por Javier Olivares.
En 1956, Richard Hamilton expuso, su obra “Qué es lo que hace que los hogares de hoy sean tan diferentes, tan divertidos”. Se considera la primera obra de arte pop (y no es made in USA: es inglesa. Warhol vino después). Aquí la podéis ver:
A la derecha, medio tapada por una pin up, se puede ver la pantalla de una televisión. Probablemente, es la primera obra de arte en la que aparece. No es casualidad: el pop art utilizó una iconografía basada en la sociedad de consumo y en los mass media, que –como preconizó Lawrence Alloway, también inglés, en 1958- estaban cambiando las señas de identidad del hombre contemporáneo. Cierto que la ironía era una de las características del pop art. Pero no es menos cierto que, efectivamente, algo estaba cambiando. Una nueva música (que se empezaba a escuchar en la radio), nuevas tendencias urbanas en estética y moda (desde los vaqueros a las chupas de cuero). Y programas de televisión.
Hay que recordar que la BBC emitía desde el año 1936, si bien se suspendió su emisión por la segunda guerra mundial hasta 1946. Ya en el 53, emitía una serie de ciencia ficción (excelente la saga, por cierto) titulada The Quatermass Experiment. Mientras, en los EEUU se podían ver series como Alfred Hitchcock presenta (1955), The Twiligth Zone y Los Intocables de Elliot Ness (ambas de 1959).
Sí, yo tengo claro por qué –entre otras cosas- las casas de aquellos días eran diferentes, especiales.. como lo fue mi casa cuando llegó nuestra primera televisión. Nos costó bastante tener una tele. Tuve la suerte de que mi tío Fernando (al que se le echa de menos) se empezó a ganar la vida arreglando televisores. Y procuraba tardar lo suficiente en arreglar una para que antes le llegara otra. Teníamos televisión de prestado. Y cuando no la teníamos, mi casa dejaba de ser tan divertida, tan diferente. Y yo lloraba como un descosido. Más tarde, el color llegó a España (en el 73). Y fue una nueva fiesta. Yo ya tenía 15 años.
Y no eran sólo las casas. Incluso los pueblos, donde no había posibilidades de que todo el mundo tuviera televisión, se inventó el teleclub (había una red nacional que rondaba los 6.000) Evidentemente (como se puede ver en la foto), no había nada del glamour descrito por Hamilton. Porque España era, por desgracia, muy diferente al Londres o el Nueva York de los 60. Para mí, memoria histórica es también esto: la mía propia. Recordar que el dictador murió en su cama, mientras yo estudiaba COU. O tener que ir a Londres con 18 años para ver El último tango en París y descubrir que lo importante de la película no era el sexo anal con mantequilla, sino el sentimiento de pérdida, de última oportunidad, de ver personajes que parecían salidos de las pinturas de Francis Bacon. Había que viajar, si podías, para saber eso. E indignarte. Porque te volvías a casa (y a una ciudad gris) el mismo día que podías haber ido al primer concierto de los Sex Pistols. Pero siempre me quedaban las series.
Ahora, con 54 años, vivo en una época en la que se dice que las series de televisión viven su edad de oro. Y me he hecho la pregunta de por qué ahora las series son tan diferentes, tan atractivas, como Hamilton se preguntaba sobre los hogares modernos. Y me he puesto a escribir estas líneas, entre el recuerdo y el presente.
OTRAS EDADES DE ORO
La pregunta esencial es: ¿vivimos una edad de oro de las series? Sin duda. La siguiente: ¿es la primera? Sin duda, no. Decir que la ficción televisiva ha nacido ayer mismo es un error tan grave como creer que la ficción española nació con las cadenas privadas.
He citado antes series de los 50. Y si hablamos de los 60, nos encontramos con El Prisionero, Los Vengadores, El Túnel del Tiempo o Los Invasores (la primera serie que habló de la conspiración de la que luego buscaba pruebas Mulder), además de la gran Get Smart (Super Agente 86). Al verlas ahora, a veces (no siempre) uno puede calificarlas de ingenuas… pero más de uno de sus episodios aún impactan por su riesgo y su frescura. Yo, prefiero calificarlas (antes que como “ingenuas”) como pioneras.
