Varios de los autores habituales de este blog somos profesores del Master de Guión de la Universidad Pontificia de Salamanca. Ayer comenzamos, y hoy continuamos, una serie de “firmas invitadas” muy especiales: los alumnos del Master, “los guionistas del futuro”.
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FRASES TATUADAS EN EL ALMA DE UN ASPIRANTE A GUIONISTA
por el desubicado en España, teatrero, melodramático, e intimista Luis Jara. Amante de lo fantástico y de la ciencia ficción, incansable contador de historias.
1. Antonio Sánchez Escalonilla: “Entrar tarde, salir pronto”
El gurú del guión en España nos dio una master-class de 11 horas, dedicada a los fundamentos de la narración y las estrategias del guión cinematográfico. Y con él llegó la primera frase grabada a fuego en mi corazoncito de futuro guionista: “Entrar tarde, salir pronto”. Esta frase, que ha sido uno de los leitmotiv del master, es la clave de una buena escena, y es en lo que más fallo como guionista. En la reescritura hay que replantearse cuándo realmente empieza una escena y cuánto de superfluo tienen, por ejemplo, las presentaciones de personajes antes de que comience la acción. Entrar en harina pronto conecta enseguida con el espectador, precisamente porque esa falta de contexto pone en alerta sus mecanismos de comprensión.
De igual modo, salir pronto abre un abanico de posibilidades emocionales y narrativas. No mostrar el final de una escena, además de dejarla en alto para enganchar con lo siguiente, es mucho mejor que mostrar la conclusión de una acción. Un final trágico elidido; una última reacción ante el peligro; cortar antes del irremisible ridículo de un personaje… Mostrar sólo las consecuencias, da mucho más juego. Y ya si haces una elipsis de la destrucción de una ciudad a lo Transformer 3 o los escamoteos de batallas de Juego de tronos en la primera temporada, encima ahorras en producción…
2. Pablo Remón: “La información que necesita un espectador es menos de la que pensamos”.
El espectador es capaz de reconstruir lo que no se muestra, por lo que las explicaciones obvias le aburren y pierde su conexión activa con lo que ve. El problema que yo veo es encontrar un punto de equilibrio. ¿Hasta qué punto quiere trabajar el espectador?
De todos modos, la consigna es: no des todo tan mascado, no infravalores la inteligencia del que ve una película.
3. Sergio Barrejón: “Escribe primero la columna de acción”.
Los diálogos son la base de un guión, al menos de largometraje. De hecho, como lector es mucho más agradecido leer las partes dialogadas que las columnas de acción. Pero ya daba con la clave Mateo Gil en su visita al master: “Soy un buen lector de guiones, porque no me salto las columnas de acción…”
Sergio Barrejón, como profesor del taller de cortometrajes, nos insistió en replantearnos la necesidad de los diálogos. ¿Hace falta que se hable tanto? ¿Podrías contar lo mismo sin que se dijeran frases vacías? Y nos sugirió escribir primero la columna de acción, hacer un corto mudo, y a partir de ahí buscar redondearlo con diálogos imprescindibles para que se comprenda la historia.
Por supuesto, la tendencia general cuando estamos escribiendo y el texto queda corto, es alargar las conversaciones. ¿Para qué? Deberíamos empezar a imaginar más lo que se ve en una película, y no sólo lo que se dice. Después de todo, el cine nació sin voz.
4. David Muñoz: “El acto 2 es lo que se promete al espectador”.
Desde las primeras clases teóricas del master había ya un fantasma que revoloteaba sobre nosotros, ilusos aspirantes a contadores de historias: El acto 2 (Trueno). El gran escollo, la gran muralla que salvar por los guionistas. ¿Por qué? Porque la cabeza de un guionista no empieza a maquinar en base a un desarrollo gradual de la hora de en medio de una película, sino con la idea de un planteamiento o conflicto interesante que se quiere desarrollar o por un final climático con el que dejar a todos sorprendidos y que se pasen horas hablando de tu ingenio o sensibilidad.
Y entonces llegó David Muñoz el profesor del taller de largo, que coge tus sueños creativos y los zarandea hasta dejarlos hechos unos zorros, peaje necesario para llegar a ser guionista. Las clases de David Muñoz son un continuo aprender a base de tropezar. Estando atascados en el acto 2, David pronunció la frase de arriba y me hizo plantearme el tema de otra manera: El acto dos es por lo que paga la gente cuando va a ver tu película, es con lo que va a disfrutar. ¿Podría un guionista empezar la casa por el tejado, y comenzar a diseñar una estructura para un segundo acto “que a él le gustaría ver en el cine” y a partir de ahí empezar a construir?
Quizás esto último es bastante extremo. De cualquier forma, ayuda bastante tomar el acto 2 como un disfrute, como un paseo creativo en el que demostrar el guionista que somos.
5. Enrique Urbizu: “No me imagino haciendo otra cosa”.
Por el master han pasado algunos de los guionistas más importantes de nuestro país. Para terminar este artículo me gustaría hacer referencia a una frase de uno de ellos, el director de No habrá paz para los malvados, y que me viene a la cabeza cada vez que me encuentro ante una crisis creativo-existencial, o cuando me pregunto si merece la pena ser guionista.
Pues eso, que no me imagino haciendo otra cosa.
Muy interesantes todas las propuestas. Afortunadamente, desde el punto de vista del resultado final de la película, el montaje puede venir en ayuda del guionista a la hora de cumplir con esa sabia estrategia de ir al meollo de la cuestión en una escena, o de prescindir de información o diálogos innecesarios. Empleando una de las herramientas más decisivas en la fabricación de una película, junto con la claqueta o la pluma: la tijera. Por cierto, ayer vi Oblivion, la última de Tom Cruise, y se echaba muy en falta la presencia de un buen montador al que no le temblase la mano a la hora de cortar. Tiene una buena premisa, comienza bien y acaba naufragando, en mi opinión. Me parece el caso de una película que podría reescribirse y volverse a montar, y el resultado sería mejor que el exhibido en el cine. ¿Les ha faltado tiempo o paciencia?
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