QUEREMOS SER CHANANTES

Por David Muñoz

Primero, un anuncio:

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Ahora sí, el artículo de esta semana:

La semana pasada leí una entrevista con el guionista de cómic Paul Jenkins en la que éste cuenta que ha dejado de trabajar para DC Comics y Marvel, las dos grandes editoras de cómic norteamericanas, y que a partir de ahora, solo escribirá guiones para una editorial mucho más pequeña llamada Boom! Studios. Si no sois aficionados al cómic, quizá os cueste entender la diferencia que existe entre trabajar para cada editorial. Pero digamos que si fueran clubes de fútbol, Marvel y DC jugarían en primera división, y Boom! en segunda.  

A Jenkins eso le preocupa más bien poco. Ha habido épocas en las que ha sido uno de los guionistas estrellas de DC y de Marvel, y a estas alturas es bastante conocido entre los lectores de cómic. No necesita “hacerse un nombre”. Ya lo tiene. Confía en que sus lectores le seguirán a “segunda”. Y si no le siguen todos, le da igual. Le vale con que sean suficientes como para seguir trabajando.

No, lo quiere Jenkins es otra cosa: ser feliz escribiendo, seguir disfrutando con lo que hace.

Portada de la edición española de un número de una de las series más populares de Jenkins, "Inhumanos".

Portada de la edición española de un número de una de las series más populares de Jenkins, “Inhumanos”.

Respecto a Marvel, en la entrevista Jenkins cuenta que se siente incapaz de escribir el tipo de cómics que el hogar de Spider-Man, Los Vengadores, etc. está publicando en estos momentos. Preferiría que las cosas fueran de otra manera, pero entiende que así es cómo funciona Marvel. Como él no se siente a gusto trabajando de esa manear, lo deja, y punto. No tiene nada de lo que quejarse.

Lo de DC es muy diferente.

Para Jenkins, la forma en la que la editorial trata a sus autores es inaceptable. Parece ser que la falta de respeto se ha convertido en la norma. Y pone varios ejemplos. Por Ej., explica que más de una vez sus guiones han sido reescritos por los editores, y que en una ocasión lo descubrió después de que el cómic en cuestión fuera publicado. Vamos, que le reescriben sin consultarle antes. También se queja de haber tenido que reescribir un guión cuatro o cinco veces para, solo unos días antes de que el dibujante tuviera que empezar a ilustrarlo, su editor decidiera que tenía que escribir una historia totalmente distinta.

Y yo lo que pensé al leerlo fue: “O sea, que le han tratado como se trata habitualmente a un guionista de televisión”.

Veréis que he eliminado la coletilla que normalmente suele añadirse al final de esta frase: “en España”. Me temo que en todas partes cuecen habas. Por lo que me cuentan amigos que trabajan en Estados Unidos, la visión idílica que tenemos del día a día del guionista de la televisión norteamericana dista mucho de ser real (salvo que seas el showrunner de una serie de la AMC o similar; y ni así, viendo como han ido las cosas en “The Walking Dead”).

La cuestión es que algo que para Jenkins es inaceptable y le ha llevado a dejar Marvel y DC, es el día a día de casi cualquier guionista de televisión.

Ah, antes de que alguien esté pensando en dejar algún comentario tipo “pues si no te gusta tu curro, déjalo, haz como Jenkins y lárgate” aclaro dos cosas: yo ahora no estoy en esa situación (aunque la he estado) y Jenkins no es ningún héroe. Trabaja también como guionista de cine y de videojuegos, y va a publicar pronto una novela. Dejar DC y Marvel supone una merma en sus ingresos, pero no le llevará a la ruina. Así es más fácil hacer lo correcto. Los grandes gestos siempre suelen ir acompañados de un “plan B”. Cosa que no me parece nada criticable. Inmolarse no suele llevar a ninguna parte.

Aún así, me parece terrible que hayamos aceptado que nuestro criterio no importe y que lo normal sea reescribir guiones sin ton ni son, incluyendo todos los cambios que te pidan, incluso cuando sabes que van a impedir que la serie funcione. No es nada raro que haya pilotos de series de televisión españolas con 25 versiones, y que esas versiones no se hayan escrito para mejorar la historia que en su momento compró la cadena, sino para generar permutaciones del original que a veces poco tienen que ver entre sí, esperando que al leer alguna de ellas no quede duda alguna de que esa en concreto será la semilla de un éxito.

