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NECESITAMOS “CHUCHES”

Por David Muñoz

Leyendo los comentarios a mi entrada de la semana pasada me ha sorprendido ver que, partiendo de lo que dije sobre que muchos de mis alumnos no terminan de arrancarse con la escritura de un largo, hay quien sostiene algo así como que para llegar a ser guionista de cine poco menos hay que haber escrito un par de guiones de largometraje antes de los 20 años.

Pero si eso fuera así, yo jamás habría llegado a ser guionista.

Cuando hablas con otros guionistas lo primero que descubres es que cada uno hemos acabado dedicándonos a esto de una manera distinta. Sí, hay guionistas que sienten “la llamada” a muy temprana edad y que comienzan a escribir guiones de largo siendo adolescentes (en el caso de varios amigos, se trata de hijos  de padres que ya trabajaban en el cine o la televisión; cosa que no me parece que sea una casualidad), pero también hay muchos ejemplos de gente que de pronto un día a los treinta años prueban a escribir un guión y, tras descubrir que no solo les gusta sino que se les da bien, deciden tirar por ahí.

Eso sí, nadie suele decidir de pronto que lo suyo es inventar historias. Lo habitual es que en el pasado los “neo guionistas” hayan tanteado otras formas narrativas (aunque nunca fueran capaces de terminar algo medio enseñable).

Y no creo que los veteranos hayan hecho más méritos que los neófitos. Ni que tener un pasado u otro condicione que merezcan ocupar o no un hueco en nuestra industria. Eso lo determinarán la calidad y el interés de su trabajo, la suerte y, quizá, sus contactos. Pero nunca sus antecedentes.

Lo que yo pretendía explicar en mi entrada es que una vez decides que quieres ser guionista, la única manera de conseguirlo es escribir. Y escribir mucho. Teniendo en cuenta además que probablemente no vas a ver un duro por el 90% de lo que escribas. No queda otra que pasar por ello. Para hacer algo medio bueno algún día, primero hay que hacer muchas cosas malas.

La clave está en “una vez decides que quieres ser guionista”.

Si algo me parece criticable de esos alumnos de guion que no escriben es que estén perdiendo el tiempo de esa manera. Me fastidia que, vencidos por la pereza, por el miedo o por la falta de motivación, malgasten unos años preciosos. Porque ahora la mayor parte de ellos no tienen que ganarse la vida. Están estudiando gracias a que sus padres han pagado sus matrículas. Nunca volverán a tener tanto tiempo como ahora para equivocarse, para experimentar, para meter la pata sin que haya consecuencias. Además, al menos en teoría todo alrededor de ellos (las clases, los compañeros) debería reforzar sus ganas de escribir. Tienen pocas excusas.

Pero… si no has escrito un guión de largo hasta los veintitantos años y un día decides ponerte y lo consigues… ¿Cómo puede parecerle mal a alguien?

Mi historia es un buen ejemplo de que no hay una sola manera de llegar a ser guionista.

De chaval me apasionaban las historias, pero yo lo que quería ser era autor de cómic, no guionista de cine o televisión. Deseaba escribir y dibujar mis propias historietas. Como mi ídolo Carlos Giménez.

Así que dibujaba mucho y, aunque de vez en cuando intentaba hacer un tebeo,  nunca pude acabar ninguno. A las cuatro o cinco páginas, me cansaba y lo abandonaba para empezar otro.

El cine me gustaba mucho (soy de la generación que vio en el cine de niño “La guerra de las galaxias”, y estaba obsesionado con ella; y “Los inmortales” y “Blade Runner” eran tan importantes para mí como los cómics de La patrulla X), pero ni se me había pasado por la cabeza trabajar en el cine. Para un chaval de barrio de familia obrera como yo, imaginarse algo así habría sido tan descabellado como pensar en ser astronauta. 

Como carrera universitaria, escogí Bellas Artes, cuyo efecto fue, paradójicamente, quitarme las ganas de dedicarme a dibujar. Pero en aquella época fue cuando empecé a colaborar en fanzines sobre cómic (lo que con el tiempo me llevó a ganarme la vida durante una época como periodista cultural) y a escribir guiones de historieta para un par de compañeros de la facultad.

