por Ángela Armero
Siempre que veo Casablanca me emociono. Sí, lo sé, es una opinión muy corriente y superflua de puro obvia, pero da igual la cantidad de veces que la vea, siempre me llega al corazón. Infaliblemente, la escena en la que una mayoría de parroquianos de una diversa fauna colonial canta a pleno pulmón “La Marsellesa” para contrarrestar los cánticos de un grupo de nazis hace que me sienta como si fuera la primera vez que la veo.
Pero no, no voy a escribir sobre lo mucho que me gusta Casablanca, sino de algo que descubrí hace poco gracias al maravilloso documental “Exiliados: de Hitler a Hollywood”, de TCM, y es algo que tiene que ver con esto:
Nuestros padres cruzaban la frontera para ir al cine a ver películas cachondas. Nosotros cruzaremos la frontera para ir al cine.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) June 19, 2013
Y también, con esto:
Diálogo frecuente, hoy, entre cineastas: – X está en Los Ángeles -¿Ah, sí? ¿Y cuándo vuelve? -No, que YA está en Los Ángeles.
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) June 19, 2013
El documental habla de los 800 artistas relacionados con el cine que tuvieron que emigrar forzosamente desde Alemania a Estados Unidos a partir de los años 30, coincidiendo con el ascenso al poder de Adolf Hitler. Artistas de la talla de Otto Preminger, Fritz Lang, Billy Wilder, Ernst Lubitsch, Franz Waxman, los hermanos Siodmak… Hubo quienes se adaptaron con facilidad y quienes tuvieron que bregar con enormes dificultades hasta lograr hacerse un hueco en la industria. Fue el caso de Fritz Lang, que habla en este vídeo (con subtítulos en inglés; gracias José Antonio Redondo) del detonante de su marcha a los Estados Unidos:
Todos sabemos del éxito que tuvo luego, al igual que Lubitsch o de Wilder, pero no todos estaban destinados a lograr la misma posición que tenían en su país de origen. Fue el caso de artistas como S.Z. Sakall, Leonid Kinskey, Helmut Dantine, Marcel Dalio, Trude Berliner, Ludwig Stössel and Wolfgang Zilze… que probablemente os sonarán tampoco como a mí. ¿Quienes eran?
S.Z. Sakall era una estrella en la escena teatral y cinematográfica de Hungría, y fue encarcelado al menos tres veces por sus opiniones políticas. Después de haber sido un mordaz humorista y haberlo logrado casi todo en su patria, acabó haciendo de figurante en Casablanca. Es este hombre que acompaña a Humphrey Bogart.
Todos los nombres de la lista vivieron historias similares: actores consagrados con decenas de películas a sus espaldas que acabaron haciendo de figurantes (con frase o sin ella) en una película con un marcado carácter propagandístico rodada en el año 42, a falta de tres años del final de la Segunda Guerra Mundial. Irónicamente, la mayoría de los nazis fueron interpretados por judíos alemanes exiliados. Es fácil empatizar con la pena y el desarraigo que sentirían esas estrellas que perdieron su estatus para estar en el fondo de una escena sin que nadie les preste mayor atención. Es hermoso, sin embargo, pensar que quien les dio ese papel, por mínimo que fuera, lo hizo por ayudarles.
El documental cuenta además como los exiliados en Hollywood tenían una red de apoyo financiero que ayudaba a los artistas que deseaban huir, ya sea mediante trámites para llegar a EEUU, o con dinero para apoyarles una vez estaban en suelo americano. La historia es conmovedora y daría para hacer varias películas, pero hay otro lado del exilio creativo que no es menos importante: las consecuencias que ocasionó a ambos lados del Atlántico. Estados Unidos se benefició del flujo de talento europeo, pero ¿qué le pasó al cine alemán después de perder a Lang, a Lubitsch, a Preminger, a Erich Pommer…? Esta fuga cambió para siempre la historia del cine.
Y ahora volvemos al presente. Por supuesto no es lo mismo un exilio a causa de una guerra que el exilio laboral de muchos españoles que se buscan la vida en el extranjero (y el que diga que intento compararlo sin matices es que no está leyendo esta frase que ahora escribo), pero como reflejan los tweets de Vigalondo esto también afecta al maltrecho cine español. Antes de la crisis ya había directores que se iban (como Fernando Trueba o Alejandro Amenábar) pero ahora el exilio parece no una preferencia, sino un camino de supervivencia. Y estos directores que se van porque aquí no encuentran trabajo, si tienen suerte, acabarán haciendo sus películas allí, acaparando portadas o haciendo bulto en una escena de multitudes. Afectará a sus vidas, pero también afectará a nuestra industria. Esas películas que no se harán, esas carreras que ya no se desarrollarán aquí son una enorme pérdida.
