Rainer Kuhirt fue un exitoso productor y realizador alemán de programas sensacionalistas y series de televisión de ínfima calidad. Su mayor éxito lo alcanzó en la cadena TTS con “Hol dir das Superbaby’ (Consigue tu Superbebé), en el que una chica elegía entre varios candidatos al futuro padre de su hijo, como si de un banco de esperma televisado se tratase.
Durante su exitosa etapa al frente de la productora, Rainer vivió en una espiral de fama y drogas, hasta que un grave accidente le sacó del campo de juego. En realidad fue más bien un intento de asesinato a cargo de una chica que, unos meses antes, vio como su abuelo se suicidaba por culpa de un reportaje calumnioso producido por Rainer. Aquella experiencia cercana a la muerte, y los motivos que le llevaron hasta ella, hicieron que Rainer viera la luz y comprendiera que con su trabajo en televisión sólo contribuía a extender la estupidez de la sociedad. Así que cuando pudo volver al trabajo trató de enmendar sus errores del pasado creando contenidos más inteligentes. Se estrenó con un programa informativo de denuncia política, “Cosas que deberían saber”. A pesar de lo interesante de la propuesta, la audiencia le dio de lado.
En discusiones con la productora, decidida a cancelar el programa, insistió en que debían mantenerlo el tiempo que los espectadores necesitan para acostumbrarse a un contenido. Les recordó lo que ocurrió con el culebrón del que fue productor ejecutivo unos años atrás; los resultados de audiencia en los primeros días de emisión fueron tan malos como cabría esperar, ya que la serie era de dudosa calidad, pero la mantuvieron en emisión, convencidos de que las cifras cambiarían. Y así fue, tres semanas después del estreno la audiencia empezó a darle una oportunidad y los datos mejoraron. Tres meses más tarde el que fuera un culebrón infame se convirtió en una serie de éxito sin la que la gente no podía vivir. ¿Mejoró la serie en ese tiempo? No, pero el público se acostumbró a ella.
A pesar del empeño de Rainer, terminaron por retirar “Cosas que deberías saber” argumentando que era un programa de contenido demasiado elevado para el público generalista, cuyos intereses son más vulgares. Rainer presentó entonces su dimisión, recordándoles antes de marcharse el principio de vulgarización:
“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”
El autor de estas palabras fue Adolf Hitler.
Ya fuera del circuito televisivo, Rainer se lanzó a investigar el trasfondo de la elaboración de los estudios de audiencia. Descubrió entonces que los datos estaban sesgados ya que en Alemania se excluye a una parte importante de la población de los audímetros, como los extranjeros. Decidido a cambiar las cosas, aunque fuera por las malas, buscó un buen pirata informático y a unos cuantos hombres dispuestos a trabajar sin hacer demasiadas preguntas. Juntos boicotearon la señal de televisión de los audímetros alemanes. Cambiaron los datos que recibía la central de medios, subiendo el share de los programas de calidad o culturales y bajando la audiencia de los sensacionalistas de éxito. Manipularon las cifras el tiempo suficiente como para que las cadenas comenzaran a replantearse sus parrillas, disminuyendo los programas basura y potenciando los de mayor calidad.
El boicot del equipo de Rainer sólo duró una semanas, las autoridades terminaron por descubrir lo que ocurría y tuvieron que disolver la organización. Los audímetros volvieron a registrar los datos reales, pero sorprendentemente las cifras de los programas y contenidos basura continuaron bajando, mientras que los de mayor calidad se mantuvieron a la cabeza. El espectador ya se había acostumbrado a la buena televisión.
A todo esto, Rainer Kuhirt no existe, es un personaje de ficción, y esta historia que os he destripado (perdón por no anunciar los spoilers, pero es que entonces esto no tenía gracia) le ocurre en una película titulada Un juego de inteligencia, del director Hans Weingartner estrenada en el 2007.
¿Te ha parecido que lo que vive Rainer en su etapa como productor podría ser real?
Pues entonces eso es que tú también trabajas en la televisión.
¿Al leer el principio de la vulgarización has pensado en la famosa señora de Cuenca?
Pues entonces eso es que tú también trabajas en la televisión.
¿Has sonreído al leer lo que consigue Rainer al manipular las audiencias?
Pues entonces eso es que tú también quieres trabajar en una televisión mejor.
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Gran post, Carlos. Y muy buena pinta la película. La vulgarización de contenidos como única opción para obtener buenas audiencias es una falacia instalada en la industria por gente que no sabe crear otro tipo de contenidos más elevados. Esto es así.
En tono de comedia me permito recomendar, “The ratings games”, película con una historia parecida, de Danny De Vito como mafioso de New Jersey que manipula las audiencias para hacer triunfar la horrible sitcom que escribe y protagoniza. Es muy divertida.
Aquí hablé de ella hace algunos años:
http://elguionistahastiado.espacioblog.com/post/2008/01/27/the-ratings-game
http://youtu.be/4pEnDPifm2A
¡Gracias compañero! Recordaba tu post, le eché un ojo antes de ponerme con esta historia. La peli de la que hablo pues no es perfecta, pero creo que sabrás disfrutarla. ¡Abrazos!
La película acaba con el famoso engaño que impera en el mundo de la televisión.
Según este engaño, la televisión puede usar su ilimitado poder de manipulación para llevar a la gente en cualquier dirección que quiera. Eso no es cierto.
La televisión sólo tiene esa fuerza cuando actúa a favor de los instintos primarios, es decir, cuando es basura. Cuando dirige a la masa apedrear a alguien o a autocomplacerse en sus miserias. La televisión es poderosa cuando le dice a un joven que se tatúe como un samoano, se infle a coonsumir toda la farmacopea mundial o se acueste con todo lo que respire o haya dejado de respirar hace poco. Es maravillosa para promocionar raperos. Pero inútil prácticamente del todo para promocionar médicos o decirles a los chicos que se pongan a estudiar. su salsa es la manipulación, no la formación.
Por eso ahora, con la que está cayendo, se muestra impotente para galvanizar a la población, para recuperar el espíritu. Sabe que no puede. ¿Qué hace entonces? degradar aún más. acentúar más los odios con la esperanza de que llegado el momento los bandos que se están formando se maten entre ellos dejando a los amos y señores de la televisión incólumes.
Que a nadie se le olvide que detrás de la telebasura se esconde el motivo fundamental por el que ésta existe: el económico. Aunque no sea del todo axiomático, sí que normalmente la calidad está asociada a unos costes de producción más elevados. Como en cualquier otro ámbito de la vida, la calidad se tiene que pagar. Y como en cualquier otra actividad, la respuesta a las dudas, cuando escarbas, está casi siempre en el margen económico.
Pues no dicen eso los contenidos audiovisuales que se distribuyen por Internet. O el cine Low cost, como Ilusión, de Daniel Castro.
La comida basura cuesta poco y se consume rápido. Pues lo mismo con la telebasura.
¿Los contenidos en internet? ¿Qué son “Malviviendo” o “con pelos en la lengua” sino vulgarización para buscar público?.
Magnífico post. Exactamente es lo que pensamos muchos que trabajamos en medios de comunicación, especialmente tele.
¡Muchas gracias!
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