Algo más tarde, conocí al dibujante Luis Bustos en un concurso de cómic (creo recordar que yo gané y él quedó segundo) y juntos hicimos una serie de superhéroes españoles llamada “Rayos y Centellas” que fue publicada por Camaleón Ediciones. Con lo que, aunque no vimos un duro por ella, puedo decir que fue mi primer trabajo “profesional”.

Mi primer tebeo publicado.
Mi primer tebeo publicado. Si queréis leerlo, podéis descargarlo gratuitamente aquí.

Aun así, lo del cine seguía siendo una fantasía. Y aún más la televisión. No tenía ni idea de qué se podía hacer para escribir televisión. Ni siquiera sabía si era una posibilidad (recordad que en aquella época no había Internet con páginas sobre guión como esta).

Pero no recuerdo en qué año (yo debía tener ya 25 o 26) me enteré a través de mi hermano, que estudiaba Ciencias de la Información, de la existencia de unas ayudas a la escritura de guiones de largometraje que concedía el Ministerio de Cultura. Y esa fue la primera vez en que pensé que a lo mejor lo de acabar escribiendo cine no era tan descabellado. Para entonces había leído ya los libros de Linda Seger y Syd Field (fotocopiados), pero vaya, que pensaba que lo que había aprendido en ellos si acaso me serviría alguna vez para escribir guiones de cómic, nunca de cine.

Importante: yo escribir por escribir he escrito muy poco en mi vida. Siempre lo he hecho con un objetivo. Como ya he contado aquí muchas veces, he escrito no sé si ya treinta y tantos guiones de largo, de los cuáles solo se han rodado cinco. Pero cada vez que me he puesto a escribir uno de ellos lo he hecho pensando que existía la posibilidad de que llegara a venderlo.

Y de pronto, gracias a la convocatoria de las ayudas, tenía un objetivo.

Así que terminé un tratamiento (horroroso), lo presenté y, sabiamente, no me concedieron la ayuda. Pero presentarme me sirvió para algo muy importante:  demostrarme a mí mismo que podía hacerlo.

Más tarde, le ofrecí a Antonio Trashorras -al que conocía porque los dos escribíamos en el mismo fanzine sobre cómic-, que presentara conmigo un programa de radio en la emisora de radio libre Onda Verde. Un día nos pusimos a hablar de guiones de cine, descubrimos que los dos habíamos empezado a intentar escribirlos, y decidimos aunar fuerzas. Como Antonio, que ya por entonces escribía en la revista Fotogramas, estaba más familiarizado con los intríngulis del mundillo del cine que yo (¡e incluso conocía a productores!), no le parecía tan descabellado pensar que podíamos llegar a conseguir ganarnos la vida con lo que escribíamos.

Así empezó todo. Decidimos reunirnos tres veces a la semana para trabajar, y en pocos meses escribimos varios tratamientos y algún borrador de guión.

La mía no es una historia que de forma inevitable hubiera tenido que acabar como ha acabado. Por ejemplo, quizá, de no haber conocido a Antonio, todo habría sido muy distinto.

Es cierto que en el momento en que me senté con Antonio y decidimos intentar ser guionistas, pusimos toda la carne en el asador. Pero a ese momento no llegué solo. Hubo mucha gente cuya confianza en mí (mucha más de la que tenía yo en mí mismo) me ayudó a tomar este camino.

Y llegó cuando tenía veintitantos años. Pero podía haber llegado más tarde.

Volviendo a lo que decía antes (y a riesgo de ponerme pesado), para mí lo importante es que, una vez tomes la decisión de intentar ser guionista, escribas todo lo que puedas. No importa que ocurra más tarde o más temprano. Da igual que tengas 15 años o que tengas 40. Lo importante es hacerlo. Es la única manera de tener una posibilidad de ganarse la vida con esto.

