por Sergio Barrejón.
·······················································
ALERTA: los siete primeros párrafos de este artículo contienen batallitas de abuelo. Si es usted alérgico a las batallitas, sálteselos alegremente.
·······················································
Llevo haciendo cortos desde 1994. (Un dudoso honor, que diría Crash Davis. Pero viendo cómo está el panorama financiero para el cine, supongo que me moriré haciendo cortos.)
El caso es que cuando terminé mi primer corto como director, Internet era una cosa que tenían en UN ordenador de UN despacho de la Universidad, y no todo el mundo tenía claro para qué servía. Así que terminé mi corto y me pregunté “¿y ahora qué?”.
Supongo que me lo habría comido con patatas si no fuera porque le repetí la pregunta a Elías León Siminiani. Él ya había movido algún corto y me pasó un sobre tamaño DIN A-4 repleto de trípticos y pasquines de festivales de cortometrajes. Y me puse a escribirles cartas a todos. Cartas de las de antes. De las de sobre engomado y lengüetazo. De las de ir al buzón de Correos andando.
En las siguientes semanas envié mi corto a varios festivales. Lo envié como antes. En VHS. En un sobre acolchado. En la oficina de Correos. Y en los siguientes meses fui recibiendo cartas de las de antes, de las que hacían ilusión. Lo seleccionaron en varios festivales, e incluso llegaron a premiarlo.
A los dos años, hice otro corto. Por aquel entonces, no existía el Notodo ni había talleres ni seminarios sobre cine low-cost donde te dijesen eso de “escribe un guión de tres páginas, con dos actores en una habitación”. Así que el rodaje duraba ocho días, con diez actores y doce localizaciones, y el corto se ponía en 20 minutos. Un trabajo agotador…
… Y aun así, no era ni la mitad de agotador que la penosa tarea de distribuirlo. La primera vez que lo haces apenas te das cuenta. La ilusión que te hace enviar tu primer trabajo te ciega. Pero la segunda vez te acuerdas de cómo fue la primera, y te hace tanta gracia como una gastroscopia.
Hace algo más de diez años, alguien tuvo la feliz idea de crear una empresa que se ocupase de administrar un poco de lubricante y un poco de anestesia a esa sonda gástrica. Nacieron las primeras distribuidoras, y desde entonces los cortometrajistas tienen la opción de elegir entre un proceso caro y agotador, o un proceso simplemente caro.
·······················································
FIN DE LA ALERTA. Puede usted seguir leyendo tranquilamente.
·······················································
Contratar a una distribuidora para tu cortometraje ha sido la opción más inteligente durante todos estos años, si querías enviarlo a más de ocho o diez festivales. Lo que equivale a decir que era la opción más inteligente para la mayoría de los cortometrajes.
Porque enviar el corto tú mismo no era exactamente barato: tenías que hacer las copias, tenías que empaquetarlas, y tenías que enviarlas. Y digo “tenías” porque, en los últimos dos años, un número altísimo de cortometrajes han empezado a aceptar links de descarga como copias de visionado. Y cada vez más los aceptan como copias de exhibición.
De ahí que mucha gente se esté replanteando la necesidad de trabajar con distribuidoras. ¿Si ya no hace falta enviar DVDs, si todo se puede hacer por internet… para qué pagar por la distribución? El modelo de negocio de estas empresas, como el de casi todas las empresas vinculadas con el audiovisual, está en crisis. Yo aún creo que es bueno contar con una distribuidora. Porque siempre he pensado que su valor añadido no tanto es la infraestructura de envío de materiales, sino la agenda y la capacidad de respuesta.
He tenido oportunidad de trabajar con cuatro distribuidoras distintas. A partir de mis experiencias personales como cliente, y de las experiencias que otros amigos me cuentan, he redactado el siguiente
DECÁLOGO PARA DISTRIBUIDORAS DE CORTOMETRAJES
1. Cada cortometraje es diferente. Cada cortometrajista es diferente. Sed flexibles. Ofreced múltiples posibilidades. No despreciéis un corto humilde que sólo puede pagarse treinta festivales. Su director podría tener un hit el año que viene.
2. Elegid los cortos que lleváis. Se supone que sois representantes, no repartidores. Si aceptáis distribuir todos los cortos que os llegan, acabaréis por bajar mucho el nivel. Porque un productor que se ha gastado miles y miles de euros en hacer un corto quizá no quiera contratar a una distribuidora que envía cualquier cosa a los festivales.
3. Pero no seáis elitistas. No esperéis tres semanas en contestar si os interesa llevar un corto o no. Puede que alguien piense por ello que sois importantes y deseables. Pero la mayoría pensará que sois bordes, o poco profesionales. Si vais a tardar tres semanas en contestar, avisadlo.
4. Tened una web potente. No es necesario que tenga un logo chulo, ni animaciones en flash. Pero sí que permita al cliente consultar plazos de festivales, estado de sus envíos, selecciones y palmarés de sus cortos, etc. Actualizar una base de datos en la web cuesta lo mismo que enviar un email con cada actualización, pero es más práctico y menos engorroso.
5. Algunos cortometrajistas también tenemos relación con festivales. Algunos incluso participamos en la fase de selección. Vemos cómo enviáis los cortos. Y cuando uno ve que a veces lo que le llega al festival es un DVD-R con ocho cortos dentro, empieza a replantearse si es justo pagar 10€ por envío. No seáis cutres: es evidente que vivís de la plusvalía, pero la avaricia rompe el saco. Si en un festival, por lo que sea, os veis obligados a hacer un solo envío en plan pobre, no se lo cobréis al usuario como si fuera un envío de lujo. Hacer un descuento no os arruinará. Y no hay nada que fidelice más a un cliente que la sensación de que es algo más que un simple cliente.
