EL CURSO DE GUIÓN QUE ME CAMBIÓ LA VIDA

por Sergio Barrejón.

En el otoño de 2003, yo llevaba ya cuatro años vegetando como realizador de televisión en un canal de pago hoy al borde de la desaparición. Desesperado por llegar a ser guionista profesional, me dedicaba a hacer ignotos cortometrajes y a escribir largos que nunca nadie producirá (la naturaleza es sabia), e incluso conseguí un empleo de guionista para una serie en ETB. Escribí dos capítulos y la cancelaron.

Año y medio después de aquello, y ya casi sin esperanzas de llegar a vivir del guión, lancé una de esas andanadas de curricula que, como todos sabemos, suelen ser tan efectivas como un viaje a Fátima, pero mucho más baratas. Por primera vez me contestó alguien. Se llamaba Valentín Fernández-Tubau y estaba montando un portal (entonces todavía se llamaban así) llamado Abcguionistas.

Quedamos en una cafetería de la Gran Vía en Madrid. Valentín me esperaba sentado con una carpeta en la mesa. En ella había varios curricula. Sí, los había imprimido y los había leído. Me comentó mi experiencia sin apenas echar un vistazo a los papeles. Le gustaba lo que había hecho. Algo debió de ver en aquella amalgama de fracasos universitarios, cinematográficos y televisivo. Y me ofreció incorporarme al equipo de Abcguionistas.

Durante unos meses, estuve haciendo análisis de guión para ellos. La relación tanto con Valentín como con Ángel García Roldán fue excelente. Y en la primavera de 2004 me ofrecieron un trabajo que era un verdadero desafío: impartir un curso de una semana sobre Iniciación al Guión. Estaban preparando un tinglado gigante con la Universidad de Córdoba: dos semanas completas dedicadas al guión. Con charlas, talleres, cursos y sesiones de análisis. Guionistas de la trayectoria de Fernando Castets o Senel Paz iban a estar allí. Y por alguna razón (quizá la naturaleza no era TAN sabia, después de todo), consideraban que yo también debería estar.

Rumié el asunto durante unos días, convencido de que era indigno de la oferta que me hacían. Pero qué demonios, era DINERO. Hablé con amigos y familiares y me convencieron de que me tragase la humildad (hoy comprendo que era un eufemismo de COBARDÍA) y me fuese a Córdoba. Recuerdo haber hecho aquel viaje en coche, solo, con un calor de mil demonios, eligiendo carreteras secundarias para tener más tiempo de pasar miedo. En el maletero había una caja con un montón de DVD y cintas VHS (sí, habéis leído bien), y en la maleta, escondidita, llevaba una caja de Lexatin. Por si acaso.

Supongo que para mis alumnos aquello no fue nada que les cambiase la vida. Pero yo me hice guionista en aquel viaje. Me había pasado días y días preparando aquel curso. Cada tarde libre, cada fin de semana. Noches en vela repasando películas y libros de guión, y tomando notas como un poseso (junto a las cintas y DVD iba un documento de DOSCIENTOS FOLIOS con mis apuntes para el temario). Decidido a no defraudar a mis alumnos, me obligué a contarme a mí mismo todo lo que sabía sobre guión. Con detalle. Con argumentos a favor y en contra. Hice un esfuerzo de autocrítica absolutamente agotador.

Durante una semana, hablé sobre guión cuatro horas al día. En algún punto del viaje de vuelta se quedó toda la inseguridad que había tenido hasta entonces. Volví a Madrid convencido de que yo valía, de que iba a ser guionista. Estaba tan convencido como si acabase de firmar un contrato.

Pocas semanas después de aquel viaje, una productora me llamó para trabajar como guionista en una serie de la televisión autonómica. Desde entonces, no he parado ni un solo día de trabajar como guionista de ficción. He tenido la suerte de ir ligando unos trabajos con otros sin apenas un día de descanso. Ha habido años en los que no he tenido ni vacaciones de verano. Y nunca he tenido la más mínima duda de que la experiencia que viví en Córdoba ha tenido mucho que ver con esa suerte. No de manera directa: de aquel curso no salieron enchufes ni recomendaciones. Pero la confianza que Valentín y Ángel depositaron en mí fue el empujón que necesitaba para yo mismo creerme guionista.

Desde entonces, he vuelto varias veces a participar en Un Verano de Guión, como ponente, como profesor y como asesor. Este año me será imposible, y me resulta especialmente doloroso, porque no sólo es la décima edición… también es muy probable que sea la última. Después de que el Ayuntamiento retirase la subvención con la excusa de esta peculiar crisis que sólo afecta a los que más ayuda necesitan, mientras casualmente aumenta el número de millonarios, Valentín se está planteando tirar la toalla. De hecho, sabe que en esta edición perderá dinero. Incluso llenando el curso por completo. Pero aun así, ha decidido hacerlo. Un Verano de Guión se merece un Décimo Aniversario. Supongo que es una cuestión de fe. Como contratar a jóvenes con poca experiencia, porque su instinto le dice que tienen futuro.