La Historia de la Televisión debe ser estudiada como la de la Pintura… O la Medicina. Si no se inventa la fotografía, no nace el impresionismo. Y no es lo mismo disponer de aparatos de resonancia magnética que, simplemente, de un estetoscopio. Pues con las series, lo mismo: unas han ido abriendo paso a otras. Y algunas siguen ahí, válidas como el primer día.
Respecto a “edades de oro”, sólo decir que cuando la BBC hizo recientemente una encuesta sobre la mejor era televisiva, la ganadora por abrumadora mayoría fue la década de los 70. ¿Nostalgia? Sólo puede hablar de ella quien no haya visto series inglesas de esta década. A saber:
– El nido de Robin y su spin off, Los Ropper; Fawlty Towers y Monty Phyton´s Flying Circus: base de la moderna sitcom británica en todos sus estilos.
– Arriba y abajo: un clásico aún más potente que su remake o que la propia Downton Abbey, que bebe de sus fuentes a las que añade un evidente toque Brideshead.
– Poldark y La Línea Onedin: folletines en el más estricto sentido de la palabra, pero perfectamente anclados en el retrato de una época. Base, sin duda, de los folletines actuales. Y, en general, mejores que ellos.
– Yo, Claudio: obra maestra que, aún a día de hoy, la ves y pasas por alto lo primario de sus escenarios.
– Los 7 de Blake, Quatermass y Survivors (la original). Junto con la ya estrenada Doctor Who (que acaba de cumplir 50 años) y la enigmatica Shapphire & Steel, una amplia gama de entender la ciencia ficción para edades diversas, anticipando conceptos de manera espectacular. Algunas, enfocadas al público juvenil. Otras planteando una crítica abierta a la sociedad del momento.
– Thriller: serie de terror con capítulos autoconclusivos que es una verdadera antología de la televisión y que hoy se podría emitir perfectamente.
– Pennies from Heaven: primera obra magna de Dennis Potter, que bien merecería un estudio en exclusiva aparte. Para muchos especialistas, es la mejor serie de todos los tiempos. Herbert Ross hizo luego versión cinematográfica, siguiendo el estilo Potter: un concepto de musical en el que las canciones forman parte de nuestra memoria emocional y no se reinterpretan, son play backs.
Debió costarles a los británicos elegir entre los 70 y los 80, porque en esta década vieron en sus pantallas magníficas sitcoms como Allo, Allo; Yes Minister; Yes, Prime Minister, Chelmsford 123 (sobre la invasión romana)… O series históricas del calibre de Reilly, As de Espías (uno de los primeros trabajos de Sam Neill, en una amarga historia)…. O comedias cotidianas tan magistrales como Pinceladas (Brisa Strokes), o de los barrios bajos de Londres como Minder, base espiritual de gran parte de series inglesas hasta hoy en día.
REFERENTES BÁSICOS (ALGUNOS, QUE NO TODOS).
Se me hace difícil imaginar que la ficción actual fuera tan brillante sin algunos precedentes esenciales. Como por ejemplo (y se me escaparán muchos ejemplos):
1. La animación de los 60, con series que, como Los picapiedra o Don Gato, pasando por la evolución de Bugs Bunny, plantean esquemas de guión adultos, tanto en serie larga (auténticas sitcoms) como corta. Dudo que Los Simpson pudieran existir sin estos orígenes. Siguen a prueba de visionado moderno, lo aseguro.
2. La libertad narrativa inglesa, capaz de alejarse del realismo sin perder el costumbrismo. Un buen ejemplo de esto es Doctor Who. O eres whoviano o no entras… Pero ver secuencias como ésta (perdón, no he encontrado otra sin música) en la que el Doctor Who hace viajar al presente a Van Gogh para que vea, emocionado (hacia el minuto 2), una antológica suya en la Tate Gallery, te reconfortan con el mundo.
