TALENTO PARA EL FRACASO

Por Ángela Armero

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“Baila como si nadie te viera; canta como si nadie escuchara; ama como si nunca te hubieran herido.”

A estas frases que suelen decirse para animar a la gente a vivir la vida hasta sus últimas consecuencias, yo, habiendo trabajado de guionista durante varios años en cine y en televisión, añadiría:

“Escribe como si nadie te leyera”. Y además lo pondría así, entre admiraciones y en negrita, para resultar más enfática: “¡Escribe como si nadie te leyera!” e incluso le añadiría el subtítulo “Crea como si nunca hubieras bajado del 20%.”

Al igual que sucede con todas las profesiones creativas, el fracaso está muy unido a todas las variantes del trabajo del guionista. Nada más sencillo que fracasar escribiendo una película que nadie ve o que el crítico de turno lincha sin miramientos, escribiendo la serie destinada a caerse después de tres capítulos emitidos que por fortuna nadie recordará dentro de unas semanas, firmando el último episodio de una serie en dificultades que recibe la última puñalada a manos de Falete arrojándose a una piscina.

No quiero entristecer a nadie. Tampoco quiero faltar a la verdad. El trabajo del guionista es fracasar, fracasar y fracasar, y de vez en cuando encontrar la rara perla del éxito, y entonces ¿qué toca? Todos juntos: más fracaso. Creo que hay dos características (de otras muchas tantas que podría mentar) que delatan al guionista profesional.

-Que compra los folios en tacos de 500.

-Que está habituado al fracaso.

Y así escribimos nuestras carreras, soñando con la niña bonita de nuestro disco duro, con el proyecto que demostrará nuestra valía, hasta que un día ese proyecto se hace… o una vez más se cae. ¿Qué pasa entonces? Hagamos un viaje al pasado. Al dolor que suponía que esas primeras pelis que escribías nunca terminasen de encontrar financiación, de esa primera serie diaria en la que trabajabas como dialoguista y de cuya cancelación te enteraste por vertele, o de la que se enteraron tus colegas antes que tú. ¡Cuánto escocía! Eran pequeños fines del mundo en miniatura, y ahora, sin embargo, te dan igual, porque del mismo modo que el crío cuya madre ha ido señalando su crecimiento con muescas en el quicio de una puerta, tu “niño” ya se ha hecho un hombre.

Es cierto que para ser buen guionista hace falta ser versátil. Y es cierto también que hemos de saber vendernos. Decir, por ejemplo: Soy buena con los diálogos, o controlo bastante la estructura, o se me da muy bien escribir comedias. Pues ahora os diré algo de mi: soy bastante solvente fracasando. Empecé con timidez, pero he ido ganando confianza con los años, y ahora fracaso con los ojos cerrados, las manos atadas a la espalda, fracaso los laborables, los festivos y en Año Nuevo, en mi barrio y en el extranjero, vestida de cóctel y en chándal, sola o acompañada, en inglés, en español, en courier y en Times New Roman.

Vamos, que te has convertido en una ceniza, que ya no pone ilusión en nada, diréis. Y no es eso. Sigo creyendo ciegamente en que este es el mejor oficio del mundo y me considero una afortunada por vivir de ello. Pero ya me cuesta mucho más creer en los futuribles. Igual que una tortuga que va tan tranquila por la playa y cada semana le caen unos cuantos cocos en la cabeza, he aprendido a caminar algo encogida, a dejarme llevar un poco menos y a alegrarme de los triunfos cuando llegan, y ni un minuto antes. Ni siquiera ha sido algo voluntario: es algo que simplemente ha ocurrido, a fuerza de decepciones.

Por supuesto, a nadie le gusta fracasar, y menos de forma habitual. Pero este trabajo lleva implícito una buena cantidad de fracaso, y como ya dije en una ocasión, hasta para fracasar hace falta tener cierta dosis de éxito. Y aquí viene la parte soleada del asunto. Como todos los talentos, el talento para fracasar también tiene sus recompensas y no son pequeñas.

1. Si uno conoce el fracaso y lo encaja con cierta elegancia torera, es mucho más fácil reencontrarse con la página en blanco, y una vez más, intentar dar lo mejor de ti mismo.