Antonio y yo, jóvenes y felices en el decorado de "El espinazo del diablo".
Antonio y yo, jóvenes y felices en el decorado de “El espinazo del diablo”.

Sin embargo, también empatizo con aquellos que desfallecen y están a punto de rendirse, o que se sienten tentados de dejarse vencer por el desánimo, con quienes se preguntan: “¿Para qué voy a pasarme un año escribiendo cien folios sin al final no los va a leer nadie?”.

Creo que eso no quiere decir que carezcas de vocación, o que no te tomes en serio ser guionista. Quiere decir que eres un ser humano. Y los seres humanos nos desanimamos, e incluso (¡sí, juro que pasa!), nos deprimimos.

Estar motivado es muy importante. Y, si bien hay superseres hipermotivados que no tiran la toalla jamás les vaya como les vaya, al resto, a los débiles mortales, nos hace falta que nos den de vez en cuando ánimos, que nos estimulen, que nos den motivos para seguir. Necesitamos que nos refuercen.

Esto es algo en lo que he pensado mucho ahora que soy padre. Si tu hijo hace algo mal (o no lo hace), echarle la bronca no suele servir de nada. Él se enfada, tú te encabronas, y ya está. Mañana vuelve a pasar lo mismo. Pero reforzar y motivar sí consigue que se logren cosas.

Hombre, diréis que no es lo mismo una niña de tres años que un aspirante a guionista de 25. Y tendréis razón. Pero creo que en el fondo las personas no funcionan de forma tan diferente tengan la edad que tengan. A nivel básico somos muy sencillos. De hecho, iré más allá. Ni siquiera voy a usar como ejemplo a un niño, sino a un perro. Porque lo mismo aprendes cuando adiestras a un perro. El refuerzo, la chuchería, es fundamental.

Y en este momento a los guionistas nos faltan chucherías.

Por eso, para mí lo más trágico de la desaparición de las ayudas a la escritura de guiones del Ministerio de Cultura es que los guionistas que participaban en la convocatoria sin conseguirlas ya no se pasen tres días sin dormir para terminar sus tratamientos a tiempo (así es como escribimos Antonio y yo “La bomba”, la historia que acabó convertida en “El espinazo del diablo”).

Siguiendo con mis batallitas, en nuestros inicios también fue muy importante para Antonio y para mí colocar dos proyectos en Canal + guiones, el programa de desarrollo de proyectos de Canal +.

Lo más importante no fue el dinero que nos pagaron (aunque nos vino muy bien) sino que alguien demostrara interés por nuestras historias. Eso nos hizo tomarnos la escritura más en serio todavía. Escribes para los demás, no para ti, y si a nadie le interesa lo que cuentas, un día dejas de contarlo.

Las subvenciones y Canal + guiones fueron nuestras “chucherías”.

Es una pena, pero nada de eso existe ahora. O le vendes tu guión a un productor, o se acabó.

Sin embargo, creo que para que haya guiones buenos en el mercado tienen que escribirse muchos guiones, y para eso es fundamental que haya premios, becas, programas de desarrollo, apoyos institucionales, etc*.

No todos podemos ser superseres que escriben por escribir y encuentran toda la motivación que necesitan en el hecho de plasmar en palabras la película que ven en su cabeza.

No todos somos tan fuertes.

Y no todos hemos estudiado en la ECAM, en la ESCAC, o en un máster. No todos tenemos la suerte de pasar unos años en un ambiente donde lo normal, lo esperable, es que escribas**.

La mayoría necesitamos chucherías.

A lo mejor, en vez de echarles la bronca a todos esos que dicen que querrían escribir pero no lo hacen, lo que tendríamos que hacer es darles más razones para que se sienten delante del ordenador.

Yo al menos es en lo que estoy ahora. No sé si conseguiré sacar adelante lo que tengo en la cabeza, pero voy a intentarlo. Si hay alguna novedad, seréis los primeros en saberlo.