6. Todas las empresas tienen una política tarifaria semisecreta. Todo el mundo hace ofertas especiales a según que clientes. Ningún problema. Pero sed discretos. Si hoy hacéis una megaoferta para captar a Fulanito como cliente, y mañana Fulanito coproduce un corto con Menganito, es muy probable que Menganito acabe conociendo la megaoferta. Y no le gustará nada que le tratéis como a un cliente cualquiera ofreciéndole la tarifa normal.
7. Vuestra riqueza es vuestra agenda. Lucidla. No nos contéis cuántos premios han ganado los cortos más importantes que representáis. No somos idiotas. Sabemos que eso ni es mérito vuestro, ni es representativo de vuestro trabajo. Contadnos a cuántos festivales enviáis cada año. Cuántas selecciones conseguís cada año. A cuántos festivales viajáis personalmente.
8. El cliente quiere saber lo que está comprando. El 90% de vuestro trabajo está fuera de nuestra vista. Por eso debéis cuidar el 10% que sí vemos. Y ese 10% es la comunicación con el cliente. Responded a los emails pronto y con corrección. Tened a alguien al teléfono en horas de oficina. Nota: la tarde del viernes también cuenta como “horas de oficina”, aunque en España no se estile (y así nos va).
9. Adaptaos al siglo XXI. Todos sabemos que más de la mitad de los festivales aceptan links de descarga. Distribuir un cortometraje así no dejará tanto dinero como los envíos físicos, pero sigue siendo un mercado. Trabajadlo. Demostrad vuestra fuerza en la gestión de los materiales, y sobre todo en la comunicación con los festivales. Los links también dan problemas. También hay formatos distintos.
10. Diversificad. Organizad concursos. Eventos. Proyecciones. Coproducid. Reinventaos cada día. Y sed activos en las redes sociales. No sólo para el autobombo, sino sobre todo para la atención al cliente. No hay mejor publicidad para una empresa que ver cómo resuelve de manera inmediata los problemas de un cliente.
Aclaración final:
Este decálogo está escrito sin la menor acritud. La mayor parte de mis experiencias con distribuidoras son muy buenas. Casi ninguna de ellas necesitaría aplicarse más de uno o dos puntos de este decálogo. En general, son empresas muy profesionales y el dinero invertido en ellas merece la pena. Cada año, cientos de cortometrajes españoles son seleccionados en festivales de todo el mundo gracias al trabajo de las excelentes distribuidoras que trabajan en nuestro país.
Personalmente, como autor y productor, pienso seguir contratando a distribuidoras nacionales para representar mis cortos. Y así se lo recomiendo a cualquiera que tenga un poco de ambición en este sector.
[twitter-follow screen_name='sergiobarrejon']
[twitter-follow screen_name='bloguionistas']
Bastante de acuerdo con todo lo que expones. El problema viene cuando el coste de distribución del cortometraje, duplica o triplica el presupuesto del mismo. En ese caso los festivales online o plataformas del estilo movibeta, se antojan las únicas alternativas.
Saludos!
Yo sigo haciendo los envíos personalmente, así que mi recomendación sería para los festivales: para la fase de selección pedid sólo la copia del corto (en el formato que sea) y los cuatro datos básicos: contacto, título y poco más. Una vez hayáis seleccionado los cortos, pues entonces ya les pedís las fotos, filmografía, cartel, etc. Así lo hacen algunos festivales muy grandes (como Sundance) y resulta muy irritante ver como cualquier festivalillo de pueblo te pide rellenar un formulario de cinco folios, tres copias del corto, fotos, cartel, DNIs, etc., etc.
Mi primera experiencia fue con Lolita. (Mola empezar un comentario con esta frase) Bueno, a lo q iba, mi corto lo moví con Lolita peliculitas. Y sin querer mostrarme rencoroso, tenían cosas buenas y cosas malas. Creo q desde mi experiencia puedo sumar algún consejo:
– A los cortometrajistas: tened cuidado si junto al contrato de distribución firmáis el de ventas. A mí me lo ofrecieron casi como algo vinculado. Y terminé sin poder negociar, o vender mi obra a TV o canal d exhibición, sin que mediase la distribuidora. El problema es q no mediaba demasiado. Cuidado porque el contrato (q ofrecían) es d 5 años.
– A las distribuidoras: si uno contrata a alguien para q le mueva su corto, lo que desea es olvidarse de todo. Poned fácil la posibilidad d realizar copias, tanto de los dvds como de carátulas. Es una manera de ampliar negocio… pero no tratéis de colarnos una barbaridad por copia, hay packs y ofertas para grandes pedidos.
Tened vuestra base de datos d festivales actualizada. Con facebook y demás redes sociales uno termina enterándose de festivales nuevos que la distribuidora no ofrecía.
Y sobretodo: confirmad q la recepción de lo enviado ha sido satisfactoria. Cuando comenzó a moverse mi corto, yo estaba bastante encima de la distribuidora, y por curiosidad me dio por llamar a un par de festivales en los que me extrañaba q no hubiese sido seleccionado, no por nada, sino pq eran festivales para autores locales y yo lo era. Desde un festival me dijeron que el corto les llegó fuera de plazo (no contaban la fecha del matasellos de correos) y en otro que el DVD estaba defectuoso y no se veía. Sí, fallo de los festivales por no comunicarlo (aunque uno d ellos decía haber escrito a la distribuidora) Pero como digo, se soluciona fácilmente llevando un seguimiento de los envios realizados y sus recepciones.
Un saludo
Los comentarios están cerrados.