compartido con el resto del equipo; de lo contrario (y suele suceder) tú te esmeras en que todo esté en su sitio y no servirá de nada si el director de arte, el atrezzista, el jefe de vestuario y, por supuesto, el director, no comparte toda esa información. ¡Un saludo!
Gracias por el post, Carlos. En Cuéntame tenemos un apoyo de auténtico lujo en documentación. Cristina Lago y Carmen Pastor nos nutren de revistas de prensa por meses, resúmenes, canciones, documentales, películas… eso ya, por sistema al inicio y a lo largo de la temporada. Y luego están las consultas concretas, que son miles. El otro día, por ejemplo, le pregunté a Carmen Pastor si en 1982 había algún avance en el relleno de los sujetadores para mastectoizadas… y por supuesto, sé que tendré una Memo con la respuesta a no tardar mucho. De verdad que es un lujazo… y por eso se nota.
Tal vez lo más interesante de la fase de documentación, a mi juicio, es que la realidad siempre, siempre está llena de pequeños y triviales detalles que son los que anclan una secuencia y le dan peso. Siguiendo con Cuéntame, cuando decidimos abordar el tema del cáncer de Mercedes, nos reunimos con médicos que lo trataban en los 80. Nos dieron un montón de detalles, grandes y pequeños… y después, nos reunimos con mujeres de la Asociación de la lucha contra el cáncer… y nuevamente, un montón de pequeñas gemas que acabaron en los guiones. Siguiendo con el tema del relleno de los sujetadores de mastectomizadas, por ejemplo, una señora nos dijo que descubrió que el relleno más natural… ¡era una bolsita de plástico lleno de lentejas! Detalles como esos es imposible que se te ocurran en tu casa. Así, detalle a detalle te vas empapando y vas adquiriendo perspectiva y algo muy importante para tus personajes… modelos vivos… gestos, actitudes, giros verbales. Todo acaba, de una u otra forma, en el guión.
Muchas gracias, Curro, por compartir aquí tu experiencia. Cuando estás preparando un guion, encontrar ese tipo de detalles te alegra la vida, es cierto. Hablando con médicos y con las mujeres de la Asociación: el trato directo siempre es la mejor fuente.
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