3. El “me da igual la audiencia, esto es una seña de identidad cultural” de la BBC histórica. No fue David Simon el primero en decir que él no hacía televisión para una audiencia “tipo” de televisión. Algún ejecutivo de la BBC debió pensar lo mismo cuando dejó a Dennis Potter series como la citada Pennies from Heaven, Lipstick in your collar (donde descubre a Ewan McGregor), El detective cantante, Karaoke… Lo bueno, es que, aparte de dar prestigio, tenían audiencia y son el origen del Original British Drama. . Oir a Potter es siempre enriquecedor:
4. Los 80 americanos: con el apogeo de las series “de profesiones”, realistas y avance de lo que es un dramedia real y no lo que se gasta por estos pagos aún a día de hoy. Series que son la base esencial de la ficción actual. Anticipo de ellas fue la maravillosa Lou Grant (77), donde trabajaba la que fue luego madre de Tony Soprano y que es un spin off ¡¡¡¡de una sitcom!!!! (Mary Tyler Moore, aquí La chica de la tele). Ya en los citados 80, surge un estilo propio que luego se internacionaliza, con obras maestras como Hill Street Blues, Aquellos maravillosos años, St. Elswher. Ésta última con producción ejecutiva de Tom Fontana (Homicidio, Oz… Ya nos vamos acercando al presente) era un Hill Street en un hospital (así la vendieron sus productores, Brand y Falsey homenajeando a Bochco).
Son series que asientan las claves de la ficción moderna que llega hasta nuestros días: personajes tridimensionales, arcos argumentales de varios episodios y temporadas que son cada una una novela en sí misma. Los mismos Brand y Falsey crearon en 1990 Northern Exposure (Doctor en Alaska), serie que asumió, ya avanzada, David Chase (Los Soprano), como productor ejecutivo.
En comedia, hubo una respuesta de calidad a las sitcoms inglesas, con series que giraban al humor desde planteamientos y situaciones que podían haber servido para hacer drama y/o personajes protagonistas que no eran precisamente un ejemplo de bondad y altruísmo, como Cheers y, luego, su spin off, Frasier. O la versión televisiva de Mash.
Como guinda, Michael Mann arranca su Miami Vice, que a algunos les gustará y a otros no (a mí, sí), pero que inventa una nueva clave: el protagonismo de la música, la influencia del clip como secuencia final o intermedia que resume el estado emocional de sus protagonistas. Un hallazgo que ahora vemos como habitual (Sons of the Anarchy, por ejemplo lo utiliza en cada capítulo), pero alguien tuvo que ser el primero que lo hiciera.
Más ejemplos: no se puede entender The Wire sin la serie de los 90, Homicide, life on the streets, de Tom Fontana… basada en un libro de David Simon precisamente. Por entonces era periodista y reconoce abiertamente que todo lo bueno que aprendió del lenguaje televisivo lo aprendió de Tom Fontana. Y pocas series remakeadas han tenido una segunda vida mejor. Probablemente, el mejor ejemplo de esto sea Battlestar Galactica. Pero series como House of Cards o Arriba y abajo o Retorno a Brideshide, mejor hubiera sido reemitirlas que ver sus remakes. De lejos. Luego algo tendrían que ahora no es tan fácil de imitar.
Dicho esto, vuelvo a hacer la pregunta: ¿qué es lo que tienen ahora las series tan especiales? Muchas cosas, sin duda. Y hablaremos de ello en una segunda parte. Pero con la idea clara de que sin series y conceptos como los aquí apuntados, esta nueva (que no primera) edad de oro no sería posible. Porque no hay presente sin pasado. Y la televisión tiene su propia memoria histórica.
Por cierto, la exposición colectiva en la que Hamilton expuso su obra en Londres, allá a finales de los 50, se titulaba This is Tomorrow. No deja de ser esclarecedor.
Estupendo repaso a las series con las que crecimos. Sólo mencionar al creador de Thriller (que en España se tituló Tensión), Brian Clemens, responsable también de nada menos que Los Vengadores, Los Protectores y algunas joyas cinematográficas producidas por la Hammer. Sin duda, UK es la Grecia de la ficción televisiva. Luego vino el Imperio americano, que como Roma de Atenas, heredó sus glorias.