El cine español y las salas de cine parecen estar en vías de extinción. Creo que los ciudadanos orgullosos de su cultura, los amantes de las películas, y y por supuesto los que trabajamos en ellas, deberíamos pelear por mantener las ayudas a nuestro cine, conseguir la bajada del IVA cultural y reivindicar nuestro talento y nuestro derecho a vivir de nuestro trabajo. Podemos hablar aquí o convertirnos en figurantes sin frase en un lugar que, por muy maravilloso que sea, no es nuestro hogar.
Aprovecho para recordar a quienes quieran ver la obra que he escrito “Lola” que quedan dos funciones, el sábado 22 y el sábado 29 de Junio a las 19:30 horas en Garaje Lumière. Entradas disponibles aquí.
Esa historia de Casablanca me recuerda a aquel otro ejemplo de solidaridad y humanidad que dio el gran Vittorio Da Sica quien, aliado con el Vaticano, salvó la vida a más de 300 judíos, cobijándolos como extras y técnicos de rodaje durante la filmación de La Puerta del Cielo (guión de Zavattini).
Ahora, sobre el tema del exilio, bueno, estoy de acuerdo en que representan una pérdida todas esas carreras truncadas y esas obras que nunca veremos; pero no considero que sea una pérdida que algunos desarrollen su trabajo en otro país. Lo importante es que puedan hacerlo.
Estoy de acuerdo, se está marchando mucha gente. Se habla mucho del ámbito científico pero en el mundo de la cultura también está siendo dramático y el país se va a resentir muchísimo. El problema es que determinada gente ha demonizado tanto la cultura y a sus profesionales que probablemente nadie vaya a hacer nada para remediarlo.
De todos modos, Amenábar jamás se ha exiliado. Si lo dices por ‘Los otros’ o ‘Ágora’ son producciones españolas. De hecho, lo curioso es que si no hubiera sido por el golpe de Pinochet, quizás su madre -española- no hubiera hecho que se exiliaran en España.
Pasajero, totalmente de acuerdo contigo. Es una suerte que al menos tengan esa salida, pero es una pena para nuestro cine. De hacer 110 pelis al año nos vamos a quedar en nada… Y gracias por la historia de De Sica, lo buscaré, me parece muy interesante.
Rincewind, estoy de acuerdo en que la demonización de los artistas (y especialmente los del cine) tiene complicada la vuelta atrás. Es verdad, Amenábar no se ha exiliado, quería decir que es lógico en trayectorias comerciales y exitosas acabar pasando de forma natural por EEUU.
Pingback: Huyendo de la II GM, estrellas del cine europeo acabaron de figurantes en "Casablanca".
También en España hubo un exilio de intelectuales y creadores durante la guerra civil y el franquismo más que importante, y que generó una ‘excepcionalidad’ en ese sentido que duró décadas, a diferencia de Alemania. Que aterrizaran en Mexico o en la URSS no impide elucubrar qué habría pasado si no hubiera sucedido.
Pero no sé si es lo mismo el exilio muy forzado, del forzado al mas o menos voluntario. De la UE lo más divertido era eso de la ‘Europa de los Ciudadanos’…. pensar que te podías mover por Amsterdam, Roma, Berlín o Dublin como por tu casa y hacer y deshacer como si anduvieras por ella.
Salir fuera está bien, pero desde luego es infumable que no te puedas quedar si quieres quedarte, o volver en el caso de que quieras hacerlo. En ese sentido la política de la excepción cultural francesa debería ser la de la UE, sea lo que quiera que sea actualmente. No tiene ningún sentido discutir de globalización con un país como EEUU que invierte en sus industrias como ningún otro al tiempo que juega como nadie la baza del proteccionismo mientras predica el liberalismo.
De todas formas, creo que en unos años la ‘creación artística’ no será de nadie, será difícil adscribirla y encorsetarla a un país, a un paisaje, a un grupo … si acaso a una circunstancia. La cultura, como patrimonio de unas determinadas fronteras, me parece que tiene los días contados.
Ángela, perdóname por no conocer muy bien lo que esta pasando con el cine español en la actualidad; que los demás bloguionistas no se cabreen con mi comentario.
Yo aspiro a trabajar como cineasta; no me conformo con ser guionista. Por desgracia, no puedo permitirme hacer un curso o un master sobre guión o sobre cine; mi familia esta dispuesta a ayudarme, pero tiene una etapa fastidiada en el trabajo y no puedo entrar ni en la ECAM ni en la escuela TAI. Aún así, tengo una vena autodidacta que me obliga a ello.
Hace años era de los muchos que criticaba al cine español. Me di cuenta de que, si quería ser un buen cineasta, tenía que conocer muy bien mi cultura, saber qué clase de cine tenemos realmente y aún me queda mucho por ver. Han pasado unos años y me arrepiento de haberlo demonizado tanto sin pensar que muchos de los guiones que habéis escrito son tuyos, o de Natxo, o de Barrejón. Desde entonces, no he parado de ver cine de todas partes y de todas las épocas.
