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ESO ES UN CORTO

por Peris Romano.

Uno de los efectos colaterales de ser guionista, es que cuando sale a relucir tu trabajo entre amigos o gente que acabas de conocer, al final muchos creen tener “la obligación” de contarte una historia que ya sea real o inventada, debería ser una película o al menos un corto.

La mayoría de ellas, por no decir todas, no acaban de pasar de una simple anécdota o un gran batiburrillo de conceptos que, en muchas ocasiones sólo ellos le ven el sentido o la gracia. Pero en  otras pocas ocasiones, esas vivencias personales o esas ideas que tienen los ajenos a esta profesión, son el detonante para que a ti se te encienda la bombilla, tu inspiración comience a trabajar y digas: “Mmmm, detrás de esto hay una historia”.

Fue hace 8 años cuando oí una de esas escasas historias, que de principio a fin, piensas: eso es un corto. Quizás matizando alguna cosa, pero poco más. Todo funcionaba. Y no es la típica anécdota que le pasó al amigo de un amigo. Los hechos los conozco de primera mano. Narrados en primera persona y por boca de su protagonista.

X, llamémosle así, es un amigo mío, muy buena gente. Nadie diría cuando le conoces, que la mayor parte de su vida adulta se la pasó trapicheando. No trabajaba en un sector concreto, controlaba muchos campos de acción. Lo que se conoce como un tío polivalente, que como buen autónomo, se metía en lo que iba saliendo mientras pudiera sacar pasta de ello. Y si querías algo en concreto, solo tenías que pedirlo. Desde cualquier tipo de droga a toda clase de electrodomésticos. Cosas “que se caían de un camión” lo llamaba él.

Cumplidos los 30, cansado, escarmentado o quizás buscando redención, lo dejó todo. Y se propuso ganarse la vida con la interpretación. El siempre tuvo claro que lo suyo era ser actor, pero que se entretuvo por el camino. Dejó su ciudad natal, se traslado a Madrid y buscó un trabajo “de verdad” para pagarse las clases en una escuela. Además se hacía todos los cursos habidos y por haber. Y convencido de que iba a triunfar también fuera, se apunto a clases de inglés.

Se formó durante dos años, no paró y vio como el esfuerzo había merecido la pena al conseguir algunos papeles secundarios en varias series de televisión. Podía vivir de lo que le gustaba. Todo sin ayuda de un representante, sin conocer a nadie. El mismo consiguió en poco tiempo que uno a uno, le conocieran todos   los directores de casting presentándose en sus oficinas. No se iba de allí hasta que le recibían y nadie se atrevía tampoco a ello.

A esas pequeñas apariciones, se sumaron otros papeles como secundario o protagonista en unos cuantos cortometrajes. Yo le dirigí en uno de los míos y a pesar de la brevedad de su papel, rápidamente vi que tenía algo distinto. No tenía mucha técnica, lo suyo era innato. Reconozco que ninguna toma era igual a la anterior, pero me daba igual pues lo hiciera como lo hiciera, funcionaba.

Ese potencial que yo había visto, no había pasado desapercibido para una conocida directora de casting, que le llamo para hacer la prueba para un papel secundario en una importante película. Y le salió muy bien, pues una semana después le llamaron para decirle que le había gustado mucho al director y que querían hacerle una última prueba. Para ello le citan unos días después y le mandan una nueva separata: el monólogo de Forrest Gump cuando éste habla ante la tumba de Jenny.

Era una prueba rara, había que reconocerlo. Pero no quisimos desanimarle y él se lo tomo muy en serio. Era su oportunidad y no la iba a desaprovechar. Pasó tres días ensayando, recuerdo que estuvo por casa repitiéndolo una y otra vez con mi compañero de piso, que también era actor. Incluso lo ensayó con algunos de esos antiguos compañeros de trapicheo que estaban de visita y flipaban con él de lo bien que lo hacía. Parecía sufrir una deficiencia de verdad, sin caricaturas. A lo Leo Dicaprio en ¿Quién ama a Gilbert Grape? Todos estábamos convencidos que el papel era suyo…

La prueba era a media mañana de un viernes de mayo. Según sus palabras, cuando nos lo contó varios días después, allí en la sala estaban la directora de casting, el director y el productor. A su lado un hombre alto, otro actor que le daría réplica.  X no se dio cuenta  en ese momento de que en un monólogo no hay réplica, pero se puso de cara al otro “actor” y comenzó a ser Forrest Gump.