 *Respecto a este tema, os recomiendo que leáis esta entrada que escribió aquí Sergio Barrejón hace unos días. Al final incluye una lista de convocatorias bastante interesante.

**Otro día escribiré sobre ese tipo de personas que en un ambiente académico acaban haciendo justo lo contrario de lo que se espera de ellos. En vez de motivarse, se desmotivan. Puede que sea mi caso. A veces he pensado que de haber estudiado guión quizá no habría acabado siendo guionista.

9 comentarios en «NECESITAMOS “CHUCHES”»

  1. El concepto ‘chuches’ creo que es muy acertado. A mí me pasa también que necesito un objetivo para escribir, un destino que perseguir para dar sentido a esa inversión de tiempo y espolearme (no sé si es una hábito natural o un mecanismo de supervivencia, però da igual). A veces, es esa carencia de chuches la que nos hostiga el ánimo y nos hace ser asquerosamente plañideros (sobre todo a los que empezamos). No hay subvenciones, no hay sillas en las productoras… pero también es cierto que hay otras chuches, más motivos, destinos, fuentes de motivación, sobre todo en la producción al mínimo coste, en los concursos y en internet como plataforma de difusión y contacto directo con público y productores. Ahí están. Dulces y apetecibles.

  2. Me gusta mucho comprobar cómo la vida te va llevando hacia aquello que deseas muy profundamente, estudies lo que estudies. Hay una pulsión interna que sabe cuál es su camino de manera a veces inconsciente. Yo no empecé a escribir de jovencita (salvo algunos poemas horrorosos y muchos “queridos diarios”) pero lo si hacía era quedarme toda la noche sin dormir para ver la gala de los premios Oscars año tras año. Eso no tiene nada de particular, excepto que yo tenía diez años y al día siguiente tenía colegio al que iba sin dormir. Por aquellos tiempos, no sabía lo que quería ser pero sabía que quería formar parte de un mundo que hace soñar a las personas y que quería elegir un trabajo que me hiciera disfrutar. El dinero no era una prioridad (¡ilusa!) y como todo lo artístico me emocionaba, también estudié Bellas Artes. Allí descubrí que tenía más capacidad para sentir y apreciar el arte plástico que para producirlo y tras licenciarme, cambié de rumbo y estudié Arte dramático. Allí si que me dio igual tener o no más o menos talento. Yo sabía que quería hacer eso. Y en eso sigo. Sin dejar de actuar, en cursos, obritas, sesioncitas o lo que sea, porque no hay que dejar de estar en marcha y entrenarnos en contar historias aunque sea sin remunerar. Para que cuando llegue o creemos la gran historia estemos engrasados y nos pille trabajando. Al guión llegué también por un encuentro con un gran amigo. También me planteo como David si hubiera escrito para tv sin ese encuentro. Pero ha sucedido por algo. Creo que no es casual. Al ponernos en marcha atraemos cosas (Para los creyentes de El secreto) y hay que poner mucha fe en lo que hacemos y en nosotros mismos (Para los creyentes en general). Lo importante es localizar cuáles son esas chuches que día a día nos hacen seguir en movimiento.

  3. Yo quiero ser guionista desde los catorce años, y no he escrito un largo de momento (aunque esté adaptando ahora mismo una novela), pero sí he publicado una novela ¿eso cuenta aunque no sea el mismo formato?. Ahora soy estudiante de la ESCAC gracias al sacrificio de mis padres, y no desaprovecho el tiempo, pues aprovecho el tiempo, ya que me presenté al concurso de Sur5D, aunque no lo gané, pero me sirvió para escribir por un objetivo, como tú dices y, además, exprimir a mis profesores, que me tuvieron que explicar cosas fuera de temario.
    Y lo más importante, cuanto más me dicen que es imposible ganarse la vida de esto, más ganas tengo de hacerlo.

    Una gran entrada, David.

    P.D: llevo un año intentando encontrar un dibujante para adaptar a cómic mi novela publicada, pero los dos que se han puesto con ello se han retirado por motivos diversos relacionados con su situación personal, ¿conoces alguna forma de dar con alguien con un poco de seriedad?