Quiero trabajar en este oficio por ganas. El panorama es muy duro, pero no se hasta que punto. Quiero hacerlo pensando en mí y en la gente que ve las películas, da igual dónde o en qué momento, si en una sala de cine, o en la tele o en su ordenador. Yo creo que es un oficio en el que ambas partes, el equipo y el público, tienen que disfrutar conjuntamente: uno del resultado, el otro de lo que ha querido expresar. ¡Ya esta bien de pensar tanto en los problemas del cine patrio! ¡Pensemos en los que quieren ver las películas!
Si acabo en el extranjero, ¿qué mas da? Sería la oportunidad perfecta, con el dinero del que disponen las productoras, de aprovechar para dar a conocer mejor las cosas de España: su historia, su cultura. Eso podría animar a hacer más cine en nuestro país. Yo apostaría por un Hollywood no tan “americano”, sino más internacional, un escaparate para los cineastas de todos los lugares. Hay tantas cosas que aprovechar que, al final, solo se explota una pequeña parte.
Perdón por lo largo del comentario, si hay algo ofensivo es por la emoción del momento. Me voy a poner a escribir como Dios manda.
Travis, yo estudié en el TAI 3 años en Dirección. Ni se te ocurra entrar ahí. Ya era malo en mi época (2002-2005), ahora tengo entendido que es mucho peor. Gástate la pasta en otra cosa, en rodar cortos, en montar una empresa con algún amigo, pero no dejes dinero en el TAI. Si quieres más información, no me importa en absoluto hablar contigo por privado. Un saludo y suerte
Hola Nick, gracias por el aviso. De hecho he visto en la página de TAI que van a implantar el plan de grados universitarios ahí, así que creo que va a ser un poco estresante empezar un curso con ese plan de estudios.
Creo que al final, como en toda profesión, hay que tener una cierta formación teórica, pero importa más la experiencia práctica. Y eso lo descubrí en la carrera de Historia, junto a todo el ámbito universitario: hay más teoría que práctica. ¡Y el cine es todo el tiempo práctica e invención, cuando escribes, ruedas, interpretas, montas o compones!
Cmsorotin, interesante reflexión. La cultura de un país, efectivamente, será cada vez más difusa. La obra de un/a cineasta de por estos lares puede tener más que ver con un coreano que con Mario Camus o Alex de la Iglesia. Es genial que sea así.
Travis, te deseo que conserves esa motivación en cualquier país en el que te encuentres. Te llevará lejos, estoy segura.
Muchas gracias Ángela, lo haré.
Gracias por la cita, Ángela. Hay que recordar que la mítica escena del canto de La Marsellesa en Casablanca, tiene un inspirador y antecedente en una película también emocionante y de calidad estratosférica: La Gran Ilusión, de Jean Renoir. Una escena en que los franceses se enteran de que se ha reconquistado Douaumont mientras se estaban divirtiendo representando una particular comedia teatral en aquella prisión del desubicado caballero alemán Von Rauffenstein y terminan también cantando a pleno pulmón. En ese caso en realidad se trata de un acto tan heroico como inútil que no sólo le cuesta la reclusión a Marechal, sino también uno de los momentos más tristes de la película, cuando se entera de que Douaumont vuelve a ser perdido. La influencia de esta escena en Casablanca, que ha sido señalada por algunos críticos como Roger Ebert está filmada de una forma inolvidable, posiblemente nunca una cita fue tan bien hecha en el cine. Aquí, el original: http://www.youtube.com/watch?v=wVX3NXAAUrM . EN el tiempo en que se rodó esta escena de Casablanca “La Gran Ilusiön” estaba literalmente perdida, tras ser vetada por los alemanes. No se recuperaría un negativo hasta 1945 (por parte de los soviéticos), por lo que volver a rodar la escena tenía un valor simbólico. Conviene recordar que La Gran Ilusión fue el primer gran éxito de Renoir en Estados Unidos, donde se convirtiö en el primer film extranjero nominado como Mejor Película.
Muchísimas gracias, no tenía ni idea. Daría para un post estupendo, de hecho tu comentario sería un post perfecto. Un abrazo.
http://www.youtube.com/watch?v=mLq7EcvRaf0
Una versión un poco menos heroica de la Marsellesa que respondería a otras realidades no tan triunfalistas, más difíciles de contar
https://www.youtube.com/watch?v=7bOr_U_92xE&list=PLdaPqEpRqwYsMGW36X0dJZmUTe9K0KgE7
Si es por versiones de Casablanca…
http://www.youtube.com/watch?v=lIlFOh7MnBU
Y ahora en serio: buen post, Ángela.
Gracias a los dos por los vídeos. Me alegra que te guste, Paco.
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