Gracias, Nacho. Comparto lo que dices… y añado que el imperio en el último año, ha vuelto a Europa… Si es que algún día cerró delegación.
No he entrado en nombres, documentación… porque esto iba a ser sólo un post y acabó siendo uno en dos partes… Lo siguiente ya sería un ensayo largo… Y no quiero aburrir.
Y sí, UK es la Grecia del Partenón. Nosotros, ahora, somos más la Grecia que podemos ver ahora en los telediarios.
Muchas de las series mencionadas me siguen pareciendo mejores y más estimulantes que las de los últimos años. Será cuestión de gustos o perspectiva, pero la imaginación que destilaban me parece muy por encima de la factura de las de hoy, que en el fondo parecen casi todas cortadas por el mismo patrón. Brian Clemens es lo más.
Cierto. Y gracias por tu comentario.
Me acabas de recordar que, aunque pensaba que mi serie favorita era la inconmensurable “Urgencias”, había olvidado que “HillStreet Blues” es simplemente perfecta.
Urgencias era maravillosa. Bueno, sigue siéndolo cuando la ves. -Esta, como otras, podría ser más analizada, pero tampoco quería pasarme de largo. Lo importante es que cada uno tenemos “nuestras” series… Y que cada una de ellas, aún no citándolas expresamente, tienen un lugar en los conceptos que comento.
Una pequeña corrección: “El nido de Robin” y “Los Roper” son ambos spin-offs de “Un hombre en casa”. El remake americano de esta última fue “Apartamento para tres”.
Cierto. Un abrazo.
Sólo quería decir que sí a todo.
Ja, ja, ja… Un abrazo, Antonio.
Antonio, el mundo se merece que escribas largo y tendido de Dennis Potter. Anímate.
En los países anglosajones es muy fácil continuar viendo estas series a través de los canales de la televisión por cable, resultado el espectador tiene a manos los referentes catódicos del pasado; el único problema es si vienes de España, y te gusta demasiado la televisión te puedes convertir en un adicto y pasarte cinco o seis horas viendola.
Qué gran artículo!
Es para guardarlo y tenerlo a mano como pequeña guía de la historia de la ficción televisiva.
¿Para cuando un repaso a las series españolas antes de las privadas?
Saludos y un gusto leeros!
Gracias. Mira, me has dado una idea… Si le parece a Bloguionistas, claro.
Cuantos recuerdos según leía la entrada. No sé… yo en general de niño y de adolescente tenía la sensación de que siempre había buenas series en la tele, de un tipo o de otro. Quizá por eso siempre me irritan esos artículos que parecen querer dar a entender que la buena televisión empezó con Los Soprano (o esos otros que insisten en que el buen cine se hace en la tele; no, en la tele se hace buena y mala tele, como se lleva haciendo toda la vida.). Bueno, digo recuerdos, pero algunas de las series que citas las he descubierto ya siendo mayor, porque, o yo no había nacido cuando se emitieron, o aunque hubiera podido verlas, mis padres no me dejaron hacerlo en su momento. Es por Ej. el caso de “Pennies from Heaven”, que pude ver por fin en DVD hace unos siete u ocho años después de llevar media vida leyendo sobre ella, sobre en todo en boca de guionistas ingleses de cómic como Neil Gaiman, Grant Morrison o Peter Milligan que continuamente hablaban de ella como de una gran influencia en su trabajo (bueno, de ella y de toda la obra de Potter). De hecho, creo que la primera vez que leí el nombre de Dennis Potter fue en una entrevista con Morrison en una revista de cómic que se llamaba Speakeasy, en la que hablaba de otra de sus series: “The Singing Detective”, que a mí, no sé muy bien porqué, me gusta aún más que Pennies… Entonces no había Internet, así que tardé meses en entender qué demonios era aquello del “detective cantante”. En fin, lo dejo, que podría estar hablando horas de estas cosas. Tengo curiosidad por saber cómo vas a enlazar ahora con el estado de la tele actual (que sí, gran momento, pero como tú dices, no el único gran momento). ¡Y ah, en el instituto mis amigos me llamaban Poldark! Solo los que recordéis la serie podréis adivinar qué corte de pelo llevaba…
Y a este “bloguionista” le parece estupendo que hables de las series de televisión españolas antes de las privadas.