Este año, en Córdoba, se celebra quizá por última vez uno de los eventos más importantes del guión español: Un Verano de Guión 2013. Si tienen oportunidad, no se lo pierdan. Es posible que les cambie la vida.

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9 comentarios en «EL CURSO DE GUIÓN QUE ME CAMBIÓ LA VIDA»

  1. Mágnifico y emocionante post. Yo también viví “Los veranos de guión” como una experiencia de lo más interesante en la profesión de guionista. Enhorabuena man.

  2. Si he entendido bien, fuiste profesor de guión antes que guionista profesional… ¿Es eso lo que hacen en estos cursos, contratar gente sin experiencia profesional para dar clases? No digo que me parezca mal, necesariamente, pero ¿no está ya para eso la universidad?

    1. Nah, ahí ya nadie se pica…
      Y para hacer propaganda, ¿no es mejor segundamano.es?
      Bueno, dejémoslo, ahora me siento mal.
      En serio, lamento ofender.
      A veces me doy miedo.

    2. No dudo que el participar en ese curso supuso un empujón a tu autoestima como guionista. Me pareció que el post viene a decir que hay que tirarse a la piscina y aprovechar cualquier oportunidad que aparezca para perseguir tu sueño, aprovechando a su vez para agradecer a todos aquellos que aparecen de cuando en cuando por nuestra vida y que actúan como momentáneos “ángeles” de la guarda. En general, un post provechoso e inspirador. Pero no me resisto a comentar que a mi también me parece una aberración que alguien sin experiencia vaya dando clases por ahí. Y creo sinceramente que no es un comentario de hater (como no lo era el anterior), ni mucho menos un público vómito de bilis. Simplemente un pequeño comentario que pone el dedo en la llaga de muchos de los numerosos cursos que se dan por ahí todos los veranos y que tienden a tener el pequeño gran defecto de la falta de experiencia del profesorado. Otra interpretación espero que venga de una mala digestión, porque también podría ser falta de autocrítica o, simplemente, baja autoestima.

    3. Expresado así ya es otra cosa.

      De todos modos, lo de “sin experiencia” no sale del post. Si lo relee, verá que menciono un trabajo en una serie. Mala, duró poco, pero eh. Era algo.

      De todos modos, a diferencia de lo que ocurre en otros cursos-cancamusa, mi CV de entonces estaba publicado con todo detalle en la web de los cursos. Los incautos que se apuntaron sabían a lo que se exponían. Y ya por entonces había alguna cosilla más de lo que he contado en el post, que tampoco era cuestión de contar toda mi bio filmografía de 2004.

      Digamos, en aras de la autocrítica, que yo no me habría apuntado a aquel curso. Pero tampoco lo habría considerado una chusta.

  3. ¿Pues no que yo hubiera jurado que estuve allá el mismo año? Claro que yo fui a asesorías. Bueno, la primera vez; la última, ha sido más reciente. Me gustó mucho la experiencia, sobre todo aquella primera vez cuando sí que había apoyos institucionales y Valentín se veía ilusionado, enérgico. A mí, qué curioso, aquella primera vez me cerró una etapa y como que no fui a ninguna parte en concreto (el cambio de rumo ha venido mucho después). La confianza, quizás, quién sabe, o eso del destino o la suerte o vaya usted a saber. Pero la experiencia, fantástica. Yo ya la he recomendado varias veces a todo el que pregunta.

  4. Es curioso que consideres el comentario de Jelen “vomitar bilis” cuando es una pregunta bastante lógica.

    Por otro lado, que escribas “curricula” sin intenciones cómicas te define mejor que cualquier artículo.

    Un saludo.

  5. Vasos medio llenos o medio vacíos. Hay quien quiere ver aquí una buena oportunidad para criticar a tanto asalta caminos de la formación (en tiempos de desempleo lo único que funciona es enseñar, aunque sea mal). Pero hay quienes vemos un canto a los que arriesgan y dan oportunidades a quienes aparentemente igual no las merezcan. Sergio lo ha dicho: “Algo debió ver”. Y no se equivocó, diría yo. Por mi parte le estoy muy agradecido a Barrejón por este blog. Entre otras cosas porque antiguamente tenía 2 o 3 respuestas tipo para los muchos cvs y guiones que llueven en mi bandeja de entrada hasta que se convirtió en inmanejable. Ahora desvío a la gente a ese post de “mírame a los ojos” que me parece sencillamente espectacular.

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