Me doy cuenta de que he escrito “aceptamos”, cuando no es así. Sobre todo porque ese verbo pone la responsabilidad en las manos de los guionistas. Parece que podríamos “no aceptar” esa situación. Pero legalmente no tenemos más remedio que incluir todos los cambios que nos piden nuestros jefes. Suele ser una de las cláusulas que aparecen en los contratos, acompañadas a veces de otra que deja claro que si nos negamos a hacerlo nosotros, la productora tiene derecho a contratar a otra persona que se encargue de ello. Sí, podemos dimitir, como Jenkins. Yo lo he hecho en dos ocasiones. Pero entonces tampoco fui un héroe. Tenía menos responsabilidades que ahora y siempre andaba con otra cosa entre manos que esperaba que me permitiera ganarme la vida después de dar la “espantá”.

Al hablar de nuestras cuitas los guionistas solemos ser de darnos cilicio. Pero en este caso, creo que no somos nosotros los que tenemos que plantearnos cambiar de actitud. 

Porque la razón de que sucedan estas cosas es -como dice Jenkins respecto a los editores de cómic-, la falta de confianza en los creadores por parte de quienes toman las decisiones: los directores de ficción de las cadenas, los productores ejecutivos de las productoras, etc.

Desde luego este es un tema complicado que no pretendo despachar en una entrada de Bloguionistas. Tampoco es mi intención demonizar a los directores de ficción o a los productores ejecutivos. Imagínate que un día te eligen a ti para uno u otro puesto. ¿Qué harías? ¿Serías capaz de no hacer todo lo que ahora criticas en otros? ¿Estás seguro? Porque no sería la primera vez que he visto a un ex “guionista de a pie” ser ascendido a productor ejecutivo y comportarse con su equipo de la misma manera que él encontraba “inaceptable” solo unos días antes. Además, cada vez estoy más convencido de que lo que hacemos determina en buena parte cómo nos comportamos. De que ciertos puestos te acaban llevando a ciertos comportamientos.

A lo que voy: este asunto de la falta de confianza es uno de los más difíciles de gestionar para aquellos que se encuentran en puestos de responsabilidad.

Es muy fácil acabar creyendo que solo tú sabes cómo hacer las cosas bien, que solo tú eres capaz de escribir bien un guión de la serie que coordinas o produces, que sólo tú sabes lo que quiere el espectador de tu canal de televisión, que solo tú mereces tu confianza.

Por su parte, el guionista que se encuentra trabajando para un jefe que piensa así, acaba rápidamente harto. Ese guionista no para de preguntarse: “¿Si nada de lo que intento aportar gusta… para qué leches me han contratado?, ¿si mis ideas no interesan, para que me las piden?”. El ninguneo destruye la autoestima, quita las ganas de escribir y provoca que hasta el guionista más apasionado acabe yendo a las reuniones con desgana y rezando porque le salga otro trabajo.

Es muy básico: a los guionistas nos gusta escribir. Y, si estamos trabajando en equipo, necesitamos sentir que se nos escucha, que estamos aportando cosas válidas, con sentido, útiles. No se trata de escribir “tú” guión. Cualquier profesional con dos dedos de frente sabe que cuando se integra en el equipo de una serie, su escritura está al servicio de una historia que casi nunca ha creado él, y cuyo desarrollo sigue unas pautas acordadas entre la productora y la cadena.

Pero si no nos hacen un poco de caso, acabamos quemados, como Paul Jenkins. Y ya nos da igual estar escribiendo una serie para Antena 3 o Tele 5.

Cuando pienso en esto de la confianza, siempre recuerdo los estupendos siete años que pasé trabajando en Paramount Comedy. Empecé siendo realizador y guionista en programas como “La hora Chanante” o “Telecompring” (aunque en Chanante escribí muy poquita cosa), luego pasé a ser redactor del late night “Noche sin tregua” y después de un tiempo acabé dirigiéndolo.

la-hora-chanante

Lo que tenía en común trabajar en unos programas y otros era que los responsables del canal en aquel momento, su director, Miguel Salvat, y su jefe  de programación, Felipe Pontón, nos dieron a todos una libertad para trabajar que jamás hubiéramos encontrado en ningún otro sitio.

