Martín Piñol es escritor, guionista, humorista, director, profesor y muy fan de los escritos optimistas de bloguionistas. (Éste también intenta serlo)
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2 millones de dólares en 10 horas. Esto lo consiguieron los de la peli de Veronica Mars con su crowdfunding o micromecenazgo. (O sea, los fans de la serie donaron pasta para hacer posible la futura película). Muchos de nosotros no podíamos apartar los ojos del marcador de la web, que se actualizaba cual telemaratón solidaria (pero sin aguantar una gala larga y aburrida). Nos asombraba la capacidad de movilización de sus fans, y sobre todo, nos fascinaba la pasta obtenida.
Salvando las distancias, aquí también tenemos nuestros crowdfundings bonicos y triunfales que han ayudado a impulsar proyectos de todo tipo.
Para todos los guionistas, directores o híbridos hartos de esperar a que se os aparezca un productor con maletas llenas de millones, os contaré hoy nuestra experiencia crowdfundera con la comedia gordaca de terror EL DIETISTA, que supondrá mi debut como director de cine tras una apacible década como escritor y guionista de tele.
(En su día, el nuestro fue el proyecto audiovisual más exitoso de la plataforma Verkami, y hoy lo superan sólo dos –el documental L’endemà, que ha batido récords europeos, y la peli Tots els camins de Déu. Así que de algo os puede servir lo que aprendimos.)
Por si alguien aún no ha sido sableado por cientos de conocidos de Facebook, esto del crowdfunding vendría a ser -según los emprendedores- “una oportunidad para que los fans participen y apoyen los proyectos desde el inicio”. (En cambio, los criticones lo ven como un “págame los caprichos, payo”.)
Básicamente, necesitas poner tu proyecto y tus necesidades en alguna plataforma de internet y esperar que “si lo construyes, vendrán”.
El crowdfunding te sirve para: recaudar dinero, crear marca y situarte en el panorama audiovisual; testar tu producto antes de materializarlo; crear una base fan que te apoye y al mismo tiempo aprender de tu público y comunicarte con él, para redefinir el proyecto o ver realmente a quién le interesa pagar por él; legitimarte como profesional (ya no eres uno de esos que dicen “si yo me pusiera, rodaba un peliculón”; te acabas de convertir en productor-director), y saltarte un poco el tiempo de espera para que la gente del sector se fije en tu proyecto.
En nuestro caso, con una comedia insensata de gordos poseídos, pensamos que era mejor ir a buscar al público que entendería y valoraría el concepto desde el inicio antes que seguir las vías tradicionales de subvenciones, televisiones públicas y preventas. No conozco a muchos ejecutivos y tribunales de ayudas que ante dramas emotivos que puedan ganar Goyas prefieran darle la pasta a un debutante con una historia que (por muchos valores positivos que tenga) a simple vista puede parecer una soberana frikada. Pero gracias al crowdfunding arrancamos el proyecto con el apoyo económico y difusor de más de 500 personas y conseguimos un ruido mediático mayor del que logran películas estrenadas.
(También ayuda a esto que El dietista sea el debut en cine de humoristas con tantos seguidores como Dani Mateo, Juanra Bonet o Loulogio, que son los que están más enganchados a twitter.)
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Antes de lanzarnos a la aventura a lo Willy Fogg, valoramos diversos aspectos que acaban siendo vitales:
-¿Usamos una plataforma que se dedique a eso o lo gestionamos a través de nuestra propia web?
-¿Qué comisiones tiene cada plataforma?
-¿Qué recompensas ofrecemos? (¿Regalos físicos inmediatos o recompensas futuras como “ir al estreno”?)
-¿Cuánto dinero pedimos y cuánto nos cuesta montar el crowdfunding?
-¿Cuánto tiempo tendremos que invertir en montar el crowdfunding y cuánto para gestionar las recompensas?
-Visto tiempo y dinero para invertir y el objetivo final, ¿sale a cuenta?
-¿Cuánta gente necesitamos que colabore económicamente para alcanzar el objetivo? (Si no llegas a la cifra propuesta, en la mayoría de plataformas no te darán nada –y a los mecenas no se les cobrará nada-)
-¿A cuánta gente podemos llegar de entrada entre todos los participantes del proyecto?
Nosotros optamos por Verkami, creando ESTA PÁGINA.
(No me alargo explicando cómo funciona el proceso porque todas las plataformas tienen unas FAQ que lo detallan a la perfección).
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En los 40 días que duró el proceso, descubrimos varias realidades crowdfunderas:
1) Mucha gente aún no sabe lo que es el crowdfunding: creen que es una estafa y no se fían de poner dinero por internet.
2) Por mucho que expliques y detalles todas las particularidades de tu proyecto, una gran mayoría no lo leerá y te repetirá preguntas obvias.
3) Los que más suelen preguntar y criticar son los que nunca pondrán un solo céntimo.
4) La gente colabora los primeros y los últimos días, porque les encanta la experiencia narrativa de “¿lo conseguirán o no?”.
5) Intentar que la gente colabore en las semanas “del medio” es más aburrido que ver Cosmópolis doblada.
