Helena lleva escribiendo guiones para series de televisión desde el 2003. 7 vidas, Cámera Café, La gira o Con el culo al aire son algunas de ellas. Ha elaborado guiones para radio (Cadena 100) y co-escrito alguna que otra obra de teatro. Actualmente es tutora de guión del Master Universitario en Creación de Guiones Audiovisuales de la UNIR.
“Mi despacho era un cubículo en uno de los muchos bungalows de una planta que había en el terreno de la MGM (…) En verano o en invierno el lugar era un horno sin una escapatoria de calor. En días lluviosos o fríos era una ventosa celda siberiana. Ésa era la atmósfera que se proporcionaba a quiénes se devanaban los sesos para dar un forraje adecuado a los amantes del cine”
Decir que La Escandalosa Señorita Pilgrim[1] (Seix Barral, 2013) es una autobiografía sobre la desafortunada vida de Frederica Sagor, guionista y dramaturga de los años veinte, sería decir demasiado poco. Este libro habla del mundo de Hollywood y su irresistible poder de seducción, sí, pero también de su implacable frialdad. Habla del fracaso del guionista, de aquellos que estuvieron dentro pero se quedaron fuera, de la deslealtad entre compañeros, del esfuerzo estéril, del plagio, de los vínculos que te impulsan al éxito o al confinamiento. En definitiva, del lado más opaco y arbitrario del mundo del cine, ése del que nadie suele escribir a no ser que, como Frederica, alcances la provecta edad de cien años y te la sude todo.
Frederica Sagor (1900) abandonó rápidamente la carrera de Periodismo en Columbia para responder a un anuncio del New York Times en el que se solicitaba una “Ayudante de Coordinación de Desarrollo” para la Universal, su trabajo consistía en hacer las labores de secretaria y leer guiones. “Desde el día que entré (…) supe lo que quería hacer: escribir. Quería ir a Hollywood y unirme al equipo de guionistas de Universal. Quería ser una gran guionista, como June Mathis[2]”
En poco tiempo llegó a ser coordinadora y un año más tarde, harta de las trabas que le ponían para ascender, se marchó a la Costa Oeste donde consiguió su primer encargo como guionista -Días de Colegial– Después lograría un suculento contrato de tres años con la MGM dónde elaboraría argumentos y (re) escribiría guiones.
“El primer guión que se escribiera podía ser perfecto, y a menudo lo era. Pero, si faltaban meses para que empezara el rodaje había que rechazar ese primer guión. Había que contratar a otros guionistas y escribir otro guión. Y después otro y otro hasta que, finalmente, llegaba el día de la verdadera producción. En ese momento el último guionista contratado para hacer la reescritura se llevaba el crédito. (…) Como hice yo en Dance Madness. No estaba bien y no era justo, pero así era Hollywood”
Nos cuenta con ironía cómo en esos años se apoderaron de la autoría de muchos de sus primeros guiones a pesar de que no cambiaron ni una sola coma, o cómo las desavenencias profesionales con su compañero de equipo, F. Hugh Herbert, mientras trabajaban en Waning Sex, y su imprudente actitud, desafiando el criterio de su productor, le costaron el puesto “Cuando llegó la hora de renovar mi contrato (…) me despidió por mi arrogancia: “Es una guionista de talento, pero es conflictiva” ¡Conflictiva! Era la peor evaluación que se podía recibir en esa época en el negocio del cine (…) Y así Frederica Sagor se encontró sin trabajo”
Pasaron seis meses hasta que alguien se atrevió a contratarla de nuevo. Primero en una pequeña productora, Tiffany-Stahl Productions, y más tarde en la Paramount, y en la Fox, junto a su marido y compañero de profesión, Ernest Maas quién, según confiesa ella misma, le devolvería “la fe en la industria” Aunque tras padecer una serie de plagios sistemáticos, fracasos y traiciones, la alegría les duraría poco.
A partir de aquí, la carrera de ambos guionistas está plagada de altibajos, intentos de suicidio y “Peces globo”, o como ellos mismos los denominan, “guiones que nunca han visto la luz del día” Obtienen con éxito el tránsito al cine sonoro consiguiendo varios encargos pero la crisis del 29, su inclinación progresista más que manifiesta, y el acoso del macarthismo por sus supuestas adhesiones comunistas terminan por sacarles del circuito hollywoodiense para siempre.
Quién no conozca el oficio puede pensar que La Escandalosa Señorita Pilgrim es la consecuencia de una pobreza de talento mal asumida, o de años de resentimiento, o de ambas cosas a la vez, sin embargo el texto de Sagor Maas desprende un grado de valentía y honestidad considerables porque desvela muchos de los obstáculos que cualquier guionista tiene que superar antes o después. Trabas como: el encasillamiento –“Me precedía mi reputación de especialista en entretenimiento ligero y frívolo. En otras palabras, estaba etiquetada (…) Era un trastorno difícil de superar, pero como ofrecían dinero rápido, la víctima no tenía otro remedio que aceptar la etiqueta o seguir sin empleo y morirse de hambre”- La presión y la falta de compensaciones- “Aunque fueras un buen profesional si te alejabas demasiado del lavabo de caballeros, podías volver y encontrarte a otra persona en tu silla” La escasez de contactos, “¿A quién más conocía en los otros estudios? ¿Quién conocía a Frederica, aspirante a guionista, con dos créditos en su haber” o tu propio ego. “Era mi historia, la había parido, había dado vida a sus personajes (…) No podía quedarme ahí sentada y ver cómo arruinaban mi creación”
La Escandalosa Señorita Pilgrim no es un relato tan descarnado como El Desencantado de Budd Schulberg ni tan brillante como Historias de Pat Hobby de Fitzgerald, es incluso probable que la autora maquille la realidad o la exagere, pero nos da lo mismo, porque quién se haya visto relegado de un proyecto que creía suyo, quién después de concebir una serie no se haya reconocido en créditos, quién haya escrito con dedicación pilotos que han sido ninguneados, o quién no haya escuchado sonar el teléfono durante interminables meses disfrutará con la lectura de este libro.
[1] El título hace referencia a la última película de Frederica y su marido,“Miss Pilgrim’s Progress” que denunciaba los problemas a los que se veían sometidas las mujeres trabajadoras en esa época.
[2] Guionista que a la edad de 35 años logró ser la primera mujer ejecutiva de la Metro (MGM) Conocida sobre todo por el descubrimiento de Rodolfo Valentino y por escribir películas como “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” “Camille” y “Sangre y Arena”, entre otros títulos.
Bajo ahora mismo a comprarme ESE libro. Menos mal que, después de pasar una temporada en Hollywood flipándolo un montón Frederica vivió para contarlo en un libro que parece de ahora mismo. ¡ Muchas gracias por esta reseña !
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