2. Los fracasos te hacen humilde y te mantienen alerta. Es lógico pensar: si en mi anterior proyecto hice un trabajo fino y aún así no fue suficiente, tengo que tener a mano todos mis recursos para igualar o superar la calidad de la obra anterior.

3. Los éxitos te debilitan. Cuanto más grande el éxito, mayor es la tentación de relajarse, confiar en exceso en tus  habilidades, e internarte por el camino de la chapuza autocomplaciente. La frase atribuida a Oscar Wilde “Un tonto nunca se recupera de un éxito”, es en mi opinión dolorosamente cierta.

4. Los fracasos te permiten seguir creciendo. Probablemente, si fueras de éxito a éxito, no verías la necesidad de mejorar y pasarías toda tu vida creativa en el mismo sitio.

5. Y por último, es mucho más hipster, como dice el twitter de la policía nacional, que las cosas te salgan mal. Los triunfadores son repelentes. Es mucho más fácil empatizar con alguien que tiene que encajar chascos como quien sortea charcos en un día lluvioso. Es fácil cogerle cariño, como al pequeño Nemo o al perrito Tristón.

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Y si todo esto no te alivia, o si crees que quizá esto no es para ti, te recomiendo un par de cosas.

Mi primera recomendación: que sigas practicando, fracasar es algo muy serio y hay que saber hacerlo con estilo, no de cualquier manera.

Y segunda: que escribas, de verdad, como si nadie te fuera a leer, sin pensar en esa enorme y compleja industria fagocitadora de ilusiones y esfuerzo que respira su aliento helado en nuestra nuca. Si el simple hecho de escribir te gusta, entonces tiene sentido que te prepares para todas las batallas que vas a enfrentar, en los fracasos que forjarán tu carácter y tu experiencia, en los éxitos y momentos épicos que matizarán tus ratos de descreímiento y tristeza. Pero si no te gusta, no te empeñes. Que una cosa es fracasar y otra ser tonto.

Aprovecho para comentaros que desde hace algunas semanas escribo un blog sobre series de televisión en Diario Kafka, el suplemento cultural de Eldiario.es. Si os interesa, podéis leerlo aquí.

22 comentarios en «TALENTO PARA EL FRACASO»

  1. Es uno de los mejores posts que he leído en este blog. Escrito con mucha gracia, toca un tema que va mucho más allá del guión. Lo digo porque un servidor es un artista del fracaso en muchos frentes de su vida, y sabe valorar el esfuerzo que conlleva. ¡Me encanta “la parte soleada del asunto”!
    Hablando de fracaso, estos días me he acordado de Almodóvar. ¿Cómo llevara alguien como él, que lo ha conseguido todo y más, que su última criatura haya tenido una acogida de crítica más bien fría? He sentido algo de lástima por él. Almodovar será un cineasta grandioso, pero en cuestión de fracaso, me temo que le queda mucho que aprender…

    1. Muchas gracias José Manuel. Interesante lo que dices. A mi Almodóvar no me da pena porque creo que tiene un talento asombroso, al que no le hace justicia en su última película. Me imagino que se habrá llevado un berrinche, como todos.

  2. A mí me gusta fracasar todos los días en Garamond y New Baskerville :-) Mientras lo sigas intentando no has fracasado realmente. Pero sí es un poco masoquista escribir pensando de antemano que lo que haces no le va a gustar a nadie.
    Comparto una pequeña anécdota: después de haber visto Nightwatching de Peter Greenaway tuve la oportunidad de charlar con él y decirle que el “J’accusse”

    1. (se cortó el comentario) su documental me parecía mucho mejor que la película sobre Rembrandt me dijo: “Ya pasaron ambas, ahora a mirar al siguiente proyecto”. Claro, seguro que sí él no creara para su propio público sino para el rating, el resultado sería otro. ¿Sigo escribiendo como si nadie me leyera? Pues otra anécdota, de un experto en actuar para las masas: en su ” Total Recall”, Schwarzenegger dice que hasta que una película no alcanza un 90% de aprobación a la pregunta de “se la recomendarías a un amigo?” a la salida de un <

    2. (se volvió a cortar, un fracaso de comentarista), la película vuelve a la sala de edición. Los comediantes son expertos en este proceso: tienen la intuición de que el chiste es bueno y ahora tienen que buscar la forma que producirá las mejores carcajadas. Ahora sí paro porque de pronto alguien sí me está leyendo.