    Un saludo.

    1. Manuel, no te haces a la idea de la cantidad de veces que me han dejado a mí colgado dibujantes de cómic (en un par de ocasiones con el proyecto colocado y el contrato firmado). Es muy difícil encontrar a alguien que además de hacerlo bien sea, como tú dices, “serio” (y las razones darían para un par de entradas de Bloguionistas…) . Pero aparte de ir a salones del cómic, mandar mails a la gente cuyo trabajo te interese (hay muchos dibujantes con blog, etc.) o poner un anuncio en una página dedicada al cómic, no sé qué más se puede hacer.

  4. Hola a todos, yo tengo 40 años. He trabajado como taxista 18 años. Creo que ahora y no antes es mi momento para escribir. Un productor y sin embargo amigo es la persona que me ha cogido de la pechera y me ha dicho que mi capacidad para inventar y contar historias es más que notable (se lo agradezco infinitamente)
    El dinero que he recibido por el traspaso de mil icencia lo he usado en pagar mis TRAMPAs con los bancos, ahora no les debo nada a esos cabrones. Trabajo como dependiente en la tienda de ropa que regenta mi mujer (media jornada) por lo que por primera vez en mi vida tengo un poquito más de tiempo.
    Mi formación en los últimos dos años ha sido TODA online, vivo en un pueblo de Cáceres, escribo todos los días, leo guiones todas las semanas, y veo todo el cine que puedo y más.
    UNos amigos han dirigido y producido un guión mio para un certamen regional de cortos, 59 trabajos y hemos quedado cuartos (fuera de los premios en metálico cobraban los tres primeros), me ha hecho una ilusión enorme y sigo y seguiré.
    Quiero dar las gracias infinitas a todos los que cobrando o no ofreceis vuestro conocimiento por la red, para un tipo como yo sería imposible adquirir formación presencial y bloguionistas es uno de esos sitios. Gracias os mencionaré el día que me lleve el Goya.

  5. Excelente entrada. Y gracias por compartir tus vivencias. Yo escribí mi primer largo, de forma autodidacta (leí un par de libros y asistía a clases ‘in situ’, casi cada día, en la primera sesión de las 16:30 h de cualquier Cine de Madrid viendo tres o cuatro pelis por semana para aprender en las salas), justo a los 24 años. Lo presenté a las ayudas… y nada. A Canal + guiones… y nada. Y me desmotivé. Desde entonces, he estudiado más… siempre autodidacta; no he escrito otro largo completo pero si un par de cortos, varios tratamientos; muchas ideas y un libro de relatos que está por publicarse. Mi situación económica es paupérrima, -ahora que deseo comenzar a estudiar ‘formalmente’, que ironía-; como para plantearme estudios que se ofertan a tres mil y pico euros, el máster. Sin embargo, tu artículo, me devuelve ganas y pasión. Seguramente no veré nunca una historia mía en imágenes (tengo 44 años), o quizá sí, quién sabe. No obstante, me encanta el Cine y me apasiona escribir (y más, escribir Cine). Así que lo seguiré haciendo…desmotivadamente; aunque haya instantes, -como los que me ha proporcionado la lectura de ésta entrada-, en los que crea que hay posibilidades.
    Gracias
    J?

  6. Aunque escribí esto tras leer la anterior entrada sobre “Tirarse a la piscina” lo posteo pro aquí que igualmente le va bien.

    Estoy de acuerdo con David. El miedo es el gran saboteador, a veces se disfraza de pereza, en otras ocasiones de perfeccionismo o hasta de “es que me gustan tantas cosas…”, pero para mi todas ellas no son más que las formas en que nos engaña nuestra querida mente, con sus patrones de coducta repetitivos.