Gracias, David.
De las series de hoy hago un decálogo de conceptos por los que me parecen “especiales”.
Y me tendré que poner con lo de las series españolas.
Un abrazo, Poldark.
También, como curiosidad absurda, decir que descubrí “El prisionero” por una canción de Iron Maiden que incluía un “sampler” de un diálogo de la serie. “I´m not a number, I´m a free man!”. La canción, claro, “The Prisoner”, de “The Number of the Beast”. Tardé años en saber de qué hablaba. Me tenía obsesionado. En la era pre Internet las cosas no eran tan fáciles. Llegabas a las cosas que te interesaban de formas muy rocambolescas. Y por cierto, Clive Burr, el batería de Maiden en aquella época, murió ayer. No sé cuántas veces habré “tocado” el inicio de “Run to the Hills”…
Otra cosa en que me ha hecho pensar esta entrada: en la de horas que pasé de chaval pensando cómo serían las cosas sobre las que leía pero a las que no podía acceder. Imaginándolas. A veces con mucho detalle. Todas esas series, esas películas, que no podía ver porque no había donde. También imaginaba los números que no había podido comprar de las series de cómics de la Marvel que seguía (la distribución era muy caótica, las ediciones también). A veces, con el tiempo, la decepción de comprobar que las cosas no eran como yo creía que iban a ser (o como quería que fueran). Sin saberlo, estaba entrenando para ser guionista.
Abuelo Cebolleta al ataque. Los hombres de Harrelson, Starsky y Hucht, Baretta, Hombre rico Hombre pobre,. Me parece que anteriores; MacMillan y su esposa, Colombo, Koyak, MacKloud (policía a caballo), Ironside. Más tarde; Dallas, Dinastía, Luz de Luna, Remington Steel, Superhéroe Americano, … Las que he visto. No peino Canas, me las tinto… Enhorabuena, muy buen post.
Gracias. Evidentemente… Y más que te faltan, como El Gran Chaparral (evolución cínica de Bonanza y la primera vez que sentí que, sobre un western, había matices negativos en sus personajes).
Hola, muy buen artículo. Hay alguna que otra serie británica que falta por aquí, por ejemplo “La Víbora Negra”, fue la serie que dió a conocer a Rowan Atkinson y es de las mejores series cómicas sobre parodias históricas.
España tuvo también una “edad de oro” de las series y normalmente eran biografías o estupendas adaptaciones literarias, como “La forja de un rebelde” de Mario Camus o “Los gozos y las sombras”. No se por qué, pero hecho en falta algo en muchas series españolas. A lo mejor es algo de autenticidad y de humanidad, algo directo y sincero. Un saludo.
Cierto. Gran serie. pero faltan muchas más que esa. No he querido ser exhaustivo o me hubiera salido un listín telefónico.
De la series españolas es para hablar aparte… Desde Diego de Acevedo… los Estudios 1… el gran Armiñán… Ibáñez Menta… Anillos de Oro… Curro Jiménez… Los Camioneros… Turno de Guardia… Brigada Central…
Y sí, creo que a las series españolas de ahora les falta VERDAD y le sobran tics y fórmulas que no vienen, como las series que te digo, de la creación de sus guionistas.
He tenido la suerte de hacer series a mi manera (en TV3 -Infidels, Kubala, Moreno y Manchón- y en TVE, Isabel) y yo mismo, como guionista he sentido esa diferencia de la que hablamos.
Lo más curioso es que cuando más libertad me han dado (en las series que cito, absoluta) más éxito de audiencia he tenido. Curioso.
Enhorabuena, Javier. Vaya curro. La Olipedia. Para los nacidos en los sesenta, este post es un auténtico viaje en el tiempo. Empecé a leerlo decidido a sustraerme a la nostalgia, que me provoca sarpullidos, y acabé rendido al viaje mental. ¿He dicho viaje? Regresión es la palabra.