    3. Hola Daniel,
      No creo que haya que escribir de espaldas al público sino disfrutando pero sin obsesionarse por el triunfo. Por desgracia, tener un público “determinado” como el de Greenaway o el de Almodóvar es un lujo que siendo guionista de tv no te puedes permitir. Tampoco creo, cuando escribo, que lo que hago no le va a gustar a nadie, porque mi madre es muy fan de casi todo lo que hago. ;-) Dicho de otro modo, creo que hay que pensar antes en lo que escribes que en el resultado que dará. Gracias por tus comentarios en serie.

  3. “Un fracasado es alguien que ha cometido un error pero que no es capaz de convertirlo en experiencia”. E. Hubbard.

  4. El título es precioso. Y el texto muestra una realidad evidente. Y lo hace con estilo.

    Sólo añadir varias ideas que me han surgido leyéndolo (es tarde, estoy en medio de un guión que espero no fracase y, por lo tanto, ruego se me perdonen las gilipolleces que pueda decir).

    1. Soy del Atleti. Muchos dicen que es El Pupas. Se equivocan. Lenguaje de puros perdedores de la era infame de los Gil. A base de repetirlo, bajamos a segunda división. El verdadero Atleti ganaba ligas, copas… Y perdía… pero quedaba segundo. O tercero. O no le dejaban ganar. Pero no descendía de división ni hacía el ridículo. Creo que eso me ha ayudado a ser guionista. Como mi equipo de entonces (y el de ahora mismo) salgo a ganar siempre. Luego, el equipo contrario (en nuestra profesión juegas contra varios equipos a la vez), el árbitro y el terreno del césped influyen. Pero a ganar, salgo siempre. Es el único consuelo que tengo cuando pierdo.

    2. Fracasar habitualmente no es cool, por mucho que ironicemos de ello en blogs, post tras post.

    3. Tener talento y oficio ayuda a fracasar menos. Tener dignidad, también. En estos tres conceptos, los guionistas tenemos mucho que mejorar. Que el entorno es hostil, vale. Pero contamos historias, las inventamos… Es un privilegio. Y no podemos rendirnos. Si lo hacemos, nos convertimos en funcionarios paniaguados del guión.

    4. Si fracasas, que sea con tus ideas, no con las de otros. Por muy poderosos que sean. Porque el fracaso de una serie la firman sus guionistas. No los que le obligan a escribir tonterías que son las que consiguen dicho fracaso. Y no firman y además, te despiden por fracasado.Tenemos que aprender a decir una palabra de muy pocas letras: no.

    5. Un guionista es como el chiste de Eugenio, ése en el que un amigo le cuenta a otro su experiencia en el hipódromo:
    – ¿A que no sabes lo que me pasó en el hipódromo?
    – No, ¿qué te pasó?
    – Pues estaba yo tan campante viendo las carreras y me dieron ganas al servicio y pasé por una puerta… Y no encontraba el interruptor de la luz cuando de repente, desde arriba, viene un tío, se pone sobre mis hombros… y empieza a pegarme como un loco…
    – ¿Y qué pasó?
    – Joder, que a un lado y a otro salían caballos corriendo a toda hostia…
    – ¿Y qué hiciste?
    – Lo que pude, llegué el cuarto…
    Conclusión: todo hombre (o mujer) cansado es inocente. Y cuando no se puede hacer más, no quedar el último ya es un triunfo.

    Buenas noches, sigo escribiendo. Y felicitaciones por tu texto, Ángela.

    1. Muchas gracias, Javier. Lo que dices del hombre cansado lo comparto. Yo siempre digo que si haces tu trabajo al mejor nivel que puedes, entonces no hay lugar para sentirse mal, independientemente del resultado.

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