A penas había empezado con el texto cuando el productor dijo en voz alta: “Es él”. En ese momento, el “replicante”, que en realidad era un policía de paisano, sacó unas esposas, le puso contra la pared y comenzó a leerle sus derechos. X seguía improvisando pensando que todo aquello formaba parte de la prueba; actor hasta el final. Así que estuvo en su papel hasta que le aclararon cual era la situación real: Al parecer, el productor, al ver las cintas de los castings había reconocido a X de un robo con intimidación en su casa unos años atrás. Aún guardaba copia de la cinta de las cámaras de seguridad y junto con la policía, organizaron ese falso casting para pillarle.

Durante el juicio la abogada de X llegó a presentar su videobook como prueba de que durante el robo, él estaba trabajando como actor y que era imposible que lo acometiera. Pero no hubo manera de demostrar que no estaba allí. Tenían las suficientes pruebas que dejaban claro que había sido él. Le declararon culpable y se pasó un tiempo como se suele decir, a la sombra…

Durante todo este tiempo transcurrido, cada vez que me planteaba un nuevo guión, está historia venía a mi cabeza. A penas tenía que estructurar toda la información y darle forma a los diálogos, pero a priori siempre era algo que pensaba que se escribía sólo. Tengo al protagonista para consultarle lo que quiera. Tengo la historia, los personajes, un principio, un final, un giro inesperado… Pero no sé muy bien por qué, cada vez que me pongo a ello hay algo que se me atraviesa, veo que son todo complicaciones, que hay mil posibles estructuras y tonos. Eso cuando no me invade el pesimismo y pienso que de verdad esto es una anécdota como otra cualquiera, sin atractivo ni interés  que  no merece ser puesta en imágenes. O quizás peor aún, a lo mejor no debería ser yo quien lo haga. Que lo asumo sin problema, pero como “yo la vi primero”, por lo menos quiero contarla y ahora quien quiera, que la adapte. Quede constancia aquí de ello.

Y la próxima vez os cuento una sobre un famoso futbolista sudamericano, una noche en Valencia, un puticlub, Rumanos y una cuenta sin pagar. Pero esa si que es la historia de un amigo, que conoce a otro, que se lo contó su primo que le paso a él…

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9 comentarios en «ESO ES UN CORTO»

  1. Puede que el problema esté, en que da más para un largo que para un corto. Vamos, que interese más el pasado del personaje, su redención y el posterior castigo, que la propia anécdota en sí.

  2. Da para un corto de 10-15 minutos. Impresionante la historia. Difícil llevarla acabo, quizás se necesite voz en off para contar el pasado con imágenes sueltas aquí y allá y saltarse el tema del juicio por la dificultad de hacerla. Pero vamos, impresionante la historia. Debería ser una comedia? un drama?

  3. Es una historia cojonuda, y además la has contado muy bien, lo cual me hace pensar que pasarla a imágenes y hacerla funcionar no te resultaría complicado. Aunque tal vez sería un corto largo, de 20 min, y caro, por la cantidad de localizaciones, y tal vez se podría complicar un poco más la trama implicando a otro personaje (la hija del productor, que lo ve, lo reconoce e idea el plan, seduciéndolo, siendo la cuerda que lo aleja del mundo delictivo…)

  4. ese final epico recitando el monologo cueste lo que cueste seria un climax de puta madre!jajaja peris roman escribelo ya!

  5. Buena historia para corto largo como dicen por aquí. Sobre el tono, ha de ser de esas comedias que en el fondo es un dramón (el final con forrest gump es brutal)

Los comentarios están cerrados.

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