6) Te fallarán muchos conocidos pero también te sorprenderá la cantidad de desconocidos que se ofrecen a ayudarte.
7) No se puede agobiar al público potencial, pero hay que recordarle que se involucre dentro del plazo que te da la web para conseguir el objetivo.
8) No olvides que al mismo tiempo que tú, un montón de crowdfunderos pedigüeños se dirige a la misma gente, que no puede colaborar con todos y que ya está hasta los huevos de tanta petición.
9) Consulta con tu plataforma crowdfundera cómo justificar con Hacienda el ingreso del dinero (y quién es mejor que lo cobre, si una persona física o vuestra pequeña productora en caso de tenerla).
10) Todos los impactos y visitas en los videos y escritos de promoción, aunque no se conviertan en dinero a corto plazo, sirven para difundir el proyecto y monetizar la marca de cara a patrocinadores, inversores, coproductores, compradores…
11) Hay que tener el plan de promoción pensado y preparado antes de lanzar la campaña, porque el día a día se te comerá vivo.
12) A menos que la gente acuda en masa a ayudarte los primeros días, los sentimientos de rabia, abandono y traición aparecerán tarde o temprano. ¿Dónde están aquellos con los que contabas para respaldarte? Aléjate de katanas, cuchillos y ballestas y sobre todo nunca hagas pública tu indignación. (Recuerda que nadie está obligado a darte nada).
13) Si no consigues tu objetivo, tu fracaso será público. Y quedará en internet para siempre, cerrándote puertas de inversores y compradores tradicionales. (Porque si no triunfas en lo pequeño, no confiarán en ti para lo grande).
14) Acabado el plazo para recaudar el dinero, empieza el curro de verdad, recopilando información de los mecenas y enviando las recompensas.
15) Aprovecha el impulso de tu campaña para seguir ofreciendo a los fans la posibilidad de colaborar en tu proyecto, montando la típica tienda en tu web (como ÉSTA)
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En resumen: para lanzarte al ruedo, o tienes mucho tiempo libre o necesitas conseguir mucho dinero. Para casos intermedios, el proceso os consumirá tanto tiempo y energía que quizá no os vale la pena. Queremos ser cineastas, no dobladores de camisetas que hacen cola en Correos.
Pero al menos, con el crowdfunding ya es un poco más fácil conseguir encontrar a tu público y convertirlos en miniproductores desde el principio.
¡Suerte y mecenas para todos!
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PD1: Por si alguien ha llegado hasta aquí y se pregunta cómo va El dietista, que espere un futuro post: Crowdfunder II: La venganza.
PD2: Estas reflexiones surgen de una masterclass larguísima que me encargó el CEV de Madrid, coordinada por David Alonso y David G. Panadero, así que aprovecho para darles las gracias. Sin ellos, me habría dado bastante pereza escribir todo esto.
Amigos informáticos nos avisan de que el primer enlace a la web de EL DIETISTA se ha ido de juerga y aún no ha vuelto. Es http://www.eldietistapeli.com , por si alguien quiere clicar a lo loco.
Pregunta con maldad. ¿Cuánto de lo obtenido es en el fondo un autocrowdfunding y cuándo se debe de poner?
Es decir, cuánto del dinero que teniais ahorrado para financiar el proyecto antes de empezar el crowdfunding aportasteis para que “pareciera” que la cosa se movía. Como el músico callejero que pone las primeras monedas de la gorra para animar a los transeuntes?
O lo mismo es al revés. He apoyado algunos crowdfundings y suele haber un disclaimer avisándote de que si no se llega al mínimo te devuelven el dinero. ¿Para no perderlo el último día se cubre el mínimo con una gran donación de última hora de los propios emprendedores?
Saludos
Muy buena pregunta, Flaco.
En plataformas como Verkami, o se alcanza el objetivo o no se consigue nada (y por lo tanto, a ningún mecenas se le carga el importe en la tarjeta de crédito, porque los pagos se hacen una vez acabado el plazo del crowdfunding). En otras plataformas, te dan lo que hayas recaudado, aunque esté lejos del objetivo inicial.
Yo también he colaborado en varios crowdfundings y curioseo los nombres de los mecenas a ver si conozco a alguien. A veces los propios miembros del equipo ayudan a redondear cifras, para que queden más vistosas.
En nuestro caso, la primera aportación, de cinco euros, la hizo nuestro perro (pagando nosotros, claro, porque no tiene visa). Y le pedimos a familiares o amigos que compraran alguna camiseta cuando la cifra podía pasar a 6.000 o a 10.000 para que quedara más vistosa en los reportajes que nos hicieron.
Por suerte, en las últimas horas aparecieron un montón de mecenas que ayudaron a completar la cifra -entre ellos, uno de 1.000 al que le agradecemos mucho poder haber comido sin úlceras ese día, sabiendo que ya habíamos completado el objetivo-.
O sea, que depende mucho del proyecto, del apoyo de la gente y de cuándo apoyen. Pero si quieres lanzar un proyecto, tú tienes todo el derecho del mundo a autocomprarte camisetas, si te apetece :-)
Mucha suerte con tu crowdfunding futuro.
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