    En mi caso, que además de escribir me apasiona la realización, siempre decía: algún día escribiré un largo, pero… ¿ahora? ¿para qué? Aún no estoy preparado, aún tengo que escribir y dirigir muchos más cortos para aprender, tengo que destacar en el cortometraje, un largo es una cosa muy dificil, nadie va a invertir en mis proyectos si no tengo suficiente experiencia, etc… Así pasaban los meses y los años, haciendo esto y lo otro (ya sabemos que a las personas con inquietudes les gusta hacer muchas cosas). Hasta que un día vi con total claridad la “trampa”: y es que pasara el tiempo que pasara nunca iba a sentirme realmente “preparado”, completamente “maduro” para escribir un largo, Lo que me paralizaba en realidad, detrás de todas esas excusas más o menos elaboradas o razonables, era simplemente el miedo al fracaso. Y ese fracaso, no es sólo la duda sobre si podrás o no llevar a cabo lo que deseas, sea ver tu guión filmado por otros o realizarlo tu mismo, sino que tiene más que ver con enfrentarte al temor de no cumplir siquiera con tus propias expectativas, en la intimidad de la pantalla de tu ordenador. Simplemente un día me quedó claro que pasar los años esperando a “hacerlo mejor” para comenzar “algún día”, es la forma más segura de autoengaño y de nunca llegar a hacerlo,

    Mi opinión, es que el sistema educativo en general nos ha adiestrado desde nuestra más tierna infancia para temer y repudiar la posibilidad de error. Penalizandolo de las más diversas formas. Luego como adultos nos preguntamos por qué hay tan poca gente que “se atreve a…”. Por eso creo en la importancia de recordarnos que no solamente tenermos derecho a hacer y equivocarnos, sino que eso forma parte del proceso necesario y natural para crecer en cualquier sentido.

    Por cierto, después de terminar de escribir mi primer largo, efectivamente sentí una profunda satisfacción, no ya porque fuera o no fuera perfecto o una obra maestra, sino porque básicamente escribí lo que más me apetecía escribir. Dejé de lado consideraciones como “lo que tiene más salida”, “si le gustará a la gente” o “lo que están buscando los productores”, simplemente me di el gusto de crear una obra (sí, para mi un guión cinematográfico es una obra de arte, como lo es un texto teatral) que realmente significara algo para mi, tal como dice David, con mi propia voz. Y puedo decir que finalmente quedó mucho mejor de lo que esperaba.

    Para terminar, me gustaría compartir que por esas vueltas que da la vida un pequeño productor se interesó por el guión. De hecho tengo una anecdota (que no imaginé ni en mis más locos sueños) en la que mi primer guión de largometraje está sobre la mesa del salón de una mansión de lujo en Miami (llevado por este pequeño productor), en medio de una fiesta con varios productores relativamente importantes. Uno de ellos, para más señas uno de los coproductores de Australia (la de Nicole Kidman y Hugh Jackman), comentó que llevaba tantos años leyendo guiones que al ver uno le bastaba simplemente con leer las diez primeras páginas, otras diez del medio y las últimas diez del final, para saber si ese guión se podía convertir o no, en una película que mereciera la pena. Allí en la misma fiesta hizo lo propio con el mío y según me comentaron dijo: Esta puede ser una buena película. Y debe ser verdad que ocurrió así, porque aunque yo no estaba presente, después de la anecdota el interés del pequeño productor por trabajar conmigo se redobló y ahí estamos con las posibilidades abiertas (esto ocurrió el año pasado).

    Para mi, esta fue la prueba de que muchas veces lo que podamos creer en nuestras cabecitas sobre como son las cosas en “la realidad”, no tiene porque ser necesariamente la propia realidad. Que hay que escuchar mucho más al instinto que a la mente, que esa engaña mucho, y que sobre todo, como bien comentan por aquí, hemos de lanzanos a la piscina, aunque pensemos que pudiera o pudiese estar llena de cocodrilos,

    Por cierto, aunque mi intención es la de escribir y dirigir, creo que igualmente es aplicable todo lo que se comenta por aquí. Yo terminé mi primer guión de largo con 33 años, ahora con 34 acabo de terminar el segundo y estoy absolutamente seguro de que no existe una regla fija al respecto, más que las que cada uno se quiera creer.

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