Me vi debajo de la mesa camilla, asustado ante el grito de la cabecera de “El fantasma del Louvre”; tableteando con los dedos la melodía de “Misión Imposible” o la de “El agente de Cipol”. Y las inglesas… ¿debo volver a ver “Tensión”? ¿No será mejor recordar la inquietud que me provocaba?
Otro asunto es el que toca David: antes de que existiera internet, los aficionados a esto leíamos durante años sobre películas o series antes de poder tener la oportunidad de verlas. Y claro, cuando por fin podíamos verlas, las devorábamos. Con esa sucesión de hambre y atracones, aquello no podía llamarse afición: aquello era y es un vicio.
Hoy todo o casi todo está al alcance del ratón. Y sin embargo, tener cultura audiovisual no parece un valor. Todo ha nacido ayer.
Lo dicho: buena dosis, amigo. Gracias. Esperando la segunda.
Gracias, Carlos. Ya verás que la segunda es un análisis de hoy…. que es, también, desde donde analizo el pasado. Todo es hoy. Lo demás es nostalgia. Y no valoro estas serie por nostalgia (aunque humanamente es imposible de sustraerse a ella, como dices), sino porque llevo muy mal la sensación que tengo, la pulsión, de que muchos creen que no hay antecedentes. Algunos de ellos, perfectamente comparables con los de hoy. Y tan buenos como ellos.
Y como siempre: ¡viva Usera y Oporto, repúblicas del sur de Madrid!
¡Viva!
Todo es hoy, si, señor. A mi, Mad Men me habla de hoy.
Perdonad la intromisión señores guionistas. ¿Hay un blog como Bloguionistas (con el que tanto he aprendido) pero de productores audiovisuales?
Acabo de terminar el superior de producción y a la hora de buscar webs parecidas a ésta para seguir adquiriendo conocimientos y enterarme de cosillas, no he encontrado casi nada, sólo webs que no se actualizan desde hace tiempo.
Un saludo.
El único blog de un productor que conozco Pancho Casal, pero hace un año que no publica nada nuevo. Siento no poder ser de más ayuda.
Por cierto, si descubres algún otro blog sobre producción, avisa.
Saludos.
Gracias, Sergio, por responder.
Chapeau por este viaje, Javier.
Gracias, Olga.
Muchas gracias, Javier, excelente como siempre.
Entre las series inglesas a mí me impactó mucho una de las primeras que vi ya con uso de razón y cierto criterio: “Caída y auge de Reginald Perry”. ¿Te suena? Y otra serie inglesa muy grande, modelo de lo que puede ser una serie para adolescentes, es “Press gang”.
Oye, ¿por qué no escribes tú esa historia de la televisión? ¿Quién mejor? Anda.
Gracias, Jelen.
A mí con la de Reginald Perrin me pasa una cosa muy curiosa. Cuando la ví (se emitió en España al poco de estrenarse en Inglaterra, creo), me impactó… No es que me apasionara, pero me pareció tan atrevida en muchas cosas que prevaleció esto. Recientemente (hará dos años) compré el dvd, vi un capítulo… Y me pareció que había envejecido muy, muy mal… Al contrario de Allo, Allo o Sí ministro y su secuela, que me parecen dos sitcoms supremas que aguantan perfectamente el peso del tiempo.
Mira, Press Gang no la conozco.
Y lo de escribir esa Historia, complicado.
Primero: porque creo que hay gente que podría hacerla mejor que yo y no es guionista, lo que creo mejoraría el punto de vista, lo haría más global.
Segundo: porque me falta tiempo.
Tercero: porque tengo una malísima experiencia con una editorial, que me llamó, me pagó un adelanto, etc para una serie sobre el oficio de guionista… Hice el esquema para empezar a escribir (y menos mal que no la escribí porque se me cruzó por medio escribir la novela de “Isabel”)… Y hasta ahora… Al tercer mail que no me respondieron, bye, bye. Ediciones 62 para El Aleph, fueron. Pensé: pues menos mal que me llamaron ellos y no me ofrecí yo. Eso sí con el escaso adelanto que me dieron me pagué un viajecito.
Un saludo y gracias otra vez.
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