Tanto Felipe como Miguel eran de la opinión de que lo mejor era dejar trabajar con tranquilidad a la gente que habían contratado. Teníamos muy pocas reuniones para discutir los guiones, y salvo alguna ida de olla ante la que cualquiera hubiera puesto el freno, recuerdo muy poquitas ocasiones en las que dijeran: “esto no se va a emitir”.

Felipe y Miguel confiaban.

De no ser así, programas como “La hora chanante” nunca hubieran llegado a producirse. ¿Alguien puede imaginarse reuniones para discutir los guiones de los sketches que escribían Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla o Raúl Cimas? Lo único que habrían conseguido hubiera sido eliminar todo lo que les hacía especiales, distintos.

Gracias a Felipe y Miguel, Joaquín, Ernesto y Raúl, pero también Carlos Areces, Dani Mateo, o Flipy, consiguieron empezar a hacer televisión. Vieron algo en ellos que les hizo pensar: “merecen nuestra confianza”. Ahora, casi toda la “generación Paramount” son nombres populares. Pero me extrañaría mucho que ninguno de ellos hubiera podido llegar a donde han llegado con el sistema de trabajo que impera en las grandes cadenas de televisión, donde cada una de las decisiones que se toman tienen que ser debatidas cuarenta veces antes de que se encienda una cámara.

Desde luego el dinero tiene mucho que ver con todo esto. A menos riesgo, menos miedo. Los programas de Paramount costaban mucho menos de lo que cuesta un capítulo de una serie de televisión. Pero estoy convencido de que no era ese el factor más importante. Tampoco el presupuesto global del canal era el de Tele 5.

Sencillamente, se trataba de una forma de trabajar, que además se demostró acertada.

Sin embargo, lo “normal” es lo contrario, que la falta de confianza convierta la escritura de una serie de televisión en un infierno, y que por Ej. ocurran cosas como que la cadena le pida una cosa muy concreta al creador de una serie, que apruebe los guiones (e incluso que los reciban con entusiasmo), y que cuando los vean rodados se echen las manos a la cabeza diciendo que eso no era lo que habían pedido. Por lo que sea, el visionado ha activado el miedo al fracaso, y ese miedo ha llevado a la pérdida de confianza. De pronto, el súper guionista que parecía tener la clave de un nuevo éxito, se convierte en un paria al que ya no hay que escuchar. Pero el guionista (y su talento) sigue siendo el mismo. Lo que ha cambiado es su capacidad para generar confianza.

Eso es algo que siempre nos sorprende a quienes pensamos que nadie sabe nada… y que ni nosotros ni las productoras ni las cadenas tenemos ni idea de cómo crear un éxito, que lo único que podemos hacer es pedir que nos dejen hacer aquello que sabemos hacer (y por lo que nos han contratado), lo mejor posible. Y que pensamos que una serie con una identidad clara, con una trama que no responde a intenciones contradictorias, siempre será mejor recibida por el público que una chapuza*.

También pensamos (aunque no lo digamos en las reuniones) algo muy obvio: ¿si quienes toman las decisiones tienen tan claro lo que hay que hacer para triunfar… por qué no todas sus producciones son un éxito?

No lo son porque no pueden saber lo que es imposible saber. No es culpa suya. Es que las cosas no funcionan así. No existe una fórmula testada de eficacia probada.

No existe la piedra filosofal.

Por eso, a sabiendas de que por hacerlo no van a empeorar sus posibilidades de tener un éxito, sino más bien lo contrario, lo único que pedimos es que confíen en nosotros.

Que nos dejen ser un poco más chanantes.

*Por Ej. tres series de éxito en las que las cadenas parece que dejan hacer a quienes las escriben son “Con el culo al aire”, “La que se avecina” y “Cuéntame”. Y creo recordar que en una charla Javier Olivares contó que TVE les dejó trabajar bastante tranquilos en “Isabel”. Confiar no equivale a fracasar.

 

3 comentarios en «QUEREMOS SER CHANANTES»

  1. Muy bueno. Dando en el clavo, como casi siempre. Yo también quiero ser chanante… y Dani Mateo, a ser posible.

    Un ex tutorizado tuyo de Ibermedia.

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